No es otra cosa que un mensaje de mesura del Ejecutivo a sus propias filas: en La Moneda somos progres, pero nunca tanto y siempre que lo progre no comprometa la aprobación de las reformas. Nadie pone en duda la veracidad de las declaraciones que terminaron con su abrupta renuncia, sin embargo, lo característico del […]
No es otra cosa que un mensaje de mesura del Ejecutivo a sus propias filas: en La Moneda somos progres, pero nunca tanto y siempre que lo progre no comprometa la aprobación de las reformas.
Nadie pone en duda la veracidad de las declaraciones que terminaron con su abrupta renuncia, sin embargo, lo característico del hecho que marca el término del 2014 para el primer gobierno de la Nueva Mayoría no es el fondo. Es la forma. La salida de la PPD Helia Molina de la cartera de Salud es un hito que resume en vivo las disputas que existen entre sectores progres y conservadores a la interna de la Nueva Mayoría, a la vez que da luces sobre el actuar futuro de un gobierno que cerrará filas en torno a un objetivo estratégico: la aprobación de sus reformas.
Y si bien Michelle Bachelet no claudicará en su intento de hacer los cambios de fondo que no hizo en su primer periodo, no sacrificará por ello un potencial segundo mandato para una Nueva Mayoría que se juega en este gobierno su sobrevivencia como alternativa política amplia, y la única manera de lograr aquello es reposicionando las consignas que la llevaron a la cúspide del poder político, las mismas que están contenidas en proyectos (o anteproyectos) de ley como el que el gobierno consiguió hoy blindar: el de aborto terapéutico. Y ciertamente no uno cuyo rostro quieran que sea el de una ministra dispuesta a hablar mucho «fondo» y poca «forma», cuando está claro que lo segundo vende más que lo primero.
Que haya sido el Ministerio el que le haya quitado el piso a las declaraciones de su otrora líder, no es otra cosa más que un mensaje de mesura por parte del Ejecutivo a sus propias filas dentro de la Nueva Mayoría: en La Moneda somos progres, pero nunca tanto y siempre que lo progre no comprometa la aprobación de las reformas. Era estratégico y necesario para la Presidenta, que ve todo con una perspectiva a futuro que ya quisieran tener en las oficinas de las sedes de los partidos de la Nueva Mayoría, dar de una vez por todas un tatequieto que bajara de la nube y quitara los patines a quienes se lo tomaban muy en serio (si hasta la retroexcavadora del Senador Quintana salió al baile).
Para este gobierno que la clase alta aborte en clínicas privadas es una realidad, pero una de esas que sirven más guardaditas en las cabecitas de la gente y que se hablan solo mientras la familia ve el reportaje de embarazo adolescente de turno en la tele de la noche, no de las que se imprimen en los diarios de todo el país para comentarlas en el almuerzo, y mucho menos con una foto a color de una de sus ministras. Así, para del Gobierno, pierden las reformas y gana la derecha.
La salida voluntaria y sin disculpas por parte de Molina terminó siendo un espaldarazo al Ejecutivo, y así ha quedado de manifiesto con la imagen de una Ministra que dimite a lo rockstar y «por la causa» (#HeliaNoSeVa, ¿cuándo fue la última vez que algún o alguna representante del oficialismo despertaba la solidaridad de Twitter y se hacía Trending Topic por ello?). Ese teatro no es casualidad, y es que en el PDD hay certeza de que la condición para que la Nueva Mayoría salga a ganar el 2017, es que las reformas sean un éxito y se aprueben con cotillón incluido, solo así será el progresismo (ese que se escribe con ME-O) el que triunfe en las primarias presidenciales de la Nueva Mayoría.
Y ahora que ya que se aproxima ese más que anticipado cambio de gabinete, podemos decir que ya nadie se acordará jamás de cuando la ex-ministra sí puso la forma por sobre el fondo, afirmando con desconcierto no entender porqué se movilizaban los gremios de la salud en septiembre.
Por Cristóbal Rojas Alday, militante Frente de Estudiantes Libertarios (FEL) e Izquierda Libertaria (IL).
http://eldesconcierto.cl/helia-molina-somos-progres-pero-nunca-tanto/