El Parlamento colombiano finalmente ha aprobado, con suficiente margen, la denominada ley sobre la paz total del gobierno actual.
Ha sido un accidentado proceso legislativo en donde los pocos votos de la oposición han salido de una alianza reactivada de Uribistas y Santistas, liderada por dos de los más importantes alfiles de J.M. Santos: El ex-negociador de paz en la Habana el rábula greco-caldense de villamaría Humberto de la Calle y el ex ministro del interior de Santos, hijo de una víctima de la guerrilla Juan Cristo; quienes por tratar de evitar que por fin quede en claro para la sociedad colombiana la perfidia y la truculencia de la estrategia del gobierno de Santos en el llamado proceso de paz de la Habana / 16, han esgrimido su decrépita retórica contrainsurgente de que la paz actual para Colombia debe continuar la estrategia consagrada en la obsoleta ley de 418 de 1997 o ley de Orden Público, con las diversas modificaciones hechas desde su promulgación durante los insufribles y sanguinarios gobiernos contrainsurgentes de la banda de los cuatro (Pastrana, Uribe, Santos y Duque).
(Ver los mezquinos y rabulescos argumentos de De La Calle y Juan Cristo en https://www.eltiempo.com/politica/proceso-de-paz/de-la-calle-se-opone-a-entrada-de-ivan-marquez-a-la-paz-total-712344
Pero este éxito legislativo debe ser también sopesado en su contexto real y objetivo:
Lo primero que se debe resaltar, es que después de una guerra civil de 74 años llamada conflicto interno colombiano, estamos en presencia de una verdadera toma de conciencia colectiva de que la lógica centenaria “dominante y hegemonica” igualmente ha hecho crisis.
Aquella lógica contrainsurgente de que el Estado debía y podía matar legalmente ciudadanos alzados en armas o sin armas para lograr la paz y mantener el llamado orden público, así como su reflejo en el espejo, de que los rebeldes amparados en el legítimo derecho a la rebelión podían matar colombianos, con uniforme o sin él, para enfrentar la coacción dominante y lograr sus objetivos políticos, hoy en día, por los múltiples cambios nacionales e internacionales ya no es sustentable, ni tampoco sostenible. La pavorosa guerra civil de 74 años, finalmente ha escarmentado a la mayoría de tirios y troyanos, aunque queden “residuos” que confirmen la tendencia.
Lo segundo a considerar es que esa crisis de la hegemonía dominante, la cual siguiendo la tradición Santanderista se intenta “corregir” mediante una ley, por más realista y positiva que esta sea, no deja de ser un “consenso” momentáneo, que puede ser re-modificado o cambiado totalmente en un próximo gobierno; lo que confirma aquel viejo lema de F.P. Santander: “cualquier cosa con tal de que sea una ley”.
Lo tercero es que si bien aquel argumento escolástico de que la “causa causorum” o causa de todas las causas en Colombia era la “guerra a la subversión”, y que actualmente haya dejado de ser argumento para convertirse en una justificación económica, política, religiosa y militar; no significa que las verdaderas causales del llamado conflicto interno colombiano también hayan sido o estén en vías de ser removidas o superadas.
Por ejemplo, el hecho de que el Capital como el agua se pudre si se estanca y necesite obligatoriamente ser invertido en busca de ganancias, y la crisis general haya obligado al Estado colombiano a pactar un gran negocio con gamonales ganaderos y terratenientes trasnacionales para comprarles la tierra acaparada durante el conflicto, es decir aquella alcancía terrenal donde durante sus muchos años depositaron sus capitales ociosos producto de sus saqueos y despojos, no significa que el secular problema de la tierra en Colombia esté resuelto. Es simplemente un gran negocio capitalista y como tal hay que analizarlo. Quedan pendientes los 6 millones de hectáreas que han sido saqueadas a 6 millones de víctimas de la guerra contrainsurgente, y los demás problemas subsidiarios de tantos años de dominación y explotación capitalista.
Una cuarta consideración es necesaria: La crisis de la hegemonía dominante en Colombia ( la que varios analistas superficialmente asocian con la derrota electoral del Uribismo en las últimas elecciones) así mismo está asociada o es un resultado de la gran crisis de hegemonía unilateral en la que se debate actualmente el “Hegemón” anglosajón y europeo del sistema-mundo, el cual vemos como se desliza irremediablemente por el tobogán de su decadencia y va siendo paulatina e inexorablemente sustituido por un sistema-mundo multipolar.
Frente al liderazgo indiscutido de un Xin Ping o de un Putin en Eurasia; el “Occidente Colectivo”, (como lo denominan sus rivales rusos) exhibe el liderazgo abatido y confundido de un Biden, a un Boris Jhonson con sus reemplazos, a un Macrón mediático,a la neofascista Giorgia Meloni, o al asustado jefe de la OTAN Stoltenberg, para no mencionar a Bolsonaro en Nuestramérica; que muestran a todo el mundo su debilidad al no poder imponer al resto de países subordinados su voluntad unilateral sino mediante el último recurso que todavía monopolizan, el militar atómico. Pues la otra cara de la moneda, el capital financiero global, ya ha completado su traslado a Asia Oriental generando lo que el reconocido investigador gramsciano Giovanni Arrighi en sus importantes obras denomina la “bifircación caótica irreversible” del sistema-mundo actual. (*)
Por último, mirando más allá de la selva y los grandes ríos ( lo que se pretende cuidar con helicópteros estadounidenses) es decir, yendo más allá de la visión inmediata cotidiana del árbol que está frente a las narices y un poco hacia el futuro; hay que reconocer una grande y apabullante realidad en Colombia: el Bloque de Poder Contrainsurgente dominante y explotador durante todos estos 74 años de guerra contrainsurgente llamada conflicto interno, sigue intacto y no se visualiza su pronta des-estructuración, a pesar de las varias medidas progresistas, pero insuficientes, que el actual gobierno viene realizando.
Lo que sigue poniendo en el orden del día de los verdaderos luchadores populares por la democracia avanzada post capitalista, la consigna tan realista como necesaria de “Unidad y Futuro”.
Notas:
Arrighi, Giovanni. Silver J Beverly. Caos y Orden en el sistema-mundo moderno. Ed Akal. Madrid 2001. 327 pgs
Arrighi Giovanni. El Largo siglo XX. Dinero y poder en los origenes de nuestra época. 2° edición. De Akal. Madrid. 2018. 477 pags
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.