A Marita Verón. En su cumpleaños
Por mi parte suelo indicar en las cursadas que la historia ¡alma, corazón y memoria, pies y manos de la humanidad! no la hacen quienes nos dedicamos al conocimiento exhaustivo de las huellas de los humanos sobre la tierra. Digo esto quizá un poco para salvarme del nacionalismo ya que vengo de Colombia y estudio el profesorado en Historia, considerándome a estas alturas un híbrido nacional.
Yo, colomboargenta, tiro cada tanto a merced del rictus rápido de mis compañeros. La historia la hacen los sujetos innombrados del poema de Bertolt Brecht preguntas a un obrero que lee. No hay mejor ejemplo, y esto lo digo dentro y fuera de las aulas. Para empezar las clases suelo redireccionar al poeta a mis pagos. Me pregunto quién construyó la muralla de Cartagena; quién construyó el malecón de la Habana, la rambla de Montevideo, o el puerto de Santa María de los Buenos Ayres. Los humanos secuestrados y esclavizados desde el África. Ahí la respuesta, sin titubeos.
Pero ¿estuvieron solos? ¿Y para qué la muralla? ¿Para resguardar la soberanía de quién? A la cursada le falta algo y yo me niego a continuar. Salgo, camino y a las calles les falta alguien y yo me niego a la sinrazón. Levanto la mirada: en los muros se escribe la historia. Me queda cierto sinsabor y reflexiono. Cuando surgen esas preguntas sobre los sujetos a historizar se suele caer en la rapidez de un argumento válido: no hay patria sin fronteras definidas; no hay fronteras sin guarniciones; no hay patria sin pobladores en esas fronteras. Pienso en alguna receta aprendida en la facultad, donde la construcción de la frontera es una suma de sucesos (pareciera): guarnición militar, decreto de colonización e instauración de rutas comerciales para el abastecimiento del poblado fronterizo. Y así de norte a sur, desde que llegamos, invadimos, nos asentamos. Desde que Pizarro pisó Panamá cuando los locales no se sabían panameños, hasta la fundación de Ushuaia por un regimiento de militares que expandieron la patria argentina sobre el territorio de los onas. En el medio un desierto patagónico que reemplazó a mapuches, ranqueles y tehuelches por cartuchos vacíos y títulos de propiedad. Y avanzaron, y avanzamos con ellos. Y en su nombre y tradición se derramó sangre en Malvinas.
El territorio conquistado es soberano y la soberanía se defiende, en eso todOs estamos de acuerdo. Como también estuvieron de acuerdo las decenas de enfermeras que fueron a salvar la vida de sus hermanos y terminaron asesinadas, violadas, prostituidas para satisfacer las necesidades de los regimientos que tan gloriosamente se pusieron la patria al hombro en el 82′. Pienso esto mientras camino y leo la historia en las paredes de la ciudad. Paro, un esténcil me corta la mirada: 15 años sin Marita Verón. Recordé entonces un testimonio desgarrador que vi hace poco sobre la construcción de las ciudades limítrofes, contenedores de lo nacional. En éste decía Alika Kinan «El movimiento de la ciudad se lo debemos básicamente a los militares, que eran hombres solos ¿no? Los barcos pesqueros también fueron llegando a medida que se fue construyendo la ciudad por medio de ellos, también de hombres solos. Las fábricas llegaron en algún momento también. Hombres solos, demandaban mujeres.
Mujeres para saciar sus necesidades. Cuando me refiero a necesidades me refiero no sólo a lo sexual. Necesitaban mujeres para convivir, mujeres que les cocinen, para tener hijos, para fundar una ciudad. Y eran de su propiedad. Eran mujeres traídas por ellos, de ellos y para ellos. Y así se forjó esta ciudad». Alika es de Ushuaia. Su madre fue prostituida. Sus hermanas, las tías de Alika, fueron prostituidas. Su padre era consumidor de prostitución y también proxeneta. Ella, sobreviviente del delito de trata. Llego a mi casa y esa pregunta con la que había iniciado mi jornada ha mutado, ya caído el sol. Pienso en Brecht y Marita.
Prendo la compu y vuelvo a escuchar las palabras de Alika. Siendo la prostitución el oficio más antiguo ¿consumió prostitución el obrero que lee? ¿Con quién satisfizo sus necesidades el obrero que construyó Tebas, la de las siete puertas? Alika me hace preguntarme sobre los hacedores de la historia nacional ¿Quién construye las fronteras de la nación? ¿Las construyen solos? ¿Las pueblan solos esos solitarios hombres que solteros marchan a cumplir con el deber de laburar para la construcción de la patria? Hoy cumple 38 años Marita Verón, tucumana secuestrada hace 15 años con la venia de todos los poderes que participan de la trata: el ejecutivo, el judicial, las bandas organizadas, los proxenetas de los centros industriales, los dueños de prostíbulos, whiskerías, y los machos que allí consumen. Marchamos por ellas.
Escribimos en los muros, gritamos en las escuelas y saltamos en las calles por las maritas que hoy fueron raptadas en San Juan, Junín, Salta, Formosa. A ellas y a quienes son sometidas a los vejámenes en el sur estepario de la Argentina para satisfacer a los pobres trabajadores de las petroleras. A ellas y a los hombres cómplices en la construcción de una patria hipócrita ante la trata, las violaciones en masa y el femicidio.
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