Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
«La reforma siempre provoca rabia en aquellos que se benefician del antiguo orden»
(Arthur Meier Schlesinger, The Crisis of the Old Order)
¿Quiénes son los manifestantes anti-Trump que mancillan el nombre de los progresistas, haciéndose pasar por progresistas, y se niegan a aceptar el resultado de las elecciones presidenciales? Se parecen y actúan peor que la «basura blanca» que denuncian.
Creo que sé lo que son. Matones de alquiler pagados por la oligarquía para deslegitimar a la presidencia de Trump de la misma forma que Washington y la German Marshall Fund pagaron a los estudiantes de Kiev para protestar por el gobierno de Ucrania democráticamente elegido con el fin de preparar el camino a un golpe de Estado.
La organización change.org que pretende ser un grupo progresista, pero podría ser un frente, junto con otros grupos progresistas de la oligarquía, está destruyendo la reputación de todos los progresistas haciendo circular una petición dirigida al Electoral College para que anule la elección y emita su voto para Hillary. Recordemos que los progresistas se disgustaron mucho cuando Trump dijo que podría no aceptar el resultado de las elecciones si había pruebas de que la votación fue manipulada. Ahora los progresistas están haciendo lo que condenaron en Trump por decir «que podría hacer algo en ciertas condiciones».
Los medios corporativos occidentales utilizaron las protestas en Kiev para deslegitimar un Gobierno elegido democráticamente y manipularlo para un golpe. La protesta pagada fue suficiente para que personas no ucranianas procedentes de países vecinos fueran a participar en la protesta con el fin de recaudar el dinero. En ese momento publiqué las cantidades pagadas diariamente a los manifestantes. Los informes me llegaron de Europa oriental y occidental de personas que no eran de Ucrania y cobraron por protestar como si fueran ucranianas.
Lo mismo está pasando con las protestas anti-Trump. La CNN informa de que «para muchos estadounidenses en todo el país, la victoria de Donald Trump es un resultado que, simplemente, se niegan a aceptar. Decenas de miles de personas llenaron las calles al menos en 25 ciudades de Estados Unidos durante la noche». Esta es la noticia exacta que desea la oligarquía de sus medios y la obtuvo.
Espero que nadie crea que las protestas simultáneas en 25 ciudades fueron un acontecimiento espontáneo. ¿Cómo lograron las protestas independientes de 25 ciudades llegar con las mismas consignas y las mismas señales la misma noche después de la elección?
¿Cuál es el asunto de las protestas y a qué intereses sirven? Como los romanos siempre hay que preguntar, «¿quién se beneficia?».
Sólo hay una respuesta: la oligarquía y sólo la oligarquía.
Trump es una amenaza para la oligarquía porque tiene la intención de detener la promoción de empleos en Estados Unidos para los extranjeros. La promoción de puestos de trabajo, santificada por los economistas neoliberales como chatarra del «libre comercio», es una de las principales razones del empeoramiento de la distribución del ingreso de Estados Unidos en el siglo XXI. El dinero pagado antes como salarios de la clase media, a los empleados de la industria y a los graduados de la universidad estadounidense ha retornado a los bolsillos del uno por ciento de la población.
Cuando las empresas estadounidenses trasladan su producción de bienes y servicios vendidos a los estadounidenses a países asiáticos, como China e India, su masa salarial cae. El dinero que percibía la clase media en los ingresos va en cambio en bonos y dividendos y las ganancias de capital a los accionistas. La escala de movilidad ascendente que había hecho de Estados Unidos, la tierra de las oportunidades, se desmanteló con el único propósito de hacer multimillonarias a un puñado de personas.
Trump es una amenaza para la oligarquía porque tiene la intención de establecer relaciones pacíficas con Rusia. Con el fin de reemplazar la rentable amenaza soviética, la oligarquía y sus agentes neoconservadores trabajaron horas extras para recrear la «amenaza rusa» demonizando a Rusia.
Acostumbrado a muchas décadas de exceso de beneficios de la rentable Guerra Fría, el complejo militar y de seguridad se enojó cuando el presidente Reagan trajo el fin de la Guerra Fría. Antes de que estos chupasangres de los contribuyentes estadounidenses pudieran poner en marcha nuevamente la Guerra Fría, la Unión Soviética se derrumbó como consecuencia de un golpe de la derecha contra el presidente soviético Mijail Gorbachov.
El complejo militar y de seguridad y sus agentes sionistas neoconservadores cocinaron «la guerra contra el terrorismo» para mantener el flujo de dinero para ese uno por ciento. Pero así como tan duro trabajaron los prescriptores de los medios de comunicación para crear temor a «la amenaza musulmana», hasta los despreocupados estadounidenses sabían que los musulmanes no tienen miles de misiles balísticos intercontinentales ni potentes armas termonucleares capaces de destruir la totalidad de los Estados Unidos en unos minutos. Tampoco los musulmanes tienen el Ejército Rojo con la capacidad de invadir toda Europa en un par de días. De hecho los musulmanes no tenían la necesidad de un ejército. Los refugiados de las guerras de Washington apoyadas por los europeos están invadiendo Europa.
La excusa para el presupuesto militar y de seguridad anual de un billón de dólares había desaparecido. Por lo que la oligarquía creó «el nuevo Hitler» en Rusia. Hillary fue la principal agente de la oligarquía para calentar la nueva Guerra Fría.
Hillary es la herramienta, enriquecida por la oligarquía, cuyo trabajo como presidenta sería proteger y aumentar el presupuesto de un billón de dólares del complejo militar y de seguridad. Con Hillary en la Casa Blanca el saqueo a los contribuyentes estadounidenses en aras de la riqueza del uno por ciento podría seguir adelante sin impedimentos. Pero si Trump resuelve «la amenaza rusa» la oligarquía recibe un golpe sobre sus rentas.
El trabajo de Hillary como presidenta también sería la privatización de la Seguridad Social con el fin de que sus beneficiarios de Wall Street pudieran estafar a los estadounidenses de la misma forma en que han sido estafados por las compañías de seguros en virtud del Obamacare.
Los estadounidenses que no prestan atención piensan, erróneamente, que el FBI blanqueó la violación que hizo Hillary de los protocolos de seguridad nacional con sus prácticas de correos electrónicos. El FBI dijo que Hillary violó la seguridad nacional, pero que fue el resultado de un descuido o ignorancia. Se libró del auto de procesamiento debido a que el FBI llegó a la conclusión de que no tenía la intención de violar los protocolos de seguridad nacional. La investigación de la Fundación Clinton continúa.
En otras palabras, con el fin de proteger a Hillary el FBI recurrió a la norma de derecho común antigua que «no puede haber un crimen sin intención». (Ver PCR y Lawrence Stratton, The Tyranny of Good Intentions).
Uno podría pensar que los manifestantes, si fueran legítimos, estarían celebrando la victoria de Trump quien, a diferencia de Hillary, se compromete a reducir las tensiones con la poderosa Rusia y esperamos que también con China. A diferencia de Hillary, Trump dice que está preocupado por la ausencia de futuro laboral para esas mismas personas que protestan contra él en las calles de 25 ciudades.
En otras palabras, las protestas contra el pueblo estadounidense por haber elegido presidente a Trump no tienen sentido. Las protestas están ocurriendo por una sola razón. La oligarquía tiene la intención de deslegitimar la presidencia de Trump. Una vez que el presidente esté deslegitimado será más fácil para la oligarquía asesinarlo. A menos que la oligarquía pueda designar y controlar el Gobierno de Trump, este es un candidato ideal para el asesinato.
Las protestas contra Trump son sospechosas por otra razón. A diferencia de Hillary, Obama y George W. Bush, Donald Trump no ha sacrificado y desarticulado a millones de personas en siete países ocasionando el desplazamiento de millones de refugiados de las guerras de la oligarquía que invaden Europa.
Trump obtuvo su fortuna, bien o mal, no mediante la venta de influencias de los gobernantes del país a los agentes extranjeros, como hicieron Bill y Hillary.
¿Quiénes son los manifestantes que protestan?
No hay una respuesta, excepto que son contratados para protestar. Al igual que los manifestantes de Maidan, en Kiev, fueron contratados para protestar a favor de los Estados Unidos y financiados por una ONG de Alemania.
Las protestas en Kiev fueron igualmente inútiles porque las elecciones presidenciales estaban sólo a unos meses. Si los ucranianos realmente creían que su presidente estaba conspirando con Rusia para impedir que Ucrania se convirtiera en un estado títere occidental y deseaban que se convirtiera en un estado títere a cualquier precio, la oportunidad de votar al gobierno estaba al tiro. La única razón de las protestas fue orquestar un golpe de Estado. Los EE.UU. consiguieron poner en el control del nuevo Gobierno a su gente, como Victoria Nuland y el embajador de Estados Unidos en Kiev puestos en evidencia en su conversación telefónica que está disponible en internet.
Las protestas de Maidan no tenían sentido salvo para hacer posible un golpe de Estado. Sin lugar a dudas las protestas fueron organizadas por Washington a través de la subsecretaria de Estado Victoria Nuland, neoconservadora puesta en el Departamento de Estado de Hillary Clinton con el fin de crear conflicto con Rusia.
Las protestas contra Trump tienen el fin de hacerlo vulnerable en caso de que demuestre ser una amenaza para la oligarquía.
Trump ganó la presidencia, pero la oligarquía todavía está en el poder, lo que hace que cualquier reforma real sea difícil de lograr. Las reformas simbólicas pueden ser el producto de la contienda entre el presidente Trump y los oligarcas.
Karl Marx aprendió de la experiencia histórica. Y Lenin, Stalin y Pol Pot aprendieron de Karl Marx que el cambio no puede ocurrir si la clase dominante queda intacta después de una revolución contra ella. Tenemos pruebas de esto en América del Sur. Ninguna de las revoluciones que hicieron los pueblos indígenas molestaron a la clase dominante española y cada revolución ha sido derrocada por la colusión entre la clase dominante y Washington.
Washington ha conspirado con las élites tradicionales para eliminar a los presidentes legítimos de Honduras en varias ocasiones. Recientemente Washington ayudó a las elites a desalojar a las presidentas de Argentina y Brasil. Los presidentes de Venezuela, Ecuador y Bolivia están en el punto de mira y es improbable que sobrevivan. Washington está decidido a poner sus manos sobre Julian Assange. Para lograr esto Washington tiene la intención de derrocar al Gobierno ecuatoriano, que en desafío a Washington dio asilo político a Julian Assange.
Hugo Chávez tenía el poder de exiliar o exterminar a la clase dominante española en Venezuela, cuando la clase dominante participó en un golpe de la CIA contra Chávez. Pero antes de que la CIA pudiera eliminar a Chávez el pueblo y los militares forzaron su liberación. En lugar de castigar a los criminales que le iban a matar, Chávez los dejó ir.
Según Marx, Lenin y Stalin, este es el clásico error de los revolucionarios. Confiar en la buena voluntad de la clase dominante es el camino cierto hacia la derrota de la revolución.
América Latina se ha mostrado incapaz de aprender esta lección: las revoluciones no pueden ser conciliadoras.
Trump es un negociador. La oligarquía le puede permitir el brillo del éxito a cambio de ningún cambio real.
Trump no es perfecto. Puede cometer sus propios errores, pero debemos apoyarlo sobre la base de los dos elementos más importantes de su programa: reducir las tensiones entre las grandes potencias nucleares y poner fin a la política económica de Washington de permitir la globalización que destruye las perspectivas económicas de los estadounidenses.
Si las tensiones entre las potencias nucleares empeoran no vamos a estar aquí para preocuparnos de otros problemas. La combinación de la economía vaciada por la globalización y la inmigración es una pesadilla económica. Trump sabe que esa es la razón para apoyarlo.
Nota: Algunos creen que Trump es un ardid tramado por la oligarquía. Sin embargo, siendo Hillary la favorita de los representantes de la oligarquía, una estratagema tan elaborada es innecesaria. Es preferible que la oligarquía gane con su propia plataforma que instalar un presidente para luego cambiarlo todo.
Otra traición aumenta la ira del pueblo. Si Hillary hubiera ganado la oligarquía habría tenido el mandato de los votantes para su plataforma.
Paul Craig Roberts fue secretario adjunto del Tesoro para Política Económica y editor asociado del Wall Street Journal. Columnista del Business Week, Scripps Howard News Service y Creators Syndicate. Ha tenido muchos nombramientos universitarios. Sus columnas de internet han atraído a un grupo de seguidores en todo el mundo. Sus últimos libros son The Failure of Laissez Faire Capitalism and Economic Dissolution of the West , How America Was Lost , y The Neoconservative Threat to World Order .
Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article45828.htm
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