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Entrevista a Nicolás Rodríguez Bautista "Gabino", primer comandante del Ejército de Liberación Nacional (ELN)

«Poco sirve a la paz que una parte asuma sus responsabilidades y otra no»

Fuentes: Gara

El ELN, segunda mayor guerrilla colombiana, intenta abrir una negociación pública con el Gobierno Santos siguiendo la senda de la de La Habana con las FARC. Hay ya una agenda acordada, pero la confianza mutua se construye con dificultad y en medio de combates. Nicolás Rodríguez Bautista, jefe máximo desde hace casi dos décadas y […]

El ELN, segunda mayor guerrilla colombiana, intenta abrir una negociación pública con el Gobierno Santos siguiendo la senda de la de La Habana con las FARC. Hay ya una agenda acordada, pero la confianza mutua se construye con dificultad y en medio de combates. Nicolás Rodríguez Bautista, jefe máximo desde hace casi dos décadas y más conocido como «Gabino», explica en esta entrevista exclusiva para GARA, realizada vía cuestionario, las oportunidades y escollos del momento actual.

-En Euskal Herria la insurgencia armada decidió pasar al terreno exclusivamente político desde la reflexión de que en este ámbito es más fuerte. ¿Tienen seguridad de que es así también en Colombia?

-Jamás hemos priorizado la guerra o confrontación armada por considerarla expedita, sino que el cierre de las vías legales obligó a varios sectores populares a usar la rebeldía armada, como único camino posible. Las vías políticas siempre deben ser las esenciales para dirimir las contradicciones y diferencias. Sin embargo, la oligarquía colombiana ha usado de manera constante la violencia, para impedir los desarrollos de la lucha popular. En este contexto, cuando la oligarquía se ha abierto a buscar una salida política al conflicto, en el Ejército de Liberación Nacional no hemos ahorrado esfuerzos para examinar este camino. Hoy tenemos clara la falta de voluntad de la oligarquía para disponerse a una salida política, con cambios significativos en la vida del país, y mas bien lo que busca es debilitar la capacidad de lucha de las mayorías, incluida la insurgencia. Este es el principal escollo del actual proceso de paz. Aun así, estamos dispuestos a examinar posibilidades de avance y en tal sentido le apostamos a la paz.

-¿Cómo piensan conseguir sus objetivos políticos?

-Si se logra un verdadero proceso de paz, la vía política es la que más deseamos transitar, pero si quienes nos adversan no se disponen a ella, no quedará otro camino que seguir usando el derecho a la rebelión. Camilo Torres, el cura guerrillero, uno de nuestros iniciadores, dejo dicho que «es la oligarquía la que decide por cuál vía va a entregar el poder al pueblo». Colombia cuenta con un pueblo humilde, paciente, trabajador y dispuesto a aceptar los desafíos.

-Las recientes elecciones regionales han sido un varapalo para los sectores de izquierda, sobre todo por la pérdida de la Alcaldía de Bogotá. ¿qué ha fallado?

-Faltó unidad por la base, como también lo enseñó Camilo. Dentro de esta debilidad la derecha perfeccionó una maquinaria demoledora. Con dinero unió clientelas electorales. Se apropió de banderas del cambio, aprovechando el desgaste de tres administraciones seguidas de la izquierda en Bogotá. Con grandes campañas mediáticas, cabalgó sobre actos de mal gobierno y casos de corrupción, a los que desafortunadamente no han escapado algunos movimientos de izquierda, y los cobró en el gobierno de Petro, que fue uno de los mas cualificados.

-Las conversaciones informales con el Gobierno de Juan Manuel Santos comenzaron en enero de 2014, ¿qué falta para dar el salto a una fase pública?

-Las conversaciones entre el ELN y el Gobierno no han sido informales sino confidenciales, es decir no públicas. En ese lapso de tiempo que usted señala, hemos logrado elaborar una agenda de negociación, a la que no le falta ni una coma; el atranque está en cómo concretar asuntos operativo para la fase pública. Tenemos confianza en que por fin llegue ese momento comenzando el año venidero.

-Tras el ataque en la Sierra Nevada del Cocuy, Santos ha acusado al ELN de «no entender que es un tiempo de paz». ¿En qué punto está la construcción de la confianza mutua?

-El Gobierno es el de la estrategia de dialogar en medio del conflicto. Nosotros, tanto en la mesa como públicamente, hemos insistido en la urgencia de pactar un cese bilateral del fuego y las hostilidades con verificación, pero desde que se iniciaron las conversaciones el Gobierno ha arreciado sus operaciones antiguerrilleras en todos nuestros territorios. Este ataque del 27 de octubre, a una patrulla del Ejército, se hizo en medio de un gigantesco operativo militar en contra de nuestro Frente de Guerra Oriental, que sigue en desarrollo en los departamentos de Boyacá, Arauca y Casanare. Esta acción nuestra es respuesta a esa operación punitiva del Gobierno. La carencia de confianza entre las partes es una dificultad que enfrentamos. La iremos superando en la medida que creemos nuevas realidades, producto de este proceso de solución política.

-Algunos analistas se preguntan el por qué de ese ataque y lo achacan incluso a posibles escisiones internas en el ELN…

-Podemos decirle al mundo que la decisión de sentarse a la mesa de diálogos con el Gobierno fue ratificada por consenso, hace un año por el Quinto Congreso Nacional, y que un último Pleno de la Dirección Nacional reafirmó este mandato. Ojalá la clase gobernante tuviera la cohesión que tiene el ELN.

-¿Qué gestos de paz esperan del Gobierno? Y ustedes ¿qué gestos están dispuestos a hacer?

-Tanto las FARC como el ELN le hemos demostrado al país que los gestos unilaterales han sido aprovechados por el Gobierno y sus Fuerzas Armadas para sacar ventajas militares y políticas. Lo que se requiere con urgencia es un cese bilateral del fuego y las hostilidades, sin condiciones y con una verificación efectiva. Si el Gobierno lo aceptara, este proceso de paz daría un salto importante y generaría las confianzas necesarias entre las partes, porque estamos en una mesa hablando de paz al tiempo que no para la confrontación, donde siguen muriendo soldados, policías, guerrilleros y, mas grave aún, líderes populares y defensores de Derechos Humanos. Si el Gobierno acepta un cese en estas condiciones, lo podemos firmar ya.

-En un mensaje enviado al II Seminario sobre el Delito Político y los Presos Políticos, el comandante Pablo Beltrán expuso «dudas» del ELN ante el «doble discurso» del Gobierno. ¿Qué pasos harían despejarlas?

-La clase gobernante está fracturada en dos partes y eso es de conocimiento público. El ex presidente Uribe Vélez agrupa a una de esas partes, que considera que el presidente Santos «le está entregando el país a la guerrilla y traicionando a Colombia»; y el presidente Santos lidera la otra parte. Esa situación es muy grave porque en 2018 Santos termina su mandato y el proceso de paz no se agota en los dos años que le faltan de gobierno, lo que implica una amenaza. Asimismo, mientras Santos hace discursos sobre la paz, el país sigue viviendo una dinámica de guerra como si dicho proceso no existiera. Sigue la represión y la militarización no disminuye, así incluso haya una tregua unilateral por parte de las FARC. La persecución a los líderes populares y defensores de derechos humanos es latente, con muertos, encarcelamientos y desapariciones forzadas; los desplazamientos forzados por el accionar de las fuerzas legales del Estado y el paramilitarismo no paran; y el patético drama carcelario, antes que mejorar, se agrava. Las organizaciones populares, en sus movilizaciones, siguen reiterando que «la paz son cambios». Esta es una verdad contundente.

-¿Qué dimensión adquieren para el ELN términos como verdad, justicia y no repetición?

-En Colombia las investigaciones mas serias han concluido que la impunidad ronda por encima del 96% de los delitos cometidos por agentes del Estado, los políticos y los llamados servidores públicos. Es algo gravísimo para un país de 48 millones de habitantes, que vive un conflicto político, social y armado con mas de medio siglo de existencia, donde los civiles muertos, desaparecidos y exiliados son millares, y los que sufren el desplazamiento forzado son alrededor de seis millones. Por tal razón, existe un clamor de las víctimas por la verdad, la justicia, la reparación y garantías de no repetición… Sin cumplir esta condición, la paz en Colombia no es posible. Las fórmulas para asumir ese proceso deben ser levantadas y construidas por las víctimas y nadie puede reemplazarlas en ello. El Estado, mayormente involucrado en todo esto, es quien tiene menos autoridad moral para hacerlo. Por esto la paz no es un asunto sencillo de «borrón y cuenta nueva».

-Las FARC ha propuesto varias veces un día de contrición nacional, ¿cómo plantean la asunción de responsabilidades colectivas en esta larga guerra?

-Contrición es reconocer, arrepentirse y convicción de no reincidir. Decisión que no vemos en la minoría gobernante, quien no asume responsabilidad colectiva por décadas de guerra sucia, que las atribuyen a uno que otro militar o paramilitar desviado, a quienes llaman «manzanas podridas». Entonces, poco sirve para la paz que una parte se arrepienta y la otra no, que una parte asuma su responsabilidades y la otra no..

-El fiscal general, Eduardo Montealegre, ha dicho que es «ahora o nunca» para el ELN. ¿Cuánto de cerca está ese «ahora»?

-Como afirmó recientemente el comandante Antonio García, «la agenda entre el gobierno y el ELN ya está acordada». La paz es un asunto muy importante para toda Colombia y el ELN está firmemente comprometido con ella. Somos optimistas, sin desconocer las dificultades.

Fuente original: http://www.naiz.eus/eu/hemeroteca/gara/editions/2015-12-26/hemeroteca_articles/poco-sirve-a-la-paz-que-una-parte-asuma-sus-responsabilidades-y-otra-no