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El dueño del circo y sus payasos

Fuentes: Rebelión

«Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses». J. Foster Dulles, Secretario de Estado de Estados Unidos, década de 1950. En los últimos meses el gobierno de Donald Trump ha demostrado lo qué es el imperialismo estadounidense, agresivo y criminal como siempre. Atrás ha quedado cualquier simulación diplomática, o el culto a las formas. Hemos regresado […]

«Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses». J. Foster Dulles, Secretario de Estado de Estados Unidos, década de 1950.

En los últimos meses el gobierno de Donald Trump ha demostrado lo qué es el imperialismo estadounidense, agresivo y criminal como siempre. Atrás ha quedado cualquier simulación diplomática, o el culto a las formas. Hemos regresado a los tiempos en que éramos el «patio trasero» de los Estados Unidos, se aplicaba la Doctrina Monroe, y cuando los perros falderos de cada país del continente se agachaban sumisos ante las órdenes del amo imperial. Con Trump ha resurgido, lo cual es mucho mejor, el imperialismo puro y duro, como resultado de lo cual se le ha dado un entierro de tercera al derecho internacional.

Son de otra época las conspiraciones que efectuaban los Estados Unidos para derrocar a los gobiernos que no le convenían y cuando trataba de ocultar las huellas de sus actos delictivos. Ahora ya no oculta nada, no conspira, sino que organiza en forma abierta sus acciones criminales, a la luz del día, sin disimulo de ninguna clase, como se evidencia hoy en el caso de Venezuela. Eso lo ha planteado Trump en los diversos ángulos de la política hemisférica, como en lo relativo al Muro en la frontera con México, a las migraciones, a la guerra contra las drogas, con el objetivo de recuperar la «grandeza de Estados Unidos». Sin eufemismos nos trata a los habitantes de América Latina como inferiores, delincuentes, violadores y dice que procedemos de «países de mierda» (fucking countries). Donald Trump recalca que nuestro continente es un gigantesco circo de su propiedad, en el que se imponen las condiciones que se le antojen y sus payados deben acatarlas en forma sumisa.

Los payasos de América Latina abundan, agrupados en la Pandilla de Lima y en la moribunda OEA y entre ellos compiten para demostrar cual pude ser no solo el payaso sino el perro de guardia del imperio. Se destaca por su servilismo el régimen del subpresidente Iván Duque, quien es una marioneta gringa de la agresión terrorista contra Venezuela.

El territorio de Colombia es el epicentro de esa agresión. Bogotá y Cúcuta son las cabezas de playa de esa guerra, por donde circulan agentes de la CIA, funcionarios de su fachada civil, la USAID, torturadores de Miami, paramilitares, desertores, criminales de la oposición venezolana y funcionarios del gobierno estadounidense. Entre estos últimos sobresalen el torturador Mike Pompeo (Secretario de Estados Unidos), el asesino y golpista Eliott Abrams (Asesor Especial para Venezuela), el gusano Marco Rubio (Senador Republicano), entre las cabezas más visibles del terrorismo internacional que caracteriza la política exterior de los Estados Unidos. El gobierno de Duque promueve y permite que desde nuestro suelo se efectúen ataques y saboteos contra Venezuela, como aconteció el 23 de febrero pasado.

Con tal nivel de servilismo, el régimen colombiano ha creído que ya no es un payaso sino que hace parte de la junta directiva del circo, lo cual se expresa en los términos ditirámbicos utilizados por los medios de desinformación criolla, que catalogan a Iván Duque como un «líder de la democracia», una figura de relieve en el continente, ya que de lograr el derrocamiento del presidente constitucional de Venezuela su nombre quedará en la historia como un «adalid de la libertad» en Sudamérica. Algunos arrobados por sus propias mentiras han llegado a decir que «Colombia es un socio estratégico de los Estados Unidos», confundiendo socio con sirvientes.

Afortunadamente, los propios funcionarios de los Estados Unidos recuerdan en el tono más alto y directo quién es el dueño del circo y a quien le corresponde el papel de payasos de quinta categoría. El propio Donald Trump ha dicho que el gobierno de Duque es ineficaz a la hora de proteger los intereses de los Estados Unidos, en términos de producción de narcóticos, y que ha hecho muy poco a favor de sus amos imperiales. Entre más servil es el payaso colombiano, más displicente y despreciativo es el dueño del circo, porque sabe que siempre va a contar con unos lacayos incondicionales. Por eso, hay que humillarlos para recordarles que no valen nada, así vivan permanentemente de rodillas, que son simplemente payasos a bajo sueldo, y cada nueva humillación sirve para obtener nuevas dadivas. La respuesta del régimen de Duque ha sido toda una payasada (que más se podía esperar de los payasos, cuya cultura literaria se reduce a los «siete enanitos»), al decir que «a Colombia nadie le tiene que dictar lo que debe hacer, porque Colombia es un país que sabe cooperar internacionalmente, porque […] sabe construir alianzas». Es decir, no lo deben regañar, porque sin regaños él sabe obedecer y cumplir los dictados del dueño del circo. Y el subpresidente rubrica sus chistes de mala factura con una joya antológica del cinismo y la mentira: «Este es un país que nunca ha tenido una política exterior servil; todo lo contrario, ha tenido siempre una política exterior digna, respetable, y así la seguiremos manteniendo».

Tanta «dignidad» se evidencia con los hechos posteriores al último llamado de atención de Trump, luego del cual el torturador Mike Pompeo fue recibido por Iván Duque en persona y con ese siniestro personaje estuvo en Cúcuta, a pocos metros del territorio venezolano y luego se reunió con parlamentarios de los Estados Unidos, siempre con la cabeza baja y recibiendo órdenes.

A veces el cinismo del dueño del circo viene acompañado de ciertas verdades incomodas, como la dicha en la última recriminación que Donald Trump le hizo a su sirviente de la Casa de Narquiño en Bogotá, cuando señaló que desde Colombia el gobierno está enviando «a verdaderos asesinos porque no quieren a las pandillas, así que las envían a nuestro país». Y en esto no está equivocado porque el gobierno de Iván Duque envía a diario a delincuentes de diverso nivel a los Estados Unidos, entre los que se pueden mencionar a Francisco Santos (Embajador), a Alejandro Ordoñez (Embajador en la OEA), a Carlos Holmes Trujillo (quien oficia como Ministro de Relaciones Exteriores) y ese mismo régimen le brinda su apoyo a un delincuente ya condenado como Andrés Felipe Arias, para que se mantenga en suelo estadounidense.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.