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5 cubanos en prisión víctimas de la obsesión de Bush

Fuentes: Progreso Semanal

Piensen en los Cinco de Cuba como víctimas del trastorno obsesivo-compulsivo de George W. Bush. Hechos: Cinco cubanos vinieron encubiertamente a Estados Unidos en los años 90 para infiltrarse en grupos terroristas anti-castristas. Actualmente están en cárceles norteamericanas. Funcionarios cubanos admiten haber enviado a los agentes porque el FBI no había controlado las actividades violentas […]

Piensen en los Cinco de Cuba como víctimas del trastorno obsesivo-compulsivo de George W. Bush. Hechos: Cinco cubanos vinieron encubiertamente a Estados Unidos en los años 90 para infiltrarse en grupos terroristas anti-castristas. Actualmente están en cárceles norteamericanas. Funcionarios cubanos admiten haber enviado a los agentes porque el FBI no había controlado las actividades violentas contra Cuba. En vez de usar la información suministrada por estos agentes acerca de planes terroristas, los acusadores del Departamento de Justicia los juzgaron y condenaron el 8 de junio de 2001 por espionaje y complicidad de asesinato.

Hace tres años, en una reunión de estudios latinoamericanos, un académico anti-castrista declaró que «el juicio a los espías cubanos en la Florida pudiera significar acusaciones de asesinato contra el dictador». Él soñaba con la fantasía de llevar a Fidel Castro ante un tribunal norteamericano.

«Primero me saldrá hierba en la palma de la mano», pensé. Pero funcionarios del Departamento de Justicia llegaron a pensar en una estrategia de usar a los Cinco de Cuba para atacar a Castro. Guy Lewis, el Fiscal de EEUU de la Florida llegó a insinuar que él pudiera acusar a Fidel como el colaborador principal que supervisó a Gerardo Hernández, el supuesto «cabecilla de espías». Hernández fue condenado por complicidad en el asesinato de cuatro miembros de Hermanos al Rescate, un extremista grupo anti-castrista. MIGs cubanos derribaron dos aviones civiles el 24 de febrero de 1996 porque, según Lewis, el gobierno demostró «más allá de toda duda de que había una conspiración para cometer asesinato que había sido aprobado y ordenado por los más altos niveles del gobierno cubano».

En el área de Miami, el Fiscal tiende a seguir el deseo de una variedad de grupos cubanos ultra derechistas que conforman el lobby anti-castrista. Francisco Hernández, presidente de la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA), abundó acerca del comentario del Fiscal de EEUU. La «responsabilidad por el asesinato premeditado de cuatro jóvenes en el derribo de los aviones de Hermanos al Rescate no termina con la condena de Gerardo Hernández. El próximo paso», dijo Hernández, «es procesar a aquellos más arriba de la cadena de mando que dieron la orden para este crimen, incluyendo a Fidel y a Raúl Castro. Pedimos al Fiscal General que dé los pasos necesarios para llevar a los culpables ante la justicia».

La presión del lobby anti-castrista para utilizar a los Cinco de Cuba funcionó. El Presidente Bush le debe a este pequeño grupo de odiadores de Castro no sólo el haber contribuido fuertemente con dinero a su campaña del 2000, sino por llevar a votar a menudo y temprano a electores, fueran o no ciudadanos norteamericanos, y por ayudar luego a intimidar a los revisores de los votos. Ellos también ayudaron a reelegir a su hermano Jeb como gobernador de la Florida en 2002.

Bush comenzó a pagar su deuda incluso antes del 11/9. En el fondo de su corazón Bush sabia diferenciar a los terroristas buenos de los malos. Y en su estilo decisivo emitió órdenes, de la misma manera que un chiquillo malcriado que sabe lo que quiere y le importan un bledo las consecuencias: así que él quería cambios de régimen en todo el mundo. Sus órdenes de «atrapen a Castro» fluyeron de sus labios irresponsables con tanta facilidad como sus órdenes para realizar la guerra contra Afganistán e Irak. Echó esas políticas en el mismo saco de las categorías de «lucha contra el terrorismo» y «promover el terrorismo».

Debido a que su poder de decisión no coincide con un amplio vocabulario, uno debe notar el fervor y la frecuencia del uso que hace Bush de las palabras «terrorismo» y «libertad». En la conferencia de prensa del 13 de abril de 2004 acerca de Irak utilizó «libre» y «libertad» 50 veces; «terror», «terroristas» y «terrorismo» 30 veces.

Pero a pesar de la recurrencia con que ha utilizada esas malas palabras, Bush nunca las ha definido. Como aficionado bíblico -le gusta escuchar que otras personas le lean la Biblia-, Bush puede concebir que la libertad significa que la salvación de la humanidad (el Armagedón y el Éxtasis que seguirán) depende del Medio Oriente, un área que él entiende que comprende más o menos Afganistán, Irak, Siria y Palestina -Arabia Saudí, por supuesto, disfruta de un status especial, gracias a los vínculos comerciales de la familia Bush. Los terroristas musulmanes (una forma extremista de paganismo) se han convertido en el enemigo de la libertad, mientras que los terroristas anti-castristas son luchadores por la libertad.

Así que cuando Bush exhorta a la nación a luchar contra los terroristas, quiere decir contra los malos terroristas, no los buenos. Por ejemplo, la Casa Blanca de Bush dedica ocho veces más tiempo a descubrir a los norteamericanos que viajan a Cuba y a poner en práctica la prohibición de viajar a esa nación que a perseguir el financiamiento de Al-Qaeda. El FBI que prácticamente ha permitido que el demoníaco caso del ántrax en 2001 sea archivado sin solución, pasó incontables horas investigando a los Cinco de Cuba, los cuales a su vez estaban persiguiendo a terroristas.

Los líderes de la conspiración anti-castrista en el Sur de la Florida, beneficiarios de la política «atrapen a Castro» de Bush, también han utilizado la obsesión con Cuba para amasar fortunas y poder político. Antes de morir en 1997, Jorge Mas Canosa, fundador y líder de la FNCA, se había convertido en una de las personas más ricas y poderosas de la Florida. Asistía regularmente a funciones de la Casa Blanca, tenía la atención de altos oficiales y puerta abierta a veintenas de oficinas de congresistas.

La generosidad de Bush se extendía a los personajes menores. El 20 de mayo de 2002 el Servicio Secreto permitió que Sixto Reynaldo Aquit Manrique (c/p El Chino Aquit) se sentara a unas cuantas filas detrás del Presidente en la tribuna dónde éste habló en Miami. El grupo de seguridad del Presidente sabía que el 2 de noviembre de 1994 el destacamento de anti-terrorismo del FBI había atrapado a Aquit después de que él y dos de sus colegas habían «llegado a un almacén del sudoeste de Dade… armados con 10 galones de gasolina, mechas y un arma semi-automática cargada». The Miami Herald del 2 de noviembre de 1994 citaba a la policía que dijo: «Cuando los agentes intervinieron, los hombres ya habían roto una ventana y trataban de entra».

Un tribunal de la Florida sentenció a Aquit a cinco años de prisión. Luego, sin explicación alguna, el gobierno aceptó que Aquit se declarara culpable de una acusación de delito menor, lo que le permitió eludir la prisión y pasar menos de dos años bajo supervisión domiciliaria. El gobierno trató blandamente a un sujeto con un claro expediente de terrorismo. No hay que ser Sherlock Holmes para encontrar la razón. El terrorismo de Aquit es «celo patriótico». Él era un «buen terrorista» que pertenecía al Ejército Secreto Armado, un grupo anti-castrista que pregona la violencia como forma de efectuar un cambio de régimen en Cuba.

Un años antes de su delito de 1994 en Miami, Aquit supuestamente disparó con una ametralladora calibre .50 contra un tanquero chipriota en aguas cubanas. Así que un buen terrorista se puede sentar cerca del presidente sin contradecir las nuevas reglas de seguridad de Bush. Recuerden su discurso del 20 de septiembre del 2001 ante el Congreso: «O están con nosotros o están con los terroristas».

Tratar de hundir un barco de carga e incendiar un almacén no constituye un acto de terrorismo si se hace con intenciones anti-castristas. Imagínense a Abu Reinaldo Bin Aquit tratando de sentarse cerca del Presidente. El Servicio Secreto le hubiera disparado. Pero Bush dirige su compulsión anti-terrorista contra la gente con raíces islámicas, no contra cubanos fanáticos, patrióticos anti-castristas cuya pasión los compele a usar la violencia -incluso en Estados Unidos.

Bush Padre también ignoró fuertes opiniones de parte del FBI y del INS cuando ordenó la libertad de Virgilio Paz y José Dionisio Suárez, ambos conspiradores confesos de haber puesto la bomba en un auto para asesinar en Washington, DC, al ex canciller chileno Orlando Letelier y a su asistente norteamericana Ronnie Moffit.

El Presidente Bush y su hermano Jeb continúan aceptando para sus campañas dinero y otros apoyos de los cubanos anti-castristas, algunos de los cuales han asesinado y bombardeado a voluntad y sin embargo parecen ser impunes en Estados Unidos. Desde los años 70, el FBI ha poseído información que vincula a muchos de estos líderes a asesinatos, sabotajes y otras formas de terrorismo dirigidas contra Cuba, pero cuyos blancos estaban situados en Jamaica, Barbados, México, Panamá e incluso Estados Unidos.

El 17 de noviembre de 2000, autoridades panameñas arrestaron a cuatro cubanos con historial de violencia extrema y estrechos vínculos con lideres prominentes de la FNCA. Con edades que iban de los cincuenta y tantos a poco más de setenta, Luis Posada Carriles, Ignacio Novo Sampol, Pedro Remòn y Gaspar Jiménez podían haber pertenecido al ala anciana de los asesinos de Miami. La policía panameña encontró explosivos en su auto alquilado -con sus huellas dactilares en el peligroso material. Funcionarios cubanos habían dado la información a los panameños de que estos fundadores del club «Maten a Fidel» habían llegado a Panamá para asesinar al presidente cubano, el cual había ido allí para asistir a una cumbre regional.

Posada, el cabecilla, había huido de Cuba en 1959. Había servido al dictador Fulgencio Batista como agente de la policía. La mayor de su vida posterior la dedicó a intentar asesinar a Castro -trabajando para la CIA y, en sus propias palabras, para Jorge Mas Canosa.

En octubre de 1976, Posada había conspirado con su colega terrorista Orlando Bosch para hacer estallar una bomba en un avión cubano de pasajeros sobre Barbados. Al igual que Posada, Bosch había alardeado de su papel en ese hecho de terrorismo en el que murieron 73 personas.

Las autoridades venezolanas arrestaron a ambos hombres, pero Posada dependió de sus socios en Miami para que soltaran $50 000 dólares para sobornar a las autoridades de la prisión- Después de haber ayudado a escapar a Posada de la prisión, le consiguieron un trabajo con el Tte. Cnel. Oliver North, quien contrató al fugitivo para trabajar en la campaña de los Contras en Centroamérica, una actividad en la cual el Vicepresidente Bush ejerció un control más que casual. Pistoleros desconocidos hirieron a Posada de un tiro en la cara en Guatemala en 1990. Cuando se recuperó comenzó su terrorismo contra el turismo en Cuba. Es más, en 1998 alardeó ante un reportero de The New York Times (12 de julio) que Mas Canosa había ayudado a financiarlo a el cuando estaba envuelto en su campaña de bombardeo contra instalaciones turísticas en Cuba a mediados de los 90 para ahuyentar al turismo. Una de las bombas provocó la muerte de un turista italiano.

En esa misma edición de The New York Times se reporta que «con una lamentable risita Posada describió la muerte del turista como un accidente, pero declaró que tenía la conciencia tranquila, diciendo ‘Duermo como un bebé’. ‘ES triste que alguien haya muerto, pero no podemos detenernos’, agregó. ‘Ese italiano estaba sentado en el lugar equivocado a la hora equivocada’.»

El 20 de abril de 2004 un tribunal panameño declaró a Posada y los otros acusados culpables de amenaza a la seguridad pública y de falsificación de documentos -no de intentar asesinar a Castro.

Posada fue condenado a 8 años de prisión. Novo y Remón recibieron condenas de 7 años de prisión y Jiménez recibió 8.

Aunque La Habana criticó la indulgencia de la condena, estas sentencias son un extraño viraje. Los terroristas anti-castrista han recibido casi carta blanca de Washington, gracias al poder político del lobby cubano.

Precisamente fue la forma que ha mimado el gobierno de EEUU a los terroristas dedicados a hacer daño a Cuba lo que motivó a la inteligencia cubana a enviar a sus agentes a Miami. Después del juicio los abogados de oficio de los agentes cubanos argumentaron que debido a décadas de terrorismo contra Cuba desde territorio de EEUU y la menos que entusiasta persecución de los terroristas anti-castristas por parte del FBI, La Habana en defensa propia había enviado espías a infiltrarse en los grupos extremistas de exiliados para evitar futuras acciones violentas contra Cuba.

La defensa seleccionó a un jurado no cubano de 12 miembros sin familiares cercanos ni amigos cubanos, con el fin de evitar la presión social en el veredicto en la mayor comunidad cubana fuera de la isla comunista. Pero el factor de intimidación funcionó de todas maneras. Uno tendría que ser ignorante, o ciego, sordo y mudo para no saber de la reputación de los violentos exiliados cubanos en esa área -no precisamente el tipo de personas que promueven un clima de imparcialidad para un juicio. Los jurados en el Sur de la Florida son notorios por su consistencia en las decisiones en contra del gobierno de Castro.

Después de un juicio de seis meses el jurado deliberó durante cuatro días antes de declarar a los cinco agentes cubanos culpables de violar las leyes de espionaje de EEUU y a Hernández de colaborar en el derribo de los aviones de Hermanos al Rescate.

Cuba aseguró que los MIGs dispararon sobre el espacio aéreo cubano después de que el control aéreo de Cuba había ordenado a los pilotos de que no violaran su espacio aéreo. Washington dijo que los aviones estaban en el espacio aéreo internacional cuando los misiles dieron en el blanco. En el juicio, los abogados de los espías presentaron testimonios que demostraban que el gobierno cubano había advertido a las autoridades de EEUU durante un período de casi dos años durante el cual los Hermanos habían volado continuamente sobre Cuba, incluyendo misiones en las que dejaron caer volantes.

Los espías cubanos reconocieron que habían infiltrado Hermanos al Rescate y que su jefe en La Habana había advertido al infiltrado que no volara en el período en que ocurrió el derribo fatal. La acusación argumentó que tal advertencia significaba la complicidad con un asesinato a sangre fría. Pero el jurado también supo que altos funcionarios de EEUU tenían conocimiento por anticipado de los vuelos y que incluso habían advertido a La Habana de ellos.

La defensa ofreció abundante evidencia que mostraba la lógica del temor de Cuba por los grupos extremistas del Sur de la Florida. Sin embargo, pocos mostraron sorpresa cuando el jurado decidió que los cinco acusados eran culpables de operar como agentes de una potencia extranjera sin notificar al gobierno de EEUU y conspirar para hacerlo. Tres fueron condenados de conspiración para cometer espionaje y por tratar de penetrar bases militares norteamericanas. Hernández fue condenado a cadena perpetua por el delito de conspiración.

En un pequeño sector de Miami, la fijación anti-castrista apabulla cualquier otro hecho y se distingue como una evidente excepción a la guerra de Bush contra el terrorismo. «La guerra nuclear podría estallar y Miami conspiraría para hacer parecer responsable a Fidel», dijo un diplomático cubano- Fidel exportó a estos dementes a Estados Unidos y Bush ha aceptado compartir su obsesión por Castro. El candidato demócrata John Kerry, quien ha declarado su intención de apretar las tuercas a Castro si triunfa, demuestra que él también se inclinará ante la idiotez de este pequeño grupo de exiliados cubanos de ultra derecha que ha atrapado la política EEUU-Cuba en sus intimidantes manos.

Mientras tanto, cinco valientes cubanos se encuentran en prisiones de EEUU. ¿Será necesario que la ciencia médica perfeccione el transplante de dignidad para que un presidente le arrebate a los rabiosos exiliados la política hacia Cuba?

El Nuevo libro de Saul Landau es El negocio de Estados Unidos: de qué manera los consumidores han reemplazado a los ciudadanos y cómo puede volverse al revés la tendencia. Landau da clases en la Universidad Cal Poly Pomona.