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Primeras impresiones acerca de unas elecciones históricas

Víctor Díaz y la sonrisa de Irací

Fuentes: Rebelion

Para mi compañero Víctor Sáez, digno hijo de Recabarren, con el deseo de una pronta recuperación

El sistema de partidos chileno, que se gestó en los albores de la Transición en torno a la Concertación de Partidos por la Democracia (encabezada por socialistas y democratacristianos) y la derecha y fue ampliamente hegemónico durante casi cuatro décadas, ha saltado por los aires definitivamente este fin de semana, tras el resultado de la elección de los 155 miembros de la Convención Constitucional, de los alcaldes y de los concejales de las 346 localidades del país y, por primera vez, de los gobernadores regionales.

     Uno de los grandes vencedores de la “megaelección” ha sido la alianza del Partido Comunista, del Frente Amplio y otras fuerzas aliadas, que gobernarán el emblemático municipio de Santiago Centro (el corazón cívico de la capital chilena), con la comunista Irací Hassler, quien ha logrado casi el 39% de los votos; Valparaíso, con Jorge Sharp (independiente), quien revalida la alcaldía con el 56%; Viña del Mar, con Macarena Ripamonti (Frente Amplio), quien arrebata a la derecha uno de sus feudos históricos; así como también localidades de la región metropolitana de Santiago, como Ñuñoa, Maipú o Recoleta, donde Daniel Jadue ha conquistado su tercer mandato con el 64% de los votos.

    Proclamado recientemente candidato presidencial del Partido Comunista para la decisiva elección del próximo mes de noviembre, Jadue, quien ha desarrollado una innovadora gestión al frente de Recoleta, surge ya como la figura que encarna, más allá de las filas comunistas y de la propia izquierda, los anhelos de transformación y cambio que sacaron a las calles a millones de chilenos en las históricas semanas de la primavera austral de 2019, en una formidable rebelión social contra el modelo neoliberal impuesto por la dictadura y mantenido por el duopolio Concertación-Derecha durante décadas. Definitivamente, “Chile cambió”.

      En la elección de los 155 miembros de la Convención Constitucional, que en julio iniciará los trabajos para la redacción del nuevo texto de la Carta Magna que será sometido a plebiscito a mediados de 2022, sobresale la derrota política de la derecha, que no ha logrado su objetivo, que parecía factible por concurrir en una lista única, de conquistar al menos 52 cupos, el tercio que le otorgaría la minoría necesaria para bloquear cualquier contenido en la nueva Constitución, es decir, para proteger el núcleo de granito neoliberal de la actual institucionalidad.

      La derecha solo ha obtenido 37 representantes. Completarán la Convención Constitucional un heterogéneo grupo de 48 candidatos independientes (muchos situados en las posiciones antineoliberales), 17 miembros de los pueblos originarios, 28 hombres y mujeres elegidos con el apoyo del Partido Comunista y del Frente Amplio y 25 electos con el respaldo de las fuerzas que integraron la extinta Concertación.

      A pesar de la baja participación (43%), menor que en el plebiscito de octubre del año pasado que confirmó la apertura del proceso constituyente, pero mayor que en las elecciones municipales de 2016 (sin pandemia), se abre un escenario político nuevo e inédito en Chile, con la constitución de un verdadero polo de izquierdas, encabezado por el Partido Comunista y el Frente Amplio, que ya es la única opción para evitar que, pese a todo, la derecha continúe cuatro años más en La Moneda a partir del próximo 11 de marzo. Y es, también, la garantía principal, junto con la aportación determinante que muchos independientes elegidos para la Convención Constitucional podrán hacer, de que Chile, tenga, por primera vez en su historia, una Constitución elaborada democráticamente, que reconozca los derechos económicos y sociales del siglo XXI, descentralice la administración del país o reconozca los derechos y la deuda histórica con sus pueblos originarios.

      Hace justo 45 años, en mayo de 1976, la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), el aparato represivo de la dictadura civil y militar encabezada por Pinochet, secuestró a los miembros de la dirección clandestina del Partido Comunista de Chile. Fueron torturados cruelmente y recluidos en lugares secretos de detención durante meses, al igual que sus compañeros detenidos en diciembre de aquel año. En 2005, uno de los represores, Ricardo Lawrence, declaró ante el juez Víctor Montiglio que uno de aquellos días el dictador “visitó” a sus prisioneros comunistas. Especialmente, conversó con Víctor Díaz, subsecretario general del PC y dirigente de la Central Única de Trabajadores, a quien había conocido durante los años del gobierno del presidente Salvador Allende.

     En aquellos instantes dramáticos, según relató Lawrence, Víctor Díaz tuvo el valor de advertir a Pinochet que intentar destruir al Partido Comunista era tan inútil como tratar de vaciar el mar con un vaso de agua. Sus compañeros y él fueron asesinados y sus cuerpos lanzados al océano por los esbirros de la dictadura, por quienes desplegaron el terror que hizo posible la implementación del modelo neoliberal.

     Este fin de semana, el pueblo de Chile, las fuerzas avanzadas y de izquierda han logrado un triunfo histórico. Por primera vez, una militante comunista gobernará la alcaldía más emblemática del país. Parte del mérito corresponde a aquellas y aquellos que en los años más oscuros mantuvieron en alto la dignidad y la vida de un Partido que en junio cumplirá 109 años de historia. Víctor Díaz tuvo razón. Por eso la compañera Irací Hassler no deja de sonreír.