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Más sobre el estalinismo (VII)

Fuentes: Rebelión

Debilitado por un accidente cerebro-vascular acaecido dos años antes de su muerte en 1924, Lenin tuvo tiempo para reflexionar sobre los logros de la Revolución de Octubre. No estaba satisfecho. Veía como el estado zarista y sus prácticas lejos de haber sido erradicadas habían contaminado al bolchevismo. Advirtió que el chauvinismo gran-ruso crecía y debía […]


Debilitado por un accidente cerebro-vascular acaecido dos años antes de su muerte en 1924, Lenin tuvo tiempo para reflexionar sobre los logros de la Revolución de Octubre. No estaba satisfecho. Veía como el estado zarista y sus prácticas lejos de haber sido erradicadas habían contaminado al bolchevismo. Advirtió que el chauvinismo gran-ruso crecía y debía ser extirpado de raíz. El nivel de la cultura política del partido era lamentable después de las pérdidas humanas provocadas por la guerra civil. Escribía en Pravda: «Nuestro aparato estatal es deplorable por no decir miserable». Y concluía, «No, somos ridículamente deficientes». Consideraba que la revolución tenía que admitir sus errores y renovarse, de otro modo fracasaría. Sin embargo estas observaciones no fueron tenidas en cuenta después de su muerte. Sus escritos fueron ignorados o deliberadamente modificados. No surgió ningún dirigente soviético que compartiera la visión de Lenin […] En la Rusia nacional-conservadora de Vladimir Putin no se realizan este año conmemoraciones ni de la Revolución de Febrero ni de la de Octubre. «No figuran en nuestro calendario», declaró Putin a un periodista indio, conocido mío. Lenin escribió sobre los revolucionarios que, «Después de su muerte se les intenta convertir en íconos inofensivos, para canonizarlos, es decir, para consagrar sus nombres para el «consuelo» de las clases oprimidas, con el objeto de engañarlas». Después de su muerte Lenin fue embalsamado, exhibido públicamente y tratado como un santo bizantino, a pesar de la oposición de su viuda y hermanas.

Tariq Ali (2017)

Seguimos alejados del libro de Moshe Lewin por el momento.

Prosigo con la conferencia de Manuel Sacristán de 1978. Intento resumir sus ideas principales. Recuérdese: el 23 de febrero de 1978, el autor de Introducción a la lógica y al análisis formal participó, junto con Manuel Vázquez Montalbán , en una mesa redonda sobre el estalinismo celebrada en el salón de actos del convento de los padres Caputxins de Sarrià.

Algunas de sus ideas principales:

1. Raíces de los rasgos diferenciadores: «Hay que decir de todas maneras que esos rasgos diferenciadores, esos rasgos nuevos, propiamente estalinianos, tal como los he resumido hace un momento -repito que sin creerme con esto haber hecho nada ni definitivo ni completo, sino algo que pueda caber en media hora-, esos rasgos, a pesar de que los considero nuevos, yo reconozco, y creo que hay que reconocer, que tienen raíces y precedentes en el período anterior. No sólo precedentes zaristas, no sólo precedentes orientales, como decía Lenin, el cual él mismo ha notado ya antes de morir él, en su propio período de gobierno, ha notado hasta qué punto se parecían algunas conductas de los nuevos funcionarios a las conductas de los viejos funcionarios, de los funcionarios zaristas, hasta qué punto eran los mismos en gran parte, y hasta qué punto se les parecían los que no eran los mismos». Pero no me refiero sólo a eso, me refiero a precedentes de esos rasgos estalinistas que no vienen de la Rusia zarista sino que han nacido bajo el gobierno de Lenin. Por de pronto, aunque antes he dado como un rasgo diferencial del estalinismo la enorme concentración de poder por comparación a lo que ha ocurrido en la época de Lenin, sin embargo no se puede olvidar que la gran concentración de poder venía ya un poco predeterminada por la guerra civil y por la intervención extranjera. Un régimen que nace a través de una guerra civil y de una intervención extranjera tiene inevitablemente un predominio del aspecto militar del gobierno. Y ese aspecto militar, por otra parte, siempre ha sido predominante en cualquier revolución. Entonces, todo eso ha hecho que ya desde el primer momento haya habido una concentración del poder casi desconocida hasta entonces por las sociedades del Imperio ruso. Pero incluso la tendencia a la deformación ideológica, esto último a lo que me he referido al cinismo ideológico, a deformar la teoría, esto ya tenía, si no precedentes en Lenin -yo creo que precedentes no- sí raíces en la situación de Lenin. ¿Por qué? Porque lo que los bolcheviques rusos, y luego todos los comunistas en la III Internacional, han vivido como revolución socialista no era en absoluto lo que hasta poco antes habían imaginado y pensado como revolución socialista».

2. El viejo Marx: «Es verdad que en Marx mismo había otra posibilidad de entender la revolución socialista, en algunos escritos de la última época de su vida, pero, curiosamente, estos escritos de la última época de su vida no se han conocido hasta ya entrados los años veinte. Quiero decir que los bolcheviques de la época de la revolución no han conocido estos escritos de Marx que contemplaban otra posibilidad de paso al socialismo. Ellos no los han conocido. Por lo tanto, ellos han vivido en la incomodidad de estar llamando revolución socialista a algo que en su formación intelectual y en su juego de conceptos no era una revolución socialista».

3. La revolución contra El Capital: «Esto lo han dicho muchos, y lo han dicho muchos ya en la época, y lo han notado, no en una sola tendencia sino miembros de muchas tendencias imaginables. Está, por una parte, la tendencia socialdemócrata -Kautsky y los socialdemócratas alemanes-, que al no ver que se den en Rusia las condiciones que ellos conocían del Marx clásico, del Marx de El Capital, consideran que esa revolución no se tenía que haber hecho. Esto por una parte. Luego están los comunistas en cambio más de izquierda -por ejemplo, y señaladamente, Gramsci-, que piensan que, efectivamente, como él ha escrito en un artículo célebre, esa es una revolución contra el Capital -éste es el título de un célebre artículo de Gramsci-, pero piensan que eso no importa, piensan que eso no importa porque ellos tienen una formación mucho más idealista que la de Marx, y piensan que con un esfuerzo de voluntad eso se puede arreglar, y con un esfuerzo de cultura. Y, por último, hay toda una tercera tendencia que también piensa que esa revolución es anómala, o que se entiende mal, que es la de la extrema izquierda de la Internacional comunista, lo que se llamó la izquierda consejista, pero no sólo izquierda consejista, Pannekoek, Korsch, autores así, de extrema izquierda, a los que Lenin consideraba izquierdistas, estos lo que piensan es que Lenin y los bolcheviques rusos han hecho una revolución burguesa y lo que tienen que hacer es reconocerla como tal, como revolución burguesa, y por tanto organizar el poder y todo desde ese punto de vista aunque con una posibilidad de cambio social, pero muy a la larga, dimanante de la naturaleza revolucionaria del poder político y que seguramente acarreará problemas muy nuevos».

4. Teoría y praxis: «Esta diferencia entre la teoría previa y lo que ha ocurrido allí, lo que se creía que era una revolución socialista, lo que ha ocurrido en Rusia, y la teorización de eso, luego dará en el estalinismo lo que he llamado el cinismo ideológico, es decir, la falsificación abierta de la teoría y su utilización para justificar cualquier práctica, incluido -vamos a llamar a las cosas por su nombre tratándose del período estalinista-, incluido cualquier asesinato.

Pero en este punto, aunque estuviera la raíz del vicio estaliniano hay una diferencia importante con Lenin. Lenin sabe muy bien que la revolución que ha dirigido no cumple el esquema tradicional del marxismo de la Segunda Internacional, del marxismo procedente de una interpretación directa de El Capital. Y, como la mayoría de los presentes aquí recuerdan muy bien, está esperando la intervención de un movimiento revolucionario mundial, o por lo menos europeo, al final por lo menos centroeuropeo. Al no producirse la revolución en Occidente, hay un momento en el cual yo creo que hay que registrar en Lenin un tipo de ilusión que luego es característico del estalinismo, la ilusión que se puede cifrar en la célebre figura o frase retórica de que el comunismo serían los soviets más la electrificación. Pero esa ilusión no ha debido durar demasiado tiempo. Como es sabido, en los últimos tiempos de su vida, con muchas dificultades de salud, en esa curiosa enfermedad que los psicoanalistas de izquierda deberían analizar un poco, por qué tuvo entre sus consecuencias esa enfermedad final de Lenin la imposibilidad de comunicarse, por qué se hundió así en la enfermedad -no hago más que plantearlo, no puede uno atreverse en tan pocos minutos a decir nada sobre ello-, pero, aparte de eso, es conocido que ha intentado un replanteamiento en los últimos tiempos de su vida. Hay especialistas -yo no soy un historiador y no puedo atreverme a tener opinión al respecto, sólo lo digo como información- que piensan que efectivamente Bujarin tenía muchos elementos del desarrollo que Lenin podía pensaba ajustar, en cualquier caso, lo que no hay, en la fase final de Lenin, es la glorificación del estado de cosas como si eso fuera lo que se había deseado y lo que se había buscado. Más bien hay una larga situación de crisis, por insuficiente que sea. No vamos a entrar en detallar si la autocrítica final de Lenin es suficiente o no lo es. En cualquier caso, la gran diferencia, desde mi punto de vista, es que en vez de tener esa consciencia final problemática, autocrítica de Lenin, el estalinismo consiste en canonizar como teoría justa lo que no es más que el estado de necesidad, el estado de necesidad del hambre, de la escasez, de la necesidad de represión, etc».

5. Propaganda estalinista: «Así en el intento de presentar la dramática situación del antiguo Imperio ruso como si fuera la realización del socialismo, y luego incluso, como veremos, del comunismo, el aparato de propaganda estalinista va forzando los viejos conceptos, las viejas ideas, hasta extremos a veces grotescos. Otras veces no, otras veces son hipótesis más o menos discutibles, seguramente con un elemento de realidad. Por ejemplo, la célebre y central tesis estaliniana, yo nunca he creído que fuera del todo falsa, según la cual a medida que avanza la construcción del socialismo se agudiza la lucha de clases; tampoco es que la crea a pie juntillas, pero por lo menos, por lo que hace a la lucha de clases a escala mundial me parece que tiene cierta justificación. Pero otras veces la construcción de teoría para justificar la práctica -en este caso era claro que justificaba la práctica represiva interior-, otras veces llega a ser casi el chiste, y si no hace él el chiste se lo hacen sus colegas más directos. Por ejemplo, la idea del socialismo en un solo país, completamente ajena a la tradición marxista, luego llega a ser sustituida incluso por la frase increíble de comunismo en un solo país, la cual ya no se entiende lo que quiere decir. Es absolutamente incomprensible y parece mentira que haya aguantado durante años en la propaganda estaliniana. Zinoviev, que no sabía todavía lo que podía costar una cosa así, le hacía el chiste a Stalin de hablarle del comunismo en una sola calle, en una época en la que todavía no se sabía que esas cosas bajo Stalin se pagaban con la vida, como lo pagó Zinoviev, desde luego».

6. Socialfascismo: «No menos increíble era por ejemplo la idea del socialfascismo. Me he traído copiada la afirmación central de Stalin sobre el socialfascismo, esto es, la hipótesis de que los partidos socialdemócratas son partidos fascistas, son fascismo, porque leída hoy parece increíble, pero eso ha sido doctrina oficial. El trozo central, escrito por Stalin en la época del VI Congreso de la Internacional, dice así: «No es verdad que el fascismo sea la organización militante de la burguesía sola. Es la organización militante de la burguesía basada en el apoyo activo de la socialdemocracia. El fascismo es la estructura política común a esos dos organismos fundamentales: la socialdemocracia y la burguesía. No son opuestos, sino gemelos». Si se tiene presente que los muertos por el nazismo de la socialdemocracia sin llegar probablemente a los 350.000 muertos comunistas de Alemania bajo el nazismo, deben rozar, según los cálculos más verosímiles, los 250.000, esto verdaderamente pone los pelos de punta. Aparte de que también pone los pelos de punta que entre marxistas se haya podido tolerar que el nombre de un partido -«socialdemocracia»- y el nombre de una clase social -«burguesía»- aparezcan en el mismo plano de análisis como organismos fundamentales ambos. Verdaderamente era un insulto para el cerebro de los marxistas de la época, pero es evidente que encajaron el insulto.

7. La nación de socialismo: «Incluso la noción de socialismo ha quedado falseada desde entonces. En la tradición socialista se llamaba socialismo a una determinada forma de vida. A partir del estalinismo, y durante muchos años, muchos -yo también, yo recuerdo cuando lo hacía- hemos usado «socialismo» para significar sólo la obtención de algunos instrumentos de lo que creíamos que era el socialismo; por ejemplo, estatalización económica, etc. La misma palabra «socialismo»· ha quedado prácticamente afectada en este período».

8. Pragmatismo: «En sustancia la gran diferencia, diría yo, entre todas las durezas que ha podido tener el período de Lenin y lo que es el sistema estaliniano es este pragmatismo, esta completa violación de las ideas, de los conceptos, usados para justificar cualquier práctica, incluso la más macabra. Ese pragmatismo ideológico explica en mi opinión también la diferencia de crueldad, la diferencia que hay entre la dureza política de Lenin y el asesinato de toda la vieja guardia bolchevique».

9. Raíces del estalinismo: «No querría terminar sin tocar un par de puntos más, aunque sea muy brevemente. Después de hacer dicho que lo que me parece esencial es ese pragmatismo, como esencia diferenciadora respecto del leninismo, querría gastar cinco minutos sobre las raíces del estalinismo y otros cinco o menos sobre posible actualidad del estalinismo [Breve interrupción] […] al equipo estaliniano yo creo que está cargado de verdad, yo creo que es substancialmente verdadero, y desde luego en Inglaterra no habría sido posible el estalinismo.

Esto se puede detallar un poco más. He cogido el ejemplo de Inglaterra con intención. Como seguramente la mayoría de los aquí presentes recuerda, el intento más serio de entender lo que estaba pasando en el antiguo Imperio ruso por parte de un viejo dirigente bolchevique es la tesis de Preobrazhenski de la acumulación originaria socialista, que la primera tarea de aquel poder era obtener una acumulación de medios de producción como la que la burguesía había conseguido en la Inglaterra de los siglos XVII, XVIII y XIX. Bueno, esta acumulación originaria en Inglaterra, como es muy sabido, había acarreado a la población, principalmente a las poblaciones de las clases trabajadoras como es natural, una suma de dolores y de sufrimientos que, si se pudieran sumar los sufrimientos, seguramente no sería inferior, quizá todo lo contrario, a la suma de sufrimientos ocurrida en la Unión Soviética durante esa acumulación originaria socialista».

10. Acumulación originaria en la URSS: «Lo que pasa es que esa acumulación originaria socialista, que decía Preobrazhenski, muy probablemente no hay que verla como socialista. ¿Por qué socialista? Lo que ha conseguido es en gran parte lo mismo que consiguió la acumulación originaria burguesa, a saber, una civilización industrial. En esto creo -lo digo porque me parece bueno arriesgar la propia opinión verdad- que llevaba razón la extrema izquierda de los años veinte, éstos a los que Lenin criticaba por izquierdistas. Yo creo que cuando Pannekoek dice que lo que se estaba haciendo allí era lo mismo que en la revolución burguesa inglesa llevaba razón, una acumulación originaria de capital. Sin embargo, esa acumulación originaria se ha producido en la Unión Soviética no bajo el dominio de la vieja clase dominante, sino bajo el dominio de una nueva clase, de un nuevo grupo -como se la quiera llamar- de una nueva agrupación de personas, los funcionarios del partido y del estado, cosa en la cual no llevaban razón, creo yo, los izquierdistas de los años veinte. Es decir; esta nueva acumulación no produce exactamente una acumulación burguesa de capital al modo clásico estudiado por Marx. Es un nuevo grupo social, el de la dirección del estado y del partido, el que domina esa acumulación, la dirige, como han puesto de manifiesto varios sociólogos contemporáneos. Este es un tema que, como seguramente es conocido por todos, está siendo objeto de mucho estudio actualmente.

Precisamente por falta de tiempo no me dedico a recordar los precedentes de este análisis en el que ahora están empeñados sociólogos contemporáneos y cuyo primer origen está en la extrema izquierda de los años veinte y cuyo segundo eslabón teórico importantísimo es, como es sabido, Trotski».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.