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10 años construyendo organización revolucionaria

Fuentes: Rebelión

A nuestros hermanos de clase. A nuestros compañeros y compañeras de organización. 10 años de organización y estamos comenzando. Nuestra organización cumple 10 años de existencia, 10 años desde que decidimos hacer público este intento. Sin embargo no son los 10 de nuestra organización los importantes, sino el estado y las voluntades que tenemos en […]

A nuestros hermanos de clase. A nuestros compañeros y compañeras de organización.

10 años de organización y estamos comenzando.

Nuestra organización cumple 10 años de existencia, 10 años desde que decidimos hacer público este intento. Sin embargo no son los 10 de nuestra organización los importantes, sino el estado y las voluntades que tenemos en el presente. Han sido mucho los años en el que compañeras y compañeros hemos tratado de dar respuesta a las necesidades que tenemos como pueblo y a los desafíos que nos auto imponemos como revolucionarios. Parara algunos esta organización es un nuevo intento, para otros su primer experiencia militante, pero si de algo estamos seguros es que para todos es parte importante de nuestra vida y desarrollo como personas, como revolucionarios. Hoy en este camino recorrido podemos sacar algunas conclusiones que nos permiten divisar cuanto hemos avanzado realmente, sin temor a reconocer nuestras deficiencias y con la altura de miras suficiente como para sistematizar y darle su justo valor a lo traspirado por todos nosotros estos últimos años de nuestra vida. La organización cumple 10 años y con ello los cumplimos cada uno de quienes somos militantes de esta organización política. Celebramos construyendo, debatiendo y planificando a futuro; así, en escuelas, rayados, reuniones, vamos dándole forma a nuestro décimo aniversario. En este sentido este documento no tiene por objeto dictar líneas especificas sobre nuestro caminar inmediato y futuro, propone lectura de la realidad y debate sobre la reorganización de los revolucionarios, nuestra miradas sobre nuestra historia, nuestros errores y aciertos y esboza los desafíos futuros. Buscamos que sea una herramienta más, que potencie ese espíritu de debate que percibimos de un tiempo a esta parte, cuando se responden los artículos para nuestra revista. Debate concreto, responsable, que va más allá de un deseo o de un deber ser revolucionario; debate propositito y no alarmista que denota el esfuerzo de leer, informarse, estudiar y responder. Saludamos por esto a los compañeros que hoy marcan un cambio en la actitud histórica en relación a estos temas, que buscan sistematizar y problematizar sobre nuestra realidad especifica y también la de nuestro pueblo. Por esto hablamos de un aniversario que no debe entenderse como el gran hito de la organización, sino como la expresión de una permanencia y coherencia necesaria en el tiempo, para que la pequeña fuerza que hoy constituimos pueda crecer y multiplicarse de manera responsable, evitando los errores cometidos por nosotros mismos en el que hacer diario.

10 años que muestran voluntad unitaria y disposición a hacer lo que sea necesario, lo que se defina políticamente, por avanzar en trazar los caminos de liberación popular. Rescatamos esta fecha con orgullo y la vez con mesura, y si bien una década es importante a la hora mirar hacia atrás y realizar balances, creemos que es más importante aun es el rol que nuestra organización política juega para la reconstrucción del tejido popular, por esto nos sentimos orgullosos de haber superado una década, la de los 90, sin fraccionamientos, porque es necesario que los más avanzados de la clase den señales claras al pueblo que nuestro proyecto es responsable, confiable, viable y por sobre todo que encarna la necesaria justicia social, para terminar de una vez y para siempre con la explotación del hombre por el hombre. Por último recordar que el 5 de noviembre se conmemora un año más de la trágica muerte de Araceli Romo y Pablo Vergara, su sangre corre violentamente por nuestras venas y se funde el presente para continuar luchando. Hoy celebrando 10 años de vida podemos decir responsablemente: Aquí nadie muere compañeros, aquí cada día es continuar.

Más allá de nosotros y nuestras capacidades: la sociedad.

Las grandes mayorías de nuestro país viven apegada a las condiciones que imponen un reducido número de hombres poderosos. Ellos ordenan la sociedad a su antojo, y aunque parezca extraño, son la minoría. Extraño porque siempre nos imaginamos a un enemigo omnipotente y omnipresente que todo lo ve y controla. Sin embargo y de ahí la contradicción principal de todo este asunto, es que las minorías, para vivir como viven, necesitan del trabajo de nosotros, las mayorías. Los pobres ponemos todo al servicio de la organización de los poderosos. Incluso las policías, creadas para defender sus privilegios, son compuestas por hombres y mujeres provenientes de nuestra propia clase. El sistema de dominación nos incluye a una sociedad que materialmente nos excluye. En este juego de inclusión y exclusión los pobres nos mantenemos en la inestable línea entre el ser y no ser parte del funcionamiento del capital; en muchas ocasiones parecemos estar fuera, al «margen»; sin embargo se hace notar esta inclusión permanente de la mayoría, es decir estamos adentro pero en pésimas condiciones, en niveles altísimos de precariedad laboral y muy pocas posibilidades de mejorar las condiciones materiales de existencia. Esto es porque el sistema de dominación nos coopta y maneja nuestras esperanzas. Eso es posible porque la burguesía se reconoce como clase y actúa en función de sus intereses, es conciente de su condición explotadora y se organiza para defender sus privilegios. En contra partida el pueblo trabajador permanece desarticulado y no es capaz de oponer verdadera resistencia, es decir constituirse como la fuerza social revolucionaria que permita enfrentar con una política de popular a la reproducción de la desigualdad y la destrucción del sistema político y económico que sustenta la explotación: el capitalismo. El capital golpea duramente los bolsillos de nuestras familias y nos restringe hasta que falta el aire, cuando esto sucede nos da un baño de esperanzas, mediante elecciones, promesas y algún que otro subsidio, pone en juego al complejo entramado comunicación que llena esta sociedad de «velos». Sacudirse de la explotación es más difícil, mal que mal, hay que comer eso es sabido, sin embargo sacudirnos de la farsa impuesta por los poderosos es una responsabilidad de quienes asumimos esta tarea de vanguardia. Se trata de ser detonadores de la pregunta de por qué no organizarse para que nuestros esfuerzos y trabajo colectivo no beneficie a los patrones sino a nosotros mismos: el pueblo.

Desde ahí empezamos a construir las respuestas del como avanzar y a su vez a planificar y configurar desde hoy la sociedad que queremos. Nuestra mirada a la sociedad en su conjunto nos sitúa en una actual enorme desventaja estratégica. Si bien ya hemos considerado que los revolucionarios han superado la derrota impuesta por la consolidación del modelo neoliberal post dictadura, no es menor que si sacamos una foto a las mayorías empobrecidas de nuestro país nos damos cuenta que apoyan conciente e inconscientemente al actual modelo. Lo cierto es que esto es posible porque el pueblo trabajador no es capaz de mostrar una salida alternativa, una propuesta de sociedad distinta. Si no se sueña con algo mejor, es difícil que se desee una mejora…cuando se piensa en superación, incluso de la pobreza, nuestro pueblo busca salidas individuales, chocando en muchas ocasiones con las múltiples expresiones del garrote y la zanahoria neoliberal: el consumo y después las deudas, el trabajo mal pagado y luego la cesantía. En esta búsqueda permanente por salir del hoyo, nos hundimos cada vez mas en el fango del neoliberalismo que nos ahoga Lo cierto es que si la minoría representa a la los explotadores y la mayoría como es de suponer los explotados, estos últimos deben y pueden derrotar a los primeros. Es decir el pueblo organizado nace, crece y se multiplica con el objetivo de construir la nueva sociedad y para estos efectos se hace necesario destruir la vieja. Cómo hacer que las mayorías sean verdaderamente, los más… Hoy somos reducidos grupos de compañeros que encarnamos la defensa de los intereses de nuestro pueblo, de nosotros mismos y nuestras familias, de nuestros vecinos, de la gente que queremos y con los cuales compartimos nuestra condición de clase. No existen recetas, ni nacionales ni extranjeras, de eso estamos claros. Hoy quienes componemos esta pequeña fuerza debemos ser creativos y capaces de reconocer en nuestro pueblo las potencialidades para despertar; descubrir la debilidad del enemigo en cada casa, lograr entrar en cada familia pobre, porque ahí radica también nuestra fortaleza.

¿Por qué le damos importancia a esto?, Aunque parece obvio, es fundamental comprender el carácter cotidiano del devenir político de nuestro país, porque eso es conocer la vivencia diaria de nosotros mismos. Las respuestas de cómo avanzar en fortalecer la organización popular pasan en gran medida por comprender como se hoy se manifiesta la necesidad y el dolor producido por la carencia, y como esta asimetría se expresará en el futuro. No se trata de abstracciones: el niño mal alimentado hoy, es un niño que no aprende, sino aprende no sueña, solo es mano de obra barata en el futuro. Combatir esta profecía autocumplida es también nuestra razón de ser, es el motor de nuestra ansiedad. El análisis político, el ejercicio de lo que comúnmente llamamos SIPONA es una herramienta fundamental para direccionar nuestros esfuerzos, es nuestra mirada sobre la lucha de clases en su totalidad y poco a poco desmenuza al calor del análisis estructural la realidad de cada territorio. La herramienta de sipona no es reemplazable, sin embargo hoy llamamos en el contexto de nuestro décimo aniversario, a mirar a nuestro alrededor y desde ahí construir una mirada de la sociedad. Se trata de un ejercicio que compete a cada militante, insumo principal para la elaboración de una política con el pulso puesto en la realidad popular. Porque hoy el vecino no cree en nosotros, todavía no es un compañero. Vive en nuestra población, sufre en el mismo trabajo que nuestros padres, se imagina en la pobreza futura con una jubilación de hambre, sin embargo no ve la solución de sus problemas. Primero porque no identifica quien le causa las penurias, porque le asigna a la suerte o espiritualidad, una realidad construida por hombres y mujeres de verdad, de carne y hueso. Otra porque no ve en sus manos la solución, pero ante todo porque no cree que algo pueda cambiarse. Nos vemos arrastrados a niveles cada vez más grandes de asimetría. Podemos consumir, o no…al igual que podemos trabajar o no. La asimetría material suele verse asociada a la capacidad de consumo, es decir los que tienen más y los que tienen menos. Sin embargo la asimetría se expresa con mayor dramatismo no en la etapa de acceso a lo que existe sino en la capacidad de construir lo que puede existir…nuestros sueños, lo que queremos para el futuro, lo que consideramos necesario y justo para vivir. En este sentido la gran mayoría del pueblo trabajador hoy no crea, o para ser más exactos no crea para el mismo o para su clase.

Como trabajadores reproducimos el modelo de explotación porque la necesidad es mucha, la conciencia es poca y el trabajo asociado, mancomunado parece nulo. La asimetría se reproduce y agranda la brecha. La batalla de las conciencias, como le hemos llamado en otras ocasiones, no se está librando necesariamente cuando se nos politiza el territorio por una coyuntura impuesta desde arriba, como el caso de las elecciones…Más allá de la importancia del debate lo que define el nivel de conciencia, no es por quien se vota… y aún cuando sea una variable importante a la hora de analizar, es sólo un dato más a la causa. Sin embargo la disputa con los poderosos esta mas allá del acto mismo del individuo, hurgar en el campo de los deseos y los afectos parece ser una de las respuestas. Como desear construir algo que no imagino; como reconocer en mis manos y mi pensamiento la fuente de la superación de la actual condición, sino pienso ni se lo que mis manos pueden hacer; como puedo creer en el triunfo del pueblo, sino golpeo y hago crecer mi propia fuerza. Un grupo de compañeros, intelectualmente más refinados, planteaban a inicios de los 90 que era de primer orden «develar las claves que inhiben a la acción», es decir comprender porque la mayoría ante un abuso como el que se ve a diario no responde, no se organiza o simplemente no se reclama. El problema esta en que no hace nada, en la concreta, el pueblo esta desconstruido porque esta en sus casas tratando de sobrevivir, no esta esperando nada, no esta soñando, no descubre nada. Por esto el crecimiento que hemos tenido ha estado también limitado a los sectores mas concientes…nos desarrollamos al calor de la reorganización del activo más politizado, ese activo que no se manifiesta cupularmente en coordinaciones necesariamente, en un activo territorial o sectorial y huérfanos de expresión orgánica. Quien compone nuestra organización, cada uno de sus militantes, en su mayoría adherían a sus principios antes de que esta misma se constituyera. Incluso en el caso de los compañeros y compañeras más jóvenes que es donde se funde esta condición material, de pobreza, con un imaginario heredado de luchas pasadas, lo que deviene en una conciencia casi geográfica que delimita el actuar político en una identidad territorial muy marcada. Pero esta condición de explotado se reconocía en base una concepción de mundo pre definida, sabíamos que nuestra condición de pobreza era el resultado de la acumulación indiscriminada de riqueza y que esa riqueza se basaba en la explotación de los recursos naturales propios de nuestra soberanía y la explotación de nosotros mismos. Es decir gran parte de nuestra fuerza, y de ahí su capacidad y crecimiento (que se ha consolidado como unos de los pocos experimentos orgánicos que superaron un periodo plagado de fracciones y desintegraciones), ha sido articulada desde la expresión orgánica de voluntades ya existentes en el seno del campo popular. El desafió, cuando hablamos da darnos un salto cualitativo al interior del pueblo, esta en como somos capaces de retomar la ofensiva popular, aunque sean pequeños esfuerzos multiplicados por el país, radica precisamente en logar que nuestro vecino, nuestro amigo de curso o compañero de trabajo sea nuevamente: compañero.

Por esto asumimos que nuestra organización no nace como una respuesta al actual modelo. Nace como una propuesta alternativa de sociedad, lleva en su matriz la tarea de construir el poder del pueblo que derrote a los poderosos. Es legítima porque pretende que la riqueza inagotable que existe en el trabajo humano, en el desarrollo de creatividad y la investigación, esa riqueza que cada uno de nosotros posee no vaya a parar a los bolsillos de unos pocos. Hoy, al igual que ayer y que mañana: La clase obrera y el pueblo deben saber que la única salida reside en sus propias fuerzas. Si nosotros ya lo sabemos, es tiempo de que seamos capaces de explicarlo, de hacerlo carne. Esa es nuestra razón de ser. Llevamos 10 años en esta tarea, nada si se compara con la historia de lucha de nuestro pueblo. Llevamos 10 años de sudor, nada si se compara con el que deja cada familia trabajadora de nuestro país en jornadas extensas de trabajo. Cumplimos 10 años compañeros, y estamos orgullosos, pero de nada sirven sino se cumplen 10 años más, o 20 si es necesario; de nada sirven sino se cumple con el anhelo de hacer la revolución.

El deber de todo revolucionario, es hacer la revolución.