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Charla con Jon Cortina, director de Pro Búsqueda, sacerdote recientemente fallecido en El Salvador

«Yo no gritaría hagan santo al Papa ya»

Fuentes: El Faro

Jon Cortina murió el pasado 12 de diciembre. A mediados de abril de este año, El Faro conversó con él y publicó esta plática el día 18 de ese mes. El sacerdote jesuita gozaba en ese entonces de buena salud y habló, casi por dos horas, sobre la iglesia católica (que por aquellos días vivía la efervescencia post Juan Pablo II), su vida con las comunidades de Chalatenango, su participación en la guerra y de la organización, Pro Búsqueda, que fundó para encontrar a los niños desaparecidos durante el conflicto armado.

La comisión atómica de Canadá y la NASA han utilizado uno de sus inventos. Es físico, jesuita y creó una organización que se dedica a buscar a niños raptados durante la guerra. Las medias tintas no van con Jon Cortina, ni siquiera si éstas vienen de Karol Wojtila. No tiene ningún problema en dejar de lado la diplomacia eclesial para pronunciar -con todas las letras- aquellos puntos en los que disiente de la jerarquía católica. Fuma con avidez antes de la entrevista y deja su pinta de hombre rudo para reconocer «puede que suene a pendejada, pero estas cosillas de entrevistas aún me ponen nervioso».

¿Cómo ha vivido usted estos días de transición en la iglesia católica?
He vivido con asombro las cosas que están ocurriendo. Con asombro porque, aunque es cierto que el Papa ha tenido muchas virtudes, creo que se ha manipulado a la gente porque una cosa es que el pueblo sea sensible y otra que le induzcan sensiblerías, y creo que se han aprovechado de las sensiblerías para presentar la imagen de un hombre que ha hecho cosas buenas, pero que como todo ser humano también tiene varios defectos.

El mismo Romero tuvo sus problemas con el Papa. Si tú lees el diario de Monseñor Romero leerás problemas con el Papa. Ahora en la prensa leí que nunca tuvo problemas con el Papa. Deberían preguntarle a María López Vigil que lo encontró caminando en Madrid y Romero le contó que venía muy triste porque el Papa le había acusado de ser el responsable de la situación del país.

¿Por lo visto usted no sería de los que en la Plaza de San Pedro gritan «háganlo santo ya»?
No, yo no gritaría «háganlo santo ya». Diría que se siga el proceso, como en todos los casos, y que se le haga santo cuando todas las constataciones estén dadas. El Vaticano dice que Romero es mártir y hasta Ratzinger dice que fue ortodoxo en su doctrina. Si no tiene fallos y es mártir eso quiere decir que es santo. ¿Por qué no aceleran el proceso? Hay muchos intereses entre algunos cardenales que ven en la canonización de Romero una crítica a las posiciones que ellos han tenido. Esas cosas para alguna gente son intolerables.

¿Cree que Romero amerita más la santidad que el Papa?
Los grados de santidad son difíciles de medir jajajaja. Y diría que Monseñor Romero fue un hombre que fue muy fiel a Dios y que hizo en todo momento lo que él creía que Dios le pedía. Y en eso Romero es santo. Del Papa posiblemente se puede decir algo semejante: que actuó siempre como él creía que Dios le pedía, también puede ser santo, pero cumplamos las mismas normas que la iglesia ha establecido para canonizar a una persona.

Como sacerdote, ¿usted se sintió representado por Juan Pablo II?
Acepto sus palabras y representan la iglesia en la que yo creo y es posible que algunas de las palabras de Juan Pablo no hayan sido escuchadas por esta iglesia. Cuando ha nombrado a ciertos obispos tampoco él ha seguido sus propias palabras. Sí creo que Juan Pablo es un hombre con mucho mérito, pero que ha tenido los fallos que ha podido tener cualquier otra persona.

No es frecuente que en la Iglesia haya gente dispuesta a cuestionar o a disentir, al menos en público, de las autoridades eclesiales.
Diría que hay una falsa idea sobre qué es el magisterio de la Iglesia. Tenemos el magisterio de la iglesia ordinario, donde puede haber fallos y cosas donde no se sea tan correcto, incluso falta de conocimiento científico en algún tema concreto.

En general, cuando el Papa habla de alguna cosa, procura enterarse para saber qué va a decir, pero es posible que no sepa todo lo que va a decir, no sé cómo explicarme, que no haya tenido la suficiente capacidad, el suficiente tiempo o el suficiente asesoramiento para que le digan la verdad sobre algún punto. Ahí el magisterio del Papa no es infalible, puede haber una equivocación.

¿Usted está consciente que esto suena fuerte viniendo de un cura?
No sé si suena fuerte, creo que es así.

¿Cuáles fueron los principales aciertos del pontificado de Karol Wojtila?
Ha sido un luchador por lo que él ha creído que deben ser las cosas, pero ha sido un luchador que siempre ha tenido toda su formación y toda su vida y toda su experiencia en Polonia. Lo que no entiendo es cómo, cuando matan a Monseñor Romero, aquí ya llevábamos un listado grande de curas y religiosas asesinados, y ¡no se ha dicho ninguna palabra de condena! Se ha dicho «no estamos de acuerdo», pero esos son actos que merecen una excomunión. No ha habido nada de eso contra todos los que mataron sacerdotes, religiosas e incluso a un obispo.

¿Falta de radicalidad?
Sí, falta de radicalidad. Y las cosas buenas que ha hecho Karol Wojtila, pues todo el acercamiento a la juventud. Lo que preguntaría es ¿por qué no se han cumplido todas las cosas que dijo Juan Pablo?, ¿Por qué cardenales y obispos no han cumplido todas las cosas que dijo en sus escritos? Cartas pastorales, algunas de ellas son fuertísimas. Él condena el marxismo pero condena el capitalismo también, con la misma fuerza pero hablamos solo de la condena del marxismo no de la condena del capitalismo. Él condena en más ocasiones el marxismo pero condena el capitalismo también. Se ha opuesto a las guerras.

A mí me pareció un insulto que, habiéndose opuesto a las guerras, el Sr. Bush estuviese en primera fila en el funeral del Papa. Cuando el Papa quiso haber ido a Irak para ponerse como un escudo viviente para que no bombardearan Bagdad, no se le permitió ir a Irak. Él quiso ir a Irak para, estando ahí, detener la guerra y le recomendaron que no fuera.

¿Qué se dejó de hacer?
Si el Papa cree que los obispos deben ser como él lo enuncia en su carta, ¿por qué ha nombrado obispos que no son como él mismo dice que deben ser? Algunos obispos que ha nombrado están muy lejos de la imagen y figura del obispo que él presenta. ¿Por qué se ha tratado de tamizar tanto lo que Monseñor Romero ha hecho?, ¿Y porqué no ha habido una mayor aceptación de lo que Monseñor Romero había dicho y hecho en su vida? Creo que Monseñor Romero es una figura, un hombre excepcional que no se le ha dado el reconocimiento por parte de la jerarquía eclesiástica, el reconocimiento que se le debería haber dado. Hay que pensar que en el funeral de Monseñor Romero sólo estaba Monseñor Rivera, el resto de los obispos salvadoreños no estuvieron. Tampoco estuvo el Nuncio.
Hay ciertos puntos que son intocables. Defender a los pobres es intocable y vemos en este país que defender a los pobres ha sido causa de muchas muertes, entonces creo que tendría que haber habido una postura muchísimo más clara, muchísimo más contundente por parte de la Iglesia.

Defender a los pobres es susceptible, en la práctica, a muchas interpretaciones. Para unos la respuesta puede ser la Teología de la Liberación y para otros la campaña de «libras de amor».
No se cuál es la campaña de «libras de amor» exactamente. Ahora la campaña de los 15 dólares por familia me parece absurda, una burla, porque 15 dólares para una familia pobre son cincuenta centavos al día. Para una familia de 8 personas serían 6 centavos por persona, entre tres tiempos de comida son 2 tiempos de 3 centavos y un tiempo de 2 centavos. Entonces me parece un insulto decir que es la gran campaña a favor de los pobres.

Alguna vez se ha preguntado «¿y si yo fuera Papa?»
No, nunca me lo he preguntado ni deseado. Primero porque no me siento capaz de serlo y segundo porque no creo que tenga la formación para serlo y no creo que tenga la virtud, en el sentido religioso, para serlo.

Hay temas que han sido bien polémicos, así como el de la teología de la liberación. Por ejemplo, que la homosexualidad es un enfermedad, que uso de condones es una practica inmoral, que las mujeres no pueden ser sacerdotes, etc. Usted es un sacerdote católico, ¿qué piensa sobre estas cosas?
Bueno, no me atrevería a hablar de la homosexualidad como una enfermedad porque no tengo el suficiente conocimiento para decir que es una enfermedad, entonces abstengo mi opinión. En cuanto al sacerdocio de las mujeres, bueno, es uno de los tabúes que existen en la Iglesia. Es posible que cambie con el tiempo y realmente no me preocupa demasiado, o sea, no encuentro que sea ley divina.

¿Condones?
Mira, diría que las relaciones sexuales se van a seguir teniendo tengan condones o no los tengan. Creo que muchas veces lo que ocurre es que se dicen ciertas cosas desde Roma y se desconocen los problemas que ocurren en África y en América Latina. Lo que haría, antes de que nos podamos pronunciar en estas cosas, sería invitar a algunos jerarcas para pasarse unos cuantos días con los pobres, unos 6 meses viviendo con los pobres, viviendo con los tres centavos, en casas llenas de ratones y cucarachas; que viesen a los niños en las pepenas de basura, que viesen todas estas cosas para ver si les cambia un poquito la percepción de la realidad del mundo.

¿A la Iglesia le hace falta vivir en pobreza?
Sí. Nos hace falta vivir en pobreza, nos hace falta hacer nuestra la causa de los pobres. Esto significa defender los derechos de los pobres, como el caso de las hermanitas Serrano y de los niños desaparecidos en general. Recuerdo cuando secuestran al niño Andrés Suster, todos andábamos con aquel listón, pidiendo que se devolviese al niño Suster. Yo también creo que fue una barbaridad eso que se hizo y estoy absolutamente en contra de aquello, la Asamblea se pronunció y pidió que se devolviera al niño Suster. ¿Por qué no se pronuncia ahora la Asamblea diciendo que se devuelva a los niños que desaparecieron en la guerra?, ¿Es que hay dos tipos de ciudadanos en este país?

¿A su juicio, quien no asume estas cuestiones con radicalidad es menos cristiano?
Si tú les dijeras a algunos de los cardenales de Roma que viniesen a vivir seis meses en una champa, te dirían que no pueden. ¿Cómo van a estar viviendo con ese calor en el día y ese frío en la noche, viviendo en esa suciedad y sin agua, viviendo sin luz eléctrica? Entonces si tú no puedes, ¿Por qué el otro va a poder?

Juan Pablo II no fue precisamente un admirador de la Teología de Liberación…
Habría que ver por qué se ha condenado la Teología de la Liberación. Dicen que es marxista en sus orígenes. Diría que es posible que usen en algún momento la metodología marxista, pero en el laboratorio uso la metodología que me dará mejor imagen del fenómeno que estoy estudiando. Si usando aportes de la metodología marxista consigues una mejor imagen de la sociedad en la que vives, ¿por qué no vas a usarla si la imagen que da es real?

De usted se dice que durante la guerra tenía un contacto directo con la alta comandancia de las FPL, ¿es cierto?
Con la comandancia de las FPL hay muchísima gente que ha tenido contacto directo. Una cosa es tener contacto y otra cosa es colaborar.

¿Colaboró?
Sí, los conocía, porque les conocía desde antes de que fueran de la comandancia de las FPL. Los conocí como personas que en los años 70 andaban en movimientos campesinos, después los vi como gente que estaba involucrada directamente en la guerra. En la guerra puedo decir que hice trabajo humanitario. Pero no hice trabajo militar nunca.

¿Padre, usted conspiró?
Una conspiración directa nunca la tuve. Que en un momento dado me pudiesen preguntar a mí. bueno, ¿qué es mejor para hacer un tatú? Las cosas así de cajón. Y a mí me daba mucho miedo cuando me decían estas cosas, que iban hacer un tatú, para un hospital por ejemplo, me daba mucho miedo porque sentía que los campesinos sabían mucho más que yo. Sin hacer números y constatar resistencias a mí me daba mucho miedo opinar, y no lo hice. En un momento para un hospital sí colaboré.

¿La violencia es ilegítima en todas las circunstancia y en todas las partes?
La violencia no es buena.

¿Y es condenable siempre, venga de quien venga?
Lo que pasa es que tenemos que ver cuál es la primera violencia. La primera violencia es la que es condenable, cualquier violencia después genera violencia y es una espiral. La segunda puede ser una defensa, aunque sí es violencia y por lo tanto es también condenable.

¿A lo que voy es si a usted le pareció alguna vez legítima la violencia de parte de la guerrilla?
No, legítima no me pareció, me pareció comprensible, me pareció que era una forma que tenían de defenderse y que algunas veces se extralimitaron, pero que era algo que surgió como resultado de la primera violencia.

¿Sería una venganza justa?
Vamos a ver. Diría que es auto defensa. Si te llegan a atacar, te vas a defender y si te quieren robar, te vas a defender con lo que tengas.

¿Y lo de poner la otra mejilla?
¡La gente no puede decir ‘ya me mataron a un hijo, tengan este otro, mátenmelo también’! Ese primer acto de matarte a un hijo o el hecho de que se te muera un muchachito de hambre es la primera violencia. El hecho de que no haya justicia para los pobres esa es la primera violencia. Cuando mataron a los jesuitas mi sentimiento fue ese: el de estar aplastado por una situación de injusticia donde era claro que nadie iba a hacer nada. Me sentí….

¿Violento?
Mmmm. No, porque el trabajo mío no consistía en usar las armas sino en acompañar a esta gente.

¿Estuvo tentado por la opción de la violencia?
Sin con eso te refieres a tomar las armas, pues no.

¿Nunca ha disparado, padre?
Fuera de la guerra sí. Luego de los Acuerdos de Paz fui a tirar al blanco con un fusil de guerra, pero nunca como una acción violenta para matar a alguien, es más, creo que sería incapaz de hacerlo.

¿Qué tan cierto es que, en medio de la guerra, usted llegó a tener discrepancias con los jesuitas intelectuales de la UCA, como (Ignacio) Ellacuría, en la medida en que los consideraba burgueses?
Burgueses, no. Lo que hubiera deseado es que hubieran acompañado más a la gente. Creo que el trabajo más importante que teníamos nosotros en aquel momento era acompañar a la gente. Por eso pedí que me permitieran acompañar a la población civil.

¿La Compañía de Jesús estuvo siempre de acuerdo con usted?
Los jesuitas que yo supe, pues sí. Otros quién sabe.

Se le menciona a usted como una persona de izquierda, incluso entre los jesuitas.
No estoy de acuerdo. Se dice eso porque he tendido más contacto con la gente. Creo que Jon Sobrino, en sus escritos, es muy duro y se podría decir que tiene un pensamiento de izquierda muy claro, que aún así no llamaría un pensamiento de izquierda sino un planteamiento muy cristiano.

¿Considera que se ha mojado las manos más que otros?
En algún sentido sí porque estás con la misma gente.

¿Cuándo llegó al país?
Vine en el 55, pero salí a estudiar y regresé en el 73. Desde entonces estoy en la UCA.

¿Por qué El Salvador?
Yo lo pedí. Estaba en España y me incorporé a un noviciado de jesuitas en España pero ahí había muchísima gente, muchísimos curas, monjas… Pensé que había lugares en donde se necesitaba más trabajo. Aquella región de España, Bilbao, enviaba docentes a Centroamérica y pedí que me mandasen y me mandaron. Vine el 14 de septiembre del 55.

¿Qué encontró?
Un país muy distinto al que me imaginaba. Una de las cosas que más me sorprendió fue la pobreza, y luego, el uso de las armas. Nunca había visto una pistola a mis 20 años. Y me impresionó que muchos padres en el Externado San José fueran a recoger a sus hijos con una gran canana a la cintura y un pistolón. Y yo pensando que cómo era posible esto, que cómo coño puede ser real.

Una vez me tocó cuidar a un grupo de muchachos que iban a hacer ejercicios en una finca del volcán y el padre que les iba a dar los ejercicios les dijo que entregaran las pistolas, las armas. Lo primero que pensé fue: «Este padrecito está loco. ¿Cómo van a tener estos muchachos de 16 años pistolas?». Pero el que estaba loco era yo. Me tocó guardar 27 pistolas de 32 muchachos. Y yo que ni las tocaba porque me daban miedo.

Y lo tercero que me impresionó era la diferencia entre quienes podían hacerlo todo y quienes apenas y sobrevivían.

¿Cuándo llegó a Chalate?
Cuando matan a Rutilio Grande fui a Aguilares y ahí conocí a mucha gente de Chalate. Después comienza la guerra y la gente empieza a llegar a mis refugios. Estuve ayudando en aquel tiempo en tres refugios: en San José de la Montaña, la Basílica y la iglesia de San Roque. Así que cuando hubo la oportunidad de ir a Chalate, pedí al obispo que me admitiese y me recibieron.
Eso fue por el 85, y siempre intentaba dar misa en Guarjila o Las Flores. Después, cuando matan a los jesuitas, en el 89, yo estaba allá y me dicen «no vuelvas». En la primera relación, mi nombre aparecía entre los muertos. Me oí muerto a mi mismo. No aparecí en un mes y vine hasta los 30 días, me contaron lo que pasó, vi algunas fotos, las manchas de sangre en las paredes y los restos de sesos. Pedí un permiso para quedarme en Chalate y continué en Guarjila. Pensando un poco sobre aquella matanza, pienso que tal vez Dios quería que estuviese allá. Ahí me enamoré de nuevo de esa gente.

¿Fue la única vez que apareció en una lista de amenazados a muerte?
No, lo había estado antes. En Chalate tuve un par de atentados.

Cuéntenos.
Fui a ver a las hermanas y al salir del carro me dispararon un par de balazos unos francotiradores desde lejos. El padre Alvarenga que me acompañaba se había quedado adormilado en el carro viejo que andaba. Las monjas se escondieron y me di cuenta que el padre Alvarenga estaba en la línea del fuego, corrí, lo quité de la línea de fuego para proteger al padre, al carro y a mí. En el camino, un balazo entró por el techo del carro, encima de la cabeza, y salió por detrás. Cuando puse una cuerda desde el orificio de entrada al de salida, y medí con una regla la distancia entre mi cabeza y la trayectoria, fue apenas de cinco centímetros.

Si fuera más alto.
A lo mejor fue por la cantidad de saltos que iba dando el carro porque la calle estaba muy mala.

Ja ja ja
No era un blanco muy fácil. Otra vez, no en Chalate, me tiraron un balazo de frente y me pasó a centímetros del costado.

De milagro está vivo.
Tal vez sí.

Se dice que usted devolvió una bomba de humo…
¡Ese fue Alvarenga!

Ja ja ja
Ja ja ja… A ver, hice un prisionero.

En serio. ¿Cómo fue eso?
Venía con cinco monjas en el carro: la superiora general, la provincial… Venía con todo…

…El alto mando de las monjas.
Sí. Estábamos en Las Flores esperando que terminase de pasar el Batallón Atlacatl. En el camino, por La vuelta de La Leona, un soldado aparece y me para. Me pregunta: ¿por dónde se va al Cerrón Grande? Y le dije: por ahí, y le apunté con el dedo. Y me dice: «¡Le he dicho al Cerrón Grande no a la 5 de Noviembre!» Le dije: «¡Por ahí le he dicho, pero antes de que usted llegué a aquel palo, ya le van a haber matado porque esto está lleno de guerrilleros! Si usted quiere salvarse, me entrega su arma, y le garantizo que se salva porque doy lo que sea por su vida».

¿Y él qué hacía ahí?
Venía retrasado porque se había caído y no podía caminar igual de rápido que los demás. Y venía con un G3 con mira telescópica, tres tolvas de G3, dos granadas de mano y un culatín de M-16. Me dijo que era un comando del Cuscatlán. Y lo era.

¿Pero no fue el que le disparó a usted?
No. Esos eran del Belloso. Total que me dio a entender que no confiaba y le aseguré que daría hasta mi vida para salvarlo. Y bueno, pues al final me dice: «Voy a esconder mis armas ahí». Y los dejó, se quedó mirando, y se metió en el carro. Las monjas estaban asustadísimas. El carro tenía una puerta trasera y cuando iba para adentro le vi un bulto en el bolsillo lateral del pantalón y pensé: «Este baboso se ha guardado un granada ahí y nos hace la puñeta». Así que como andaba medio renco le ayude a subir agarrándolo de la pata y me di cuenta que lo que andaba en el pantalón era un mango chuco.

Ja ja ja
Le metí tranquilamente al carro y cien metros más adelante la guerrilla nos para. Y les dije que se había rendido y había que salvarle la vida. A los cinco días le soltaron y no quiso que le soltaran a través de Cruz Roja Internacional porque dijo que si eso pasaba, le llevaban al cuartel y lo matarían. Conseguimos que viniese a buscarle la Comisión de Derechos Humanos no gubernamental. Lo llevaron a su familia y ahora anda por Estados Unidos.

Seguro hay más anécdotas.
Después de la emboscada de la Chusona, una muchacha quedó herida, se quebró la pierna en Arcatao. Y estaba llegando el Atlacatl al lugar. Me dijeron que había que ir a sacarla, así que subí a unos muchachos al carro y me fui a traerla. Le quitaron el yeso para que no la vieran, la subí justo detrás de mí, para que ella fuera la última en salir y para que se pudiera agarrar al carro y no hacer peso en su pierna rota. Nos paró el Atlacatl en Nueva Trinidad y me dice el soldado: «¿Y usted? Voy a San José Las Flores. ¿Y por qué va usted allá? Porque soy el párroco. ¿Y quién es toda esta gente? Es el coro».

Buena respuesta.
Y me dice el capitán: ¿Es eso verdad? -¿Quiere usted que canten?-. Y me contesta: «Usted me está jodiendo por algún lado pero no se por cuál ¡Váyase hijo de puta!»

¿Cómo inicia Pro-Búsqueda?
Cuando llega la Comisión de la Verdad instala una oficina de ONUSAL en Chalate para ver que la gente diera su testimonio. Llegó mucha gente. Y tres madres llegaron a declarar que sus hijos no habían sido asesinados, pero sí robados (secuestrados). Una de ellas era la mamá de las hermanitas Serrano, Victoria Cruz de Serrano, la otra era Francisca Romero y Magdalena Ramos.

¿Qué hizo la Comisión?
Como era tanto problema con esos testimonios, me pidieron que escribiese esos testimonios y lo hice. Cuando sale el informe en marzo de 1993, no aparecía ningún caso de niños desaparecidos… Y luego viene la dichosa Ley de Amnistía. El 21 de abril fuimos a los juzgados a ver qué había pasado con aquellos niños y con otros que nos había dicho la gente que habían sido raptados de la zona de guerra y conducidos en helicóptero hasta Chalatenango. Al principio nos echaron de todas partes, como apestados. En los juzgados de Chalate el argumento fue: «Como el batallón Atlacatl ha sido disuelto ya, lo que están haciendo no tiene lugar».

Jurisprudencia…
Al día siguiente vinimos a la ciudad, a la Fiscalía General de la República, y fue peor. Ahí nos sacaron diciéndoles a las mujeres, -no sé si después es para que lo pongas textualmente- «¡Viejas putas lárguense de aquí. A ustedes alguien les ha lavado el coco y si no se van de aquí, llamamos a la Policía Nacional».

¿Y qué hicieron?
¡Nos salvamos por pelos! En efecto, cuando nosotros íbamos saliendo, la Policía Nacional iba ingresando a la Fiscalía. Al final de ese año, encontramos a cinco de esos niños que andábamos buscando, en las aldeas SOS en Santa Tecla. Se consiguió que el 16 de enero del 94 se hiciera el primer reencuentro en Chalate. Para la gente que vivía allá fue una señal de esperanza. «Si éstos están vivos, los nuestros también». Ya no teníamos que ir preguntando sino que la gente venía a nosotros diciendo: «busquen a mi niño, busquen a mi niña».

¿No había ningún mecanismo de búsqueda?
Nada. Dos personas y nada más. En agosto había como 50 y tantas familias trabajando con nosotros y decidimos que Pro-Búsqueda sería una asociación de familiares y que habría un equipo de apoyo. En octubre del 94 encontramos tres más. Para diciembre de ese año teníamos 73 solicitudes de búsqueda y habíamos resuelto 13 casos. Hoy tenemos 750 solicitudes de búsqueda y hemos resuelto alrededor de 293, se han efectuado 169 reencuentros, 38 de estos jóvenes han fallecido desde el momento de su captura hasta el día de hoy, y tenemos entre 70 y 80 direcciones y estamos en contacto con estas gentes para procurar que vengan al país. Hemos encontrado a los jóvenes en 11 países…

¡11 países!
España, Francia, Italia, Bélgica, Holanda, Reino Unido, Suiza, Estados Unidos, Guatemala, Honduras y en El Salvador. Hay también tres casos en Canadá y uno, creo, en Australia.

¿Cómo llegaron esos niños ahí?
Adoptados. Se vendían. ¡Aquí hubo un trasiego de niños que es vergonzoso! Y algunas instituciones humanitarias se prestaron para esto. Había orfanatos que también eran verdaderas plataformas de lanzamiento y al año, el niño ya estaba en manos de una familia.

¿Hay algún caso que le haya impactado particularmente?
Hay uno, Ricardo, que se lo robó un guardia nacional. Y cuando llega a casa, la esposa del guardia le dice que eso está mal. Pero él le responde que siempre había querido un hijo varón. A los seis meses, muere este guardia en combate y un hermano del guardia recoge al niño. Cuando crece, el joven se alista en el batallón Atlacatl. A través de un informante, nos enteramos del caso, se habla con él, la familia, se hace la prueba de ADN y ¡pam! ¡Eran madre e hijo!

¿Cómo fue el reencuentro?
Eso fue hace siete u ocho años. El reencuentro se dio lugar en la oficina. Y la mamá, se comía con los ojos a su hijo. Les preguntamos si querían hablar en privado, entraron al despacho, y cuando salieron, el muchacho abrazaba a su madre. ¿Y que tal? «Muy bien», dijo la madre, «él va a venir a pasar la navidad en mi casa y yo pasaré fin de año en la suya». Y hoy siguen la mar de felices. El muchacho de vez en cuando visita a su madre y se queda temporadas y la madre de vez en cuando visita el muchacho. Ese caso me impresionó muchísimo porque ella había sido colaboradora del Frente y él había estado en el Batallón Atlacatl.

¿Qué pasa por la cabeza de quien descubre su pasado y que tiene otra familia?
Muchos de ellos saben que no son franceses o ingleses, aunque razonan como tal, se comportan como tal y viven como tal. Han vivido toda su vida con una identidad alterada y esa identidad alterada les ha traído muchos problemas.

¿Qué pasa con la familia adoptiva?, ¿No se niegan al reencuentro?
Casi ninguna familia. Fíjese que muchas veces hay más resistencia en las familias que viven en El Salvador que los que viven fuera.

¿Cómo reaccionan estas personas?
Bien en el sentido que reciben muy bien a su familia biológica. Pero nunca van a querer éstos a su familia biológica cómo ésta les quiere a ellos. Y por otro lado, la familia biológica recuerda a estos niños con la edad en que éstos desaparecen y ahora son adultos.

¿Cuál es la reacción primaria de la madre cuando se reencuentra con su hijo?
Echársele encima y comerle a besos.

¿Y la reacción del joven?
Muchas veces se queda parado. La madre tiene la reacción más primaria

¿Alivia a esta mujer reencontrar a su hijo a sabiendas que tiene que regresar a Francia?
Sí la alivia. Muchísimo. Ha visto a su hijo, está bien, le ve bien… Y creo que la grandeza de ánimo de esta gente, de estos campesinos, es que son verdaderos aristócratas del espíritu, porque un pobre no puede ser aristócrata más que de eso, y lo son como nadie. Hay muchas madres que te dicen: «A mi si me gustaría que mi hijo se quedase conmigo, pero si él está a gusto allá, que se vaya. Porque yo sólo quiero que esté a gusto».

Sabemos que hay militares que han criado a los niños que raptaron.
Es bastante común. Tenemos documentados como 27 casos. Sólo hemos recuperado un par de ellos.

Una historia para ilustrar al lector.
Preferiría…

Una historia genérica: hubo una vez, un militar…
…Y se llevó una niña. La tenía como suya. Se encontró a los padres de esta niña y no era sólo ella, tenía un hermano. Pero el punto importante es que nosotros buscamos que el joven o la joven contacte a su familia y no estar organizando noches de cuchillos largos ni venganzas ni nada por el estilo.

Entiendo que hay militares que se quedaron con los hijos de las personas que mataron. ¿Cómo funciona el cerebro de una persona que actúa como un padre para este niño al que le ha matado a sus padres?
No lo sé. No te podría decir. Es algo que se ha dado. No es todos los casos, pero sí ha pasado.

¿No es tan frecuente?
No.

¿Cómo se le hace saber a un joven que su padre adoptivo mató a sus padres biológicos?
Personalmente no lo he dicho nunca.

¿No lo considera adecuado?
No creo que haya que hacerlo. Bastante trauma es que sepa que le han robado como para darle un trauma adicional.

¿Ha conversado alguna vez con éstos militares?
Sí.

¿Y cómo se explican?
Uno nos pidió tiempo y otro niega los hechos, para hablar de dos casos.

Jon, si tuviera que dejar El Salvador mañana, por cualquier razón, ¿qué ha sido este país para usted?
No nací aquí pero he hecho mi vida aquí. He dejado lo mejor de mi vida aquí. Para mí está es mi casa. Si me fuera porque los jesuitas me mandan a otro lugar, lo haría. Pero me costaría muchísimo el marcharme. De alguna manera siempre lo recordaría. Dejaría gente a la que quiero mucho. Bueno, ¡aquí es mi tierra! El Salvador es algo mío también. Sería como arrancarme de algo mío.

Ha acompañado a poblaciones en tiempos de guerra, ha hecho un prisionero, han tomado sus estudios la comisión atómica de Canadá y la NASA, es jesuita, vasco nacionalizado salvadoreño, ¿quién es Jon Cortina?
Una persona que intenta ayudar, servir. Por eso me hice jesuita. Y me gusta ayudar y servir a la gente más sencilla, más humilde. No digo que lo haga bien, pero intento hacerlo.