El feminismo no olvida a ninguna de las mujeres por las que seguirá luchando, sobre todo, las asesinadas. No perdona a quienes lo han obviado en sus estrategias de parvulario, sobre todo, desde una presunta izquierda que se ha maquillado con el feminismo de forma obscena.
51 asesinadas por violencia machista en lo que va de 2019, superando ya las de 2018, según cifras oficiales. 90 feminicidios y mujeres asesinadas, según el cómputo de Feminicidio.net, la web de referencia sobre los crímenes contra las mujeres por el hecho de ser mujeres y que marcha varios pasos por delante de la anticuada estadística institucional.
El Pacto de Estado contra la Violencia de Género, congelado desde que se aprobó en diciembre de 2017. Entonces, Vox no tenía representación institucional. Ahora tiene 52 diputados/as fascistas, que dicen cosas como ésta sobre la violencia machista: «La violencia de género es una invención política». «Se falsean los datos sobre denuncias falsas». «Hay demasiada gente que vive de este chiringuito»… Con estas Cortes, el Pacto de Estado contra la Violencia de Género no podría firmarse.
Pierde el feminismo, perdemos las mujeres, a las que nos siguen matando ante la indiferencia -y criminalización- de la ultraderecha, que supera el doble de sus resultados del 28-A (de 24 a 52). Pierde el feminismo por culpa del PSOE, en primer lugar. Nada más y nada menos: un partido de Gobierno con una fuerte tradición feminista, con figuras referenciales en sus filas como Carmen Alborch, la querida y admirada Carmen, ha permitido que una fuerza fascista se sitúe de tercer partido en el Congreso por un puñado de escaños que permitiesen a su líder, Pedro Sánchez, gobernar solo.
¿Se les ocurriría alguna vez al candidato socialista y a sus estrategas de la frivolidad preguntar al feminismo qué opinaban de la repetición electoral? ¿Nadie le dijo a Sánchez que estaba jugando con fuego con la ultraderecha como intentamos gritarle desde fuera de los límites de La Moncloa? ¿Tienes asesores o pelotas con ínfulas? ¿Y ellas? ¿Qué dicen hoy Lastra o Calvo? ¿Qué demonios pueden decirnos? Porque el PSOE ni siquiera ha conseguido ese puñado de escaños, ha perdido representación.
Porque lo que ha logrado el presidente en funciones es empoderar al fascismo con su egoísmo de estrategia de gurús apolíticos y pseudopublicitarios que apostaron por el miedo al fascismo, exaltando a sus peligrosas huestes con la retransmisión interestelar de la exhumación de Franco y haciendo coincidir estas elecciones con la sentencia contra el procés, como admitió Pablo Casado en el único debate del lunes 4 de noviembre.
Poco se habló de eso, normalizando como hemos hecho durante 40 años la politización de la Justicia y la judicialización de la política.
Y no nos digan ahora que la ultraderecha iba a ganar igualmente, porque la otra parte de la sangrante (sic) responsabilidad es suya igualmente y potencia la irresponsabilidad de repetir elecciones. En aguas revueltas, ganancia de los fascistas en un país cuyas instituciones viven aún con el franquismo dentro; en un sistema que se ha negado a cerrar las heridas de la dictadura, hacer una transición completa y condenar y hasta penalizar (como en Alemania o Italia) la exaltación y apología de Franco y sus asesinos. La mitad de los integrantes de Vox estarían imputados por exaltar al régimen si este país hubiese hecho sus deberes a tiempo. Si un PSOE que gobernó desde 1982 hubiese asumido sus responsabilidades.
El feminismo no olvida a ninguna de las mujeres por las que seguirá luchando, sobre todo, las asesinadas; tampoco perdona a quienes lo han obviado en sus estrategias de parvulario, en mayor o menor medida, sí; pero sobre todo, desde una presunta izquierda que se ha maquillado de feminista esta campaña -a la vista está- de forma obscena. El feminismo, no obstante, está acostumbrado a luchar con su vida durante siglos de opresión, desigualdad y desprecio.
Lo seguirá haciendo: tenemos la unidad de millones de mujeres frente al machismo, la misoginia y el fascismo rampantes. Recuerden que «Para la mayor parte de la historia, Anónimo era una mujer» (Woolf) Era.