Jon Cortina murió el pasado 12 de diciembre. A mediados de abril de este año, El Faro conversó con él y publicó esta plática el día 18 de ese mes. El sacerdote jesuita gozaba en ese entonces de buena salud y habló, casi por dos horas, sobre la iglesia católica (que por aquellos días vivía la efervescencia post Juan Pablo II), su vida con las comunidades de Chalatenango, su participación en la guerra y de la organización, Pro Búsqueda, que fundó para encontrar a los niños desaparecidos durante el conflicto armado.
La comisión atómica de Canadá y la NASA han utilizado uno de sus inventos. Es físico, jesuita y creó una organización que se dedica a buscar a niños raptados durante la guerra. Las medias tintas no van con Jon Cortina, ni siquiera si éstas vienen de Karol Wojtila. No tiene ningún problema en dejar de lado la diplomacia eclesial para pronunciar -con todas las letras- aquellos puntos en los que disiente de la jerarquía católica. Fuma con avidez antes de la entrevista y deja su pinta de hombre rudo para reconocer «puede que suene a pendejada, pero estas cosillas de entrevistas aún me ponen nervioso».
 ¿Cómo ha vivido usted  estos días de transición en la iglesia católica?
 He vivido con asombro las  cosas que están ocurriendo. Con asombro porque, aunque es cierto que el Papa ha  tenido muchas virtudes, creo que se ha manipulado a la gente porque una cosa es  que el pueblo sea sensible y otra que le induzcan sensiblerías, y creo que se  han aprovechado de las sensiblerías para presentar la imagen de un hombre que ha  hecho cosas buenas, pero que como todo ser humano también tiene varios defectos.  
El mismo Romero tuvo sus problemas con el Papa. Si tú lees el diario de Monseñor Romero leerás problemas con el Papa. Ahora en la prensa leí que nunca tuvo problemas con el Papa. Deberían preguntarle a María López Vigil que lo encontró caminando en Madrid y Romero le contó que venía muy triste porque el Papa le había acusado de ser el responsable de la situación del país.
 ¿Por lo visto usted no sería de los que en la Plaza de San Pedro  gritan «háganlo santo ya»?
  No, yo no gritaría «háganlo santo ya». Diría que  se siga el proceso, como en todos los casos, y que se le haga santo cuando todas  las constataciones estén dadas. El Vaticano dice que Romero es mártir y hasta  Ratzinger dice que fue ortodoxo en su doctrina. Si no tiene fallos y es mártir  eso quiere decir que es santo. ¿Por qué no aceleran el proceso? Hay muchos  intereses entre algunos cardenales que ven en la canonización de Romero una  crítica a las posiciones que ellos han tenido. Esas cosas para alguna gente son  intolerables. 
 ¿Cree que Romero amerita más la santidad que el  Papa?
  Los grados de santidad son difíciles de medir jajajaja. Y diría que  Monseñor Romero fue un hombre que fue muy fiel a Dios y que hizo en todo momento  lo que él creía que Dios le pedía. Y en eso Romero es santo. Del Papa  posiblemente se puede decir algo semejante: que actuó siempre como él creía que  Dios le pedía, también puede ser santo, pero cumplamos las mismas normas que la  iglesia ha establecido para canonizar a una persona. 
 Como sacerdote,  ¿usted se sintió representado por Juan Pablo II? 
  Acepto sus palabras y  representan la iglesia en la que yo creo y es posible que algunas de las  palabras de Juan Pablo no hayan sido escuchadas por esta iglesia. Cuando ha  nombrado a ciertos obispos tampoco él ha seguido sus propias palabras. Sí creo  que Juan Pablo es un hombre con mucho mérito, pero que ha tenido los fallos que  ha podido tener cualquier otra persona. 
 No es frecuente que en la  Iglesia haya gente dispuesta a cuestionar o a disentir, al menos en público, de  las autoridades eclesiales. 
 Diría que hay una falsa idea sobre qué es el  magisterio de la Iglesia. Tenemos el magisterio de la iglesia ordinario, donde  puede haber fallos y cosas donde no se sea tan correcto, incluso falta de  conocimiento científico en algún tema concreto. 
En general, cuando el Papa habla de alguna cosa, procura enterarse para saber qué va a decir, pero es posible que no sepa todo lo que va a decir, no sé cómo explicarme, que no haya tenido la suficiente capacidad, el suficiente tiempo o el suficiente asesoramiento para que le digan la verdad sobre algún punto. Ahí el magisterio del Papa no es infalible, puede haber una equivocación.
 ¿Usted está  consciente que esto suena fuerte viniendo de un cura?
 No sé si suena fuerte,  creo que es así.
 ¿Cuáles fueron los principales aciertos del pontificado  de Karol Wojtila? 
  Ha sido un luchador por lo que él ha creído que deben ser  las cosas, pero ha sido un luchador que siempre ha tenido toda su formación y  toda su vida y toda su experiencia en Polonia. Lo que no entiendo es cómo,  cuando matan a Monseñor Romero, aquí ya llevábamos un listado grande de curas y  religiosas asesinados, y ¡no se ha dicho ninguna palabra de condena! Se ha dicho  «no estamos de acuerdo», pero esos son actos que merecen una excomunión. No ha  habido nada de eso contra todos los que mataron sacerdotes, religiosas e incluso  a un obispo.
 ¿Falta de radicalidad?
  Sí, falta de radicalidad. Y  las cosas buenas que ha hecho Karol Wojtila, pues todo el acercamiento a la  juventud. Lo que preguntaría es ¿por qué no se han cumplido todas las cosas que  dijo Juan Pablo?, ¿Por qué cardenales y obispos no han cumplido todas las cosas  que dijo en sus escritos? Cartas pastorales, algunas de ellas son fuertísimas.  Él condena el marxismo pero condena el capitalismo también, con la misma fuerza  pero hablamos solo de la condena del marxismo no de la condena del capitalismo.  Él condena en más ocasiones el marxismo pero condena el capitalismo también. Se  ha opuesto a las guerras. 
A mí me pareció un insulto que, habiéndose opuesto a las guerras, el Sr. Bush estuviese en primera fila en el funeral del Papa. Cuando el Papa quiso haber ido a Irak para ponerse como un escudo viviente para que no bombardearan Bagdad, no se le permitió ir a Irak. Él quiso ir a Irak para, estando ahí, detener la guerra y le recomendaron que no fuera.
 ¿Qué se dejó de hacer?
  Si el Papa cree que los obispos  deben ser como él lo enuncia en su carta, ¿por qué ha nombrado obispos que no  son como él mismo dice que deben ser? Algunos obispos que ha nombrado están muy  lejos de la imagen y figura del obispo que él presenta. ¿Por qué se ha tratado  de tamizar tanto lo que Monseñor Romero ha hecho?, ¿Y porqué no ha habido una  mayor aceptación de lo que Monseñor Romero había dicho y hecho en su vida? Creo  que Monseñor Romero es una figura, un hombre excepcional que no se le ha dado el  reconocimiento por parte de la jerarquía eclesiástica, el reconocimiento que se  le debería haber dado. Hay que pensar que en el funeral de Monseñor Romero sólo  estaba Monseñor Rivera, el resto de los obispos salvadoreños no estuvieron.  Tampoco estuvo el Nuncio.
 Hay ciertos puntos que son intocables. Defender a  los pobres es intocable y vemos en este país que defender a los pobres ha sido  causa de muchas muertes, entonces creo que tendría que haber habido una postura  muchísimo más clara, muchísimo más contundente por parte de la  Iglesia.
 Defender a los pobres es susceptible, en la práctica, a muchas  interpretaciones. Para unos la respuesta puede ser la Teología de la Liberación  y para otros la campaña de «libras de amor».
  No se cuál es la campaña de  «libras de amor» exactamente. Ahora la campaña de los 15 dólares por familia me  parece absurda, una burla, porque 15 dólares para una familia pobre son  cincuenta centavos al día. Para una familia de 8 personas serían 6 centavos por  persona, entre tres tiempos de comida son 2 tiempos de 3 centavos y un tiempo de  2 centavos. Entonces me parece un insulto decir que es la gran campaña a favor  de los pobres. 
 Alguna vez se ha preguntado «¿y si yo fuera  Papa?»
  No, nunca me lo he preguntado ni deseado. Primero porque no me siento  capaz de serlo y segundo porque no creo que tenga la formación para serlo y no  creo que tenga la virtud, en el sentido religioso, para serlo. 
 Hay  temas que han sido bien polémicos, así como el de la teología de la liberación.  Por ejemplo, que la homosexualidad es un enfermedad, que uso de condones es una  practica inmoral, que las mujeres no pueden ser sacerdotes, etc. Usted es un  sacerdote católico, ¿qué piensa sobre estas cosas? 
  Bueno, no me atrevería a  hablar de la homosexualidad como una enfermedad porque no tengo el suficiente  conocimiento para decir que es una enfermedad, entonces abstengo mi opinión. En  cuanto al sacerdocio de las mujeres, bueno, es uno de los tabúes que existen en  la Iglesia. Es posible que cambie con el tiempo y realmente no me preocupa  demasiado, o sea, no encuentro que sea ley divina.
 ¿Condones?  
  Mira, diría que las relaciones sexuales se van a seguir teniendo tengan  condones o no los tengan. Creo que muchas veces lo que ocurre es que se dicen  ciertas cosas desde Roma y se desconocen los problemas que ocurren en África y  en América Latina. Lo que haría, antes de que nos podamos pronunciar en estas  cosas, sería invitar a algunos jerarcas para pasarse unos cuantos días con los  pobres, unos 6 meses viviendo con los pobres, viviendo con los tres centavos, en  casas llenas de ratones y cucarachas; que viesen a los niños en las pepenas de  basura, que viesen todas estas cosas para ver si les cambia un poquito la  percepción de la realidad del mundo.
 ¿A la Iglesia le hace falta  vivir en pobreza?
  Sí. Nos hace falta vivir en pobreza, nos hace falta hacer  nuestra la causa de los pobres. Esto significa defender los derechos de los  pobres, como el caso de las hermanitas Serrano y de los niños desaparecidos en  general. Recuerdo cuando secuestran al niño Andrés Suster, todos andábamos con  aquel listón, pidiendo que se devolviese al niño Suster. Yo también creo que fue  una barbaridad eso que se hizo y estoy absolutamente en contra de aquello, la  Asamblea se pronunció y pidió que se devolviera al niño Suster. ¿Por qué no se  pronuncia ahora la Asamblea diciendo que se devuelva a los niños que  desaparecieron en la guerra?, ¿Es que hay dos tipos de ciudadanos en este país?  
 ¿A su juicio, quien no asume estas cuestiones con radicalidad es menos  cristiano?
  Si tú les dijeras a algunos de los cardenales de Roma que viniesen  a vivir seis meses en una champa, te dirían que no pueden. ¿Cómo van a estar  viviendo con ese calor en el día y ese frío en la noche, viviendo en esa  suciedad y sin agua, viviendo sin luz eléctrica? Entonces si tú no puedes, ¿Por  qué el otro va a poder? 
 Juan Pablo II no fue precisamente un  admirador de la Teología de Liberación…
  Habría que ver por qué se ha  condenado la Teología de la Liberación. Dicen que es marxista en sus orígenes.  Diría que es posible que usen en algún momento la metodología marxista, pero en  el laboratorio uso la metodología que me dará mejor imagen del fenómeno que  estoy estudiando. Si usando aportes de la metodología marxista consigues una  mejor imagen de la sociedad en la que vives, ¿por qué no vas a usarla si la  imagen que da es real?
 De usted se dice que durante la guerra tenía  un contacto directo con la alta comandancia de las FPL, ¿es cierto?
  Con la  comandancia de las FPL hay muchísima gente que ha tenido contacto directo. Una  cosa es tener contacto y otra cosa es colaborar. 
 ¿Colaboró?
  Sí,  los conocía, porque les conocía desde antes de que fueran de la comandancia de  las FPL. Los conocí como personas que en los años 70 andaban en movimientos  campesinos, después los vi como gente que estaba involucrada directamente en la  guerra. En la guerra puedo decir que hice trabajo humanitario. Pero no hice  trabajo militar nunca.
 ¿Padre, usted conspiró?
  Una conspiración  directa nunca la tuve. Que en un momento dado me pudiesen preguntar a mí. bueno,  ¿qué es mejor para hacer un tatú? Las cosas así de cajón. Y a mí me daba mucho  miedo cuando me decían estas cosas, que iban hacer un tatú, para un hospital por  ejemplo, me daba mucho miedo porque sentía que los campesinos sabían mucho más  que yo. Sin hacer números y constatar resistencias a mí me daba mucho miedo  opinar, y no lo hice. En un momento para un hospital sí colaboré.
 ¿La  violencia es ilegítima en todas las circunstancia y en todas las partes?
  La  violencia no es buena.
 ¿Y es condenable siempre, venga de quien  venga?
  Lo que pasa es que tenemos que ver cuál es la primera violencia. La  primera violencia es la que es condenable, cualquier violencia después genera  violencia y es una espiral. La segunda puede ser una defensa, aunque sí es  violencia y por lo tanto es también condenable. 
 ¿A lo que voy es si  a usted le pareció alguna vez legítima la violencia de parte de la  guerrilla?
  No, legítima no me pareció, me pareció comprensible, me pareció  que era una forma que tenían de defenderse y que algunas veces se  extralimitaron, pero que era algo que surgió como resultado de la primera  violencia. 
 ¿Sería una venganza justa?
  Vamos a ver. Diría que es  auto defensa. Si te llegan a atacar, te vas a defender y si te quieren robar, te  vas a defender con lo que tengas. 
 ¿Y lo de poner la otra  mejilla?
  ¡La gente no puede decir ‘ya me mataron a un hijo, tengan este otro,  mátenmelo también’! Ese primer acto de matarte a un hijo o el hecho de que se te  muera un muchachito de hambre es la primera violencia. El hecho de que no haya  justicia para los pobres esa es la primera violencia. Cuando mataron a los  jesuitas mi sentimiento fue ese: el de estar aplastado por una situación de  injusticia donde era claro que nadie iba a hacer nada. Me  sentí….
 ¿Violento?
  Mmmm. No, porque el trabajo mío no consistía  en usar las armas sino en acompañar a esta gente. 
 ¿Estuvo tentado  por la opción de la violencia?
  Sin con eso te refieres a tomar las armas,  pues no. 
 ¿Nunca ha disparado, padre?
  Fuera de la guerra sí. Luego  de los Acuerdos de Paz fui a tirar al blanco con un fusil de guerra, pero nunca  como una acción violenta para matar a alguien, es más, creo que sería incapaz de  hacerlo.
 ¿Qué tan cierto es que, en medio de la guerra, usted llegó a  tener discrepancias con los jesuitas intelectuales de la UCA, como (Ignacio)  Ellacuría, en la medida en que los consideraba burgueses?
  Burgueses, no. Lo  que hubiera deseado es que hubieran acompañado más a la gente. Creo que el  trabajo más importante que teníamos nosotros en aquel momento era acompañar a la  gente. Por eso pedí que me permitieran acompañar a la población civil.  
 ¿La Compañía de Jesús estuvo siempre de acuerdo con usted?
  Los  jesuitas que yo supe, pues sí. Otros quién sabe. 
 Se le menciona a  usted como una persona de izquierda, incluso entre los jesuitas. 
  No estoy de  acuerdo. Se dice eso porque he tendido más contacto con la gente. Creo que Jon  Sobrino, en sus escritos, es muy duro y se podría decir que tiene un pensamiento  de izquierda muy claro, que aún así no llamaría un pensamiento de izquierda sino  un planteamiento muy cristiano. 
 ¿Considera que se ha mojado las  manos más que otros?
  En algún sentido sí porque estás con la misma gente.  
 ¿Cuándo llegó al país?
  Vine en el 55, pero salí a estudiar y  regresé en el 73. Desde entonces estoy en la UCA.
 ¿Por qué El  Salvador?
  Yo lo pedí. Estaba en España y me incorporé a un noviciado de  jesuitas en España pero ahí había muchísima gente, muchísimos curas, monjas…  Pensé que había lugares en donde se necesitaba más trabajo. Aquella región de  España, Bilbao, enviaba docentes a Centroamérica y pedí que me mandasen y me  mandaron. Vine el 14 de septiembre del 55.
 ¿Qué encontró?
  Un país  muy distinto al que me imaginaba. Una de las cosas que más me sorprendió fue la  pobreza, y luego, el uso de las armas. Nunca había visto una pistola a mis 20  años. Y me impresionó que muchos padres en el Externado San José fueran a  recoger a sus hijos con una gran canana a la cintura y un pistolón. Y yo  pensando que cómo era posible esto, que cómo coño puede ser real. 
Una vez me tocó cuidar a un grupo de muchachos que iban a hacer ejercicios en una finca del volcán y el padre que les iba a dar los ejercicios les dijo que entregaran las pistolas, las armas. Lo primero que pensé fue: «Este padrecito está loco. ¿Cómo van a tener estos muchachos de 16 años pistolas?». Pero el que estaba loco era yo. Me tocó guardar 27 pistolas de 32 muchachos. Y yo que ni las tocaba porque me daban miedo.
Y lo tercero que me impresionó era la diferencia entre quienes podían hacerlo todo y quienes apenas y sobrevivían.
 ¿Cuándo llegó a Chalate?
  Cuando matan a Rutilio Grande fui a  Aguilares y ahí conocí a mucha gente de Chalate. Después comienza la guerra y la  gente empieza a llegar a mis refugios. Estuve ayudando en aquel tiempo en tres  refugios: en San José de la Montaña, la Basílica y la iglesia de San Roque. Así  que cuando hubo la oportunidad de ir a Chalate, pedí al obispo que me admitiese  y me recibieron. 
 Eso fue por el 85, y siempre intentaba dar misa en Guarjila  o Las Flores. Después, cuando matan a los jesuitas, en el 89, yo estaba allá y  me dicen «no vuelvas». En la primera relación, mi nombre aparecía entre los  muertos. Me oí muerto a mi mismo. No aparecí en un mes y vine hasta los 30 días,  me contaron lo que pasó, vi algunas fotos, las manchas de sangre en las paredes  y los restos de sesos. Pedí un permiso para quedarme en Chalate y continué en  Guarjila. Pensando un poco sobre aquella matanza, pienso que tal vez Dios quería  que estuviese allá. Ahí me enamoré de nuevo de esa gente.
 ¿Fue la  única vez que apareció en una lista de amenazados a muerte?
  No, lo había  estado antes. En Chalate tuve un par de atentados.
 Cuéntenos.
  Fui  a ver a las hermanas y al salir del carro me dispararon un par de balazos unos  francotiradores desde lejos. El padre Alvarenga que me acompañaba se había  quedado adormilado en el carro viejo que andaba. Las monjas se escondieron y me  di cuenta que el padre Alvarenga estaba en la línea del fuego, corrí, lo quité  de la línea de fuego para proteger al padre, al carro y a mí. En el camino, un  balazo entró por el techo del carro, encima de la cabeza, y salió por detrás.  Cuando puse una cuerda desde el orificio de entrada al de salida, y medí con una  regla la distancia entre mi cabeza y la trayectoria, fue apenas de cinco  centímetros.
 Si fuera más alto.
  A lo mejor fue por la cantidad de  saltos que iba dando el carro porque la calle estaba muy mala.
 Ja ja  ja
 No era un blanco muy fácil. Otra vez, no en Chalate, me tiraron un balazo  de frente y me pasó a centímetros del costado.
 De milagro está  vivo.
  Tal vez sí.
 Se dice que usted devolvió una bomba de  humo…
  ¡Ese fue Alvarenga!
 Ja ja ja
 Ja ja ja… A ver, hice un  prisionero.
 En serio. ¿Cómo fue eso?
  Venía con cinco monjas en el  carro: la superiora general, la provincial… Venía con todo…
 …El  alto mando de las monjas.
  Sí. Estábamos en Las Flores esperando que terminase  de pasar el Batallón Atlacatl. En el camino, por La vuelta de La Leona, un  soldado aparece y me para. Me pregunta: ¿por dónde se va al Cerrón Grande? Y le  dije: por ahí, y le apunté con el dedo. Y me dice: «¡Le he dicho al Cerrón  Grande no a la 5 de Noviembre!» Le dije: «¡Por ahí le he dicho, pero antes de  que usted llegué a aquel palo, ya le van a haber matado porque esto está lleno  de guerrilleros! Si usted quiere salvarse, me entrega su arma, y le garantizo  que se salva porque doy lo que sea por su vida».
 ¿Y él qué hacía  ahí?
  Venía retrasado porque se había caído y no podía caminar igual de rápido  que los demás. Y venía con un G3 con mira telescópica, tres tolvas de G3, dos  granadas de mano y un culatín de M-16. Me dijo que era un comando del Cuscatlán.  Y lo era.
 ¿Pero no fue el que le disparó a usted?
  No. Esos eran  del Belloso. Total que me dio a entender que no confiaba y le aseguré que daría  hasta mi vida para salvarlo. Y bueno, pues al final me dice: «Voy a esconder mis  armas ahí». Y los dejó, se quedó mirando, y se metió en el carro. Las monjas  estaban asustadísimas. El carro tenía una puerta trasera y cuando iba para  adentro le vi un bulto en el bolsillo lateral del pantalón y pensé: «Este baboso  se ha guardado un granada ahí y nos hace la puñeta». Así que como andaba medio  renco le ayude a subir agarrándolo de la pata y me di cuenta que lo que andaba  en el pantalón era un mango chuco.
 Ja ja ja
 Le metí tranquilamente  al carro y cien metros más adelante la guerrilla nos para. Y les dije que se  había rendido y había que salvarle la vida. A los cinco días le soltaron y no  quiso que le soltaran a través de Cruz Roja Internacional porque dijo que si eso  pasaba, le llevaban al cuartel y lo matarían. Conseguimos que viniese a buscarle  la Comisión de Derechos Humanos no gubernamental. Lo llevaron a su familia y  ahora anda por Estados Unidos.
 Seguro hay más anécdotas. 
  Después de  la emboscada de la Chusona, una muchacha quedó herida, se quebró la pierna en  Arcatao. Y estaba llegando el Atlacatl al lugar. Me dijeron que había que ir a  sacarla, así que subí a unos muchachos al carro y me fui a traerla. Le quitaron  el yeso para que no la vieran, la subí justo detrás de mí, para que ella fuera  la última en salir y para que se pudiera agarrar al carro y no hacer peso en su  pierna rota. Nos paró el Atlacatl en Nueva Trinidad y me dice el soldado: «¿Y  usted? Voy a San José Las Flores. ¿Y por qué va usted allá? Porque soy el  párroco. ¿Y quién es toda esta gente? Es el coro».
 Buena respuesta.  
  Y me dice el capitán: ¿Es eso verdad? -¿Quiere usted que canten?-. Y me  contesta: «Usted me está jodiendo por algún lado pero no se por cuál ¡Váyase  hijo de puta!»
 ¿Cómo inicia Pro-Búsqueda?
  Cuando llega la Comisión  de la Verdad instala una oficina de ONUSAL en Chalate para ver que la gente  diera su testimonio. Llegó mucha gente. Y tres madres llegaron a declarar que  sus hijos no habían sido asesinados, pero sí robados (secuestrados). Una de  ellas era la mamá de las hermanitas Serrano, Victoria Cruz de Serrano, la otra  era Francisca Romero y Magdalena Ramos. 
 ¿Qué hizo la  Comisión?
  Como era tanto problema con esos testimonios, me pidieron que  escribiese esos testimonios y lo hice. Cuando sale el informe en marzo de 1993,  no aparecía ningún caso de niños desaparecidos… Y luego viene la dichosa Ley  de Amnistía. El 21 de abril fuimos a los juzgados a ver qué había pasado con  aquellos niños y con otros que nos había dicho la gente que habían sido raptados  de la zona de guerra y conducidos en helicóptero hasta Chalatenango. Al  principio nos echaron de todas partes, como apestados. En los juzgados de  Chalate el argumento fue: «Como el batallón Atlacatl ha sido disuelto ya, lo que  están haciendo no tiene lugar».
 Jurisprudencia…
  Al día siguiente  vinimos a la ciudad, a la Fiscalía General de la República, y fue peor. Ahí nos  sacaron diciéndoles a las mujeres, -no sé si después es para que lo pongas  textualmente- «¡Viejas putas lárguense de aquí. A ustedes alguien les ha lavado  el coco y si no se van de aquí, llamamos a la Policía Nacional».
 ¿Y  qué hicieron?
  ¡Nos salvamos por pelos! En efecto, cuando nosotros íbamos  saliendo, la Policía Nacional iba ingresando a la Fiscalía. Al final de ese año,  encontramos a cinco de esos niños que andábamos buscando, en las aldeas SOS en  Santa Tecla. Se consiguió que el 16 de enero del 94 se hiciera el primer  reencuentro en Chalate. Para la gente que vivía allá fue una señal de esperanza.  «Si éstos están vivos, los nuestros también». Ya no teníamos que ir preguntando  sino que la gente venía a nosotros diciendo: «busquen a mi niño, busquen a mi  niña».
 ¿No había ningún mecanismo de búsqueda?
  Nada. Dos personas  y nada más. En agosto había como 50 y tantas familias trabajando con nosotros y  decidimos que Pro-Búsqueda sería una asociación de familiares y que habría un  equipo de apoyo. En octubre del 94 encontramos tres más. Para diciembre de ese  año teníamos 73 solicitudes de búsqueda y habíamos resuelto 13 casos. Hoy  tenemos 750 solicitudes de búsqueda y hemos resuelto alrededor de 293, se han  efectuado 169 reencuentros, 38 de estos jóvenes han fallecido desde el momento  de su captura hasta el día de hoy, y tenemos entre 70 y 80 direcciones y estamos  en contacto con estas gentes para procurar que vengan al país. Hemos encontrado  a los jóvenes en 11 países…
 ¡11 países!
  España, Francia, Italia,  Bélgica, Holanda, Reino Unido, Suiza, Estados Unidos, Guatemala, Honduras y en  El Salvador. Hay también tres casos en Canadá y uno, creo, en  Australia.
 ¿Cómo llegaron esos niños ahí?
  Adoptados. Se vendían.  ¡Aquí hubo un trasiego de niños que es vergonzoso! Y algunas instituciones  humanitarias se prestaron para esto. Había orfanatos que también eran verdaderas  plataformas de lanzamiento y al año, el niño ya estaba en manos de una  familia.
 ¿Hay algún caso que le haya impactado  particularmente?
  Hay uno, Ricardo, que se lo robó un guardia nacional. Y  cuando llega a casa, la esposa del guardia le dice que eso está mal. Pero él le  responde que siempre había querido un hijo varón. A los seis meses, muere este  guardia en combate y un hermano del guardia recoge al niño. Cuando crece, el  joven se alista en el batallón Atlacatl. A través de un informante, nos  enteramos del caso, se habla con él, la familia, se hace la prueba de ADN y  ¡pam! ¡Eran madre e hijo!
 ¿Cómo fue el reencuentro?
  Eso fue hace  siete u ocho años. El reencuentro se dio lugar en la oficina. Y la mamá, se  comía con los ojos a su hijo. Les preguntamos si querían hablar en privado,  entraron al despacho, y cuando salieron, el muchacho abrazaba a su madre. ¿Y que  tal? «Muy bien», dijo la madre, «él va a venir a pasar la navidad en mi casa y  yo pasaré fin de año en la suya». Y hoy siguen la mar de felices. El muchacho de  vez en cuando visita a su madre y se queda temporadas y la madre de vez en  cuando visita el muchacho. Ese caso me impresionó muchísimo porque ella había  sido colaboradora del Frente y él había estado en el Batallón  Atlacatl.
 ¿Qué pasa por la cabeza de quien descubre su pasado y que  tiene otra familia?
  Muchos de ellos saben que no son franceses o ingleses,  aunque razonan como tal, se comportan como tal y viven como tal. Han vivido toda  su vida con una identidad alterada y esa identidad alterada les ha traído muchos  problemas.
 ¿Qué pasa con la familia adoptiva?, ¿No se niegan al  reencuentro?
  Casi ninguna familia. Fíjese que muchas veces hay más  resistencia en las familias que viven en El Salvador que los que viven fuera.  
 ¿Cómo reaccionan estas personas?
  Bien en el sentido que reciben  muy bien a su familia biológica. Pero nunca van a querer éstos a su familia  biológica cómo ésta les quiere a ellos. Y por otro lado, la familia biológica  recuerda a estos niños con la edad en que éstos desaparecen y ahora son adultos.  
 ¿Cuál es la reacción primaria de la madre cuando se reencuentra con  su hijo?
  Echársele encima y comerle a besos.
 ¿Y la reacción del  joven?
  Muchas veces se queda parado. La madre tiene la reacción más  primaria
 ¿Alivia a esta mujer reencontrar a su hijo a sabiendas que  tiene que regresar a Francia?
  Sí la alivia. Muchísimo. Ha visto a su hijo,  está bien, le ve bien… Y creo que la grandeza de ánimo de esta gente, de estos  campesinos, es que son verdaderos aristócratas del espíritu, porque un pobre no  puede ser aristócrata más que de eso, y lo son como nadie. Hay muchas madres que  te dicen: «A mi si me gustaría que mi hijo se quedase conmigo, pero si él está a  gusto allá, que se vaya. Porque yo sólo quiero que esté a gusto».  
 Sabemos que hay militares que han criado a los niños que  raptaron.
  Es bastante común. Tenemos documentados como 27 casos. Sólo hemos  recuperado un par de ellos.
 Una historia para ilustrar al  lector.
  Preferiría…
 Una historia genérica: hubo una vez, un  militar…
  …Y se llevó una niña. La tenía como suya. Se encontró a los  padres de esta niña y no era sólo ella, tenía un hermano. Pero el punto  importante es que nosotros buscamos que el joven o la joven contacte a su  familia y no estar organizando noches de cuchillos largos ni venganzas ni nada  por el estilo.
 Entiendo que hay militares que se quedaron con los  hijos de las personas que mataron. ¿Cómo funciona el cerebro de una persona que  actúa como un padre para este niño al que le ha matado a sus padres?
  No lo  sé. No te podría decir. Es algo que se ha dado. No es todos los casos, pero sí  ha pasado.
 ¿No es tan frecuente?
  No.
 ¿Cómo se le hace  saber a un joven que su padre adoptivo mató a sus padres  biológicos?
  Personalmente no lo he dicho nunca. 
 ¿No lo considera  adecuado? 
  No creo que haya que hacerlo. Bastante trauma es que sepa que le  han robado como para darle un trauma adicional.
 ¿Ha conversado alguna  vez con éstos militares?
  Sí.
 ¿Y cómo se explican?
  Uno nos pidió  tiempo y otro niega los hechos, para hablar de dos casos.
 Jon, si  tuviera que dejar El Salvador mañana, por cualquier razón, ¿qué ha sido este  país para usted?
  No nací aquí pero he hecho mi vida aquí. He dejado lo mejor  de mi vida aquí. Para mí está es mi casa. Si me fuera porque los jesuitas me  mandan a otro lugar, lo haría. Pero me costaría muchísimo el marcharme. De  alguna manera siempre lo recordaría. Dejaría gente a la que quiero mucho. Bueno,  ¡aquí es mi tierra! El Salvador es algo mío también. Sería como arrancarme de  algo mío.
 Ha acompañado a poblaciones en tiempos de guerra, ha hecho  un prisionero, han tomado sus estudios la comisión atómica de Canadá y la NASA,  es jesuita, vasco nacionalizado salvadoreño, ¿quién es Jon Cortina?
  Una  persona que intenta ayudar, servir. Por eso me hice jesuita. Y me gusta ayudar y  servir a la gente más sencilla, más humilde. No digo que lo haga bien, pero  intento hacerlo. 


