La revolución de octubre fue un hito histórico sin precedentes. Por primera vez una clase social desposeída, la clase obrera, encabezaba una revolución que establecía un nuevo poder, la república de los soviets, cuyo objetivo era acabar con la sociedad capitalista como parte de un proceso revolucionario de ámbito internacional, y así poder iniciar la […]
La revolución de octubre fue un hito histórico sin precedentes. Por primera vez una clase social desposeída, la clase obrera, encabezaba una revolución que establecía un nuevo poder, la república de los soviets, cuyo objetivo era acabar con la sociedad capitalista como parte de un proceso revolucionario de ámbito internacional, y así poder iniciar la construcción de una sociedad nueva, el socialismo, sin explotadores ni explotados. Mucho se ha escrito sobre ella. 90 años después, cuando la restauración capitalista se ha impuesto en la antigua URSS, ¿qué queda de aquella revolución? ¿Cuál es su vigencia? ¿No fue un error emprenderla?
Con este suplemento presentamos el libro «90 AÑOS DE LA REVOLUCIÓN RUSA», de próxima edición. En él reproducimos algunos de los fragmentos que consideramos más significativos del mismo, así como el sumario de un libro con el que pretendemos contribuir a esclarecer, a partir del análisis de los hechos, cuál fue el significado profundo de aquella revolución y polemizar con quienes la critican o reniegan de ella.
EL PARTIDO OBRERO SOCIALDEMÓCRATA RUSO Y EL BOLCHEVISMO
Las fuerzas políticas
Para Lenin era imposible que automáticamente, es decir, a través de las luchas sindicales, los obreros llegasen a la conciencia socialista. La política de los «economicistas» produciría sólo la dependencia política del proletariado respecto al partido de la burguesía.
La necesidad del partido tenía un significado estratégico para la revolución. No era solamente la expresión de la independencia de clase, sino la forma en que el programa se concretaba, pues al final la concepción sindicalista acaba «plegando la teoría de la atenuación de las contradicciones sociales, proclamando que es absurda la idea de la revolución social y de la dictadura del proletariado, reduciendo al movimiento obrero y la lucha de clases a un tradeunionismo estrecho y a la lucha realista por reformas pequeñas y graduales.»
De esta forma Lenin marcaba claramente las diferencias. No había espacio para posiciones ambiguas, pues la relación entre partido y estrategia de la revolución no podía quedar más clara. Su concepción de partido se basaba por tanto en las tareas que debe enfrentar el proletariado en la revolución.
De ahí la importancia que tiene la teoría: «Sin teoría revolucionaria no puede existir movimiento revolucionario».
La importancia de la teoría residía no solamente en la delimitación de las tareas futuras, sino en construir la actividad del partido o de la vanguardia de la clase obrera. Así «todo lo que sea postrarse ante el movimiento espontáneo, todo lo que sea rebajar la importancia del elemento consciente, la importancia de la socialdemocracia, equivale -independientemente de la intención con la que se hace- a fortalecer la influencia de la ideología burguesa sobre los obreros.»
Y situaba como parte de la ideología burguesa la conciencia sindical, pues «ya que no se puede hablar de una ideología independiente de las masas en el curso de su movimiento, el problema entonces se presenta solamente así: ideología burguesa o ideología socialista.»
Sin despreciar ninguna acción de las masas por mínima que fuera, desde la lucha sindical hasta la lucha más general, Lenin resaltaba la importancia del partido como el factor consciente en la lucha por el socialismo. Así, cuanto más poderoso sea el impulso espontáneo de las masas, de forma que se transforme en ascenso generalizado «tanto más rápidamente aumentará la necesidad de una conciencia elevada, ya sea en el trabajo teórico… ya sea en el terreno político y de organización.»
Así el valor de la teoría y del elemento consciente se vuelve indispensable para la comprensión del papel del partido en el proceso revolucionario.
Para ello el partido debía tener fronteras claras y delimitadas, no podía confundirse con la clase. Era una parte de ella, pero luchaba por la agitación política, por la propaganda y la organización de cara a un objetivo, y solamente los que actuaban de acuerdo con ello podían ser miembros del partido. A éstos Lenin los llamaba revolucionarios profesionales. Y en las condiciones de represión de Rusia, ésta debería ser una organización clandestina, que uniese el trabajo legal con el trabajo ilegal.
1917: LA REVOLUCIÓN
La revolución de febrero
Aunque todavía no se encontrase en la literatura política de esa época la expresión «frente popular», el primer gobierno que sucedió al del Zar Nicolás II, aunque no contase con ministros socialistas-revolucionarios ni mencheviques, era un gobierno de frente popular que se basaba esencialmente en el apoyo que le daban los soviets y el movimiento revolucionario, controlados por esos partidos reformistas, que tenían su base social compuesta por campesinos y obreros. También serán frentes populares los gobiernos provisionales posteriores que tuvieron, esta vez sí, cuadros de las organizaciones reformistas en el gobierno.
Los soviets
En Rusia se vivió una lucha entre dos poderes. Mientras el nuevo gobierno buscaba recomponer el régimen burgués destrozado por la Revolución y detener el movimiento, los obreros y el pueblo realizaban su voluntad dinámicamente a través de los soviets.
Eran dos concepciones de poder y de democracia incompatibles, vinculadas a dos clases sociales irremediablemente contrapuestas. De la solución de esa contradicción -el doble poder- dependería el futuro de la Revolución en Rusia.
¿Qué eran los soviets en esa época? Los soviets (consejos en ruso) eran organismos revolucionarios por excelencia. A través de ellos las masas decidían qué rumbo tendrían las movilizaciones y coordinaban sus luchas. Sin embargo no eran órganos de representación o coordinación de la lucha, como un sindicato o un comité de huelga. Eran órganos de poder que rivalizaban con el Estado y sus instituciones, ya que los soviets imponían las medidas precisas para la puesta en marcha de la vida social en todas las esferas, desde los servicios públicos, hasta la defensa militar de ciudades, pasando por las cuestiones policiales y de abastecimiento del agua y alimentos. Eran, por lo tanto, organismos de poder universal de los obreros y de la revolución en la visión de Trotsky (La Historia de la Revolución Rusa).
Funcionaban lo más cerca posible de los lugares de trabajo en esa época. Según el historiador Pierre Broué sólo los soviets de campesinos funcionaban en base a la democracia directa ejercida por asambleas generales, los demás exigían alguna forma de representación. Esos representantes de los soviets eran llamados diputados y componían el congreso del soviet. Así, por ejemplo, los consejos de fábrica o de barrio elegían delegados para el congreso del soviet del distrito y después, según ese funcionamiento, los del distrito elegían a los del congreso del soviet de la ciudad, luego, del de la provincia y, al final de la cadena, estaba el Congreso del Soviet Pan-Ruso.
El derecho a voto en los soviets no era universal ni igualitario. Los empleadores y profesionales liberales no tenían derecho a voto. El propio Lenin, en 1918, aseguraba que esa regla podría no ser la más indicada para otras naciones o en tiempos diferentes. Aunque los campesinos pudiesen elegir delegados para los congresos de los soviets, lo hacían según una proporción desfavorable en relación a la utilizada para los obreros. Por ejemplo, para los congresos del Soviet Pan-Ruso, cada 25.000 obreros elegían 1 delegado, siendo necesarios 125.000 campesinos para elegir 1 delegado (una proporción de 5 a 1 en favor de los obreros). El privilegio en la representación obrera se debía a su hegemonía en la revolución y equilibraba el mayor peso numérico de los campesinos. Esa fue una de las condiciones para que más tarde se diese la fusión de los soviets de obreros y campesinos.
Los mandatos de los diputados eran revocables en cualquier momento por su base. Las elecciones eran hechas de acuerdo con la costumbre de las gentes, dispensando normas burocráticas previamente establecidas. Sin embargo la periodicidad de las elecciones para los congresos de los soviets locales era trimestral. El Congreso del Soviet Pan-Ruso tenía que reunirse al menos 2 veces al año inicialmente. Más tarde, en el 1º Congreso se decidió que se reuniría trimestralmente. Los congresos de los soviets elegían un comité ejecutivo para llevar a cabo las medidas aprobadas.
El regreso de Lenin y las tesis de Abril
Pravda publicó las Tesis de Abril (Las tareas del Proletariado en la presente revolución) con una aclaración, que éstas expresaban la posición personal de Lenin, contraria a la política adoptada por el periódico.
Los ejes fundamentales de las Tesis eran la continuidad de la política desarrollada en las Cartas desde Lejos dirigidas por Lenin al CC del partido:
1. Era necesario explicar la ligazón indisoluble entre el capital y la guerra imperialista, y era imposible acabar la guerra con una paz verdaderamente democrática sin luchar contra la burguesía, cuyos intereses representaba el gobierno provisional.
2. La particularidad del momento en Rusia consistía en el paso de la primera etapa de la revolución, que había entregado el poder a la burguesía por la ausencia del nivel necesario de conciencia y organización del proletariado, a la segunda etapa, que debía poner el poder en manos del proletariado y de las capas más pobres de los campesinos.
3. Ningún apoyo al gobierno provisional, explicando la completa falsedad de sus promesas.
4. Explicar a las masas que los Soviets eran la única forma posible de gobierno revolucionario y que, por ello, mientras el gobierno se sometía a la influencia de la burguesía, la misión del partido sólo podía ser la de explicar sus errores… de forma paciente, sistemática, persistente y adaptada en especial a las necesidades prácticas de las masas.
Mientras se estuviera en minoría, había que desarrollar un trabajo de crítica y esclarecimiento, propagando a la vez la necesidad que todo el poder del Estado pasara a los Soviets.
5. No a una república parlamentaria; volver a una república parlamentaria a partir de los soviets sería dar un paso atrás.
Las otras tesis trataban del Programa Agrario, defendiendo la confiscación del latifundio y la nacionalización de la tierra, así como de la fusión de los bancos.
Cabe también destacar que Lenin en la tesis 8 definía que no era tarea inmediata la implantación del socialismo, sino solamente iniciar el control de la producción social y de la distribución de los productos por los Soviets.
A continuación definía la necesidad de cambiar el nombre del partido y la formación de una nueva Internacional.
La insurrección
El 12 de octubre el Comité Ejecutivo del Soviet de Petrogrado aprobó el estatuto de su brazo militar: el Comité Militar Revolucionario. El estatuto intencionadamente era ambiguo. Los bolcheviques todavía no podían hablar abiertamente de la ofensiva insurreccional y la escondían tras propuestas llamadas defensivas. Los conciliadores habían percibido la maniobra bolchevique y se habían negado a participar del Comité. El órgano militar, de ese modo, quedó integrado por bolcheviques y sus simpatizantes. El Comité Militar Revolucionario era presidido por Trotsky.
Los bolcheviques eran ampliamente mayoritarios entre los soldados y marineros en Petrogrado, Moscú, Kronstadt, Finlandia, etc, aunque la situación en los frentes de combate más distantes de esos centros no les era tan favorable. Esa coyuntura daba condiciones a los bolcheviques para planear la toma de Petrogrado y la destitución del gobierno de Kerensky. Y eso fue a lo que se dedicaron. La organización de la insurrección en lo que se refiere a la parte conspirativa fue puesta en manos de los militares bolcheviques. Las operaciones empezaron a las 2 horas del día 25 de octubre con la ocupación por los soldados, marineros e integrantes de la Guardia Roja de instalaciones públicas tales como correos, telégrafos, la central telefónica, la estación ferroviaria, la central térmica, el servicio de abastecimiento del agua, los almacenes de abastecimiento de alimentos, los arsenales militares, el Banco del Estado y también de las grandes gráficas. No hubo lucha y los primeros prisioneros se entregaron resignadamente.
El apoyo a la insurrección, al Soviet y a los bolcheviques era tan sólido que no hubo necesidad ni de barricadas ni de intensos tiroteos ni de movimiento súbito de tropas. Todo ocurrió sin que corriese apenas sangre. A las 10 horas, aunque todavía no se había tomado la sede del gobierno provisional, el Palacio de Invierno, el Comité Militar Revolucionario del Soviet de Petrogrado divulgó un boletín anunciando la victoria, la destitución del gobierno y el traspaso del poder al propio Comité. A las 12 horas el Pre-Parlamento fue evacuado y sus miembros se dispersaron sin resistencia.
Las primeras medidas iban destinadas a acabar con la guerra, distribuir las tierras y a instalar el nuevo gobierno. El Congreso abolió la pena de muerte, determinó la liberación de los soldados y campesinos por motivos políticos, concedió la libertad de agitación, los altos funcionarios del gobierno provisional fueron destituidos de sus cargos y se decretó prisión para Kerensky y Kornilov. El Congreso aprobó una declaración del gobierno planteando una paz democrática, sin anexiones territoriales ni indemnizaciones y la presentó a las demás naciones contendientes del conflicto, así como a sus pueblos. Se abolió la diplomacia secreta. Se propuso una tregua inmediata que permitiera iniciar las negociaciones de paz. Se hizo un llamamiento en particular a los obreros franceses, ingleses y alemanes para que luchasen por la paz y presionasen a sus propios gobiernos, a la vez que luchaban contra toda explotación.
LA ESTRATEGIA DE LOS BOLCHEVIQUES
Los acontecimientos que se desarrollaron tras la toma del poder demostraron la fuerza de la revolución socialista. Esa fuerza residió en el hecho de que tuvo una dirección consciente. Lo que queremos decir con una dirección consciente reside en una afirmación simple: el partido bolchevique estaba armado con una estrategia y cada paso táctico se relacionaba con ese objetivo.
Lo dicho arriba no ignora en absoluto que en el marco de esta estrategia, los desafíos que se presentaron para la república de los soviets no excluían la existencia de fuertes polémicas en el interior del partido. Al contrario, desde la disolución de la asamblea constituyente, pasando por la paz de Brest, hasta las tácticas a utilizar en la guerra civil y posteriormente la NEP, fueron escenario de luchas políticas, fraccionamiento, amenazas de rupturas…
Pero la cuestión que se impone para el balance histórico de la Revolución Rusa, empezando por la explicación del estalinismo, el surgimiento de la burocracia y, en los días de hoy, la restauración del capitalismo, es esclarecer en qué se equivocaron los bolcheviques.
Todos los críticos de la revolución hacen su balance histórico sin considerar lo esencial para este balance: ¿cuál era la estrategia fundamental de los bolcheviques al llegar al poder?
Por ello la mayoría de los críticos actuales del bolchevismo acaban por repetir los viejos argumentos de los jefes de la II Internacional. Por ejemplo, Goerender, afirma que el estalinismo es tan sólo una continuidad del bolchevismo. Percibe en el estalinismo una consecuencia natural de la política de los bolcheviques en el poder. En el mismo sentido opinan organizaciones procedentes del propio trotskismo como el Secretariado Unificado, cuyo balance histórico de la revolución rusa y de la restauración del capitalismo los ha llevado a retirar del programa la Dictadura del Proletariado.
Siguiendo los mismos pasos, nuevas teorías niegan completamente la necesidad de tomar el poder, como Holloway, que pasan a cuestionar cualquier perspectiva de lucha por el socialismo que tenga como período transitorio la conquista del Estado.
El estalinismo reciclado, por su parte, justifica al estalinismo como una necesidad histórica y, críticos con la estrategia de expropiación de la burguesía, plantean un «nuevo socialismo» capaz de convivir con el mercado, cuyo modelo actual serían Cuba y China.
La mayoría de estos autores, cada uno a su manera, consideran distintos aspectos del problema aislándolos: unos atribuyen el proceso de burocratización al carácter del Estado, a la dictadura del Proletariado; otros plantean la necesidad de una convivencia prolongada entre mercado y economía planificada.
Pero antes de ir a los acontecimientos que marcaron la trayectoria de los bolcheviques en el poder, vamos a considerar un aspecto que ninguno de estos autores abordan en profundidad: la estrategia de los bolcheviques.
La revolución mundial
Para Lenin el partido pudo conducir correctamente la lucha porque identificó la tarea central de cada uno de los períodos arriba citados y así concentró todas sus fuerzas. Cuándo avanzar y cuándo retroceder, hasta dónde avanzar, estos fueron los temas que se discutieron apasionadamente entre los revolucionarios. Sin embargo, avanzar y retroceder no dejan de ser movimientos tácticos, la proporción del avance y del retroceso debe ser definido de acuerdo con una estrategia determinada, pues si no es así no se llega a ninguna parte. Lo que se debe tener en cuenta en la sucesión de acontecimientos y en la respuesta que se dio ante cada uno de ellos, es que se guiaban por una estrategia fundamental.
Así podemos definir que en el frente interno, la lucha del partido bolchevique para mantener el poder y consolidarlo tenía como eje la destrucción de la vieja máquina estatal burguesa al servicio de la represión y la construcción de un nuevo poder, un nuevo tipo de Estado. Las bases fundamentales del programa estaban desarrolladas en la obra de Lenin El Estado y la Revolución.
Pero la incorporación de la clase obrera a través de los Soviets a la administración del Estado estaba determinada por el nivel del desarrollo de la sociedad heredada, es decir, el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, el nivel de industrialización y el nivel cultural.
Vencer estas dificultades era imposible solamente desde el punto de vista interno, de ahí que en esta relación dialéctica entre la revolución nacional y internacional, el poder soviético necesitaba de la revolución mundial como el aire que respiraba, al tiempo que la consolidación de la república de los soviets era un factor que impulsaba la revolución mundial.
Esta estrategia fue expresada por Lenin desde antes de la toma del poder, en las Tesis de Abril y en la polémica con los «viejos bolcheviques» sobre el carácter de la revolución. La desarrolló también el mes de septiembre en el artículo ¿Podrán los bolcheviques mantener el poder estatal? y en varios artículos más. La revolución debía ser la antesala de la revolución europea.
Tras la toma del poder, el debate sobre el desarrollo y el ritmo de la revolución internacional fue uno de los puntos centrales para firmar la paz de Brest. Pero lo fundamental fue expresado por Lenin en el folleto Éxitos y dificultades del poder soviético, publicado en 1919:
«No podemos vencer definitiva y completamente a escala mundial solamente con Rusia. Únicamente venceremos cuando el proletariado triunfe en todos los países o, al menos, en los países más adelantados (…) Solamente entonces podremos decir seguro que la causa del proletariado triunfó, que alcanzamos nuestro primer objetivo: la derrota del capitalismo. Alcanzamos ese objetivo en relación a un país, y ahora esta planteada una segunda tarea. Si el poder de los soviets es una realidad, si la burguesía fue derrotada en un país, la segunda tarea es la lucha a escala internacional, la lucha en otro plano, la lucha del Estado proletario en medio de los Estados capitalistas».
Así la victoria del proletariado ruso es una victoria táctica, en el marco de la estrategia fundamental: la derrota del capitalismo. Para ser consecuente con esta política el bolchevismo creará el instrumento necesario para esta lucha, para la derrota del capitalismo a escala internacional, y ese instrumento será la III Internacional.
SÍNTESIS Y POLÉMICAS
Algunas cuestiones fundamentales que se plantean en este 90 aniversario de la Revolución Rusa son: ¿fue posible ejercer una democracia sin parlamento? ¿Es posible que las fábricas produzcan sin patrón? ¿Es posible que la administración del Estado sea realizada por obreros y obreras anónimas que hasta entonces habían sido educados bajo la obediencia?
Octubre demostró que es posible y necesario. Y a 90 años de esta revolución, permanece más vigente que nunca. La necesidad de acabar con el capital sigue siendo actual.
Algunos de los que reniegan del legado de la revolución de octubre atribuyen a los errores de los bolcheviques el desvío de la revolución. Por ejemplo, el Secretariado Unificado considera la prohibición de las fracciones en el X Congreso del PCR, utilizada posteriormente por Stalin, como un profundo error; otros toman el programa de la Oposición Obrera como la política correcta; y algunos las vacilaciones iniciales de Trotsky, que no utilizó el testamento de Lenin en el XII Congreso.
No se trata aquí de afirmar que los bolcheviques eran infalibles, pero la crítica superficial termina por conceder una importancia decisiva a los posibles errores de recorrido, como si estos tuviesen un papel decisivo en el sentido de cuestionar la estrategia de la revolución y llevarla a la degeneración.
Así de las críticas superficiales se pasa a cuestionar la esencia y la estrategia: la lucha por el poder, la concepción de partido y de la internacional. Con esta forma de encarar el problema es inevitable concluir que el estalinismo fue una consecuencia del leninismo.
El marxismo siempre intenta explicar la naturaleza de los fenómenos políticos por sus causas sociales. Este es el método con el cual Lenin explica la naturaleza de los errores cometidos por los bolcheviques: parten de una causa social profunda, el retraso económico y cultural de la sociedad.
Este factor ligaba el destino de la revolución a una estrategia, el desarrollo de la revolución mundial. No había en este terreno término medio, o se imponía la revolución o el retraso económico y el agotamiento de las masas que desarrollaron a lo largo de años avances colosales, acabaría por derrotar la revolución.
Por ello, todos los retrocesos y avances propuestos por Lenin, no estaban desvinculados de la estrategia última de la expansión de la revolución.
En este sentido, los errores de recorrido, sin entrar aquí en cuáles fueron y el mérito de cada uno, habían sido cometidos por una dirección que tenía un carácter de clase determinado y actuaban de acuerdo con una estrategia determinada.
Así el estalinismo fue la victoria de unas relaciones sociales atrasadas en el plano interno, favorecidas por el retraso de la revolución mundial. Fue la expresión en el campo político de la victoria de la contrarrevolución.
Aunque la construcción de la dirección revolucionaria es la condición fundamental para la destrucción del capitalismo, opera en condiciones históricas determinadas:
«Sea como fuere, el bolchevismo jamás se identificó con la Revolución de Octubre, ni con el Estado surgido de ésta. El bolchevismo siempre se consideró un factor de la historia, el hecho ‘consciente’ importante pero de ninguna manera el decisivo. Jamás caímos en el pecado del subjetivismo histórico. Para nosotros, el factor decisivo -sobre la base de las fuerzas productivas existentes- era la lucha de clases, no a escala nacional, sino a escala internacional.»
Por eso todos los análisis superficiales sobre la victoria de la burocracia dejan de considerar un elemento fundamental: que el estalinismo fue la expresión superestructural de la victoria de la contrarrevolución internacional en el interior de la joven república de los soviets. Victoria que, como nos explica Trostki, no fue pacífica:
«En esencia, lo que dicen estos caballeros es: el partido que no cuente en sí mismo con la garantía contra su propia degeneración está mal. Con este criterio, el bolchevismo está condenado, pues no tiene talismanes. Pero el criterio es erróneo. El pensamiento científico exige un análisis concreto: ¿cómo y por qué se degeneró el partido?»
La aniquilación de toda la vieja generación bolchevique, de un sector importante de la generación intermedia, la que participó en la guerra civil, y del sector de la juventud que asumió seriamente las tradiciones bolcheviques, demuestra que entre el bolchevismo y el estalinismo existe una incompatibilidad que no solamente es política, sino también física.
La victoria de la burocracia y su reaccionaria teoría del socialismo en sólo país creó la ilusión de que sería posible la convivencia del Estado obrero con el imperialismo por un tiempo indefinido, sin que la burocracia atacase las bases sociales de la revolución.
«No vivimos sólo en un Estado, sino en un sistema de Estados, y la existencia de la República Soviética junto a los Estados imperialistas por un período extenso es inconcebible. Al final, uno u otro deberá vencer.»
Este pronóstico de Lenin fue hecho sobre la base de la existencia de una dirección revolucionaria al frente del Estado, y aún así plantea que una convivencia por mucho tiempo del Estado obrero revolucionario con el imperialismo es imposible. El desarrollo de la lucha de clases internacional dictó los ritmos y los rumbos de un fenómeno inédito en la historia: la burocracia que se apoderó del primer Estado obrero. Sin embargo, la política de coexistencia pacífica de esta burocracia con el imperialismo no hizo revertir la previsión hecha por Lenin.
Para terminar este trabajo queremos insistir en la importancia de la recuperación y del estudio de la revolución de octubre, y del significado que el propio Lenin atribuyó a esta obra gigantesca de la clase obrera.
«Cuando empezamos en aquella época nuestra revolución internacional, no lo hicimos con la convicción de que podríamos anticipar su desarrollo, sino que fueron una serie de circunstancias las que nos obligaron a iniciar esta revolución. Nuestra idea era: o la revolución internacional viene en nuestra ayuda, y en este caso nuestra victoria está totalmente asegurada, o si no haremos nuestra modesta tarea revolucionaria en la conciencia de que, en caso de derrota, sin embargo, hemos servido a la causa de la revolución, y nuestro experimento servirá para ayudar a otras revoluciones. Estaba claro para nosotros que sin el apoyo de la revolución internacional una victoria del levantamiento proletario sería imposible. Incluso antes de la revolución, así como después de ella, nuestra idea era: inmediatamente, o de cualquier modo muy rápidamente, la revolución comenzará en otros países, en los países capitalistas más desarrollados, o en el caso contrario, pereceremos. A pesar de esta conciencia, hicimos todo para preservar el sistema soviético en todas las circunstancias y a cualquier coste, ya que sabíamos que estábamos trabajando no sólo para nosotros mismos, sino para la revolución internacional.»
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90 años de la revolución rusa
Sumario
Introducción
El Partido Obrero Socialdemócrata Ruso y el bolchevismo
Rusia y sus contradicciones
El Partido Bolchevique
Las fuerzas políticas
1905: el debate sobre las lecciones de la revolución
Las consecuencias políticas de la revolución de 1905
El problema de los Soviets
El debate sobre el carácter de la revolución
1914: La Guerra imperialista
1917: La revolución: entre febrero y octubre
La revolución de Febrero
Los Soviets
El regreso de Lenin y las tesis de Abril
Las jornadas de abril
Mayo: Mencheviques y SR entran en el gobierno
Junio: midiendo fuerzas
Julio: la experiencia con el gobierno provisional
Agosto: el golpe de Kornilov
Septiembre: el giro
La conferencia democrática y el preparlamento
Las condiciones para la insurrección
Octubre: la preparación para tomar el poder
La insurrección
La estrategia de los bolcheviques
La revolución mundial
La construcción del Estado Obrero
La lucha contra la opresión
Las primeras medidas
La paz de Brest
La guerra civil
Del «comunismo de guerra» a la nueva economía política
La NEP
La muerte de Lenin
La lucha contra la burocracia
La crisis de la NEP
La oposición de izquierda y la derrota de la revolución alemana
La oposición unificada y la derrota de la revolución china
La victoria de la contrarrevolución burocrática
Síntesis y polémicas
Bibliografía
(*) A Luchar por el Socialismo es una publicación mensual del PRT-Izquierda Revolucionaria, sección oficial en el Estado Español de la Liga Internacional de los Trabajadores – IV Internacional (LIT-CI).