2016 es el año de Camilo Torres Restrepo. En el mes de febrero se conmemoran 87 años de su nacimiento (Bogotá, 3 de febrero de 1929) y 50 años de su muerte (Patio Cemento, Santander, 15 de febrero de 1966). Camilo Torres fue un hombre de espiritualidad, quien desde su sacerdocio fue artífice de la […]
2016 es el año de Camilo Torres Restrepo. En el mes de febrero se conmemoran 87 años de su nacimiento (Bogotá, 3 de febrero de 1929) y 50 años de su muerte (Patio Cemento, Santander, 15 de febrero de 1966). Camilo Torres fue un hombre de espiritualidad, quien desde su sacerdocio fue artífice de la Corriente de la Iglesia de los Pobres con una lectura emancipadora de la fe cristiana jugaría un papel importante en la lucha por los derechos sociales. Fue un intelectual, fundador de la Facultad de Sociología en la Universidad Nacional de Colombia. También fue un dirigente político fundador del movimiento social y político Frente Unido a través del cual buscó unir a la izquierda acuñando el término de «clase popular» que expresa la amplitud de las características socio-económicas de la clase social en Colombia. Desde este rol de dirigente político luchó contra el sectarismo y promovió diversos escenarios de debate crítico entre las corrientes de la izquierda.
Hoy, a medio siglo de su desaparición, su vida sigue suscitando un gran interés, pues para muchos hombres y mujeres del pueblo, Camilo Torres representa la dignidad humana, aquella cualidad que nos aleja de la indiferencia y el conformismo ante la miseria, el dolor humano y nos compromete con la justicia y la lucha en defensa de la vida, a pesar de que nos persiga la muerte.
Este año estaremos compartiendo parte de sus escritos difundidos a través del Periódico Frente Unido, publicado en la década de 1960. Estos mensajes representan un momento trascendental en la historia del país, pues en aquella época se dará inicio a un nuevo ciclo de violencia sociopolítica (La guerra insurgente y antiinsurgente). Sus publicaciones a pesar de tener varias décadas, tienen gran vigencia para comprender e interpretar este nuevo intento en la historia reciente del país por superar la guerra y llegar a una solución política dialogada al conflicto social y armado, que conduzca a la paz con justicia social para el pueblo. Aspiración de Camilo Torres y tantos hombres y mujeres que seguimos entregando nuestras vivas por la justicia y la dignidad de nuestro pueblo.
Mensaje a los campesinos
Camilo Torres. Publicado en: Frente Unido, número 7, 7 de octubre de 1965
De acuerdo con los censos, la población campesina ha disminuido. Sin embargo, en ellos se considera que la población que vive en los centros urbanos de más de mil quinientos habitantes es población urbana. En realidad eso no es así. Podemos decir que la mayoría de la población colombiana es rural.
Además de la cantidad, lo más importante es que el mayor aporte al ingreso nacional lo hacen los campesinos. El 90 por ciento de las exportaciones son agrícolas (café, banano, tabaco, azúcar). Sin agricultura no tendríamos forma de importar máquinas ni la comida que nos falta. Desgraciadamente el aporte de los campesinos, como todo en ese sistema, no sirve sino para unos pocos. Los que manejan las federaciones (de cafetaleros, de algodoneros, la United Fruit, de bananeros, de tabacaleros, etc.) y los que manejan los bancos (especialmente el banco de la república) concentran todas las ganancias. Las ganancias que aprovecha el gobierno se emplean en lo que éste llama «funcionamiento», es decir en pagar empleados (que se han duplicado para conservar la paridad) y para comprar armas viejas, para matar a los campesinos que han dado el dinero para comprarlas.
En contraste entre la importancia económica y social de los campesinos y el trato que reciben del presente sistema es manifiestamente escandaloso. La violencia ha sido principalmente campesina. El gobierno fue el iniciador de la violencia; desde 1947 fue el que produjo con la policía primero y con el ejército después, desde 1948.
Los oligarcas liberales pagaban a los campesinos liberales y los oligarcas conservadores pagaban a los campesinos conservadores para que los campesinos se mataran entre si. A los oligarcas no les hicieron ni un rasguño. Cuando la oligarquía no necesitó más de ellos, los declaró bandoleros, los cazó «como a fieras» y luego, cuando los asesinó, publicó fotos de sus cadáveres en la primera página de la gran prensa haciendo alarde del triunfo obtenido en nombre de la paz, la justicia y la legalidad.
Esa violencia gubernamental y financiada por las oligarquías después enseñó muchas cosas a los campesinos: les enseñó a reconocer en la oligarquía a su verdadero enemigo. Los enseñó a huir primero. Defenderse después y les enseñó a atacar para obtener lo que las oligarquías obtenían con la violencia: fincas, cosechas, ganado, poder. Estas cosas no se las daba el sistema. Todo lo contrario. Los salarios más bajos, el menor número de escuelas, las peores viviendas, las menores posibilidades de progresar, las tienen los campesinos.
Cuando acabaron con los cabecillas notorios quedaban zonas campesinas controladas por los mismos agricultores.
La política represiva de los estados Unidos impuestas a sus gobernantes, los gobernantes colombianos, no podía permitir zonas «sospechosas» aunque fueran pacíficas. El ejército necesitaba aumentar su importancia, para mostrar que era necesario y aumentar su presupuesto.
El Gobierno dice que los campesinos iniciaron la violencia. Los campesinos dicen que fue el gobierno. En Francia intelectuales de todas las corrientes, después de haber investigado, dicen que los campesinos tienen la razón.
Yo quiero retar al gobierno, para que pida, si se atreve, una comisión investigadora a las Naciones Unidas, constituida por países neutrales para que juzguen los casos de Marquetalia, Pato, Guayabero y Río Chiquito.
Sabemos que la similitud del desembarco de los «marines» en Santo Domingo son los desembarcos del ejército colombiano, dirigidos por la misión militar norteamericana en las «repúblicas independientes».
Estos desembarcos continuarán. Ayer, en Río Chiquito, mañana Sumapaz, pasado mañana el Ariari y los Llanos. El ejército empieza con la acción cívico militar y acaba con los bombardeos, empieza sacando muelas y acaba metiendo bala. Los campesinos ya saben que los militares llevan una mano adelante con el pan y otra atrás con el puñal. La «república independiente» de Colombia seguirá obedeciendo a los norteamericanos para que destruya a sangre y fuego las otras repúblicas de colombianos independientes. Así lo ha decretado la Cámara norteamericana. Nuestros campesinos, ya saben a que atenerse. Ya saben para qué se tienen que preparar. Ellos no se lanzan a una aventura pero no rehuyen la lucha. Ya la oligarquía, con el estado de sitio, ha sacado al pueblo a las plazas públicas. Ya lo persigue con ametralladoras en recintos cerrados, como en Medellín. Cuando nos haga la vida imposible en la ciudad, tenemos que ir al campo. Y del campo no podemos botarnos al mar. Allí tendremos que resistir. Para eso debe prepararse el campesino, organizando ahora los comandos del Frente Unido con grupos de cinco o de diez. Purificando las zonas de traidores a la causa del pueblo. Haciendo depósitos de comida y de ropa. Preparándose para esa lucha prolongada. No dejándose provocar, ni presentar resistencia cuando las condiciones sean desfavorable para el pueblo.
La oligarquía seguirá reafirmando a los campesinos en su convencimiento de que tienen que apoyar a las fuerzas revolucionarias. ¿Por qué no se han acabado con la guerrilla de Simacota?. Únicamente por el apoyo de los campesinos.
Cuando la oligarquía no deje otro camino, los campesinos tendrán que darnos refugio a los revolucionarios, a los obreros y estudiantes.
Por el momento deben unificarse y organizarse para recibirnos con el fin de emprender la larga lucha final.
Fuente original: http://comosoc.org/Camilo-Torres-Restrepo-50-anos