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30 años de convergencia de las dos derechas

Fuentes: Rebelión

Cuando el entonces diputado Sergio Aguiló dio a conocer su ensayo «Las dos derechas», en la década de los 90, con seguridad no pensó que el tema medular sería reflotado indirectamente al paso de los años por la Udi (la reacción con careta de «unión demócrata») a través de una de sus más connotadas parlamentarias. […]

Cuando el entonces diputado Sergio Aguiló dio a conocer su ensayo «Las dos derechas», en la década de los 90, con seguridad no pensó que el tema medular sería reflotado indirectamente al paso de los años por la Udi (la reacción con careta de «unión demócrata») a través de una de sus más connotadas parlamentarias.

Los medios de prensa han destacado en los últimos días declaraciones de la senadora pinochetista Ena von Bauer, quien aseveró con certeza que «Chile Vamos» es el heredero de la Concertación, estamos orgullosos del país que la Concertación, en conjunto con nosotros, construyó».

Coinciden esas palabras con las pronunciadas anteriormente por el ex presidente Frei Ruiz Tagle – un conservador con carnet de demócrata cristiano – el cual señaló que «cuando me preguntan si llegó la alegría, yo les digo que los últimos 30 años han sido los mejores de la historia de Chile»…

Frei fue quien abrió las puertas a las privatizaciones en la era concertacionista. En su periodo pasaron a manos del gran empresariado chileno y extranjero el agua y los puertos, y se produjo la entrada de capitales privados a la generación eléctrica. El ex mandatario, pinochetista desde joven, logró arrebatar al dictador de la justicia internacional tras su detención en Londres.

A la senadora Udi -y a otros – habría que hacerles claridad para que se cercioraran que en realidad la Concertación y la derecha tradicional no «construyeron» ningún país ni nada nuevo. En sus siete gobiernos consecutivos se limitaron a prolongar y administrar el régimen de injusticias legado por la dictadura, caracterizado por la falta de democracia, la desigualdad, el individualismo y la corrupción.

Al cabo de 3 décadas de alternancia en La Moneda y convergencia en sus objetivos, ambas coaliciones políticas avaladas por la oligarquía, las FF.AA. y el imperio yanqui parecen haber conformado un frente común en defensa de las calamidades que dejó la tiranía. Con impunidad en las violaciones a los derechos humanos de fondo, ahí están invariables la Constitución espuria de 1980, el modelo neoliberal depredador, la institucionalidad bastarda, el mercado desregulado, las riquezas naturales en poder de transnacionales, grandes empresas con exclusivo afán de lucro como las AFP y las Isapres, etc.

Difícilmente un ciudadano común y corriente puede sentirse orgulloso de que en su país la concentración económica de una minoría privilegiada repercuta en la pobreza de muchos afectados por los salarios mínimos, el desempleo y el sobreendeudamiento con morosidad. La casta política acomodada en el sistema se halla cada vez más lejos de las necesidades que el pueblo sufre a diario, mientras en la televisión las tandas publicitarias del mercado le muestran un mundo de fantasía inalcanzable.

Por sus propios errores la Concertación derrochó el inmenso caudal de votos que tuvo en sus inicios, y el cambio de la alegría por la incertidumbre, la solidaridad por la avaricia y los servicios por los negocios, terminó por hacerla sucumbir. Menos suerte tuvo su sucesora, la Nueva Mayoría, que por falta de apoyo popular dejó de existir tras corta vida por causas naturales. Se les recuerda solo por la desconfianza que tales bloques generaron en la gente. No tienen futuro, ni aun tratando de aferrarse a los políticos nuevos que asoman.

No menor es la desconfianza hacia Chile Vamos, que ha decepcionado en un año de gobierno. Sebastián Piñera solo está interesado en su patrimonio, en su ego y su proyección hacia el exterior, pero ignora a la calle y sus demandas en momentos en que crecen los despidos, la cesantía y el desencanto. Sus electores creen haber caído en una trampa. Aun antes de llevar «de paseo» a China a sus hijos, también millonarios empresarios, las encuestas indicaban que la aprobación a Piñera no superaba el 36%.

Gobernar para los poderosos que acumulan riquezas con mezquindad es una práctica que no responde a las aspiraciones de quienes no tienen más propiedad que sobre sus sueños y anhelos postergados. Las dos derechas cuentan a su favor con la demora del estallido social, que se producirá más temprano que tarde, y que está destinado a derribar las bases del modelo vigente y abrir paso a la estructuración de un régimen igualitario, con democracia plena, solidaridad, justicia y participación ciudadana.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.