En varias ocasiones he afirmado que en las más diversas ciencias podemos encontrar elementos de análisis semióticos. También podemos encontrarlos en la literatura y mucho más en la filosofía. La Ética siempre se ha considerado una rama de la filosofía, y entre sus objetos de reflexión está la relación entre el Estado y los ciudadanos. […]
En varias ocasiones he afirmado que en las más diversas ciencias podemos encontrar elementos de análisis semióticos. También podemos encontrarlos en la literatura y mucho más en la filosofía. La Ética siempre se ha considerado una rama de la filosofía, y entre sus objetos de reflexión está la relación entre el Estado y los ciudadanos. Y si está de por medio el Estado, estará de por medio la lucha de clases. De esto trata la obra teórica de Lucio Anneo Séneca titulada De la Clemencia. De dicho texto les transcribo la siguiente cita: «Un edicto del Senado dispuso en otro tiempo que un traje particular distinguiría a los esclavos de los hombres libres, y muy pronto se compendió el peligro que nos amenazaba si los esclavos comenzaba a contarnos». Todas las personas a las que les he leído esta cita se han quedado sorprendidas. Jamás pensaron en esa iniciativa y mucho menos en las consecuencias de esa iniciativa. La mayoría conjeturaron: Si los esclavos vistieran con el mismo traje, en las plazas y en las calles se vería de modo manifiesto que son la mayoría y los esclavistas la minoría. Se desencadenaría a diario las más cruentas refriegas, las mayorías se abalanzarían sobre las minorías, y los sangrientos asesinatos se producirían en masas.
El traje particular de los esclavos produciría una modificación en la apariencia de las multitudes, luego se produciría una modificación en la percepción social, y por último se produciría una modificación en los comportamientos. La sospecha mutua se extendería hasta abarcar toda la vida social; y sobrevendría de forma ineluctable la sedición, las escaramuzas y las más sangrientas acciones.
Los esclavos se sentirían fuertes y los esclavistas débiles. Los esclavos se sentirían valerosos y los esclavistas temerosos. Los esclavistas crueles, los que castigan y apalean a sus esclavos sin clemencia, verían sus vidas amenazadas de muerte. Las asechanzas y las emboscadas salpicarían todos los rincones de la ciudad. Y los esclavos que más frecuentemente son castigados por sus amos, sentirían que habría llegado el momento de su venganza. Las plazas y las calles se convertirían en un campo de lucha de clases abierta, donde la sangre no dejaría de correr y la muerte acecharía en cada tramo y en cada instante.
El traje particular diseñado para los esclavos sería una señal de identidad: ser esclavo. Sería un modo de realzar el carácter común de los miembros de una misma clase social, sería un modo de fortalecer sus intereses comunes, sería un modo de afianzar su unidad. Y lo que más importaba y preocupaba a Séneca: serviría para que se contaran a sí mismos y para contar a los miembros de la clase esclavista. Sería un medio para evidenciar en todos los espacios públicos y privados que los esclavos son la mayoría. Sería el preludio de la revolución.
Sin duda que con aquellas pocas palabras que figuran al inicio de este trabajo, Séneca nos legó un magnífico y conciso análisis semiótico de la relación de la vestimenta con la lucha de clases entre esclavistas y esclavos.
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