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Izquierda Marxista en Francia

Unitaria y radical: una izquierda útil

Fuentes: Rouge

Después de un primer semestre de 2004 que fue una mala cosecha para la izquierda anticapitalista y el movimiento social – derrota en la Seguridad social, derrota con el estatuto de EDF, ofensiva patronal sobre las 35 horas y las deslocalizaciones -, hacer algo nuevo a izquierda, es tener la honestidad de decir francamente sus […]

Después de un primer semestre de 2004 que fue una mala cosecha para la izquierda anticapitalista y el movimiento social – derrota en la Seguridad social, derrota con el estatuto de EDF, ofensiva patronal sobre las 35 horas y las deslocalizaciones -, hacer algo nuevo a izquierda, es tener la honestidad de decir francamente sus intenciones. Porque este gobierno no se detendrá, ¡salvo que se lo detenga!

La política que proponemos, es verdad, no le gustará a los capitalistas. Le dará a Seillière verdaderas razones para tener picos de fiebre y oponerse a nosotros. Dar más derechos sociales a la inmensa mayoría de la población, es retirarle forzosamente privilegios a su casta. Nosotros queremos quitarle a una ínfima minoría de privilegiados el poder absoluto e incontrolado que ejerce no solamente sobre la economía sino también sobre el conjunto de la sociedad. Esto necesita perseverancia y continuidad. Comenzando por la continuidad de nuestra batalla contra los despidos.

Hay mucho por hacer. La siniestra caravana de planes sociales ha seguido surcando a Francia este verano. No abandonemos el asunto. La iniciativa de los asalariados de STM, de Metaleurop y de Danone, que han montado un primer colectivo contra los despidos y se reunirán pronto, constituye una primera esperanza. Frente a la ley antipostal que preve la supresión de la mitad de las oficinas de correo, en las zonas rurales y los barrios populares, existe la posibilidad de un verdadero movimiento de rebelión popular.

Este gobierno es ilegítimo, sordo a lo que se expresa tanto en la calle como en las urnas. Porque, siempre es el Medef el que gobierna. Entonces, desobedecer se convierte en un acto de ciudadanía. Se trata de construir un movimiento de desobediencia global, tanto sobre las cuestiones de sociedad como los OGM o los sin-papeles, pero también sobre las cuestiones sociales.

Todos los candidatos de izquierda, muchos desaprueban estas medidas, deben desobedecer la ley: pueden utilizar su peso político e institucional decidiendo boicotear las exhortaciones postales por ejemplo, o sancionar a todos los candidatos favorables a esta ley en las elecciones de senadores. ¡Empezando por Raffarin! Las 6.000 oficinas de correo amenazadas de desaparición deben transformarse en focos de resistencia. Proponemos que a partir de ahora se constituyan colectivos unitarios contra esta ley, asociando a candidatos, usuarios y trabajadores.

Ya no es la hora del voto útil sino de la izquierda útil, la que será capaz de deshacer concretamente lo que la derecha ha hecho. La Europa actual es un sistema piramidal que amplía su base económica a medida que su dirección política se estrecha a manos de los países más ricos.

La Constitución Giscard corona este sistema piramidal. Ella es un super-tratado liberal. Es Maastricht a la décima potencia. No es para nada una defensa frente a la mundialización capitalista, sino uno de sus mejores soportes. La batalla por un «no de izquierda» a la Constitución será la ocasión de hacer una doble demostración: ¡que otra Europa es posible y que otra izquierda es necesaria!

El combate por la Seguridad social continúa. Puede reaparecer en el momento de la ley de financiamiento y del voto del presupuesto. Por ello, el éxito de los estados generales de la Seguridad es crucial. Porque esta iniciativa puede permitir recrear la esperanza para todos aquellos y aquellas que militan en este terreno desde hace varios meses. No creemos que lo que se hizo hasta ahora ha sido inútil. Son pequeñas semillas sembradas a tiempo. No olvidemos que cuando ocurrió el primer ataque frontal contra la Seguridad, en 1967, las verdaderas movilizaciones populares no se dieron en el momento de la decisión política sino cuando entró en aplicación: en 1968…

Por esto, todo lo que se hizo hasta ahora constituyen puntos que dejan huellas anticipadamente. Un hilo invisible une a los 500 colectivos «Sécu» con los colectivos interprofesionales nacidos después del movimiento de 2003 por las jubilaciones.

Nuestro objetivo es construir una corriente militante, de base, interprofesional, intersindical, unitaria. Una corriente capaz de coordinar las redes militantes, de agitar las experiencias, de imponer la unidad sindical para tomar iniciativas nacionales. Y capaz, llegado el caso, de hacer contrapeso a los burócratas sindicales para extender el movimiento. Es esta corriente militante la que ha faltado el 14 de mayo de 2003 en la mañana, cuando era necesario reconducir la huelga.

En esta vuelta, nuestra bandera está estampillada: 100% radical y 100% unitaria. Por experiencia, sabemos que el sectarismo es el veneno del movimiento obrero. Por supuesto, cada corriente debe poder defender legítimamente su política. Pero hoy no hay ninguna razón para no oponerse de conjunto a la derecha. En todos los grandes asuntos que reaparecen, la LCR le propone a toda la izquierda social y política, a los sindicatos, a los partidos, a las asociaciones, a los movimientos o colectivos, entrar en resistencia frente a este gobierno, frente a esta patronal, para salvaguardar nuestros empleos, nuestra protección social y nuestros servicios públicos. Sin esperar al 2007.

5/9/2004
Traductor: Rossana Cortéz, especial para P.I.