Recomiendo:
0

Unos días en la vida del «jazzman» (IV)

Fuentes: Rebelión

  Abril 30 El hormiguero (20 de diciembre de 1989)   Aquella vez fue en la mañana del miércoles 20 de diciembre de 1989, en la emisora local (en Esmeraldas, Ecuador) el villancico publicitario fue interrumpido para anunciar la invasión de los Estados Unidos de América a Panamá. Relaxing aggression. Sin las calenturas dramáticas del […]

  Abril 30

El hormiguero

(20 de diciembre de 1989)

 

Aquella vez fue en la mañana del miércoles 20 de diciembre de 1989, en la emisora local (en Esmeraldas, Ecuador) el villancico publicitario fue interrumpido para anunciar la invasión de los Estados Unidos de América a Panamá. Relaxing aggression. Sin las calenturas dramáticas del acontecimiento, la radio empezó a reproducir la transmisión de una estación panameña, quizás la Radio Nacional. Los locutores peleaban micrófono para indicar dónde ocurrían desembarcos de soldados estadounidenses aerotransportados, dónde se necesitaban refuerzos o urgentes llamados a las milicias populares a reforzar tal posición. Acá la mañana ya era una etapa de la víspera de navidad. «Han invadido a Panamá», comuniqué a la familia. Muy lacónico, pero con esas broncas inútiles, un kick boxing con nadie. La familia se dio por informada. No hubo respuesta al fin y al cabo, los afanes de ese día tenían su propia prosa, eran más familiares o ciertamente políticos, pero por otros medios y sin ningún drama. Y vuelve ocurrir, como a las 5 y 30 de la mañana. Otra emisora y otro locutor de noticiario. Él hace una narración futbolera del intento golpista en Venezuela y la pronta «caída de Nicolás Maduro» sale de sus simpatías. Fue el martes 30 de abril, martes, no creí hasta que vi Telesur. ‘Ver para creer’ es la última charada para atajar el invierno desinformativo. Es inevitable porque la industria del embuste trabaja full.

Este jazzman lo compara con un thriller defectuoso y aproximándose a malo (o quizás me equivoco). Trillado si se quiere, pero nos tiene pendiente de los noticiarios, inclusive de las fake news. El comején de la incertidumbre carcome el cacumen de los que creemos, así sea con un chininín de fe, en el chavismo. Con aciertos y desaciertos, pero aun así es válida nuestra simpatía. Eso es madurez política, honestidad intelectual, colocarse del lado del ofendido o lo que sea. O «del lado correcto de la historia» [1] . De repente ya no seamos mayoría, pero nos queda la bronca mienta-madre grupal o individual a los sistemas de mentiras y engaños con cualquier sigla cnn, cbs, nbc, ntn24. Ellas son los imperios mediáticos de los instintos básicos y los gobiernos guaruras, con aquellas ases que no son del naipe legítimo. Barajan otra actitud, para nada ética o dicho en plan de seriedad: moral de quincalla.

En las Américas, hay como un retorno al siglo XVI, a tiempos de corsarios. De arranche sin las hidalguías de esos años. Pregunta de ahí: ¿es el tránsito final del socialismo del siglo XXI al filibusterismo del siglo XVI? Hacen falta bastante horas-.nalga y cubos de café para teorizar bien bonito la viejísima nueva condición política. Y humana. La historia ni-ni de Latinoamérica: ni como tragedia ni como comedia. Más bien como disparate con notable caradurismo. Si antes no se vio ahora sí y sin pelear balcones.

Este jazzman repite es un thriller balurdo lo que ocurre con la República Bolivariana de Venezuela. Sucede que hay un presidente de fantasía (antes salían de las urnas), unos gobiernos de bisutería proporcionan los quilates de aceptación y las telarañas informacionales autorizan que gobierne con los deseos de los dueños de las empresas mediáticas. A ver, ¿cómo es eso? Una imitación torpe de Juanito Mascalacachimba [2] . En este realismo bagre (ni mágico ni maravilloso, por favor) al hombrecito podrían otorgarle el nombramiento que se le ocurra a the orange tuft man [3] , cualquiera, el de rey papanatas o príncipe del principado bolsas tristes [4] . No sé.

¡Viva cualquier cosa menos el sentido común! El sentido común es como la mecánica ondulatoria tiene mucho que ver con la sustancia íntima del humano, convertido en ciudadano o ciudadana. La segunda explica el movimiento de las partículas elementales de la materia, mientras el sentido común se obliga a operar con una ética progresiva. A contrapelo del garrote se impone la solidaridad davidiana. O por analogía con esa sensación catastrofista que se percibe en el ambiente político Latinoamericano, con el progresismo en retirada y lloviéndole mierda por cuenta de los episodios de corrupción. O es quizás mundial, en gran parte de le geopolítica. «¡Abajo la inteligencia, viva la muerte! Es lo que quieren ese man del copete anaranjado residente en la White House, su pandilla encorbatada y sus monótonos colegas latinoamericanos. Por escasez de verso no lo pregonan con el énfasis requerido o por callosidad facial disimulan el decir de las palabras. Insisto no es un thriller a lo hard boiled. Es de muy mala calidad, tanto que hasta el fuck you desagrada no porque destine grosería sino por los personajes procaces e insípidos. Crudos y bestiales. La inverecundia como política de Estado.

El enemigo favorito es Nicolás Maduro, presidente de Venezuela. ¿Superará el fondo de adjetivos descalificadores a Hugo Chávez? Quién sabe. En su nombre, una asociación de Estados, capitaneados por la Casa Blanca, le ha confiscado el dinero bolivariano, le obligan a sobre pagar aquello que compran, le montan perversiones costosas todo ello equivalente nada menos que al PIB de la RBdeV. Es una guerra de rapiña por medios económicos y políticos. Hasta ahora la obligatoria restitución es vómito prieto. Eso si es que algo quieren devolver; el pueblo libio sabe de eso. A ese cuenteo y re-cuenteo de diarios, emisoras y televisoras le falta causalidad. Y casualidad también, por favor. Es decir, es por el petróleo y el coltán venezolanos. Y más ‘na.

Mayo 1

Prohibido prohibir

Armando Tejada Gómez tuvo razón en esa euforia poética al salir a caminar, en su caso «por la cintura cósmica del sur» y en el de este jazzman por las alumbradas calles de Esmeraldas, mi ciudad. En mi caso, el pesimismo equivalente al optimista bien informado. El cielo de esta noche de mayo es espectacular: fondo de carbonera y unas estrellas de brillo tenaz. Como la paz que grita el chavismo. La paz es algo más que un concepto muy bien elaborado, es la vida simple sin estorbos. Para los individuos y para los países. ‘Paz’ es una palabra abusada. Los que repiten las sandeces de Trump dicen «hacer la guerra buscando ‘paz’, ¿para quién? ¿Para el pueblo venezolano? La primera víctima de una guerra es la verdad, de acuerdo con esa frase sobajeada; pero la segunda es el sentido común.

Qiao Liang y Wang Xiangsui adaptaron las líneas teóricas de Sun Tzu al siglo XXI, con el título siguiente: Unrestricted Warfare – Thoughts on War and Strategy in a Global Era [5] . El chavismo lo ha dicho en foros de muchas corbatas o en foros barriales con más corazón y menos mass media: «soportamos una guerra económica». Se equivocaron es peor, porque es la aplicación de una guerra irrestricta o sin restricciones. Es muchísimo más complejo porque o todos son warrior in it self [6] o todos soldiers for themselves [7] . Venezuela es laboratorio del manual de Qiao Liang y Wang Xiangsui. Todo se convierte en arma ofensiva mediante internet: trabaja mente y corazones en la intimidad de la pantalla, es una decisión casi sin procesamiento político, sin discursos sobre la Patria, es el reino de la simpatía pura y endureciéndose con las dificultades cotidianas. La primera regla este nuevo arte de la guerra irrestricta es que no hay reglas, nada está prohibido. La participación de súper comandos hackers para debilitar sistemas informáticos; la mentira como artefacto de lujo, por los escenarios y la fama de los mentirosos; el negacionismo embolatador, por ejemplo, negar con falsa ciencia el cambio climático; la apropiación descarada del dinero de cualquier Estado proletario con argumentos increíbles; el racismo barnizado de elegante y atractivo supremacismo racial.

De ahora en adelante la guerra ya no solo es asunto de militares, es cultural (por cacumen activo o pasivo) y es política en su operatividad desde lo civil. Nadie se queda por fuera de la preparación no en el arte militar sino en el arte de comprender los engaños y las manipulaciones. Meditando sobre la paz llegué a Calle 13: «Toda la invasión es subterránea/ Sin disparar al aire/ Sin tirar misiles/ Sin tener que matar gente» [8] . Los frentes de guerra incluyen a los corruptos y a sus cómplices, porque a «La guerra la peleamos sin usar fusiles/

De bloque en bloque como los albañiles» [9] .  

 

Notas:


[1] La frase se la escuché a Spike Lee.

[2] El bravucón, en coloquial de Esmeraldas y otras geografías.

[3] El hombre del copete anaranjado.

[4] En el habla coloquial de Esmeraldas: inútil, inexperto, inepto.

[5] Guerra sin restricciones – Reflexiones sobre la guerra y la estrategia en una era global.

[6] Guerrero de por sí.

[7] Soldados para ellos mismos.

[8] El Hormiguero, autores Eduardo Cabra, Rafael Arcaute y René Pérez.

[9] El Hormiguero.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.