Trascripción de la entrevista radiofónica realizada a Tariq Ali en Democracy Now! el 2 de junio. El gobierno que vino después del de Gaulle, el de Pompidou, hizo de hecho muchas concesiones en cuestiones salariales, laborales, de mejora de las condiciones en las universidades. Para prevenir una revolución, accedieron a un importante acuerdo con las […]
Trascripción de la entrevista radiofónica realizada a Tariq Ali en Democracy Now! el 2 de junio.
El gobierno que vino después del de Gaulle, el de Pompidou, hizo de hecho muchas concesiones en cuestiones salariales, laborales, de mejora de las condiciones en las universidades. Para prevenir una revolución, accedieron a un importante acuerdo con las reclamaciones de los obreros. Los burócratas de los sindicatos fueron a las fábricas y dijeron a los obreros: «Tíos, hemos conseguido un incremento de nuestro salario del 25%». – «A la mierda.» – «¡Pero bueno! Entonces, ¿qué es lo queréis?» – «Queremos la fábrica.»
JUAN GONZÁLEZ: Nos ocupamos ahora de la última entrega de nuestra serie «1968: cuarenta años después». Para hablar del legado del 68 tenemos hoy con nosotros al activista político, historiador y novelista Tariq Alí. En los años sesenta, cuando la guerra de Vietnam alcanzó su máxima violencia, Tariq Alí se ganó a pulso una reputación nacional en debates públicos con personajes como Henry Kissinger o el entonces ministro de asuntos exteriores británico Michael Stewart. Se manifestó contra la guerra de Vietnam, encabezó la memorable marcha a la embajada estadounidense en Londres en 1968 y editó el periódico revolucionario Black Dwarf, donde hizo amistad con personajes tan influyentes como Stokely Carmichael, Malcolm X, John Lennon y Yoko Ono.
Cuarenta años después Tariq Alí continúa su lucha contra la política exterior estadounidense. Ha escrito más de una docena de libros sobre política e historia mundial, cinco novelas y varios guiones tanto para teatro como para el cine. Actualmente es uno de los editores de New Left Review. Su libro de memorias se titula Años de lucha callejera: una autobiografía de los sesenta.
Tariq Alí, bienvenido a Democracy Now!
TARIQ ALÍ: Es un placer estar aquí.
JUAN GONZÁLEZ: Muchas cosas ocurrieron en 1968, y usted obviamente ha tenido ti
TARIQ ALÍ: En el Reino Unido lo que teníamos en los sesenta, en los últimos sesenta, era un gobierno laborista. Este gobierno laborista, a pesar de todas sus promesas, decidió dar su apoyo a la política exterior estadounidense, cuando la guerra de Vietnam alcanzaba su cénit. El gobierno, para nuestro enfado, decidió apoyar la guerra en Vietnam. Así que una oleada de descontento se extendió entre quienes apoyaban a los laboristas, que decían que no, que no se trataba de eso. Fue entonces cuando montamos la Campaña de Solidaridad con Vietnam, aunque en su descargo hay que decir, Juan, que viéndolo hoy, aquel gobierno laborista se resistió con empeño a la presión norteamericana para que enviara sus tropas a Vietnam. Lo respaldaba verbalmente, pero ni el Reino Unido ni ningún otro estado europeo envió tropas a Vietnam, a diferencia de lo que ocurre hoy con Irak. Así que, a pesar de que la apoyaron, fue muy diferente a lo que ahora vemos. Y la embajada de Estados Unidos-
JUAN GONZÁLEZ: Las únicas tropas que enviaron otros países fueron, creo, Corea del Sur, Austrialia…
TARIQ ALÍ: Corea del Sur y Australia siempre estuvieron ahí. Pero ningún país europeo envió sus tropas a combatir en Vietnam. Resulta muy interesante cuando vuelves a pensar en ello. Nos encontrábamos en el punto álgido de la Guerra Fría. Podrían haberlo hecho, pero no lo hicieron.
Así pues, fue creciendo un gran movimiento, que reclamaba la disociación con la guerra en Vietnam y la retirada del apoyo político británico. Un movimiento que fue cada vez mayor, apoyado por políticos destacados de la época en el Reino Unido que no formaban parte del gobierno. Tuvimos muchos parlamentarios laboristas que se oponían a la guerra, cantantes de rock que venían a las manifestaciones, Mick Jagger escribió Street Fighting Man, muchísima otra gente participó en ello. El hecho de que el Reino Unido fuese el aliado más próximo a los EE.UU. en Europa lo convirtió finalmente en un problema.
Recuerdo al senador Eugene McCarthy, el candidato demócrata pacifista, declarar en público: «¿Qué es lo que está haciendo nuestro país, cuando nuestra embajada en la capital que no es más amistosa de Europa se encuentra bajo asedio permanente?» Esto nos animó muchísimo, porque significaba que lo que hacíamos tenía un impacto.
JUAN GONZÁLEZ: ¿Y la protesta en la embajada estadounidense en la que participaste?
TARIQ ALÍ: Bueno, esto ocurrió tras la ofensiva del Tet en Vietnam, cuando los vietnamitas tomaron la embajada estadounidense en Saigón por un espacio de ti
Nosotros nos preguntábamos: ¿qué podemos hacer para mostrar nuestra solidaridad con los vietnamitas? ¿No podríamos sencillamente capturar la embajada por algún ti
Los enfrentamientos en Grosvenor Square fueron lo que realmente sorprendió al país, porque el país no estaba preparado para ello. Pero le mostró la magnitud del malestar. Y entonces, unos pocos meses después, Francia explotó en mayo-junio, con diez millones de obreros en huelga, lo cual obligó a toda la clase política a enfocar la lucha en algo completamente diferente, algo que había empezado como un movimiento contra la guerra se estaba convirtiendo en aquellos momentos en un movimiento social de raíces mucho más profundas.
JULIAN GONZÁLEZ: Y la convulsión francesa, por supuesto, no empezó realmente en París, como mencionas en un artículo que recientemente has escrito para The Guardian. Empezó en una pequeña universidad en las afueras de París, y empezó en marzo, ¿verdad? Podrías explicarnos.
TARIQ ALÍ: Empezó en marzo.
JUAN GONZÁLEZ: Para muchos de nuestros oyentes y espectadores más jóvenes, hay algo de esa historia, de ese sensacional movimiento, que… ¿cómo unos cuantos estudiantes terminaron liderando un movimiento que paralizó a toda la nación?
TARIQ ALÍ: Es algo verdaderamente increíble cuando te detienes a pensarlo. El 22 de marzo, en un campus universitario en Nanterre, en las afueras de París, los estudiantes salen para protestar contra las restricciones, contra las malas condiciones de alojamiento, y el gobierno reacciona exageradamente, golpeándolos. Crean el comité 22 de Marzo, que llamó a manifestarse en el corazón del Barrio Latino, y el barrio explotó la noche del 10 de mayo.
Dos meses después, la campaña estalló con enfrentamientos masivos. Y, sabes, los franceses tienen la mágica capacidad de construir barricadas. Históricamente, desde el siglo XVIII en adelante, han sido muy buenos levantando barricadas. Es algo casi genético. De ese modo levantaron las barricadas en mayo, con el país completamente dividido.
A los estudiantes se unieron los obreros. Hubo huelgas en las fábricas. Y pronto, a comienzos de junio, tuvimos a diez millones de obreros en huelga, muchos de ellos ocupando la sociedad y queriendo dirigir la sociedad. Y tuvimos a Jean-Paul Sartre, el gran filósofo francés, felicitando a los estudiantes y a los obreros y diciendo, «tienes que poner imaginación en las bases del poder.» Así que cuando el levantamiento francés transformó el sentir en toda Europa, sin ninguna duda, la gente se asustó.
JUAN GONZÁLEZ: ¿Y cómo construyeron los estudiantes ese tipo de alianza con el movimiento obrero? ¿Cómo se extendió más allá de los estudiantes hacia el movimiento obrero?
TARIQ ALÍ: Pienso que cuando los obreros vieron a los estudiantes luchar en las barricadas, les sirvió de ejemplo. Como los estudiantes con lo que habían visto de la lucha de los vietnamitas en Saigón: había que seguirlos. Por eso cuando el Barrio Latino en el corazón de París estuvo bajo el control de los estudiantes fue bautizado como el Barrio del Heroico Vietnam. Y cuando los obreros vieron a los estudiantes luchando en las barricadas se dijeron, «Eh, espera un minuto. Esos chavales están conquistando el estado. Nosotros sufrimos mucho más que ellos.» Y poco a poco delegaciones de jóvenes obreros empezaron a llegar de las fábricas de automóviles y de otras fábricas para unirse a los estudiantes. Hay una anécdota que me parece muy divertida, cuando llegaron los obreros de la construcción, vieron lo que los estudiantes habían hecho y de repente dijeron: «Esperad. Podemos enseñaros a construir mejores barricadas», e inmediatamente se construyeron más y mejores barricadas. Este efecto ejemplar se trasladó luego a las fábricas, a los líderes sindicales, los cuales eran, todos ellos sin excepción, comunistas, los cuales se vieron sobrepasados por todo esto hasta que al final no pudieron controlar a los obreros y éstos ocuparon las fábricas.
JUAN GONZÁLEZ: ¿Y qué impacto tuvo aquel movimiento en las condiciones sociales de la gente en Francia (porque obviamente Charles de Gaulle, el héroe de la Segunda Guerra Mundial, era el presidente del país por la época) y en el gobierno? ¿Qué tipos de reformas surgieron de aquello?
TARIQ ALÍ: Al gobierno le entró pánico. Cuando Charles de Gaulle, en un raro arranque de ira, pues por lo común era muy altivo, descubrió lo que estaba ocurriendo en su país, dijo que se trataba de «Chie-en-lit» -«mierda en la cama»-. Entonces los estudiantes crearon un cartel con una imagen de de Gaulle y el texto «No, tú eres chie-en-lit» que se pegó por todas las calles de París. Pero a de Gaulle le entró pánico. Durante la huelga general en Francia le entró pánico.
Viajó secretamente para dirigirse a las tropas francesas estacionadas en Baden-Baden, en Alemania, y les preguntó, «Si París cae, ¿me ayudaréis a reconquistarla?». Y el ejército, su general, dijo, «Lo haremos después de que liberes a los generales involucrados en el golpe de estado en Argelia», unos generales de extrema derecha. Y de Gaulle hizo el trato. Nunca llegó a cumplirlo, gracias a Dios, porque entonces se hubiera producido en enorme baño de sangre. No llegó a hacerlo, pero todo aquello demuestra hasta qué punto estaba asustado.
Y tenías también a aquellos periodistas franceses que viajaban por Europa y a los que se preguntaba: «¿Cree que la enfermedad se contagiará? ¿Es muy seria?», porque los gobernantes de toda Europa occidental se pusieron nerviosos.
JUAN GONZÁLEZ: Volviendo a Francia, ¿qué tipo de impacto hubo en la sociedad francesa, en cuanto a las condiciones de los obreros y de los estudiantes después de aquellos hechos?
TARIQ ALÍ: Bueno, el impacto se tradujo en importantes reformas. ¿Sabes?, el gobierno que vino después del de Gaulle, el de Pompidou, hizo de hecho muchas concesiones en cuestiones salariales, laborales, de mejora de las condiciones en las universidades. Para prevenir una revolución, accedieron a un importante acuerdo con las reclamaciones de los obreros. Los burócratas de los sindicatos fueron a las fábricas y dijeron a los obreros: «Tíos, hemos conseguido un incremento de nuestro salario del 25%». «A la mierda.» – «¡Pero bueno! Entonces, ¿qué es lo queréis?» – «Queremos la fábrica.»
JUAN GONZÁLEZ: De lo que mucha gente no se da cuenta, creo yo, es que, en los últimos cuarenta años, las clases dominantes en Francia han estado intentando echar marcha atrás a todas las reformas que se consiguieron entonces por un corto período de ti
TARIQ ALÍ: Lo es. Y el actual presidente, Nicolas Sarkozy, llegó al poder diciendo: «Mi victoria muestra la muerte del mayo del 68 y de su legado en Francia, que destruiré para siempre.» Bueno, lo que está ocurriendo es justamente lo contrario. Su valoración por los franceses, un año después de su victoria electoral, está por los suelos. Es un presidente que no gusta, más impopular incluso que Chirac. Mientras hablamos aquí, en Francia están teniendo lugar huelgas en el sector público.
JUAN GONZÁLEZ: Me gustaría pasar a hablar de Checoslovaquia, también en 1968. Lo que ocurrió en Francia tuvo tanto impacto como lo que ocurrió en Checoslovaquia con su confrontación con la Unión Soviética.
TARIQ ALÍ: Sabes, Juan, siempre me pareció que, en cierto modo, lo que ocurrió en Checoslovaquia supuso un aliento de esperanza, porque allí hubo una facción reformista dentro del Partido Comunista Checo tratando de convertir Checoslovaquia en una democracia socialista. Dubcek, el líder de los reformistas, declaró querer «un socialismo de rostro humano».
Y aquel socialismo de rostro humano llevó a las más apasionantes discusiones en la prensa y la televisión checas, que se convirtieron en las más libres de Europa, y ello siendo de propiedad estatal. Los periodistas tomaron el control de su trabajo, y la prensa y la televisión se transformaron. Los prisioneros políticos pudieron enfrentarse a sus carceleros en el prime-time televisivo y preguntarles «¿Por qué nos torturáis? ¿Por qué dijistéis esto y aquello?». El país entero estaba politizado.
Y entonces, temerosos de que esta enfermedad particular se extendiera hacia Rusia y Europa oriental -y se daban todas las condiciones para que así fuera-, los rusos enviaron los tanques. Y la respuesta de la OTAN no fue crítica.
JUAN GONZÁLEZ: Y enviaron los tanques alrededor de… ¿en qué mes?
TARIQ ALÍ: Agosto.
JUAN GONZÁLEZ: Agosto.
TARIQ ALÍ: Fue el 21 de agosto de 1968. Los rusos y las potencias del Pacto de Varsovia enviaron los tanques para aplastar el experimento checo. Con ello, y sin saberlo, firmaron su propia sentencia de muerte, porque, interesantemente, cuando a gente como Aleksander Solzhenitsyn, el premio Nobel que escribió sus famosos libros sobre el gulag, se le preguntó cuándo había perdido completamente la esperanza en su propio país y en su capacidad para reformarse desde el propio interior, Solzhenitsyn contestó: «el 21 de agosto de 1968. Cuando detuvieron a los checos por lo que querían hacer, transformar el sistema, supe entonces que era el fin, y perdí la fe en este régimen.» Es interesante.
Pero la respuesta de occidente fue muy tibia, porque tampoco estaban muy contentos con el socialismo de rostro humano. Quién sabe qué hubiera ocurrido si hubieran ganado los checos. La historia de Europa hubiera podido ser muy diferente, porque en ella nunca existió un gobierno socialista que fuera democrático. Y aquí hubo la posibilidad de encontrar ambas cosas, lo que sin duda habría dado una forma muy diferente a Europa y al mundo.
JUAN GONZÁLEZ: Estamos hablando con Tariq Alí, activista político, novelista e historiador. Sus memorias se titulan Años de lucha callejera: una autobiografía de los sesenta. Volvemos en un minuto. Permanezcan en sintonía.
[pausa]
JUAN GONZÁLEZ: Estamos hablando con Tariq Alí, el activista político, novelista e historiador. Sus memorias se titulan Años de lucha callejera: una autobiografía de los sesenta. Ha publicado recientemente un extenso artículo en la edición de Londres de The Guardian titulado ¿Adónde ha ido toda la rabia? sobre 1968. Hemos estado hablando sobre Inglaterra, Francia, Checoslovaquia, lugares en los que fermentó el 68 en Europa, pero no fue sólo cosa de Europa o Norteamérica. Hubo movimientos por doquier, movimientos asombrosos, al mismo ti
TARIQ ALÍ: Lo sé. De hecho es algo a lamentar. Muestra el lado nostálgico del asunto: la gente sólo quiere recordar que lo que recuerdan de aquella época. Pero creo que hay dos acontecimientos importantes en el Tercer Mundo que se pasan por alto: uno fue la insurrección de los estudiantes mexicanos, que fue el año de los Juegos Olímpicos, no lo olvidemos. Los estudiantes mexicanos lucharon por la democracia en su propio país, y lo hicieron contra un régimen opresivo de facto de partido único. Y las autoridades mexicanas los masacraron. El gobierno mexicano llevó a cabo una enorme masacre. Se asesinaron a cientos de estudiantes, y miles de ellos fueron heridos. Al mismo ti
JUAN GONZÁLEZ: ¿Qué se reclamaba en México por aquel entonces?
TARIQ ALÍ: Preocupaban la justicia social, la democracia, los derechos democráticos y el fin de un gobierno autoritario y corrupto de partido único. Eso era lo que los estudiantes mexicanos reclamaban, y por lo que fueron acribillados. La imagen más extraordinaria de aquellos Juegos Olímpicos fue la de los dos atletas estadounidenses que ganaron la medalla de oro, dos corredores que ganaron respectivamente la medalla de oro y de plata, cuando subieron al podio. Fue un momento de verdadero orgullo e internacionalismo que, en solidaridad con los estudiantes, cuando recibieron sus medallas permanecieron con la cabeza agachada y levantaron sus brazos para saludar puño en alto, un momento muy emotivo que fue visto en todo el Tercer Mundo como una muestra de solidaridad por parte de los atletas afroamericanos.
JUAN GONZÁLEZ: Y, por supuesto, en el mismo México, la consecución de justicia o la rectificación de lo que ocurrió allí es desde entonces una batalla política que se fue sucediendo a lo largo de varios gobiernos mexicanos.
TARIQ ALÍ: Se fue sucediendo entonces y se sigue sucediendo hoy, porque en las últimas elecciones mexicanas, como cualquiera que las haya seguido de cerca sabe, engañaron una vez más al electorado. Amañaron las elecciones, no a lo grande, como solían hacer en el pasado, pero sí lo suficiente como negarle a López Obrador la presidencia. La campaña de Obrador movilizó en México mucha más gente que cualquier otra campaña que se haya hecho: reunió literalmente a un millón de personas en el Zócalo, en el corazón de Ciudad de México. Luego dijeron que no consiguió reunir a tanta gente -esta manipulación se repitió en la mayoría de zonas del país. Todo el mundo pensaba que iba a ganar. Pero de repente, en el último momento, amañaron las elecciones, y toda la gente que acusa a Chávez en Venezuela de toda tipo de crímenes y envía a cientos de observadores a vigilar cada movimiento suyo, esa misma gente no estuvo presente cuando el gobierno pro-occidental de México amañó las elecciones contra López Obrador.
JUAN GONZÁLEZ: Luego están, por supuesto, los acontecimientos que ocurrieron en su patria, probablemente los menos recordados de todos los levantamientos de 1968.
TARIQ ALÍ: Sabes, mucha gente se sorprende cuando se dirigen a mí y me dicen, «Bueno, ya sabemos lo que ocurrió en el 68, pero perdimos en todos los sitios. Luchamos, y perdimos», y yo les contesto, «Esperen un minuto. Hubo un país donde lucharon durante tres meses: fueron los estudiantes en Pakistán, contra la dictadura militar. Y la lucha, que empezó el 7 de noviembre de 1968, duró hasta el 10 de marzo de 1969.»
Y si atendemos a la cronología de aquella lucha, Juan, se nos aparece cada vez como más y más importante. Se unieron a ella los obreros, los trabajadores de cuello blanco, los abogados, las mujeres, los jueces salieron a la calle, las prostitutas se organizaron y salieron a la calle. Se convirtió en una lucha social de masas. Y cada día crecía más y más el número de gente asesinada. Todavía hoy no tenemos cifras exactas de cuánta gente murió tiroteada a manos de la policía en Pakistán.
Los obreros del ferrocarril empezaron a cortar las líneas de trenes, sacando las vías de sus raíles, reclamando algo muy simple: el fin de la dictadura y la celebración de unas elecciones democráticas libres en el país. Éstas fueron las dos reclamaciones principales. Pero el dictador militar de aquella época, el mariscal de campo Ayub Khan, apoyado por Washington y Londres, se mantuvo firme hasta que se dio cuenta de que no podía continuar de aquel modo. En marzo fue depuesto. Y recuerdo-
JUAN GONZÁLEZ: ¿Por qué estaba respaldado por Washington y Londres?
TARIQ ALÍ: Bueno, porque Washington, en cuanto a Pakistán, siempre ha preferido que esté gobernado por el ejército antes que por políticos. No se fían demasiado de los políticos. Los tres principales dictadores que Pakistán ha tenido han sido respaldados por Washington. Y de hecho, Ayub fue llevado al poder por Washington en octubre de 1958. Después de 10 años, los estudiantes -fue destituido. Hubo una insurrección, y se vio obligado a marcharse.
Yo estuve en el país por entonces, y el sentir era sencillamente de excitación, de euforia, ¿sabes?, gente celebrándolo en las calles, abrazándose los unos a los otros, distribuyendo caramelos. Y la religión no jugó ningún papel en la lucha. Fue una lucha totalmente secular. Y las tres grandes demandas del movimiento, las demandas sociales del movimiento, fueron comida, ropa y techo para todos.
JUAN GONZÁLEZ: También hablas del enorme desarrollo del movimiento feminista en la época, del cual mucha gente, tratándose del mundo musulmán, hoy no sería capaz de imaginar. Pero en el 68 hubo un fuerte movimiento feminista.
TARIQ ALÍ: Hubo fuertes organizaciones de mujeres en ambas partes de Pakistán. Uno de los sucesos más emotivos fue cuando un estudiante fue asesinado en la parte occidental del país y en la parte oriental del país, que más tarde se convertiría en Bangladesh, las mujeres salieron a las calle, muy pocas de ellas con la cabeza cubierta, pero todas descalzas en señal de duelo y solidaridad por lo que les había ocurrido a los estudiantes en el oeste de Pakistán.
Del movimiento feminista a menudo se olvida: ¿por qué se llamaba movimiento de «liberación» de la mujer? La palabra «liberación» vino de Vietnam. El Frente de Liberación Nacional de Vietnam estaba luchando por su libertad; nosotros debíamos luchar por la nuestra. El movimiento de liberación gay, el movimiento de liberación de la mujer, el movimiento de liberación negro, todos ellos estuvieron inspirados por aquella lucha.
Y me parece que lo que sobrevive de aquello, en términos de legado, los grandes logros, fueron probablemente hechos en aquel frente, el frente social y el sexual. Se ganaron derechos para la mujer, el derecho de la mujer al aborto, el fin de los abortos ilegales, la libertad para la homosexualidad, que estaba completamente perseguida. La gente ahora lo olvida, porque las cosas han cambiado mucho en ese tema, pero en países como el Reino Unido a finales de los 50 y en los 60, a primeros de los 60, era ilegal ser homosexual. Ilegal. Se era arrestado si se descubría. Tengo muchos amigos que terminaron encarcelados. Ahora a los jóvenes les cuesta creerlo. Así que el movimiento del 68 fue político y social, y también un movimiento para la liberación sexual, lo cual no debe olvidarse. Muchos de los derechos de los que disfrutan las mujeres y los homosexuales provienen de aquella lucha.
JUAN GONZÁLEZ: La religión, como dices, no jugó ningún papel en aquel movimiento, y ahora, en cambio, la religión juega un gran papel en la vida política y en la vida cotidiana del Pakistán actual. ¿Qué transformación ha tenido lugar?
TARIQ ALÍ: ¿Sabes qué?, personalmente no creo que la religión tenga tan gran papel como se dice. Creo que… mire, en las últimas elecciones en Pakistán los partidos religiosos fueron virtualmente barridos del mapa electoral. Es cierto que hay mucha más religiosidad hoy en Pakistán, pero lo cierto es que la hay en todo el mundo, incluyendo este país. Pero en términos de partidos religiosos, no es verdadera ni la idea de que Pakistán está a punto de ser tomada por los jihadistas ni de que los jihadistas podrán poner sus manos sobre la bomba nuclear.
Acabo de escribir un libro sobre Pakistán, que será publicado en septiembre, en el cual cuestiono todas estas mitologías y me pregunto por qué fueron creadas y cuál es su función. La mayor parte del país no se siente atraída ni por los políticos religiosos ni por los jihadistas. Son una minoría muy muy pequeña en Pakistán. Los auténticos problemas de la gente en aquel país son la comida, el vestir, la vivienda, la educación. Y ningún partido político, ni tampoco el ejército, están interesados en resolverlos. La sorpresa es, para mí, que cada vez hay más gente que no se acerca a la religión. No lo hacen.
JUAN GONZÁLEZ: Así pues, ¿adónde ha ido toda la rabia, cómo te preguntabas en tu artículo? ¿Y por qué encontramos hoy tan poca de aquella rabia que surgió en un breve período de ti
TARIQ ALÍ: Bueno, para empezar era un período completamente diferente. Fue una época de guerra, de revoluciones. No lo olvides, muchas revoluciones tuvieron lugar entonces. Quiero decir, la revolución cubana ocurrió en 1959. El sentimiento era muy diferente, mientras que de lo que somos testimonios ahora es, esencialmente, de intentos de eliminar por completo un movimiento después de grandes derrotas.
Las manifestaciones contra la guerra de Irak en el 2003 fueron gigantescas, mucho mayores que cualquier cosa que ocurriera en los sesenta, tanto en Estados Unidos como en Europa. Gigantescas. Pero fue como un espasmo. Ocurrió y luego desapareció. Y fueron millones los ciudadanos de a pie que salieron a la calle para decir a sus políticos: «Mentís. Sabemos que mentís. No nos obliguéis a entrar en esta guerra.» Pero una vez terminó la guerra e Irak fue ocupado, cundió la desmoralización, la depresión, un sentimiento de impotencia, se retiraron. Mientras que el movimiento del 68 creció lentamente y alcanzó su cenit, aquí el movimiento alcanzó rápidamente su cenit en su intento de detener la guerra, y después se desvaneció.
JUAN GONZÁLEZ: Mencionas las protestas masivas en el 2002 y en el 2003. También tuvimos en este país una protesta masiva sin precedentes hace justamente un año o dos, una protesta de inmigrantes en el país-
TARIQ ALÍ: Sí.
JUAN GONZÁLEZ: -contra los intentos de promulgar unas leyes aún más draconianas contra los inmigrantes. Una vez más, el movimiento creció y luego desapareció, y no ha habido ninguna continuidad de relevancia. ¿Podría ser una parte del problema el que no se ponga demasiado énfasis en la necesidad de crear una organización radical y revolucionaria que aguante y dé una respuesta masiva y sea capaz de proporcionar algún tipo de fuerza acumulada a los movimientos progresistas?
TARIQ ALÍ: Bueno, pienso que una parte del problema es que no hay organización política, radical o de cualquier otro tipo, que pueda dar continuidad a estos movimientos, excepto en Latinoamérica, donde país por país, podemos encontrar gigantescos movimientos sociales . Y el resultado de todo ello en Venezuela, en Bolivia, en Ecuador y ahora en Paraguay, en todos sitios, son victorias para la gente ligada a estos movimientos. Así, Latinoamérica, en mi opinión, es uno de los pocos lugares donde cabe la esperanza. Pero en el resto del mundo, los movimientos se inflan y desinflan con la misma rapidez.
Quiero decir, podríamos decir, que un desarrollo inusual en las políticas occidentales es el tamaño de las audiencias que está consiguiendo Barack Obama en sus actos. Ha dado energías a la juventud de una manera en que no había ocurrido antes. Es una locura y resulta sectario decir «pero son demócratas». Sí, lo son, pero eso no es lo que interesa. Lo interesante aquí es que una nueva generación ha vuelto a interesarse por la política. La pregunta es, ¿permanecerá este interés si los demócratas ganan? Aún así, sigue siendo un fenómeno interesante.
JUAN GONZÁLEZ: Pero entonces la cuestión es: ¿están ligados a la política habitual del Partido Demócrata o, por lo contrario, están ligados a algún tipo de potencial movimiento social, real? Ésa es la gran cuestión, en lo que se refiere a la carrera por la presidencia.
TARIQ ALÍ: Bueno, es… sabes, la fuerza de esta campaña a favor de Obama ha sido que la gente piensa que él ofrece algo diferente, que esto marcará una ruptura. Y, por supuesto, a un nivel, su raza, desde luego marcará una ruptura fenomenal si resulta elegido. Pero en todo lo demás, por supuesto, habrá que verlo con el ti
JUAN GONZÁLEZ: Y en Europa y el Reino Unido hoy, ¿cuáles son las expectativas ante estas elecciones presidenciales?
TARIQ ALÍ: En Europa varía dependiendo del sitio. Quiero decir, que creo, por ejemplo, que en Italia, donde acaba de ganar holgadamente la derecha, les resultaría incómodo, porque ahora hay un gobierno muy racista en Italia. Juan, no sé si la gente aquí lo está siguiendo o no, pero el 68% de los italianos quiere que los gitanos, el pueblo nómada, sea expulsado de su país, olvidando que fueron víctimas del Tercer Reich, eliminados físicamente en la Segunda Guerra Mundial. Así que si EEUU elige a un presidente negro, creo que muchos de los italianos de derechas estarán ligeramente desconcertados, diciéndose a sí mismos: «Oh, pero es este tipo de gente el que estamos tratando de sacar de nuestro país.»
En el Reino Unido están preparados para ir con quienquiera que Washington escoja, ambos partidos políticos, el Nuevo Laborismo y el Conservador. No les preocupa. Su postura será de apoyo a la Casa Blanca, gane quien gane. Si Obama cambia algunas cosas, le secundarán. No van a pelearse por ello.
Pero Europa, por supuesto, está observando todo este proceso atentamente, porque en Alemania, por ejemplo, y también en otros países, hay políticos que están increíblemente disgustados con la catastrófica empresa que supuso Irak, y ahora, también Afganistán, donde no ven ninguna esperanza. Están esperando que haya un cambio de régimen para poder retirarse y permitir al mundo occidental respirar de nuevo, sin necesidad de ocupar otros países. Pero puede que se trate de una esperanza que no se cumpla, algo que tendremos que esperar para ver.
JUAN GONZÁLEZ: Bueno, quiero agradecerte tu presencia. Tariq Alí hablará mañana 30 de mayo por la noche, a las 19:30, en el Baruch Performing Arts dentro un ciclo de conferencias titulado «El nuevo imperialismo: viejos problemas y nuevos desafíos». Gracias de nuevo por estar con nosotros.
TARIQ ALÍ: Muchas gracias.
JUAN GONZÁLEZ: Tariq Alí, activista político, novelista e historiador. Una autobiografía de los sesenta es su último libro. Mañana intervendrá en el Baruch Performing Arts Center aquí en Nueva York.
Tariq Ali es miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO .
Traducción para www.sinpermiso.info :
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Democracy Now!, 2 de junio de 2008