El 10 de octubre de 2012 la CHE acudió a Artieda intentando materializar la expropiación de una buena parte de nuestras tierras y medio de vida. Y una vez más, nuestro pueblo manifestó su rechazo a verse privado de él. Pero aquel día, no sólo Artieda estaba presente. Todos los montañeses y montañesas que han […]
El 10 de octubre de 2012 la CHE acudió a Artieda intentando materializar la expropiación de una buena parte de nuestras tierras y medio de vida. Y una vez más, nuestro pueblo manifestó su rechazo a verse privado de él.
Pero aquel día, no sólo Artieda estaba presente. Todos los montañeses y montañesas que han sufrido alguna vez en sus carnes esta dolorosa injusticia estaban allí. También nos acompañaron todo el coraje, la amabilidad y la solidaridad que caracteriza a las gentes de estas tierras así como los que vinieron de otras zonas de Aragón y Navarra.
Cualquiera que se haya acercado a este rincón del Pirineo como un igual, desde el respeto y las ganas de conocernos, podrá contar que siempre le hemos recibido con las puertas abiertas. No sólo de nuestro pueblo sino también de nuestras casas. Como en anteriores ocasiones nuestros cuerpos y nuestras voces eran las únicas armas. Como entonces, el poder del estado tenía medios para resolver el conflicto desde la racionalidad y el respeto a la legítima discrepancia. Pero en esta ocasión, y puede suponerse que de forma premeditada, las cosas no fueron así.
Esta vez, de una forma totalmente injustificada, Delegación del Gobierno ordenó una carga que la guardia civil ejecutó. Y quienes defendíamos nuestro hogar pacíficamente y sentados en el suelo, fuimos brutalmente reprimidos con porrazos, golpes y tirones de pelo. Finalmente conseguimos, con nuestros propios cuerpos, frenar aquella desfachatez que dejó como resultado doce de nosotros heridos, pero un pueblo más digno y unido que nunca.
Pero su intención de atemorizarnos y amedrentarnos no acabó allí. Para asombro de todos, ocho de nosotros recibimos la notificación del juzgado por una imputación. Y hoy nos enfrentamos a penas de prisión de entre 4 y 6 años de cárcel y a multas de más de 22.000€.
Así, mediante este manifiesto queremos demostrar que «los 8 de Yesa» no somos sólo ocho. Que somos muchos más. Que éramos muchos más los que estábamos allí. Que no estamos solos y que podemos contar con miles de ciudadanos y ciudadanas sensibles ante lo injusto, venga de donde venga.
Nadie que pacífica y dignamente luche por defender derechos tan fundamentales como la vivienda y el trabajo, debería estar perseguido por la justicia. Ni aquí ni en ningún lugar del mundo. Por ello, no vamos a descansar ni un minuto hasta que los 8 de Yesa, nuestros 8, estemos libres de toda pena. Porque no somos delincuentes, somos inocentes. Porque la dignidad no es un delito.
Frente a quien nos acusa de violentos, las imágenes que captaron las cámaras aquel 10 de Octubre dan cuenta de la brutal realidad. Pero no sólo muestran los hechos objetivos, también son una perfecta metáfora de lo que aquel día ocurrió: Los nombres de Tiermas, Ruesta, Esco, Jánovas, Mediano, Itoiz, Artozki y todos los pueblos que estaban escritos en la pancarta que agarraban nuestras manos, eran el recuerdo de la negra historia de los embalses en el Pirineo. La historia, particular y colectiva, de todos y cada uno de los casi 4.000 aragoneses que tuvieron que dejar sus casas por esta injusticia.
Aquel 10 de Octubre, la CHE pasó literalmente por encima de esa historia. Las rasgaduras y la sangre; nuestra sangre, borraron esos nombres. Hoy, como siempre, sólo pedimos que se les dé la dignidad que merecen. Que se haga justicia.
Porque defender nuestras casas y medio de vida no es un crimen, sino un derecho básico, y defender nuestro medio natural no es un capricho, sino un deber de todos.
Esfender a Tierra no ye Delito / Defender la Tierra no es Delito
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