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Arte para romper los muros, abrir la puerta…

Fuentes: Progreso semanal

Hay varias razones por las cuales la poeta, ensayista y traductora cubana Nancy Morejón, asegura que el diálogo entre Cuba y Estados Unidos comenzó hace varios años. No el 17 de diciembre. No en 2014. No cuando los presidentes de ambos países declararon el inicio de un camino de conversaciones. Al menos, no es así, […]

Hay varias razones por las cuales la poeta, ensayista y traductora cubana Nancy Morejón, asegura que el diálogo entre Cuba y Estados Unidos comenzó hace varios años. No el 17 de diciembre. No en 2014. No cuando los presidentes de ambos países declararon el inicio de un camino de conversaciones. Al menos, no es así, si entendemos que el encuentro entre ambas orillas ha tenido múltiples formas y matices a lo largo de décadas. Tiene una fecha para demostrarlo. 1985. Y en la memoria, varios amigos que insisten en detener la mirada en la Isla caribeña.

«De alguna manera, desde antes de que se realizara el anuncio, ya el arte y la literatura estaban rompiendo el bloqueo. Durante varios años, muchas personas en Estados Unidos -escritores, activistas, investigadores-, se han interesado en la Isla y su espacio cultural; en sus realidades políticas y sus devenires. De eso yo tengo pruebas fidedignas», asegura la intelectual cubana que rebasa las siete décadas de existencia y que ha formado parte de algunos de los momentos más relevantes de la historia de su país.

1985 marcó un punto de giro en mi vida, insiste en contarnos. En esa fecha vio la luz mi primera antología bilingüe Where the Island Sleeps Like a Wing. Su realización fue promovida por los grupos de California con opiniones de Alice Walker que estuvo muy en el centro de esa edición, recuerda Nancy desde La Habana, más de tres décadas después de la publicación. Pero fue en 1983 cuando Sandra Levinson presentó en Estados Unidos aquella antología pequeña, un folleto de poemas suyos. «Yo grabé un cassette, no se me olvida, que incluía textos míos y música de la orquesta Aragón».

«Hay muchos poetas que me han acompañado, han estado cerca de mi obra y de mí, cerca de Cuba». Algunos de esos amigos han muerto ya, nos dice. Y comienza a nombrarlos desde diversas épocas: June Jordan, Fernando Alegría (chileno), Robert Chrisman. No obstante, la mirada sensible hacia la cultura insular ha continuado tomando espacio entre otros artistas e investigadores de ese país. «Sobre todo en California, puedo mencionar personas como Anne Fountain, estudiosa de Martí; Kathleen Weaver, traductora de mi obra, la de Retamar, de Cintio y Fina. Encontramos también a Tony Ryan gran activista y conocedor de los movimientos de Estados Unidos a favor de Cuba, América Latina y el Caribe. Son tantos los amigos que nos acompañaron y nos acompañan en ese intento de diálogo».

La antología With Eyes and Soul: Images of Cuba, con fotografías del poeta norteamericano Milton Rogovin fue otra muestra de su interés por pactar encuentros. En esa oportunidad Nancy escribió 38 textos que devinieron acompañamiento poético de la serie de fotografías realizadas por su colega. El proyecto fue presentado en 2004 en Buffalo. Una década antes la Universidad de New York le había conferido el Premio Yari- Yari de Poesía Contemporánea, por la obra de toda la vida. Lo cierto es que en toda Norteamérica su obra ha sido traducida y reimpresa en varias ocasiones.

«Yo creo que en la actualidad hay muchos grupos, mucha gente que está haciendo cosas interesantes, está el grupo Latino Artists Round Table que radica en nueva York, presidido por Sonia Rivera Valdés y también Mario Picayo, quien dirige el sello editorial Campana».

No es un secreto que durante más de cuarenta años Nancy ha laborado como una suerte de embajadora cultural al sostener una relación fecunda con sectores intelectuales de Estados Unidos. «Siempre ha habido personas con un alto sentido de la responsabilidad y eso ocurre entre los escritores. La literatura tiene grandes ejemplos de esos valores que hemos tratado de defender ante la opresión de la violencia.»

La Premio Nacional de Literatura y miembro de la Academia Cubana de la Lengua, asevera que la poesía nos libera y que nos puede ayudar a ser mejores, a crear las bases de la paz. Es importante que el poema sea capaz de expresar esa necesidad porque ningún ser humano puede vivir en medio de una violencia tan feroz. La escritura puede tener esa función, asegura, todavía hay injusticias en todo el mundo que se deben denunciar.

La nueva escena de diálogo potencial entre ambos países la convida no solo a mirar hacia afuera sino al interior del propio contexto cubano, en pleno proceso de reconfiguración. Se trata de un sendero que lleva a repensar no solo cuáles son las necesidades del país, sino también cómo se está diseñando el futuro de la nación. Nancy se mantiene alerta y no pierde de vista cuestiones medulares.

«Falta atender el pulso de lo popular, esos mundos que son diferentes. Es importante saber que detrás de una movilización quedan residuos del pasado que no son fáciles de extirpar. Puedes hacer un decreto que norme algo pero eso no supone instantáneamente un cambio de conciencia en ese sentido. Siempre hay surcos y zonas por las cuales debemos transitar para ser mejores y que nos demuestran que debemos seguir luchando por la igualdad de género, por la igualdad racial, por tratar de entender todas esas complejidades que laten en una sociedad como la nuestra».

La libertad es una abstracción que Morejón defiende. «Pero está siempre condicionada. No es lo mismo la libertad de una mujer en el Pacífico de México, en Ayotzinapa que en Australia, o lo que representa la libertad para un habitante de Las Malvinas. Yo, por mi parte, respeto y venero esa tierra que se llama Cuba, pero también abogo por la idea martiana de que patria es humanidad.

Poner sonido y voces donde hubo silencio; ponderar los lugares invisibilizados por el poder patriarcal o los prejuicios racistas, palpar el pasado y saber que sopesar las heridas puede hacerla más resistente; mirarse rotundamente como mujer negra, anclada al paisaje Cuba; son algunos de los caminos que ha desatado en su escritura. Aunque asegura que ella escribía sin una conciencia de género, las nuevas promociones son más sensibles y no pueden escribir sin expresar esa conciencia, nos dice. «Y yo las aplaudo», expresa la poeta cubana, reconocida en 2012 con el Premio a la Excelencia Académica en los estudios sobre Cuba de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA).

Dentro de unos días, la ensayista y traductora cubana regresa a ese espacio académico que ha servido de punto de mira de nuestras realidades. «Ahora voy al congreso de LASA que será en Puerto Rico y luego estoy invitada a varias lecturas en una cadena de Café Literarios, en los cuales hablaré sobre Nicolás Guillén. El movimiento a favor de la normalización de los vínculos con Cuba estará allí, como una ola». La cita que se desarrollará durante la última semana de mayo, incluirá conferencias y conversatorios. Luego estará en Washington para sostener varios encuentros con intelectuales y amigos de ese país.

La reciente visita a Cuba de la historiadora norteamericana Jane Franklin es solo uno de los ejemplos de ese espacio que se sigue estrechando entre intelectuales y artistas de Cuba y Estados Unidos. Nancy se alegra de que el puente cada vez sea más visible y provechoso para el intercambio académico y creativo entre los dos países.

«Hay que tener conciencia de eso, de ese interés que existe por nuestra cultura en Estados Unidos y que se reciproca en nuestro deseo de ser parte activa en el intercambio. Debemos movernos en función de dar a conocer allí a los poetas más jóvenes, a músicos, ensayistas, compositores, teatristas. Pienso que hay muchas cosas que se pueden seguir haciendo. Soy de la idea de que el arte y la literatura cubanos se adelantaron al 17-D. Podemos ser testigos de una nueva etapa de las relaciones oficiales pero yo pienso que la cultura fue un puente, algo que propició ese momento y se adelantó a ese día».

Nancy Morejón sabe que existe un camino adelantado y que se ha construido desde el respeto, la cofradía y a partir de la necesidad de hacer coincidir los espacios simbólicos y escriturales de Cuba y Estados Unidos. Por eso ha insistido en afianzar los nexos entre los cubanos de la Isla, los de la diáspora y representantes de la intelectualidad norteamericana. Bien lo puede demostrar. El diálogo comenzó hace varios años. No el 17 de diciembre. No en 2014. Una lista de amigos y de libros lo confirman.

Fuente: http://progresosemanal.us/20150505/arte-para-romper-los-muros-abrir-la-puerta/