El engaño, la manipulación, en definitiva, el miedo son los pilares de la política llevada a cabo por George Bush tras los atentados del 11-S. Así lo cree el cineasta alemán Win Wenders, que ha mostrado estos sentimientos en su última película, Tierra de abundancia, que se estrena hoy. Wenders reconoce que sin este suceso […]
El engaño, la manipulación, en definitiva, el miedo son los pilares de la política llevada a cabo por George Bush tras los atentados del 11-S. Así lo cree el cineasta alemán Win Wenders, que ha mostrado estos sentimientos en su última película, Tierra de abundancia, que se estrena hoy. Wenders reconoce que sin este suceso y la posterior reacción bélica de Estados Unidos, no cree «que hubiera hecho cine político».
Wenders (Düsseldorf, 1945) es un europeo que se considera con «derecho a criticar» a EEUU porque «es un país que amo profundamente». Vive a caballo entre los dos lados del Atlántico –Berlín y antes Los Ángeles y ahora Nueva York– pero en los últimos 20 años ha estado tentado de abandonar y volver para siempre al viejo continente. Bajo el mandato de Ronald Reagan ya salió huyendo porque «no podía soportar su política económica que aumentaba la pobreza de los pobres y la riqueza de los ricos», afirma.
Con Bush la cosa no ha mejorado. La respuesta del presidente norteamericano al atentado contra las Torres Gemelas, azuzado por sectores ultrarreligiosos, ha removido la conciencia de Wenders, que se declara profundamente creyente de un cristianismo «tolerante, que cree en la paz y que incondicionalmente debe estar con los menos privilegiados».
CANCIÓN DE COHEN
Hay mucho de este pensamiento en Tierra de abundancia, título tomado de una canción de Leonard Cohen incluida en la banda sonora. El 12 de septiembre del 2003, el realizador de El amigo americano comenzó el rodaje con cámara digital de una historia sobre los cambios políticos que ha sufrido la primera potencia mundial tras los atentados y «del miedo y la paranoia que nos invaden desde entonces».
En Tierra de abundancia, realizada en 16 días y que obtuvo el premio Unesco en el último festival de Venecia, Wenders utiliza a un veterano de Vietnam para mostrar la reacción del típico americano patriota al que el 11-S le vuelve a reabrir viejas heridas. Paul (interpretado por John Diehl) vive con la paranoia, inducida por la administración de su país, de vigilar a todos los árabes a los que considera presuntos terroristas. En su vida se cruza su sobrina Lana (Michelle Williams), joven idealista vinculada a las ONG que ha vivido el 11-S en Palestina.
El director de París-Texas asegura que terminó comprendiendo al personaje de Paul tras ver como Bush «mantenía a la gente con miedo en permanente estado de alerta».
Wenders se considera un «huésped» de EEUU, pero «sentía que algo tenía que decir; de lo contrario me tenía que marchar». Aún hoy se muestra «decepcionado» porque los cineastas norteamericanos «no han estado a la altura» a la hora de denunciar la manipulación de los políticos de su país. Contrapone esta actitud a la que, en su opinión, hubiera tenido su héroe Martín Luther King. «Se hubiera mostrado furioso», asegura, «y tendrían que haberle asesinado otra vez».
Pese a la dureza de sus críticas, el cineasta considera bueno vivir en el boca del lobo –EEUU–, un lugar en el que su picardía de europeo le obliga a espabilarse, según dice, para que no le persigan por fumar unos espléndidos habanos.