El 24 de julio se cumplirán 30 años del día en que los nombres de 119 chilenos y chilenas fueron portada de los diarios y «noticia» destacada en la TV oficial. Citando datos de periódicos montados expresamente para la ocasión en Curitiba, Brasil (O Dia) y Buenos Aires (semanario «Lea», vinculado a López Rega), se informó en […]
El 24 de julio se cumplirán 30 años del día en que los nombres de 119 chilenos y chilenas fueron portada de los diarios y «noticia» destacada en
Pinochet zafó de ser juzgado por estos crímenes. Pero aún sigue estando desaforado por ladrón. Sin embargo este es un robo mucho mayor, el de 119 vidas de hombres y mujeres, la mayoría muy jóvenes, que hoy nos hacen una falta increíble. Eran como nosotros, con sueños, amores, oficios y profesiones, hijos y amigos. Se jugaron enteros por un Chile más justo y libre de la tiranía. Y los desaparecieron.
Dicen que están en el mar o en los volcanes. Pero yo sé que andan rondando por el Liceo Manuel de Salas, donde varios de ellos estudiaron, o por diversas escuelas de las Universidades de Chile y Concepción de las que egresaron decenas de estos muchachos, y por las calles y barrios donde crecieron y desde donde fueron secuestrados. Los trece hijos póstumos que ellos nos dejaron, están logrando armar sus imágenes entrevistando por el mundo a sus amigos y compañeros de partido. Las organizaciones de mujeres recuerdan a las 18 compañeras y las rescatan de su invisibilidad en la lucha de resistencia.
En enero de 2005, gracias al Ministro de fuero Alejandro Solís, uno de los 119, Miguel Angel Sandoval, el sastre mirista del GAP, logró hacerle a Manuel Contreras, un traje de presidiario que el criminal está luciendo ahora en la cárcel especial de la comuna de Peñalolén, muy cerca de la ex Villa Grimaldi donde antes reinó el entonces jefe de la policía secreta chilena,
Hoy este grupo de 119 resistentes deja por un rato de armar sus radios clandestinas, de enviar noticias al exterior, de imprimir El Rebelde o el volante con un dibujo de Allende para sugerirnos narrar sus historias: por ejemplo, la del detective honesto de la red de la resistencia construida el año 74 en la policía de Investigaciones, o la del conscripto (colimba) forzado a ingresar a
Muchos de los padres de los 119 ya no están. Ahora sus hijos son de todos nosotros los chilenos. Hagámosles un puesto en las marchas por la libertad de los presos políticos mapuche y no mapuche, y en la exigencia de «tortura nunca más». Dejémosles desafiarnos a investigar y denunciar proyectos como Pascua Lama y daños ambientales como el producido por las liberaciones de dioxina de Celulosa Arauco o por los plaguicidas en la salud de las temporeras. No les hagamos una tumba sino un sitio privilegiado en la memoria, una conexión real y virtual con nuestros sueños y los de las nuevas generaciones.