En 2017 se cumplen cincuenta años de la dictación de la ley de Reforma Agraria. El profesor José Bengoa Cabello (71) ha publicado el libro Reforma Agraria y revuelta campesina (LOM, 158 pág.), donde analiza el tema desde diversas variantes entregando elementos de juicio para el debate. El volumen también incluye un homenaje a los […]
En 2017 se cumplen cincuenta años de la dictación de la ley de Reforma Agraria. El profesor José Bengoa Cabello (71) ha publicado el libro Reforma Agraria y revuelta campesina (LOM, 158 pág.), donde analiza el tema desde diversas variantes entregando elementos de juicio para el debate. El volumen también incluye un homenaje a los campesinos detenidos desaparecidos. Bengoa es autor también de Historia del pueblo mapuche (1985) y otras obras sobre la agricultura, los campesinos y los mapuches.
Usted apunta a tres variantes que se discuten en torno a la Reforma Agraria: fracaso total, proceso exitoso perjudicado por sectores ultras o ideológicos, y revuelta campesina de los nuevos alzados ¿Cuál es la realidad?
La tesis de este libro es que la oligarquía chilena, esto es los latifundistas y sus aliados, fueron reacios a cualquier cambio en las condiciones de vida y producción que había en el campo. Estas eran insoportables para la sociedad chilena de los años sesentas. La Reforma Agraria iniciada por Frei el año 1967, abrió las compuertas mucho más allá de lo que los propios actores promovían. El campesinado vio la oportunidad de profundizar el proceso y hacerlo irreversible, y eso ocurrió. En dos años los campesinos se tomaron casi el setenta por ciento de los grandes fundos. Siglos de sumisión se rompieron de un día a otro. A eso le llamamos la revuelta campesina. Fue tan profunda esta revuelta que no hubo vuelta atrás. Hubo una represalia brutal a nivel local con cientos de muertos, detenidos desaparecidos, campesinos que habían luchado por la justicia y una vida más decente. La dictadura militar realizó una contra reforma, pero no volvió a la situación anterior. Este proceso de reforma y contra reforma es uno solo y se convirtió en la «vía chilena al capitalismo agrario», que al igual que todos estos procesos quedó regado de sangre, y donde «todo lo sólido se disolvió en el aire». Los éxitos de la agricultura actual son herederos de este contradictorio proceso. Nadie ganó como es evidente. Así son los procesos históricos.
¿A qué se refiere cuando dice que los nuevos alzados fue un movimiento propietarista?
Sostengo que la consigna de «la tierra para el que la trabaja» concitó la adhesión del campesinado por razones obvias, ellos querían la tierra en términos concretos. No pudieron, ni hoy se puede comprender con facilidad, que tanto la Democracia Cristiana como la Izquierda complicaran de tal modo el asunto y finalmente no le dieran la tierra a los campesinos. Podríamos pensar qué otra cosa habría ocurrido en Chile si los campesinos se hubieran quedado con tierras propias. Es evidente que el campesinado chileno como el de todo el mundo quería y quiere la tierra en términos concretos y no en una suerte de enredo, ya sea cooperativas, tierras del Estado, ceras, cepros, kolhoses, sovjoses, en fin, sabemos bien lo que ocurrió en diversas partes del mundo con estos modelos inventados.
¿Los partidos políticos desconfiaron de los campesinos?
Por cierto. Los partidos de izquierda y de origen marxista por tradición entendían que en la alianza de campesinos y obreros eran estos últimos los que mandaban. En la Rusia soviética se motejó de populistas a los campesinistas y muchos, como el mayor teórico, Chayanov, terminaron con sus huesos en Siberia o en juicios bien conocidos y vergonzosos. Las historias cuentan que en los campos soviéticos se olía el humo de los animales quemados por los kulaks que se negaban a la colectivización de las tierras. Hay muchos y demasiado casos como para negar el hecho después de cincuenta años.
Tras el golpe de 1973 hubo soplonaje entre los propios campesinos en contra de dirigentes ¿a qué se debió esto?
En el libro digo que esa es una de las páginas más penosas de la historia chilena, lo que fue promovido por el decreto 208, dictado por la Junta Militar que favoreció el soplonaje y rompió las solidaridades campesinas quizá hasta el día de hoy.
¿Cómo mejoró la vida de los campesinos con el fin del inquilinaje?
La dignidad es un asunto que no se puede contabilizar como hacen «los ideólogos de la hacienda perdida». Un viejo campesino me contaba hace un tiempo: mi abuelita decía que la ropa se puede remendar pero no el estómago», por eso andábamos con harapos y solo se gastaba en comer. Frente al patrón y su señora se sacaba el sombrero respetuosamente. Los inquilinos estaban obligados por vida y se llamaba la «obligación». Esa era la forma que existía de la esclavitud en Chile, y eso se terminó por la acción de la Reforma Agraria y por la enorme revuelta de los campesinos, por eso en este libro le hacemos un homenaje y honramos su memoria.
Usted habla de una derrota campesina profunda, brutal ¿qué fue lo peor?
Por cierto que fue una derrota. La propuesta de lograr la tierra se ganó de modo muy parcial. Los que recibieron tierras en su gran mayoría la debieron vender. La represión que vino luego fue de tal suerte que las organizaciones fueron pisoteadas hasta el día de hoy. El capitalismo agrario chileno pudo levantarse sobre una masa laboral disponible y casi sin capacidad de reacción frente a los salarios y las largas jornadas laborales.
¿Qué sucede con los mapuche en el contexto de la reforma agraria?
Los mapuche participaron activamente junto al campesinado en la Reforma Agraria. En el texto señalo las contradicciones que allí hubo, la represión local que fue quizá mucho mayor que en el centro del país. En fin, se rompió la alianza de los mapuche con el campesinado, con la clase obrera. Los cientos de hectáreas que el gobierno de Salvador Allende restituyó a las comunidades mapuche después fueron devueltas, rematadas a empresas forestales, etc.
¿Murió el campesinado chileno? ¿Qué existe hoy?
No creo en las muertes anunciadas, lo que sí se puede decir es que cambió la situación del campesinado; hoy son miles de miles de mujeres, principalmente, que levantan las cosechas y que pueden ser comprendidas como campesinas temporeras. Por otro lado, hay un fuerte movimiento campesino agro ecológico que levanta una nueva utopía de vida rural, de agricultura sana, de mejor porvenir para los campesinos y para todas y todos los chilenos. Son muchos quienes están en estas nuevas ideas y poco a poco se va a ir levantando nuevas banderas del mundo rural y campesino.
Punto Final / Nº 868 / Enero 06 de 2017.