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La Razón, sin razón ni razones, arremete (de nuevo y como OKdiario) contra Manuel Sacristán

Fuentes: Rebelión

La Razón publicó el pasado domingo, 7 de julio, un editorial [1] en el que defendía a Ciudadanos y el PP y criticaba las palabras del Ministro del Interior. ¿Está en su derecho? Por supuesto que sí. La Razón puede defender y contarnos que PP y C’s son defensores de los derechos LGTBI y nosotros […]

La Razón publicó el pasado domingo, 7 de julio, un editorial [1] en el que defendía a Ciudadanos y el PP y criticaba las palabras del Ministro del Interior. ¿Está en su derecho? Por supuesto que sí. La Razón puede defender y contarnos que PP y C’s son defensores de los derechos LGTBI y nosotros somos libres de creerlo o no. El diario «racionalista» añadía en su texto una guinda -este es el motivo de esta nota- que no venía al cuento de la que, probablemente, conocía alguna nota pero no la música completa y muchos menos el contenido. Resumo sus posiciones y comento.

Es paradójico acudir a una manifestación a favor de los derechos del colectivo de gais, lesbianas y transexuales, señala el editorial, y ser víctima de los insultos y el acoso violento por parte de grupos pertenecientes a estos movimientos. Representantes de Cs, «fueron sometidos a un escrache insoportable y vergonzoso en la manifestación del pasado sábado en Madrid, al punto de tener que ser escoltados por la Policía». Que en una marcha en la que se defiende la tolerancia hacia la diversidad sexual se ejerza la intolerancia, prosiguen, «pero además con esa actitud tan atávica y machista de querer imponerse por la fuerza del insulto es muy sintomático». Sintomático, ¿de qué? No concreta… aunque se ve venir: la izquierda habla de tolerancia pero, en el fondo (y en las formas), son unos intolerantes.

Los organizadores del Orgullo en Madrid, en opinión de La Razón, «deberían reflexionar sobre este hecho, habida cuenta de que han aceptado con normalidad esta actitud violenta y de un sectarismo impropio de quien dice defender los derechos civiles». Recibieron, además, «la complicidad de quien, precisamente, debía mirar por una celebración pacífica y libre: el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, criticó en el arranque de la marcha a Cs por «pactar de una forma descarada y obscena con quien trata de limitar derechos LGTBI», permitiendo muy irresponsablemente el escrache que tuvo lugar a continuación». VOX es el partido señalado y parece obvio que no es VOX un partido comprometido en la lucha de los derechos LGTBI. Lo contrario parece mucho más verdadero.

En esas palabras, las del Ministro en funciones, sostiene el editorial, «está el síntoma de los movimientos llamados de «género» o que luchan por la «diversidad» de creer que tienen una autoridad moral por encima del resto de los ciudadanos para decidir a quién se le permite formar parte de estos colectivos y quién debe ser señalado y acosado». Según La Razón, «Cs, como también el PP, son defensores de los derechos civiles de gais y lesbianas, respetan su elección sexual y forman parte con absoluta normalidad de su militancia», pero no son aceptados desde «el principio muy totalitario de que sólo puede ser homosexual quien es de izquierdas, se entiende, además, que de una izquierda muy reaccionaria o que se ciñe a los patrones establecidos por una filosofía de género al servicio de principios políticos muy sectarios». ¿Filosofía de género al servicio de principios políticos muy sectarios? Habría que concretar y explicar, no es inmediato, no basta con decir. En todo caso, ¿conocen a alguien que no resida en el puro desvarío y que sostenga que solo puede ser homosexual quien es de izquierdas? ¿Nos cree La Razón tan tontos y estúpidos?

El editorial prosigue por el mismo sendero: la izquierda es impresentable. Recordemos, señala, «que en 2010, la organización del Orgullo en Madrid prohibió que participaran grupos de homosexuales de Israel porque decían que eran responsables del «genocidio» palestino, precisamente el único país de oriente próximo donde se respetan los derechos de la comunidad gay». ¿Respetar, si es el caso, los derechos de la comunidad gay justifica o hace buena la masacre-genocidio del pueblo palestino? Por lo demás, ¿fue esa exactamente la formulación de los organizadores? Tengo mis dudas. Tampoco entro en ello.

Es sintomático, afirma el editorialista de La Razón, que en estos movimientos anide «un iliberalismo que contradice de plano lo que dice defender y crean, además, inocentemente que grupos todavía fieles a la ortodoxia de regímenes antidemocráticos permiten la homosexualidad». Basta conocer, añaden, la situación en la que se encuentran en Cuba y la represión que siguen sufriendo, demostrando, al decirlo, que el editorialista habla de oídas, que no conoce bien el tema y que confunde pasado y presente. La Cuba de hoy puede dar verdaderos lecciones sobre estos asuntos a muchos países latinoamericanos gobernados por partidos afines al PP y a C’s.

Sin embargo, sigue el editorial, «se aplica una discriminación hacia partidos como Cs y PP, todo hace pensar que por el sectarismo en el que vive la izquierda española, que llega incluso al PSOE y su actual Gobierno, como Grande-Marlaska nos ha demostrado». Esa izquierda reaccionaria, sostienen quienes no han sido, ni de lejos, los defensores de derechos básicos como los derechos LGTBI, es incapaz de entender que muchas conquistas sociales ya son del conjunto de la ciudadanía y que nadie puede ser excluido, a no ser que lo que se persiga sea precisamente expulsar como siempre al adversario político». Son, ciertamente del conjunto de la ciudadanía, pero podemos convenir sin riesgo que no todos los ciudadanos y formaciones políticas los defienden y han defendido con el mismo ahínco sin olvidar que los derechos conquistados pueden recibir limitaciones y ataques, e incluso disoluciones. Lo sólido puede desvanecerse en el aire. Por lo demás, en el haber de la historia de las izquierdas españolas, sin olvidar errores y algunas incomprensiones, está el haber defendido, en minoría de muy pocos, los derechos de homosexuales y lesbianas cuando eran duramente perseguidos durante el fascismo.

Viene ahora la guinda, el motivo que ha desencadenado esta nota. Es inevitable -¡inevitable!- recordar, concluye el editorial,con sus palabras de cierre,

cuando el poeta Jaime Gil de Biedma quiso ingresar en el Partido Comunista, allí por el año 1956, y fue denegada su solicitud por Manuel Sacristán, un alto dirigente, guía ideológico, traductor de El capital de Marx al castellano -y falangista en la posguerra- porque un homosexual era un riego para la revolución, citando, además, un texto de Lenin sobre el particular. Como dijo entonces el poeta Ángel González, la torpeza de unos burócratas impidió una torpeza aún mayor, la de afiliarse. ¿Quién puede dar lecciones?

Sin entrar en el comentario de Ángel González (que habla de burócratas en general y no tuvo conocimiento directo del caso probablemente) y señalando que tiene bemoles y su qué que el editorialista de La Razón cite a un poeta de sus características poliéticas, si alguna cosa demuestra la intolerancia (y falta de rigor) de un diario que dice ser tolerante y defensor de los derechos cívicos y sociales, es esa acusación mil veces repetida y diez mil veces refutada. Ni Sacristán fue un falangista de postguerra -no tenía edad para ello; se afilió de bachiller a las Juventudes de la Falange, como tantos otros jóvenes de aquellos años, para darse de baja, con riesgos para su propia vida, al conocer casos de maltrato y violencia contra estudiantes catalanistas en la Facultad de Derecho-, ni Lenin viene a cuento [2] ni tampoco fue él el responsable de denegar la solicitud de militancia en el PSUC de Gil de Biedma (denegación motivada, como hemos dicho, por los riesgos de la clandestinidad, no por homofobia), quien, por otra parte, siguió vinculado al Partido de los comunistas catalanes durante años [3] y conservó su amistad con el filósofo germanista y militante y dirigente antifascista del PSUC-PCE, quien tradujo efectivamente a Marx y (casi todo) El Capital [4].

¿Entenderá alguna vez la derecha española que no todos tuvimos o tuvieron el mismo comportamiento y que sí hubo fuerzas que lucharon por los derechos LGTBI durante el fascismo, fuerzas situadas a la izquierda del espectro político, no en la derecha ni siquiera en un centro que suele mirar a la derecha? ¿Entenderá alguna vez que no todo vale y que Manuel Sacristán, digan lo que digan, no fue el responsable de una difícil decisión, tomada -me permito insistir- en tiempos de clandestinidad, de lucha antifascista y de persecución feroz y brutal contra los homosexuales (recordemos el caso Landínez [5]), decisión motivada básicamente por razones de seguridad -y defensa ante posibles detenciones y torturas- dada la vida nada clandestina ni escondida del entonces ejecutivo de Tabacos de Filipinas y en absoluto por homofobia e intolerancia?

Notas:

(1) https://www.larazon.es/opinion/editorial/una-izquierda-machista-e-intolerante-MP24095944

(2) El editorialista, sin citarlo, se está refiriendo a un paso de las memorias de Fabián Estapé, quien, por otra parte y más allá de su amistad con el poeta segoviano, no conoció bien los interiores de la decisión de un Partido del que no era militante.

(3) Para más detalles, Salvador López Arnal, «En respuesta a Pedro Carlos González Cuevas. «Desde la izquierda «chiflada» a la derecha dura, descortés, insultona y un pelín desinformada». http://www.rebelion.org/noticia.php?id=257638 . Igualmente, «Sobre fe, «esperancismo», utopías y asuntos muy afines (I)». http://www.rebelion.org/docs/258063.pdf

(4) Tradujo los dos primeros libros (OME 40, 41 y 42 de la Obras de Marx y Engels que él mismo dirigía) y dejó a medias el libro III.

(5) Gregorio Morán, «La leyenda del gran Landínez» http://www.caffereggio.net/2012/12/15/la-leyenda-del-gran-landinez-de-gregorio-moran-en-la-vanguardia/

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