En la mañana de ayer, el «acreditado historiador» y «periodista de intachable imparcialidad» Federico Jiménez Losantos, ha lanzado un furibundo e insultante ataque contra el concejal de Ahora Madrid, Carlos Sánchez Mato, que había afirmado en twitter que «la Revolución Socialista de Octubre fue la revolución más hermosa de la historia». Este señor, Jiménez Losantos, […]
En la mañana de ayer, el «acreditado historiador» y «periodista de intachable imparcialidad» Federico Jiménez Losantos, ha lanzado un furibundo e insultante ataque contra el concejal de Ahora Madrid, Carlos Sánchez Mato, que había afirmado en twitter que «la Revolución Socialista de Octubre fue la revolución más hermosa de la historia».
Este señor, Jiménez Losantos, ha desplegado una serie de argumentos que además de dejar aún más clara su mala voluntad, han demostrado su inmenso desconocimiento histórico. Argumentos soportados con unas fuentes tan parciales como Pipes, Service, Solzhenytsin o el «famoso» Libro Negro del Comunismo. Todo esto, como siempre, aderezado con toda una retahíla de insultos y descalificaciones que no hacen otra cosa que definir al personaje que los vomita.
Este apóstol radiofónico converso al liberalismo más radical e ideológico, en su delirio anticomunista, ha llegado a afirmar que Sánchez-Mato no sabía lo que era el Palacio de Invierno, y que en ese lugar había muerto el zar. Desde luego si Jiménez Losantos se refería a Nicolás II, quedaría más que demostrado que prepara su programa utilizando fuentes más que discutibles y que sus análisis no superan los límites de la Wikipedia.
Durante la breve pero intensa vomitona matutina, Losantos ha hecho afirmaciones realmente abracadabrantes. Ha dicho, por ejemplo, que la Revolución de 1.905 fue un primer intento de golpe de estado, que la nobleza era ya una clase casi inexistente en 1.917, que las manifestaciones y rebeliones de julio de 1.917 fueron orquestadas por el partido bolchevique (manifestaciones por cierto, que no solo no promovió, sino que le pillaron por sorpresa y ante la cuales su reacción fue tratar de frenarlas a la espera de acumular fuerzas), o que la llamada guerra civil posterior a la revolución fue provocada también por los bolcheviques.
Losantos, como tramposo reconocido, ha utilizado como principal arma la distorsión del marco histórico. Y ante su incapacidad para rebatir a Sánchez Mato en cuanto a lo incruento de la Revolución de Octubre, ha tratado de alargar, cual Lecho de Procusto, el período histórico concernido, utilizando las cifras más exageradas de la represión, utilizando fuentes como El Libro Negro del Comunismo, para todo el período soviético. No estaría de más que Losantos consultara el riguroso análisis de los datos de la represión ofrecido por Moshe Lewin, muy crítico con el período estaliniano, en un libro de próxima reedición, El Siglo Soviético.
En lo que tiene que ver estrictamente con la Revolución de Octubre, Losantos ha obviado, como no podía ser de otro modo, los factores principales que actuaron, esto es: la participación de Rusia en la imperialista Primera Guerra Mundial, la incapacidad para resolver el problema del reparto de la tierra por parte de los sucesivos gobiernos, las condiciones de explotación de una cada vez más numerosa y organizada clase obrera o el carácter autocrático y antidemocrático del sistema zarista.
Tan acreditado (más bien desacreditado) liberal, ha pretendido hacer pasar por bueno que la abolición de la servidumbre en 1.861 había sido una graciosa concesión del zar y que este hecho ya suponía el inicio de la democratización del país. En realidad, los campesinos pobres fueron condenados al pago de grandes cargas por su liberación y quedaron ligados a la tierra por otros medios; además esta medida facilitó el desarrollo del capitalismo en el ambito rural y obligó a la proletarización de muchos campesinos. Para esta cuestión recomendamos a Losantos la excelente explicación de Christopher Hill en su libro La Revolución Rusa de reciente publicación en nuestro país. Parece olvidar Losantos, también, que incluso la Duma impuesta por la Revolución de 1.905 tenía un carácter censitario y debía someter sus decisiones a la graciosa voluntad del zar.
No estaría de más recomendar al periodista de cabecera del Tea Party español más finura en sus invectivas. Por supuesto que este caballero ha olvidado el papel de los reaccionarios, en ningún momento ha mencionado el golpe de Kornílov, que decantó a muchos en favor de los bolcheviques, o la agresión de más de 14 potencias al naciente estado soviético, causa fundamental de la reacción de autodefensa del gobierno revolucionario que derivó en la llamada guerra civil. Esta guerra fue provocada, como resulta evidente, por la agresión del conjunto de las potencias imperialistas que veían la imperiosa necesidad de yugular un proceso que suponía un mal ejemplo.
Nuestro intrépido analista no se ha parado en calificativos al describirnos el «violento asalto» al Palacio de Invierno solo defendido por unos batallones femeninos y algunos cadetes. No se le ha ocurrido a tan perspicaz aprendiz de historiador que la facilidad del asalto y la ausencia de resistencia son rasgos fundamentales para comprender lo que realmente sucedió: el gobierno provisional carecía ya de apoyos y la toma del poder por parte de los bolcheviques fue entendida como algo natural. También en cuanto a la violencia parece olvidar Losantos que la pena de muerte fue abolida a finales de noviembre y que Lenin pidió el perdón para el autor del atentado que sufrió. Solo el posterior recrudecimiento de la intervención exterior contra la revolución hizo restaurar algunas medidas represivas.
También ha quedado en el olvido para nuestro historiador sobrevenido un análisis sobre la falta de base social del Gobierno Provisional, no existía una burguesía nacional consolidada en un país en que la mayoría de la industria y las empresas extractivas estaban en manos extranjeras, o sobre la incapacidad de este gobierno para responder al clamor popular que demandaba una inmediata salida de Rusia de la guerra.
De igual modo ha estado ausente cualquier tipo de análisis sobre la pérdida de legitimidad de la Asamblea Constituyente. No estaría de más que Losantos reparase en que el Partido Social Revolucionario, mayoritarío entre los campesinos, perdió casi todo ese apoyo, que pasó a los bolcheviques, al regreso de los soldados, en su mayoría campesinos, de la Guerra Mundial. La necesidad imperiosa de la paz, del reparto de la tierra y del fin de la miseria fue extraordinariamente resumida por Lenin en su famosa consigna: «Paz, pan y tierra»:
Y, por supuesto, a nuestro «amigo» no se le ocurre mencionar que los sóviets eran unos organismos de profundo caracter democrático que ya habían surgido en 1.905 y que fueron recuperados en 1.917. Los sóviets se crean como instrumentos de poder popular antes de la existencia del gobierno provisional.
Por último, nuestro parlanchín locutor utiliza una trampa que seguramente nos encontraremos en otras ocasiones: una separación radical de la revolución de febrero de la revolución de octubre. Se nos quiere hacer creer que ambas forman parte de procesos separados: mientras que en febrero se produjo una revolución popular, democrática, liberal y burguesa, la de octubre tendría lugar como reacción contra esta primera y supondría un giro totalitario y antidemocrático. Nada más falso, una revolución no es posible sin la otra, y la de octubre es consecuencia directa de la salida en falso que se pretende por parte del gobierno provisional a las aspiraciones expresadas por el pueblo en febrero, fundamentalmente la paz y el reparto de la tierra.
Tal vez el caballero en cuestión, Jiménez Losantos, no merecía contestación, o tal vez merecía una menos prolija y más próxima a la onomatopeya, pero sí merece contestación el combate por la historia, por nuestra tradición y por la memoria. Alguien escribió que la tradición y la historia de los pueblos siempre tienen algo de selectivo y en esa selección es necesario que trabajemos para que el componente de verdad, el componente de voluntad popular y el componente de lucha por la libertad y la igualdad sean los mayoritarios
Puede que todo sea mejor si el señor Jiménez Losantos supera su adicción a la Wikipedia y es capaz de leer estos diez libros.
La Revolución Rusa. Hill, Christopher.
Díez días que estremcieron al mundo. Reed, John.
La Revolución Rusa, de Lenin a Stalin. Carr, E.H:
1.917 Antes y después. Carr E.H.
Cartas desde la revolución. Sadoul, Jacques.
El tren de Lenin. Merridale, Catherine.
El Siglo Soviético. Lewin, Moshe.
Historia del bolchevismo. Rosenberg, Arthur
Historia de la revolución rusa. Trotski, León.
El estado y la revolución. Lenin, Vladimir.
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