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Las clases trabajadoras ante la migración

Fuentes: Rebelión

El INE acaba de dar a conocer cifras oficiales sobre el número de personas extranjeras residentes en Chile. Según las estimaciones llevadas a cabo por el ente estadístico, al 31 de diciembre de 2018 residían en el país 1,25 millones de extranjeros, representando el 6,6% de la población total. El estudio además constata que el […]

El INE acaba de dar a conocer cifras oficiales sobre el número de personas extranjeras residentes en Chile. Según las estimaciones llevadas a cabo por el ente estadístico, al 31 de diciembre de 2018 residían en el país 1,25 millones de extranjeros, representando el 6,6% de la población total.

El estudio además constata que el grupo más numeroso dentro de los migrantes lo constituyen los venezolanos, representando casi un cuarto (23%) del total. Estos desplazaron a los peruanos (17,9%), que, por la vecindad de su país de origen, históricamente constituían el principal grupo de extranjeros residentes en Chile. En tercer lugar, se situaron las personas de origen haitiano (14,3%). Mientras que en el cuarto lugar se situaron los colombianos (11,7%).

Así, estos cuatro grupos representan en conjunto dos tercios (67%) de la población extranjera residente en Chile.

El aflujo de importantes contingentes de población migrante es un fenómeno que ha cobrado particular fuerza en Chile en los años recientes. Son personas que, en general, salen de sus países de origen en búsqueda de mejores condiciones para ganarse la vida, de ahí que el perfil etario esté fuertemente concentrado (60%) entre los 20 y 39 años.

La fuerza del fenómeno ha comenzado a presionar sobre el marco legal, la institucionalidad y las políticas migratorias que rigen actualmente en Chile. Así, por ejemplo, en el ámbito de la legislación laboral, el gobierno se ha propuesto elevar la cuota de trabajadores extranjeros que las empresas pueden contratar de 15 a 30% [1] .

Se trata de un fenómeno que hay que poner especial atención, sobre todo por lo que para los intereses de las clases trabajadoras significa y por el desafío que presenta para un eventual proyecto de transformación social basado en estas.

Derecho universal a la migración

Una de las grandes conquistas progresistas que la burguesía legó a la humanidad fue la liberación de las clases explotadas de la sujeción a la tierra al que se hallaban sometidas bajo el régimen feudal. Así, para el capital no hay ninguna contradicción de principio para que cualquier ciudadano pueda circular libremente dentro de las fronteras del país y fijar su residencia donde mejor le plazca. No hay coacción extraeconómica que obligue al ciudadano común a residir en la localidad en que vive, las únicas restricciones que enfrenta en este plano son de otro orden, especialmente económicas: costo de la vivienda, tiempo y costo de desplazamiento hacia el lugar de trabajo, etc.

Sin embargo, aquel derecho que la burguesía puede asegurar dentro de las fronteras del Estado nacional no ha podido aún garantizarlo del todo entre países, incluso si entre estos rige el orden capitalista. Prueba de ello está la reciente negativa de una serie de países (Chile entre uno de ellos) de reconocer en el derecho internacional a la migración como un derecho humano.

Se llega así a la paradoja de que mientras dentro de los países rige el derecho burgués de libre desplazamiento, a nivel internacional rige un derecho semi feudal que ata a las personas a determinados territorios que les impide su libre circulación por el globo. Todo esto a contracorriente de todos los avances revolucionarios del mismo capitalismo en las comunicaciones y el transporte que han estrechado cada vez más las distancias entre países.

Así, la primera bandera a levantar por las clases trabajadoras es el derecho al libre tránsito, y de forma segura, entre países. Venezolanos, peruanos, haitianos, colombianos, o cualquier otro, tienen el pleno y legítimo derecho a establecerse en Chile y ganarse la vida como cualquier otro trabajador.

Igualación de derechos

Otra reivindicación, de alcance estratégico, dice relación con una labor sistemática de educación político-ideológica (propaganda) entre las clases trabajadoras que las vacune contra toda estrechez y prejuicio nacionalista.

El socialismo es un proyecto político cuyo eje programático fundamental reside en la unidad de los trabajadores como clase por sobre cualquier diferencia de género, raza, credo, nacionalidad, etc. Estos no pueden siquiera plantearse la posibilidad de fundar un orden social emancipador si es que no cuentan con un grado de unidad suficiente que les permita tomar conciencia de su situación.

En este sentido, lo que debería levantarse es la igualación de derechos, especialmente en el ámbito laboral, de la población migrante con respecto a la chilena.

Sin embargo, es muy probable que las mismas organizaciones de lucha más inmediatas (sindicatos, por ejemplo) y sus miembros se muestren en principio reluctantes, e incluso contrarios, a reivindicaciones en favor de los derechos de la población migrante. El corporativismo centrado exclusivamente en la defensa del puesto de trabajo y del salario puede llevarlos a este tipo de posiciones. No sería extraño observar que la reacción inmediata del trabajador chileno sea ver en el extranjero una potencial amenaza a su fuente laboral.

Esta actitud, sin embargo, es una pésima defensa de los intereses de los trabajadores en su conjunto. Es una que cambia migajas para hoy por hambre y miseria para mañana. Por ejemplo, la actual diferenciación entre trabajadores nacionales y extranjeros consagrada en el Código Laboral socava por todas partes la fuerza colectiva de la clase trabajadora.

Por una parte, tener un contingente migrante dentro de sus filas al que la patronal puede constantemente chantajear con despedir bajo el pretexto de tener copada su cuota de extranjeros solo puede ahuyentar a estos de las organizaciones de clase más elementales. Bajo el miedo de perder su puesto de trabajo, que constituye su exigua fuente de sustento familiar al final del día, el trabajador migrante se desmoraliza y se abstiene de la organización y lucha clasista.

Por otra, tener una enorme fila trabajadores migrantes tocando la puerta de la fábrica, dispuesta a venderse por menos que un plato de lentejas y a renunciar «voluntariamente» a los menguados derechos laborales con tal de acceder a un puesto de trabajo, solo puede crear incentivos a aumentar la rotación de los trabajadores migrantes ya empleados ante cualquier atisbo de protesta y, de rebote, a erosionar el poder de todo el contingente de trabajadores, sin distinción de nacionalidad.

Y finalmente, mantener distinciones según nacionalidad en la legislación laboral chilena solo puede contribuir a lumpenizar a la población migrante, obligándola, en el mejor de los casos, a emplearse en negro al capital o, derechamente, a arrojarse a actividades ilícitas para ganarse la vida, potenciado una serie de flagelos sociales que ya aquejan a las clases trabajadoras en sus espacios de vida cotidianos.

Es probable que, fruto del subdesarrollo político y falta de un verdadero arraigo orgánico en las clases trabajadoras de los sectores de izquierda en Chile, este tipo de problemáticas pasen completamente desapercibidas.

Así, ya sea por el corporativismo de las organizaciones de lucha inmediata de los trabajadores, por el subdesarrollo de las expresiones políticas de izquierda o una mezcla de ambas, el resultado final es que amplios sectores de estos quedan a la deriva frente a un fenómeno que cada vez cobra mayor importancia, y necesariamente lo seguirá haciendo. En el peor de los casos quedan expuestos a prestarle oídos a las expresiones burguesas más putrefactas que hoy pululan en el escenario político nacional, que, bajo el pretexto de la defensa del empleo, apelan al más burdo chovinismo.

La conciencia de clase para los trabajadores significa que estos se acerquen a la comprensión racional de los mecanismos fundamentales de la explotación capitalista, y que a su vez sean asimilados al momento de definir los cursos de acción de la política práctica. El internacionalismo, la solidaridad de clase por sobre cualquier distinción de origen nacional, es una de las expresiones más avanzadas de esta comprensión.

www.puntofinalblog.cl



[1] Véase http://www.rebelion.org/noticia.php?id=245704