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Unos días en la vida del «jazzman» (II)

Fuentes: Rebelión

Las definiciones pertenecen a los definidores…Y no a los definidos. Tony Morrison, en Beloved. Abril 11  «Inmediatamente te vas», fue la frase castigadora del embajador de Ecuador en Reino Unido, Jaime Marchán. Julian Assange impávido, no por la sorpresa de la orden, la esperaba al menos unas semanas más tarde si no prosperaban las gestiones […]

Las definiciones pertenecen a los definidores…Y no a los definidos.

Tony Morrison, en Beloved.

Abril 11

 «Inmediatamente te vas», fue la frase castigadora del embajador de Ecuador en Reino Unido, Jaime Marchán. Julian Assange impávido, no por la sorpresa de la orden, la esperaba al menos unas semanas más tarde si no prosperaban las gestiones de sus abogados, los pedidos de personalidades (científicas y políticas) y activistas de derechos humanos, su asombro es que se cumplía la amenaza del casero malhumorado. Había llegado el día, en que se rompió el tenso hilo de Damocles. Jueves 11 de abril, frío y primaveral, la policía londinense advertida esperaba en la escalera de la embajada. Los bobbies habían llegado media hora antes, no mostraban impaciencia y bromeaban bajito seguramente sobre la misión. Sacaron a Julian en peso, sin atender las protestas del ecuatoriano-australiano, lo metieron en el carro-celda y fue trasladado al Tribunal de Magistrados de Westminster, en Londres. El juez no creyó en su inocencia y ordenó su detención, por evadir la justicia británica. Y ya, el foro mundial sobre el asilo político y las presiones del tipo el imperio contraataca.

 Este jazzman no sabía quién era Julian Paul Assange, hasta el día que se supo de la filtración de decenas de documentos entre ellos, una filmación del asesinato de civiles por la tripulación de un helicóptero Apache, esa matanza fue en el 2007, en una ciudad iraquí, la vi en www.rebelion.org Era una tarde de oficina y estómago satisfecho, para variar decidí observar el sitio rebelde. Sorpresa: la masacre filmada. Años después supe que Julian Paul, en algo parecido a periodismo de verraquera, mostraría decenas de miles de documentos de la guerra en Afganistán y en Irak. También las políticas cafiolas, burundangas y sicarias de la clase ídem de las Américas, Río Bravo hacia el sur. También llaman ‘Grande’ a ese corriente de agua. Nanay, ni bravura ni grandeza se ve en la troupe de Gobiernos conservadores, más o menos, paleolíticos.

 El cachumbambé está ahí, en la esquina (la labia culta y popular la llama ‘esnaqui’), con el cafecito expreso o sea con olor, sabor y prontitud; se calienta en los programas de radio a favor y en contra del ex asilado, hasta en el bus algún intrépido busca y logra un mal chiste en contra de Julian Paul. Sin mencionar las socio-redes. El héroe o villano (según el talante internacionalista) es nativo de Townsville, una ciudad más pequeña que la mía, Esmeraldas, cerca de la Gran Barrera de Coral, en Australia. Los que pilotean clamorosos la botada de la embajada truenan con la palabra hacker, pirata informático. Si es del tipo de bucanero que interpreta Johnny Depp, no ganan, porque humor y romanticismo se disocia de la política a gritos y con gotitas de saliva. Sus defensores se la buscan como periodista avezado, cimarrón y robin-hoodiano. No es poca cosa. El man sacó esqueletos de armarios gubernamentales y de personalidades de nuestros países latinoamericanos, mostró sus miserias y el más comedido lambonaje con los Gobiernos estadounidenses. Así quien no capitaliza la totalidad del odio destilado y puro de la alcurnia política y encorbatada.

 En la foto, del jueves 11 de abril, se lo distingue barbado, palidecido por los años de sombra, esposado y levantando el pulgar por la ventana de la caravan. La temerosa rabia mundial es que lo entreguen a los gringos para sepultarlo en algunas de sus tumbas que allá llaman prisiones.  

 See you walked chaka, escribió el hermano Tego Calderón refiriéndose a Babylon. Buscando titular para marquesina de avenida londinense, neoyorkina o quiteña. Acaso, ¿la necropolítica del hacker de Townsville? O quizás, ¿el condenado a la séptima fosa del octavo círculo[1] imperial? Más preguntas, ¿qué sucede con los periódicos, de todas partes, que publicaron los documentos capturados por Julian Paul? Algunos, claro, por qué no. The Guardian (Gran Bretaña), Le Monde (Francia), El País (España), Der Spiegel (Alemania), The New York Times (Estados Unidos) y miles de publicaciones de todos los tamaños, tirajes, precios y formatos en los cinco continentes. ¡Tremendo jangueo[2] ideológico!

 Es ética como estética evidente de la política de los que gobiernan países e imperios. Qué más da. Si no te gusta mátalo, mételo preso o niégale el pan y la sal; eso acomoda el truco de democracia para cualquier Calígula del siglo XXI. De todos los tamaños ideológicos, de sus grandezas y bajezas personales. Ser distinto, declararse de izquierda o formarse en el cimarronismo político tiene como condición de cara y filo: la ética. Ni moral religiosa ni moral post todas las verdades para satisfacer grupos antes combativos después rankeados en corruptelas y autoritarismos. Julian Paul el comunicador político de soltar en la cara planetaria aquello que fue, sin adornos editoriales, directo y fuerte a la quijada. Simbronazo.

 Complicada palabra si las hay, verdad. Verdad verdadera. Aquella de la emancipación de mentes y cuerpos. Hackear la verdad para combatir la mentira no es delito. Al menos no debería discutirse su validez legal, más bien su acto bienhechor para la humanidad anónima y pagadora de los desastres causados por sus gobiernos. O sea la ética de Julian Paul es válida, sin importar sus excentricidades. ¿A quién coño le importa si es estrafalario? La verdad también calza sandalias, se deja las dreadlocks o alborota melena anti filistea. ¿Saber de los crímenes de guerra del Gobierno estadounidense? Yes! ¿De la ruindad política de la derecha latinoamericana? Yes!

 Esa derecha defiende ‘su’ Estado de su ciudadanía, así solo sea guasa[3]. «En las acciones de los hombres, y sobre todo de los príncipes, contra los cuales no hay tribunal al que recurrir, se considera primordialmente el fin. Procure, pues, el príncipe conservar su Estado y los medios serán tachados de honrosos y ensalzados por todos porque el vulgo se deja seducir por las apariencias y el acierto final y en el mundo no hay sino vulgo«[4]. Julian Paul le dio la vuelta a la recomendación de Maquiavelo a El Príncipe. Entonces, para el lumpen proletariado (o sea para el vulgo más vulgo) consideró primordialmente el fin: la ética. Básica, pero ética.

 

Abril 14

 Los domingos, por la mañana, las ciudades del mundo, si no todas casi todas tienen eso de urbe recién estrenada a la mirada y a los oídos, con luces nuevas, sin ruidos parásitos, sin la marabunta vehicular y sin un cielo bajito de distractores. Las calles parecen de apenas ayer, sábado. Es lo que se dice en lingala de Ancestros de frontispicio: na ebandeli[5]. Es engañoso el domingo desde que me acuerdo, pero vale, porque no hay el estrépito que obliga a elevar la voz y se pueden mejorar los argumentos, con bastante sobriedad, si se habla de política polarizada en la formalidad bicentenaria: izquierda o derecha. El vendedor de periódicos y revistas ya tiene organizada la oferta, él mismo se permite leer su mercancía. Ella está en la portada de la revista Vistazo: Diana Salazar. El membrete elocuente: La Fiscal General. Las verdades de Diana Salazar. «Soy la primera fiscal negra, dígalo con esas palabras»[6]. Compré la publicación.

 Este jazzman participó de aquel sentimiento colectivo que un hermano, aprendiz de lingala, llamó: kosala bondeko[7] . La mayoría de la negritud ecuatoriana estábamos con Diana Salazar para que llegara a la Fiscalía General del Estado (FGE), son nuestros desquites, no dichos, de la sociedad mayor. Con la hermana Diana. Cuenta para quien quiera escucharla, revista mediante, del aletazo cariñoso de su madre: «no debes repetir mi historia, tienes que escribir tu propia historia»[8]. En las redes sociales se libró la batalla irreconciliable entre antirracistas y racistas. La capacidad de insultos debió superar a la de estimas, solo para confirmar que la melanina aún tiene más valor que la aptitud. Se resarció dándole vuelta a las descalificaciones: «que me digan negra no es ofensa, soy parte del pueblo afro, si usted me dice negra no me está descalificando»[9].

 ¡Benditas conexiones esotéricas! Y eso que este jazzman es profano en esas vías de sabiduría. Revisaba el libro de Alice Walker, En posesión del secreto de la alegría, y vi mi resaltado de hace años: «Y su sorpresa por ser acosado constantemente por el hecho de ser negro. Siempre me corregía. No, no. No se comportan así porque yo sea negro, sino porque ellos son blancos»[10]. Como Diana Salazar, en cualquier país de las Américas, el cimarronismo profesional del siglo XXI es cumplir más allá de las expectativas. Nuestro estándar de resultados es más elevado. Siempre. Es una demanda impuesta que acabó por ser auto impuesta. Debajito de la piel se siente que no se camina en soledad hacia el objetivo, porque hay un pueblo, allá en las barriadas y cerca de la conciencia, que quiere que la mujer o el hombre afrodescendiente triunfen. Los motivos son el orgullo disimulado por la ‘raza’, ‘porque se tendrá de qué hablar’ o porque se le inculca a la hija el desafío a alcanzar o superar a las próximas Dianas Salazar.

 Otra vez Alice Walker: «Esta noche lee del libro de una colonialista blanca. Los negros son naturales, escribe, están en posesión del secreto de la alegría, y por eso logran sobrevivir al sufrimiento y a la humillación que se les imponen. ¿Pero qué es?, le pregunto. Ese secreto de la alegría de que habla. Tú eres negra, y yo también. Por lo tanto es a nosotras a quien se refiere. Pero nosotras no lo sabemos»[11].

 Es abril, el mes más primaveral de otras geografías distintas a este trópico de la costa afropacífica colombo-ecuatoriana, pero aún de lluvias tibias por acá. Cabe cerrar las líneas de este día con esta expresión de inspiración para Diana Salazar (la hermana Diana): Mbele Aché[12]      

 

Notas:               

  


[1] Referencia a la Divina Comedia, de Dante Alighieri.

[2] De Hanging out, significa: ‘salir a divertirse’,  ‘salir de paseo’ o ‘pasar el rato’ (traducción coloquial del autor).

[3] Hablar mucho y no hacer nada.

[4] El Príncipe, Nicolás Maquiavelo, Madrid, EDIMAT LIBROS S. A., 1998, p.123.

[5] Al inicio.

[6] Revista Vistazo, No. 1239 · Abril 11/2019.

[7] Alianza fraternal.

[8] Óp. Cit., p. 19.

[9] Óp. Cit., p. 17.

[10] En posesión del secreto de la alegría, Alice Walker, Barcelona, PLAZA & JANÉS EDITORES, S. A., 1993, p. 43.

[11] Óp. Cit., p. 239.

[12] Tomado de En posesión del secreto de la alegría (p. 241), de Alice Walker: «Aché es yoruba y significa: «el poder de hacer que las cosas ocurran». Energía. Mbele significa: «¡Adelante!» en kiswahili.

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