La permanencia de prejuicios sexuales frena el pleno ejercicio de los derechos de las personas no heteronormativas en las familias y la sociedad cubana, reconocieron expertas durante el foro «Deconstruyendo mitos en torno a las familias y parejas homoafectivas».
Desarrollado desde el periódico Juventud Rebelde, con la participación de las especialistas Yamira Puentes Rodríguez y Ada C. Alfonso Rodríguez, del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), el espacio es parte de la 14 Jornada Cubana contra la Homofobia y la Transfobia, que transcurrirá de forma virtual del 4 al 30 de mayo.
Aunque ya la homosexualidad y la transexualidad no aparecen recogidas como enfermedades en los manuales de psiquiatría, se siguen entendiendo como enfermedad o problema por varias personas.
Se trata de criterios poco sustentados en la evidencia científica y que censuran o no comprenden esas expresiones humanas, señalaron las expertas, a partir de las inquietudes a las que dieron respuesta.
Tales prejuicios repercuten, además, en el ejercicio de los derechos de otras, cuando por motivo de su orientación sexual o identidad de género no se acepta que se casen, se vistan como deseen o decidan las transformaciones de su cuerpo y proyectos de vida, entre otras inquietudes reiteradas durante el intercambio.
«Las personas homosexuales tienen que poder ejercer su derecho a la libre elección de pareja, a la intimidad sexoerótica, a disfrutar su vida con la pareja elegida y a la legitimación de esta, como todas las personas en nuestra sociedad, tal como se establece en nuestra Carta Magna», subrayó Alfonso en respuesta a un forista en desacuerdo con el matrimonio homosexual.
El tema del matrimonio y las uniones no heterosexuales fue uno de los más reiterados, debido al actual proceso de modificación y la próxima aprobación de un nuevo Código de las Familias, que deberá pronunciarse al respecto, una vez derogada ya de la Constitución vigente la antigua fórmula de «unión entre un hombre y una mujer» e incluido el reconocimiento a múltiples tipos de familias.
Ante la intervención de un forista que redujo la concreción matrimonial a la posibilidad de la procreación y de aportar a la sociedad «en términos de natalidad», se esgrimieron varios criterios.
«Las parejas se unen no para procrear, se unen porque se interesan en construir un proyecto de vida juntos, con el deseo de perpetuar un vínculo afectivo. En ese proyecto puede incluirse la tenencia de hijos o no», respondió Alfonso.
«No se unen por necesidades demográficas, no lo hacen para aportar hijos a la sociedad, la mayoría de las uniones tienen como base el amor y el deseo. Los seres humanos son seres sociales deseantes», agregó la experta.
Otra forista intervino para dar su opinión. «Perdone, pero yo soy cristiana y su criterio no me representa, ni a miles de familias como la mía en este país. Llevo 47 años casada y no pude tener hijos, ¿usted está diciendo que mi matrimonio efectuado ante un representante de Dios no es válido porque no pude procrear?», cuestionó Martha López.
Y continuó con un ejemplo cercano: «Si mi sobrina se casa con su pareja por lo civil y ambas se someten a inseminación y salen embarazadas, esas criaturas serán también hijas de Dios y las amaré como a mis nietas. Olvídese de ideologías y piense con decencia y humanismo, por favor», concluyó.
Otra zona de mitos y desconocimientos tiene que ver con la sexualidad de las mujeres lesbianas. «¿Las mujeres lesbianas también tienen disfunciones sexuales? ¿Es verdad que no necesitan hacerse la prueba citológica?», preguntó Daritza en el foro.
La doctora Yamira Puentes Rodríguez precisó que las disfunciones sexuales también existen en mujeres lesbianas y estas deben realizarse la prueba citológica, relacionada con el cuidado del cuerpo y la prevención del cáncer cérvico uterino, una de las neoplasias más frecuentes.
«Cada mujer debe hacerse responsable de su cuerpo y de su cuidado, al margen de la orientación sexual que esta tenga», expresó Puentes al explicar que el cuidado del cuerpo está implícito dentro de los derechos sexuales. No acudir con regularidad a consulta ni expresar la función reproductiva de sus cuerpos puede ponerlas en riesgo y dejarlas más expuestas al diagnóstico tardío de estas patologías, agregó.
Barrer con prejuicios y estereotipos en favor de un cambio que favorezca el ejercicio de todos los derechos para todas las personas no se logra con facilidad. Se necesita de mucho debate y educación, reconocieron las expertas.
«Todavía persisten mitos que absorben cierta parte de la realidad, no se basan en una cuestión científica, pero se reproducen y operan en nuestra práctica cotidiana, de manera que también interfieren y se convierten en un obstáculo para el ejercicio libre de los derechos de todas las personas«, sostuvo Alfonso.
La especialista consideró que, si bien la ciencia puede haber determinado o acuñado determinado aspecto relacionado con la sexualidad, lo cierto es que el cambio cultural y de la subjetividad de las personas es mucho más lento.
«Se puede incluso tener el conocimiento científico; sin embargo, la reacción es de otro tipo: se llega a pensar que la homosexualidad es una elección de los hijos y, a la vez, vivir en esa contradicción de no querer que sus hijos e hijas le vengan a dar esa noticia», señaló.
Lo que también habla, según Alfonso, «de todo lo que nos queda todavía por hacer en materia de educación de la sexualidad».