El cuerpo del otro puede ser tocado, humillado, destrozado, mutilado, violado, torturado, encarcelado, quemado, destruido, asesinado. Sobre el otro se puede injuriar, calumniar, mentir, proferir amenazas, hostigar, acosar. Eso creen los paramilitares de sus victimas, eso aprendieron de las lecciones nazis, eso repiten todo el tiempo, eso hacen. Usan técnicas de horror para despojar, quedarse […]
El cuerpo del otro puede ser tocado, humillado, destrozado, mutilado, violado, torturado, encarcelado, quemado, destruido, asesinado. Sobre el otro se puede injuriar, calumniar, mentir, proferir amenazas, hostigar, acosar. Eso creen los paramilitares de sus victimas, eso aprendieron de las lecciones nazis, eso repiten todo el tiempo, eso hacen. Usan técnicas de horror para despojar, quedarse con lo del otro, incluso con sus palabras, sus ideas y discursos, sus bienes materiales, sus conquistas, sus derechos.
Se Apropian de la tierra, del lugar habitado por el otro, se reconocen como señores que delimitan su espacio de terror fijando valores de primacía del mas fuerte y de competencia a muerte, sin reglas, sin ética, sin política, sin pudor. Usurpan del otro su nombre, su prestigio, su vida misma, sus sueños. Los Paramilitares tienen un proyecto de país claramente definido, centros políticos y empresariales de mando, retaguardias, estrategias y un modus operandi que articula su capacidad de destrucción ampliamente demostrada con ríos de sangre ajena derramada, dolor y sufrimiento y la distribución política del odio, que refuerzan con su capacidad para influenciar la hechura de leyes y políticas en su favor, tienen experticia probada para engañar, confundir, usurpar.
Su proyecto se orienta a controlarlo todo, el territorio, la población, los bienes, los cuerpos, las conductas. Para ellos todos los otros pueden ser comprados, sometidos a su designio o eliminados, sus cuerpos violentados, sus voces silenciadas, sus conductas enjuiciadas y negadas. Tratan de trazar el destino de los otros con coordenadas del terror. Eso creen los Paramilitares y eso hacen.
Nazis y Paramilitares comparten historias de aprendizajes y episodios repetidos con puntos de encuentro reales o imaginarios que se pueden extraer de algunos filmes como: La Conspiración del Silencio; Trece Minutos; El Pianista; Domingo Triste y; La vida de los Otros. Cinco historias con un relato común de humanismo y crueldad, para acercarse a la complejidad y articulación del experimento nazi, que en la expresión paramilitar existe hoy reactivada y tratando de minar la resistencia y detener el ímpetu de la Colombia cansada de la guerra que se decidió a buscar la paz.
Estos cinco episodios llevados magistralmente al cine llenan de esperanza la vida de los perdedores de la guerra: Las victimas y alientan a los sobrevivientes de la tragedia. Muestran pasiones, intereses y modos de crueldad del poder que humilla, silencia, corrompe, mata y destruye. Son relatos que se meten en la condición humana, exploran el sentido de la guerra y anuncian resistencias contra el horror, las imágenes reflejan el acoso de la muerte, la maldad nazi que repiten los Paracos, pero a la vez convocan a los pueblos a seguir la pista para que la justicia ocupe su lugar.
En algunos lugares del mundo parece cosa lejana y ajena hablar de régimen nazi, exterminio, solución final, campos de NN, cámaras de gas, hornos crematorios, trenes hacia los campos de concentración, leyes de persecución y desaparición legal de adversarios, alambradas de púas y cercas eléctricas, cuerpos paramilitares de protección (SS) que matan por placer, perros adiestrados para desgarrar, comerciantes de la muerte que engañan a los suyos por dinero o un día adicional de vida. Sin embargo todo ese compendio del horror de artefactos legales e ilegales, que parece algo lejano en muchos territorios o un episodio totalmente superado, aun esta presente en muchas realidades, no es un relato sin sentido, ni una historia, es el presente. Enjambres humanos en éxodo enfrentadas a alambradas de odio, racismo, exclusión, muros insalvables que separan la guerra y la paz, que enfrentan la política de terror contra la resistencia de luchas humanas.
Cuando ya todo parece perdido los dedos del Pianista descubren la dignidad que sostiene la vida y la esperanza. Domingo triste evoca una canción sin letra donde el amor en toda su desnudez se enfrenta a la crueldad del nazi que se ha construido paso a paso para encarnar la crueldad sin limite, la canción lleva la dignidad de seres humanos libres en medio del horror y desvela en su profundidad las actuaciones del nazi abominable, perverso. La Conspiración del Silencio abre la puerta de una sociedad que se niega a poner al descubierto la verdad sobre la participación de cada uno de los responsables del campo de Auschwitz, ahora convertidos en gente común o respetables señores, el miedo a construir la memoria colectiva del horror, el miedo hecho pacto para impedir que se haga justicia. La Vida de los Otros muestra a un escritor espiado cuyos textos cuentan lo invisible para otros, y el espía enfrentado consigo mismo en un horror que lo revela humano y lo lleva a construir otra historia que resucita de entre los archivos para devolver la esperanza. Trece Minutos, reafirma la potencia de la dignidad humana de un albañil que se rebela contra el mal y trata de impedir la avanzada de barbarie diseñando un artefacto explosivo que hubiera cambiado la historia, el hecho de resistencia pone al descubierto la crueldad de la maquina de horror empujada por la publicidad del régimen y se mete en los tejidos de la elaboración de la mentira que sucumbió ante la verdad que puso al descubierto la maquina del horror creada por el régimen nazi para alcanzar falsas victorias.
Todas las historias abren ventanas que invitan a resistir, a no ceder, a enfrentarse a la miseria humana de los detentadores del poder que se deleitan homogeneizando, limitando, creando victimas para justificar su indignante paso por la vida. Hombres Nazis en la historia, Paracos en la realidad Colombiana, ambos fieles a una férrea ideología del capital y entusiastas con sus mecanismos de expropiación, asociados en una política de extrema derecha que aboga por el exterminio de toda identidad y minoría, de toda cultura propia y subjetividad libre, lideres que guían el curso de la sangre de los otros y adormecen la resistencia de los pueblos. Hombres del sistema que hacen la guerra para ser poderosos y edificar un mundo de sometidos y luego seguir siendo poderosos para borrar la historia de crueldad que los hace poderosos, eso son los Paracos. Contra ellos el antídoto se llama dignidad, luchar por la vida con dignidad, con agendas colectivas por libertades y derechos.
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