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Crónica escrita en 2081 por el filósofo y periodista danés 2096 acerca del empleo de petróleo como ingrediente de la alta cocina a partir de 2014

Zopz, el petróleo comestible

Fuentes: Rebelión

Cuando en 2014 el cocinero de alta cocina Albert Alemany descubrió, tras arduos y largos años de experimentación, que el petróleo, combinado con bicarbonato sódico y otras sustancias, podía formar parte de los ingredientes de su cocina, nadie podía imaginar que aquel hallazgo supondría el fin del empleo del petróleo como carburante en todo el […]

Cuando en 2014 el cocinero de alta cocina Albert Alemany descubrió, tras arduos y largos años de experimentación, que el petróleo, combinado con bicarbonato sódico y otras sustancias, podía formar parte de los ingredientes de su cocina, nadie podía imaginar que aquel hallazgo supondría el fin del empleo del petróleo como carburante en todo el mundo.

Si bien las primeras reacciones del público de Alemany eran de elegante cautela -pocos accedían a degustar platos como ‘hígado de pato bañado en crudo’, o ‘espaguetis a la gasolina’-, al cabo de dos años, y como resultado de lo sucedido con el nonagenario Carlos María de Palencia, los métodos de Alemany saltaron a las primeras páginas de la prensa internacional y en un lustro no existía restaurante de alta cocina en la Tierra que no integrase el petróleo como ingrediente estrella de su gastronomía.

Carlos María De Palencia era -y es (aún vive)- un acaudalado valenciano adicto a todo lo que llevase petróleo en el restaurante de Alemany. En pocos meses de ingesta compulsiva había pasado de andar siempre postrado en una silla de ruedas a caminar con cierta vehemencia ayudado de un andador.

En 2016, dos años después de haber hecho comestible el petróleo, Albert Alemany cedió al empeño de la petrolera Zopz, vendiéndole su fórmula secreta de conversión del crudo en alimento y cediéndole también la gestión de su pujante cadena de restaurantes.

Lo que seguramente no había previsto Zopz era que para producir un kilo de petróleo comestible eran necesarios cincuenta barriles de crudo, lo cual encarecía enormemente el alimento. Aún así, los financieros de Zopz encontraron una ligera ventaja en el beneficio económico del alimento con respecto al carburante, ventaja suficiente para dejar de producir gasolina y decantarse por el sector hostelero.

Zopz -así bautizaron los creativos de Zopz al petróleo comestible en un alarde de ingenio- comenzó a servirse en las mesas de los restaurantes más lujosos del mundo en el verano de 2017. El éxito del producto fue asombroso: las aceras que conducían a los restaurantes de alta cocina en los que se servía Zopz se poblaban cada día de potentados ansiosos por llevarse a la boca una ración de combustible fósil. Las virtudes rejuvenecedoras del alimento observadas en el nonagenario Carlos María de Palencia favorecían cualquier sacrificio de los comensales, que podían llegar a esperar incluso días enteros haciendo cola en la calle, de tal manera que al llegar a la mesa el aspecto del acaudalado muchas veces coincidía con el de un desaseado e inquieto indigente.

Coincidiendo con las colas de magnates hambrientos de Zopz, se produjo en las calles de todo el mundo industrializado una protesta unánime y furiosa por parte de las clases populares, que no comprendían cómo algo tan sagrado y necesario como el petróleo podía transformase en alimento con el consentimiento de los gobiernos. La respuesta de los gobiernos, que apaciguó enseguida a las masas, fue que la soja, el trigo y otros vegetales se estaban convirtiendo en combustible, por lo que no debían temer por no poder llenar algún día los depósitos de sus coches o encender sus televisores.

En vista del triunfo de Zopz, el resto de petroleras de todo el mundo optó por la hostelería, lo cual ocasionó algunos problemas en la industria y en los medios de transporte mundiales que venían funcionando con derivados del petróleo como la gasolina, pero tales problemas pudieron solventarse gracias a la creciente transformación de alimentos en combustible.

En 2041, al agotarse las últimas reservas de petróleo del planeta, Zopz y las demás petroleras dedicadas a la hostelería -apremiadas por la gran demanda de combustible alimenticio- comenzaron a transformar los biocombustibles en alimento.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.