La cineasta Shirin Neshat recrea la situación de la mujer iraní en los años cincuenta
‘Women without men‘ es el prometedor debut de Shirin Neshat, un filme con el que ganó el León de Plata a la Mejor Dirección en el Festival de Venecia de 2009. Para realizar su ópera prima, esta fotógraga y videoartista residente en Nueva York eligió llevar a la pantalla una novela escrita por Shahrnush Parsipur, de título homónimo, muy conocida en Irán, su país de origen, que gira en torno al encuentro casual de cuatro mujeres que deciden huir de sus vidas en 1953, durante los días del golpe de Estado en Irán.
Organizado por la CIA y apoyado por Estados Unidos y Gran Bretaña, el Shah Mohammad Reza Pahlavi instaura una dictadura monárquica tras destituir al Primer Ministro Mohammad Mosaddeq, electo democráticamente, cuando éste aprueba un decreto con el fin de nacionalizar los recursos petrolíferos del país.
Básicamente, el filme utiliza este contexto histórico para enmarcar su historia, centrada en realidad en cuatro mujeres iraníes: una joven con inquietudes políticas a quien su hermano quiere ofrecer en matrimonio, una amiga suya que es violada por dos hombres, la esposa de un militar autoritario que quiere separarse y una prostituta anoréxica explotada por su madam.
La revuelta situación sociopolítica que atraviesa el país tiene claros ecos en sus vidas, que, lejos de ser simples testigos, optan por actuar y ser protagonistas de estos cambios en primera persona, bien porque desean participar en las protestas populares, o bien porque deciden liberarse del yugo que los hombres han arrojado sobre ellas.
La historia, dedicada a todas las personas que dieron su vida por la democracia, muestra una parada en el camino hacia la soberanía del pueblo y el camino hacia la liberación de la mujer, pero no lo hace de manera independiente, sino que hace que ambos caminos converjan en fecha y lugar para subrayar su interconexión y condición indivisible.
‘Women without men’ presenta a las mujeres en su búsqueda hacia la libertad, huyendo del destino que los hombres han dibujado para ellas, y con el deseo de construir su propia vida, lejos de imposiciones masculinas que las controlen y manejen a su antojo.
El lugar donde se cobijarán y tratarán de curar sus heridas será una casa de campo con un jardín que, además de servir como refugio purificador, desencadenará la catarsis necesaria para dejar atrás todo lo que las perturba. Entre ellas surgirá desde el principio una relación de comprensión sin necesidad de pronunciar palabra y entablarán un estrecho vínculo de cariño y protección mutua.
En cuanto a la forma, destaca el montaje del filme, que lejos de respetar la estructura cronológica de los hechos, los desordena, confundiendo al espectador sobre el orden y realidad de los mismos.
El ritmo pausado del filme recurre a un estilo simbólico próximo al realismo mágico, en el que Neshat no duda en utilizar alegorías para explicar esta historia de imágenes oníricas de gran belleza, que lejos de resultar superfluas, conmueven por su fuerza. Una película, de corte íntimo pero trascendencia universal, que consigue alcanzar gran profundidad dramática mediante una poesía de gran dolor y delicadeza, pero sobre todo de denuncia y reivindicación a través de la belleza.
Fuente:
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