Escribo estas palabras en referencia a las palabras de Carlos Fernandez Liria, a razón de un artículo publicado en rebelion.org. Un artículo que desde el primer momento me llamó la atención: «Yo voy a votar a Luis Alegre«. No sólo me ha llamado la atención el título sino las sucesivas entrevistas en las que Luis […]
Escribo estas palabras en referencia a las palabras de Carlos Fernandez Liria, a razón de un artículo publicado en rebelion.org. Un artículo que desde el primer momento me llamó la atención: «Yo voy a votar a Luis Alegre«.
No sólo me ha llamado la atención el título sino las sucesivas entrevistas en las que Luis Alegre ha aparecido en televisión. No sé hasta que punto esta persona tiene la confianza de la cúpula de Podemos, pero lo que si sabemos, o por lo menos intuimos, desde las bases es que le falta ese «punch» de izquierdas, ese «punch» que te hace ser creíble, ese «punch» que cuando una eminencia de economía te dice que España se está financiando al 0% de interés y que es una locura hacer una reestructuración de la deuda, hace que respondas que los intereses que los españoles estamos pagando, no son de hoy o mañana, sino que son los intereses del ayer, y esos no están al 0%, ese «punch» que hace que no te duermas y digas a los andaluces que no vas a ganar en Andalucía, en fin, ese «punch» que hace que sumes, que hace remover conciencias de la gente y en definitiva, ese «punch» que hace ganar elecciones. Es una opinión nada más, pero la verdad es que las charlas y clases de comunicación que le sobran a Pablo Iglesias, le faltan a Luis Alegre. ¿Acaso nadie le ha dicho que queda mal sonreír tanto en televisión? Luis, compañero, un plató no es una charla en el café de tu primo, y los contertulios no son tus amigos.
No dudo de su capacidad de trabajo, de organización, de su obra o de su ilusión, pero si dudo de su capacidad de comunicación.
Me ha llamado también la atención el enconamiento de Carlos contra esa izquierda criticona, esa izquierda que no calla, esa izquierda que al final, es la que siempre está movilizada. Hay dos izquierdas, quizás si, quizás no, de hecho creo que hay más izquierdas. Supongamos pues que hay dos izquierdas, hagamos nuestra esa hipótesis, faltemos a nuestra inteligencia y acotemos el espacio de estudio, dos izquierdas, y ya que nos ponemos dicotómicos, digamos que hay dos Podemos, uno para ganar y otro para protestar. Un Podemos hecho para ganar, donde Luis Alegre junto con Carolina Bescansa, Iñigo, Juan Carlos y tantos otros han encontrado su espacio de poder, de poder y control. Un Podemos que vende, que moviliza, que crea adeptos y fanáticos «podemitas» y seguidores del amado líder. Luego está otro Podemos, este último no está articulado en torno a unas siglas como CqP, no está organizado y me atrevería a decir, que ni siquiera tiene conciencia de su existencia, pero existe. Existe otro Podemos cuando un simpatizante vota en las elecciones estatales y se da cuenta que hay ciertas triquiñuelas para que una lista salga elegida y asuma todos los puestos de un Consejo Ciudadano estatal, ahí se cercena todo atisbo de pluralidad política, existe otro Podemos cuando un simpatizante vota en unas elecciones municipales y se da cuenta de que hay ciertas triquiñuelas para que salga elegida una lista con las siglas CqP, ahí se cercena todo atisbo de horizontalidad, existe otro Podemos cuando un simpatizante ve que en el estrado de la «Marcha por el Cambio» a la postre, la marcha más importante para Podemos hasta el momento, no está ni Teresa Rodríguez ni Pablo Echenique, yo tenía entendido que era la Marcha de Podemos, no la marcha de «Claro que Podemos». Existe otro Podemos cuando un simpatizante se da cuenta de que se hace necesario un pacto en Andalucía para el Consejo Ciudadano y para la lista al Parlamento, ahí se cercena el empoderamiento y la transparencia, al menos, por una parte. Y yo me pregunto, ¿qué es la democracia sin pluralidad política, sin horizontalidad, sin empoderamiento y sin transparencia? La respuesta es tan sencilla que tampoco hay que hacer un gran esfuerzo de intelectualidad, la misma democracia que hemos tenidos estos treinta y tantos años, la democracia de unos pocos, la democracia del mismo hacer con distinto maquillaje.
Muchos hemos sido necios, lo estamos siendo en estos momentos, y muchos de nosotros lo seguiremos siendo, pues estamos apoyando el surgimiento de una nueva oligarquía, antaño con una rosa en la mano, ya lo dijo Reincidentes, pero en este caso con el morado como bandera. Estoy seguro que no todos son así, estoy seguro que mucha gente le gusta el debate, el intercambio de ideas, el conocimiento dado por los diferentes puntos de vista, y las votaciones.
Quizás sea un idealista, un izquierdista criticón, un asambleario convencido, pero prefiero formar parte de ese Podemos diluido, de ese Podemos que protesta, de esa izquierda que no llega a meta, que se hace camino al andar. Suena utópico, sí, pero no quisiera comenzar el camino vestido de morado para llegar a la meta vestido de azul con una gaviota en la solapa.
Rubén Jesús Muñoz Bautista. Simpatizante sin cargo, medallas u honores.
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