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Sobre el machismo, la conciliación familiar y el ejército: mi experiencia

Fuentes: Rebelión

Sobre algunos temas no hay mejor ejemplo que el de uno mismo. Soy militar y tengo una hija, se da la circunstancia de que mi mujer también es militar y tiene el mismo rango que yo. Pero estamos destinados en diferentes unidades. Tengo que decir que conmigo el ejército siempre se ha portado muy bien […]


Sobre algunos temas no hay mejor ejemplo que el de uno mismo. Soy militar y tengo una hija, se da la circunstancia de que mi mujer también es militar y tiene el mismo rango que yo. Pero estamos destinados en diferentes unidades.

Tengo que decir que conmigo el ejército siempre se ha portado muy bien con el tema de la conciliación, se ha aplicado la ley de la manera más generosa a mis intereses y en caso de ambigüedad o indefinición legal siempre se ha adoptado la fórmula más beneficiosa para mí. Pero no se puede decir que haya pasado lo mismo con mi mujer.

Hace nueve años que nació mi hija, y mi mujer tuvo entonces ya los primeros problemas. Necesitábamos coger el permiso de lactancia junto, por nuestras circunstancias particulares (el permiso de lactancia se puede coger en fracciones de una hora al día o todo junto). Como la niña aún estaba mamando quiso solicitarlo mi mujer, pero a ella le concedían el permiso de acuerdo con la normativa militar de ese tiempo y a mí me lo concedían según la normativa de los funcionarios, mucho más ventajosa, que había cambiado hacía poco. Mis mandos consideraron que era cuestión de tiempo (poco) que se adaptara la normativa militar a la de los funcionarios. A consecuencia de eso, tuve que solicitar yo el permiso de lactancia.

El siguiente gran problema de conciliación vino cuando la niña empezó el cole, el cole empezaba a las 9:30 en Madrid (era donde estábamos destinados) y nosotros entrabamos a las 7:30 a trabajar, ni cogiendo el aula matinal nos daba tiempo. En mi unidad me dieron la solución, desplazar la jornada dos horas, entrar a trabajar dos horas más tarde, opción que le dieron a mi mujer también, pero ella tenía penalización económica, le suponía la perdida de complementos. Cuando yo tenía ese horario desplazado, salió una modificación a la orden 121/2006, que decía que las unidades que no tuvieran horario de tarde no podían ofrecer esa opción al personal, mi unidad no tenía horario de tarde, pero pese a eso no me quitaron la flexibilidad horaria, entendieron que se me concedió antes de la modificación y que era un derecho consolidado. Conservé ese horario hasta que cambié de destino.

En mi nuevo destino me encontré con diferente problemática, diferente comunidad diferentes horarios escolares. En Andalucía hay horario continuo en los colegios, con lo cual la flexibilidad de jornada era inviable, se me ofreció, pero tenía problemas de tiempo al inicio y al final de la jornada. Así que la única opción era coger alguno de los dos una reducción de jornada. En principio la cogió mi mujer, pero no la quitaron los servicios y teníamos problemas de horarios un día sí y otro también. Así que al final fui yo el que cogió la reducción, ya que a mi si me quitaban los servicios. Digo quitaban, ya que este año han modificado la ley, ha salido la Orden DEF/253/2015 de 9 de febrero, que restringe de manera drástica la exención de servicios a los militares que se acogen a la reducción de jornada por guarda legal.

De mi experiencia podemos sacar dos conclusiones, la primera es que la norma se ha ido endureciendo en los últimos años para limitar las posibilidades de conciliación familiar de los miembros de las fuerzas armadas y la segunda es que hay una notable diferencia en el trato que se ha dado a mi mujer y en el trato que se me ha dado a mí. Puede ser que ella haya tenido unos jefes arcaicos y yo no, o que la diferencia sea por una cuestión de género. Yo me inclino por la cuestión de género.

Para finalizar tenemos que tener en cuenta, que es habitual que un militar trabaje en una localidad distinta a la que le vio nacer, con lo cual no tiene a mano el colchón familiar de los abuelos, colchón que salva la vida a las parejas en las que trabajan los dos miembros. El mando debería ser sensible a esa circunstancia y en vez de limitar cada vez más las posibilidades de conciliación de los militares, debería intentar facilitar las cosas.

Javier del Canto, cabo en activo del Ejercito del Aire.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.