El gobierno cubano autorizó que un crucero,con pasajeros infectados con coronavirus llegue a la isla, donde los pacientes serán tratados gratuitamente y luego enviados a sus países de origen.
La noticia se hizo viral: Cuba autorizó el atraque del crucero británico MS Braemar, con cinco casos confirmados del Covid-19 y decenas de personas aisladas por síntomas asociados a esa enfermedad devenida pandemia. A bordo, unas 1.000 personas ansían tocar puerto, que les fue negado en varios países del Caribe, algunos de los cuales luego presentaron casos del nuevo coronavirus, incluso de muerte.
“Tras solicitud del gobierno británico, Cuba ha autorizado atraque en el país el crucero MS Braemar, con pequeño número de viajeros diagnosticados con Covid-19”, tuiteó el canciller cubano, Bruno Rodríguez. Añadió que, de conjunto con las autoridades del país europeo, se ha organizado el retorno seguro e inmediato al Reino Unido por vía aérea de los pasajeros.
Cuba recibirá a los pasajeros y tripulantes con respeto a las medidas sanitarias establecidas en protocolos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Salud Pública de Cuba, indicó en un comunicado el Ministerio de Relaciones Exteriores de la isla.
El Braemar estaba fondeado en aguas de las Bahamas y ya puso proa hacia la mayor de las Antillas, donde debe llegar en las próximas horas.
Son tiempos de solidaridad, de entender la salud como un derecho humano, de reforzar la cooperación internacional para hacer frente a nuestros desafíos comunes, dijo la cancillería cubana al argumentar la decisión de La Habana de acoger al crucero británico, que lleva semanas buscando refugio cual buque fantasma.
La compañía naviera Fred Olsen Cruise Lines, propietaria del barco, confirmó que el MS Braemar “se dirige a Cuba, donde todos sus huéspedes serán repatriados al Reino Unido por vía aérea”.
Según la naviera, a bordo del crucero con 682 pasajeros y 381 tripulantes “hay 22 huéspedes y 21 tripulantes que están en aislamiento, después de mostrar síntomas de gripe”, incluidas “las cinco personas que dieron positivo por el coronavirus Covid-19”. Entre sus pasajeros hay principalmente británicos, pero también ciudadanos de Canadá, Australia, Bélgica, Colombia, Irlanda, Italia, Japón, Países Bajos, Nueva Zelanda, Noruega y Suecia.
Anthea Guthrie, una pasajera del Braemar, junto a su foto escribió en Facebook: “El capitán informó que estaremos volando a casa desde Cuba. Estamos muy agradecidos con su país y nunca olvidaremos lo duro que deben haber trabajado con nuestro gobierno para lograrlo. Muchas gracias”.
Cuba, sometida al bloqueo de Estados Unidos que le impide incluso el acceso a medicamentos y tecnologías para la salud, tiene cinco casos confirmados del nuevo coronavirus, pero sus fronteras siguen abiertas a viajeros y turistas.
La isla implementa un programa nacional e intersectorial para enfrentar la Covid-19, en el que la población tiene un papel protagónico, en medio de una fuerte campaña de información que incluye los medios de comunicación, escuelas, centros laborales y lugares de residencia sobre las medidas de prevención.
El país ha dispuesto hospitales para el aislamiento y atención de personas con síntomas de enfermedades respiratorias. La atención, desde el ingreso, los exámenes y medicamentos, son gratuitos. Todo eso a pesar de que el cerco económico, financiero, comercial y en otros ámbitos que ejerce el gobierno de Donald Trump arrecia por día, con pérdidas cuantiosas para la vecina y pequeña ínsula caribeña.
La llegada del Braemar contrasta con la prohibición decretada por Washington en junio de 2019, que proscribe los viajes de cruceros a la isla. Tal medida fue decretada junto a un paquete que impide además los viajes culturales y educativos de contacto con el pueblo cubano (conocidos como “pueblo a pueblo”), y dispone afectaciones a los servicios de transporte, remesas, banca, negocios de comercio, entre otras.
Prácticamente Cuba está sometida a un bloqueo naval respecto al suministro de los combustibles que el país necesita.
En una larga lista de empresas cubanas a las que Washington prohíbe actividades comerciales, están Cubametales y la Corporación Panamericana S.A, encargadas de comprar los portadores energéticos.
La intención de la Casa Blanca es cortarle la luz a Cuba y con ello detener las actividades escolares, en hospitales y de la economía, amén de provocar apagones en el sector residencial. En resumen, hacer la vida de los cubanos un infierno.
El colmo del acoso resultó el de un tanquero que, con combustible pagado por el gobierno cubano, rehusó tocar puerto isleño luego de que la empresa propietaria recibiera amenazas de Estados Unidos, que así actúa contra navieras y firmas aseguradoras involucradas en el suministro de combustible a la mayor de las Antillas. Cuba, con finanzas menguadas y perseguidas sus fuentes de ingreso, tuvo que comprar el buque en cuestión, con la carga incluida.
El tanquero denota la cara del odio irracional, la escalada sin fin contra un país, necesitado de recursos, pero que se luce cuando de entregar solidaridad y humanismo se trata, como resulta recibir al MS Braemar y su carga humana.