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2007: Año de grandes avances, base para un 2008 con nuevo desafios

Fuentes: Crónica Digital

Todo indica que los trabajadores, como sujeto principal de la construcción de fuerza alternativa en Chile, han llegado para quedarse. Un «inventario» de hechos y acciones, aún incompleto, evidencia tal firmación. I) LOS QUE GENERAN LA RIQUEZA La protesta nacional del 29 de agosto convocada por la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, presidida por Arturo […]


Todo indica que los trabajadores, como sujeto principal de la construcción de fuerza alternativa en Chile, han llegado para quedarse. Un «inventario» de hechos y acciones, aún incompleto, evidencia tal firmación.

I) LOS QUE GENERAN LA RIQUEZA

La protesta nacional del 29 de agosto convocada por la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, presidida por Arturo Martínez; las potentes luchas y tratativas impulsadas por los trabajadores del subcontrato del cobre, que irradian nacionalmente hacia toda el área económica del trabajo precario; las batallas del sector forestal, de los temporeros, de Agrosuper, impusieron un cuadro que significó asuntos no menores en la desigual relación capital-trabajo, provocando rupturas inéditas en las formas legales
de negociación hasta ahora existentes.

Los sindicatos se agruparon, lucharon y negociaron en conjunto, lograron negociar con las empresas matrices, y provocaron mejores condiciones para seguir conquistando nuevas posiciones.

Los trabajadores del sector público y municipal generaron nuevas movilizaciones, fueron activos e incidentes en instalar la necesidad de un nuevo trato y salarios dignos.

En el gremio de los profesores, se produce un vuelco que tiene historia y que será incidente en el cuadro que se forma para el nuevo año: Asume la presidencia nacional el dirigente comunista Jaime Gajardo, con una lista de representación plural, la cual recibe el apoyo del voto docente de la izquierda, de sectores no menores de partidos de la Concertación y también de expresiones de la llamada Fuerza Social. Una nueva mayoría se conforma en el Colegio, fundada en un descontento creciente del magisterio en sus bases, y producto también del avance de posiciones que logran representar aspiraciones fundantes que no han tenido una solución para los profesores.

Tal cambio, debería implicar también un fortalecimiento de la CUT. Jaime Gajardo es el Secretario General de la Central y representa una política (la comunista) que busca precisamente hacer avanzar una CUT a la altura de los nuevos desafíos sociales y políticos.

Es este avance, es esta irrupción y es este fundamento, lo que hace emerger un nuevo concepto en Chile: El salario ético para todas y todos los trabajadores, planteado por el Presidente de la Conferencia Episcopal.

Si bien es cierto, como casi todo, este nuevo concepto tiene su historia y su pasado, lo relevante es que en el 2007, producto de las luchas y planteamientos de los trabajores, emerge desde la voz del Obispo Goic, su instalación visible y necesaria. Antes del Presidente de los Obispos católicos chilenos, ya había intervenido en un conflicto laboral Monseñor Ezatti.

El Obispo Goic lanza la demanda del salario ético, cuando interviene para mediar en el conflicto legítimo y democrático que llevaron y llevan adelante los miles de subcontratados del sector del cobre estatal.

La intervención de la Iglesia Católica se extiende, otros Obispos también opinan en esa misma dirección; el Cardenal Errázuriz se refiere a la necesidad de enfrentar las agudas desigualdades sociales, mientras las movilizaciones y tratativas que impulsan los trabajadores «cruzaron» el escenario nacional del 2007.

A este torrente se suman numerosas acciones de los trabajadores en todo el territorio nacional, partiendo a comienzos de año con las movilizaciones en la Región Metropolitana, que dieron cauce al legítimo descontento con la imposición del Transantiago.

En años pasados, también hubieron luchas sindicales y movilizaciones nacionales.

Lo nuevo, es que durante el 2007 se expresa una tendencia que se mantiene en el tiempo, se fortalece, se incrementa y se proyecta: el descontento social que impulsan los trabajadores, y en su centro la CUT, alertan a la derecha económica, a los clanes financieros, a las transnacionales, y por cierto a su vocero El Mercurio, el cual durante todo el año dedica páginas y editoriales para advertir del peligro que significa esta irrupción, en la gobernabilidad y estabilidad del sistema en su conjunto.

Otros sectores sociales y movimientos mantienen intensas batallas y logran instalar sus demandas en la cerrada sociedad mediática chilena impuesta desde arriba: el Pueblo Mapuche, los deudores habitacionales, los trabajadores del sector salmonero, los luchadores por un ecosistema autosustentable, los defensores de los derechos Humanos y quienes demandan verdad y justicia plena.

La tendencia se afirma, y llega para quedarse en un sentido nuevo: sujeto de construcción de una fuerza socio-política de nuevo tipo, popular, amplia y nacional.

II) LA EXCLUSIÓN MAS AL DESCUBIERTO

Si bien tiene su historia (hay que recordar que ya el año 1996 el Partido Comunista planteó a la Concertación su propuesta de un Acuerdo Nacional por Cambios Democráticos, cuando Gladys Marín era su Secretria General), es en el 2007 cuando tal demanda se hace más visible y cuando políticamente genera amplios acuerdos y convergencias.

El punto de referencia más inmediato es cuando el PC planteó a la entonces candidata presidencial Michelle Bachelet, antes de la segunda vuelta, la necesidad de cambios sociales y políticos democráticos, entre los cuales, modificar el excluyente sistema político-electoral heredado de la dictadura de Pinochet.

Es en el 2007 que el PC se tensiona más para levantar esta propuesta que también incluye cambios sociales sustantivos.

La CUT se involucra en esta campaña; se conforma el Parlamento Social y Político y se generan amplias convergencias que asumen la demanda de poner fin a la exclusión. Se producen conversaciones con la derecha, y la exigencia se hace más visible y explícita. Nunca antes, desde que se inició la llamada «transición» se había logrado este grado de instalación social, política y comunicacional de la necesidad de un cambio a la
institucionalidad política.

Un sector de la izquierda rechaza este proceso, sobre la base de que considera que cambios al sistema binominal, sólo reafirmarán al modelo en su conjunto.

Las convergencias aumentan, se generan experiencias relevantes en diversos puntos del país, hay encuestas en el 2007 que muestran que la mayoría ciudadana considera injusto excluir al PC, a la izquierda, a los trabajadores del Parlamento chileno. A los sondeos nacionales se suman los realizados en varias comunas, entre ellas Estación Central.

En medio de este proceso, el gobierno da a conocer un proyecto de reformas parciales al sistema binominal. La propia Presidenta lo considera un paso, pero aún insuficiente. La Concertación da su acuerdo; el PC también lo considera un paso adelante, aunque insuficiente; y la derecha congela, frena e impide un avance en esta dirección. Tal situación se mantiene hasta hoy.

Con todo, no se alcanza a lograr un significativa expresión de esta batalla en el plano de masas; en su articulación respecto de los movimientos reales que cruzaron el 2007, aún cuando quedan claras señales de que la exigencia de término de la exclusión, también llegó para quedarse en el itinerario de las grandes batallas populares.

La lucha política contra la exclusión y por cambios al sistema binominal, genera sin embargo otras dinámicas: se profundiza la crítica al modelo en general, se generan mejores condiciones para convergencias transversales, y ello se refleja en las solidaridades y apoyos que diversos sectores políticos otorgan a las luchas y negociaciones de los trabajadores, especialmente.

Es la protesta nacional del 29 de agosto una de las expresiones más claras en este sentido.

Pero ello se volverá a producir en el marco de la Cumbre por la Amistad e Integración de los Pueblos Iberoamericanos; en el Centenario de la Masacre de Santa María de Iquique.

Las convergencias socio-políticas se expresan en la dirección de un más generalizado cuestionamiento al modelo y las fuerzas que lo sustentan. Eso es también parte de la batalla contra la exclusión y un saldo positivo de su instalación en el escenario político nacional.

III) LA CRISIS DE LA CONCERTACION Y EL AVANCE DEL DESALOJO

Diversas y múltiples causas explican la situación de alta tensión que vive el bloque gubernamental. Se trata de una crisis latente, que viene ya de un cierto tiempo, y que ahora se expresa de una forma mucho más intensa y manifiesta.

Tal crisis no esta separada del creciente deterioro del sistema de representación política e institucional que opera en Chile heredado de la dictadura de Pinochet. Sólo que ahora golpea con fuerza a la propia Concertación.

Sin embargo, tampoco estas tensiones pueden verse sólo como expresiones del ejercicio del poder, en un marco no democrático y presidencialista extremo. Es que las demandas y expectativas sociales, de las mayorías, se incrementan mientras el modelo simplemente genera más fisuras y desigualdades. Se trata de un dato de la realidad objetiva: a los millones de excluídos, prácticamente en todos los aspectos de la vida social y material, se unen los millones de descontentos que rechazan seguir viviendo con una tan mala condición de vida, para no decir «calidad de vida».

Una economía depredadora, mercantilista y con un discurso violento y radical, se impone a la posibilidad de una economía a escala humana…entonces el salario ético, el transantiago, el lucro en la educación, el nefasto consenso para una nefasta reforma al sistema previsional, son explicados desde la fría mentalidad de la acumulación de
capital.

Desaparece prematuramente la idea de un «gobierno ciudadano», y se impone en toda la línea la dupla expansiva-laguismo, esa fuerza transversal que sigue absolutamente convencida de que la subordinación a la economía norteamericana; la «excepción» de América Latina; el ajuste permanente en las condiciones de vida, el acuerdo estratégico con la derecha, son la receta para seguir con el modelo adelante.

La derecha endurece su presión relativa, y logra reponer el consenso sobre la base de sus condiciones políticas, esto es, restittuir el orden y la gobernabilidad sobre los de abajo.

El desalojo, en el 2007, también parece ser que llegó para quedarse. Sin embargo, en el 2007 se abren dos procesos con mayor intensidad que en años pasados:

Las tensiones al interior de la Concertación muestran, por primera vez, la posibilidad de caminos políticos que podrían concluir en salidas y divisiones del propio bloque. Tanto hacia nuevas alianzas con la derecha, o hacia nuevas alianzas con la izquierda.

Es el centro político el que entra en disputa, pero no está dicha la última palabra, básicamente porque la propia Concertación ha tenido, antes, la capacidad de autoregular sus propias fisuras y diferencias, incluso para proyectar su ya histórica «vocacación de poder».

Pero, en la base social y ciudadana, aparece con mayor claridad aquel sector que sí creyó y votó por una Concertación que planteaba cambios sociales y políticos, y que ahora observa con desencanto y desesperanza el sentido que adoptan los acontecimientos al interior y al exterior del gobierno y de la coalición.

IV) LA CONTRAOFENSIVA NORTEAMERICANA Y EL PROFIADO PATIO TRASERO

Las tensiones que se viven hoy en el continente, básicamente causadas por la contraofensiva norteamericana, muestran con mayor relevancia los inmensos avances logrados por los pueblos y por los gobiernos que representan proyectos emancipatorios.

Esas voluntades políticas fueron las que se expresaron en Chile durante la Cumbre oficial y la Cumbre de los Pueblos.

El país, sometido a un aislamiento político y mediático severamente controlado, bajo la sostenida descarga de una campaña por momentos histérica contra «todo tipo de populismo», pudo ver con cierta cercanía las reales tensiones que cursan en América.

Por un lado, una crisis económica en Estados Unidos que empieza a golpear con mayor fuerza a las economías regionales (incluída la chilena), y por otro lado, un avance de procesos de integración y entedimientos que dan mucho mayor razón a esas estrategias, como lo demuestra y representa el Banco del Sur.

Es claro que, en ese contexto, el gobierno de Bush ha optado por la radicalidad, la intervención y el divisionismo territorial. Pero esa misma política es la que no deja espacio a una «tercera vía» o a la «exepcionalidad» que impulsa como gran bandera nacional el Canciller Foxley.

Tanto el Banco del Sur; el corredor bioceánico impulsado por Bolivia, Brasil y Chile; el diálogo Morales-Bachelet; los avances en el proyecto de integración ALBA y los desarrollos del Mercosur, son hechos contudentes que no dejan espacio a la «tercera vía» en las relaciones exteriores de Chile.

La administración Bush, como lo hace en todo el mundo, optó también en el 2007 por agudizar su intervención en América y El Caribe, y eso hace prever que las tensiones y agresiones antidemocráticas se profundizarán en el 2008.Sin embargo, la voluntad política emancipatoria, tiende a mantenerse y a consolidar una nueva correlación de fuerzas en el continente.

V) LA NECESIDAD DE UN GOBIERNO DEMOCRATICO: MAS CERCA AHORA

Una mirada de balance muestra que la política impulsada por el Partido Comunista y otros sectores de izquierda y progresistas, aún no siendo un bloque o referente, ha ayudado en términos muy significativos a construir un nuevo escenario y nuevas tendencias para el 2008.

El proceso de acumulación de fuerzas ha crecido favorablemente. Vienen nuevos desafíos, como las elecciones municipales y y batallas nacionales de los trabajadores.
El centenario de Salvador Allende será un hito nacional y mundial de gran intensidad.

Allende es un constructor de futuro, un referente, pero sobre todo, quien expuso con claridad la contradicción fundamental de esta época, cuando en su discurso en las Naciones Naciones, predijo lo que los pueblos y la humanidad enfrentarían ahora.

Todo el cuadro tiende a mostrar, con mayor nitidez histórica, la necesidad de una correlación de fuerzas que se plantee de verdad la conquista de un gobierno democrático de nuevo tipo.

Al agotamiento del modelo, se requiere construir una nueva fuerza capaz de hacer de ese gobierno el pilar fundante del nuevo estado nacional. Los tiempos políticos e históricos son más breves para esa tarea.
Pero ello también requiere de alianzas amplias y convergencias sólidas; de luchas unitarias y nacionales, en la perspectiva de visualizar en el horizonte el objetivo grueso del período:

Una fuerza y una plataforma para ese futuro gobierno con la capacidad y la legitimidad de llevar adelante la tarea de una nueva constitución política y una asamblea constituyente que fundamente tal proceso democrático y revolucionario.

El autor es periodista y académico de las universidades de Santiago y Arcis. Subdirector de Crónica Digital.