Bill Gates, el dueño de Microsoft, tiene una riqueza personal equivalente a la riqueza sumada del 45% más pobre de la población estadounidense. La República Bolivariana de Venezuela colabora con el incremento de su riqueza comprando licencias de su software, no solamente desde el sector privado, que adora a los magnates, sino desde el sector […]
Bill Gates, el dueño de Microsoft, tiene una riqueza personal equivalente a la riqueza sumada del 45% más pobre de la población estadounidense. La República Bolivariana de Venezuela colabora con el incremento de su riqueza comprando licencias de su software, no solamente desde el sector privado, que adora a los magnates, sino desde el sector público, cuyo objetivo declarado es conducir el país hacia el socialismo.
Si me dijeran que no hay opción, tendría que aceptar un software inestable como Windows, propenso a contagiarse de cualquier virus que se le pase por delante. Si me dijeran que hay opciones similares, ya no entendería las decisiones. Pero si me dicen que hay opciones tecnológicamente superiores y gratis, la verdad es que comienzo a sospechar de manos peludas, infiltrados, quintascolumnas y afines. Confiamos la educación de nuestros niños a un sustituto de Windows llamado Linux, presentado en un empaque hecho en Venezuela llamado Canaima. En las Canaimitas no existe el peligro de virus que hay en Windows y podemos hacer lo que un usuario promedio necesita. Mientras tanto, la empresa Venezolana de Industria Tecnológica (VIT) a pedido de Cantv, va a comprarle 12,5 millones de dólares en basura tecnológica a Microsoft. VIT y Cantv pueden alegar que los clientes les piden Windows y asumir una actitud de vendedor complaciente. Nada más alejado de un Che Guevara, ejemplo de dignidad radical. Cualquier revolucionario vertical entregaría las computadoras con Canaima y dejaría a los usuarios que así lo deseen, que compren y le instalen el Windows por su cuenta.
Que pequen ellos, no nosotros. Mucha gente dice que Windows está bien, que permite hacer documentos y navegar en internet, como si fuera argumento. También la Coca−Cola cumple su función de calmar la sed de manera relativamente eficiente. Solo que un jugo natural, aparte de quitar la sed, no hace daño al cuerpo y su consumo contribuye con alguien en Venezuela, sin enriquecer a ningún magnate en el imperio que, sin duda, eventualmente usará su poder para atacarnos.