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Igualar en el escenario político a Petro y Fajardo, como hombres a vencer por las mujeres, es un mensaje peligroso que despolitiza el debate sobre la situación del país porque no toma en consideración lo que cada uno representa.
Hablamos de esa misma clase social que induce al pacifismo estéril, con un lenguaje de sometimiento que habla de “formas correctas de protestar” solo para adormecer la indignación y luchas de quienes enfrentan al Gobierno con acciones de hecho y rebeldía en calles y carreteras del país.
El corazón de la sociedad flota en veneno y está cercado con alambre de púas, y responde al miedo programado de décadas de un sistema educativo que asocia educación con dinero.
Entrevista con Fabio Díaz, trabajador de Ecopetrol