Recomiendo:
0

Fuerzas plebeyas y territorio hostil

Fuentes: Rebelión

Es curioso el debate sobre las formas «correctas» que se supone que hay que guardar en las instituciones. Las fuerzas plebeyas no pueden ser representativas de la calle y parece que tienen que ser «consecuentes» con las alfombras, los cortinajes, las lámparas y los modales de la casa de la soberanía popular, siendo evidente que […]

Es curioso el debate sobre las formas «correctas» que se supone que hay que guardar en las instituciones. Las fuerzas plebeyas no pueden ser representativas de la calle y parece que tienen que ser «consecuentes» con las alfombras, los cortinajes, las lámparas y los modales de la casa de la soberanía popular, siendo evidente que toda esa profusión de lujos y modales tiene más parecido con los palacios y las formas de las oligarquías que con las casas, las calles que «sirven» de casa a muchas personas y con las formas de la gente menuda, (la enorme mayoría).

En estos días algún diputado ha dicho que el parlamento no es un tendedero, haciendo alusión a las camisetas o las pancartas reivindicativas y de protesta, lo que realmente piensa es que al parlamento no pueden entrar las conversaciones, las formas, los temores, las esperanzas y los anhelos de la gente que habita los tendederos y demás lugares de la gente común.

Es un aviso que las fuerzas plebeyas debieran tener en cuenta, han de estar ahí, (tenemos que estar ahí), pero sabiendo que es un territorio hostil que durante siglos, salvo en algún momento histórico, han usado y abusado los que mandan, y los que mandan y sus mayordomos nos consideran usurpadores de «un territorio», que consideran propio en su sentido más literal, y que si queremos estar como «invitados forzosos» debemos asumir las reglas y las formas del «anfitrión» y que así se vuelvan a invisibilizar los problemas de la gente común disueltos en una suerte de discurso para iniciados, envueltos en formas elegantes y aburridas que nos hipnotizan, que todos parezcan iguales y que nadie tenga interés en ver, que es de lo que se trata.

En cambio una amplísima representación de esas oligarquías protegidas desde las cortinas, las alfombras, las lámparas y las tribunas de las instituciones «populares», los dueños de los peajes (disfrazados en producciones y servicios) que nos esclavizan, pretenden hacerse ver como nosotras y nosotros y nuestro ideales, y se meten en nuestras vidas a través de hermosas imágenes televisivas.

……..Y ahora un banco hace «la revolución de las cosas pequeñas, otro banco nos cita a Bertold Brecht,…(Hay hombres que luchan un día……), para presumir de «ayudar» con platos de sopa a los excluídos de sus propios desahucios, y otro banco más se atreve directamente a «volar», ni más ni menos que con Janis Joplin. Las marcas de coches que deslocalizan las producciones y precarizan cada vez más a los trabajadores se promocionan haciendo que sus modelos circulen por paisajes bucólicos, regalando libertad y horizontes al mismo tiempo que «cuidan» el medio ambiente con consumos «ecológicos». Las empresas energéticas, (petroleras y eléctricas), se visten de verde y anuncian su «lucha» contra el cambio climático y nos presentan a nosotras, su fuente de beneficios, no ya como clientes, si no como a sus «queridas personas», que el precio de los combustibles y el de la electricidad lo manejen a su antojo no importa y que a sus «queridas personas» se las corte el suministro tampoco. Una cadena de comida rápida también se viste de verde y nos muestra a personajes cosmopolitas y exitosos con toque bohemio, y a sus antros nos los presenta como centros de ocio alternativos con música de jazz o de blues.

A todo esto le podemos añadir que los noticieros nos anuncian crisis humanitarias y hambrunas en territorios cuyos gobernantes se gastan cantidades ingentes de dinero en armamento, por ejemplo en Sudán del Sur, pero esos mismos noticieros no se atreven a mencionar o a querer saber quién son y de donde son los traficantes de armas y de dinero que las ponen a su disposición, tampoco nos informan de cómo es posible que gerentes de empresas de medios de comunicación puedan ser propietarios de participaciones en recursos de ese país, (a miles de kilómetros), mientras que sus hambrientos habitantes no son dueños de nada, posiblemente ni saben que existen y su única salida es morir o emigrar al país o los países donde viven los propietarios de sus recursos, que a su vez posiblemente jamás hayan pisado esas tierras pero que sí pueden ser sus dueños, a los que consiguen emigrar les esperan los mares, los muros y las alambradas de los que encima los culpabilizamos de su miseria, son los más robados de la tierra……y los más criminalizados, precisamente ellas y ellos.

Todos estos poderosos producen y nos entregan imágenes-fantasma de la libertad, la fraternidad y la decencia, que en realidad pisotean todos los días, a esta enésima generación de poderosos usurpadores ilegítimos de recursos, de decencia y hasta de sentido común les molesta que en el parlamento haya fuerzas plebeyas que no guarden las formas, es decir no les parece bien que se parezcan a la calle y a su vez, remitiéndome a todo lo dicho, ellos, todos los poderosos, todos aquellos que cuando toman decisiones en Davos, por ejemplo, en alguna parte y en algún momento la gente se muere de miseria, de enfermedad, de guerra y hasta de rabia. Señores feudales modernos, pretenden que los veamos «revolucionarios, alternativos, solidarios y ecológicos».

La desvergüenza y la indecencia no conoce límites y para añadidura los gestores de todos estos peajes feudales se hacen pagar desvergonzados «salarios» de cuatro mil, siete mil, diez mil, veinte mil y hasta de cuarenta mil euros diarios y pensiones de diez, veinte, cuarenta millones de euros, por hacer que la vida de millones de personas sea un asco.

En fin, no sé si al señor Francisco González, Presidente del BBVA y «revolucionario» de las cosas pequeñas, perceptor de un «salario» de 13.000 euros diarios y de una «pensión» de más de 70 millones de euros le parecerá todo lo dicho lo suficientemente populista.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.