Llevamos demasiado tiempo aguantando todo tipo de tropelías por parte del Gobierno del PP. Sectores políticos muy críticos con su labor, hasta ahora, no habían barajado la posibilidad de desmontar las vergüenzas de este partido podrido. Algunos por la poca posibilidad de éxito de una posible alternativa; otros, porque apoyan y encubren su desastrosa política. […]
Llevamos demasiado tiempo aguantando todo tipo de tropelías por parte del Gobierno del PP. Sectores políticos muy críticos con su labor, hasta ahora, no habían barajado la posibilidad de desmontar las vergüenzas de este partido podrido. Algunos por la poca posibilidad de éxito de una posible alternativa; otros, porque apoyan y encubren su desastrosa política. Los escándalos ininterrumpidos de los últimos años han llevado a la ciudadanía a tal hartazgo y cabreo que ha colocado a la corrupción entre los temas más preocupantes de nuestra sociedad. Sin embargo, y a pesar de tener miembros del PP condenados, imputado el propio partido y cientos de acusados por graves delitos de corrupción, estos tramposos se mantienen en el Gobierno sin que se les caiga la cara de vergüenza y sin asumir sus fechorías como haría cualquier partido honrado y democrático. Es tan grave la situación (prevaricación, fraude, engaños y falsedad documental, malversación de importantes sumas de dinero público, financiación irregular, manipulación del lenguaje y de los medios, utilización en su provecho de determinado sectores de las fuerzas de seguridad, injerencia sobre determinados jueces y fiscales para favorecer a sus imputados,…) que en cualquier país realmente «democrático», este Partido habría sido ilegalizado.
Ya era hora que alguna fuerza política le dijera en la cara, públicamente, las verdades sobre tanta perversidad, tanta arrogancia, tanta corrupción. La iniciativa de Unidos-Podemos de presentar la moción de censura es oportuna, necesaria, constitucional y valiente. Ha servido para:
1.- Dejar en evidencia la catadura moral y autoritaria de esta derecha fascista y reaccionaria que ante el discurso de sus oponentes (protagonistas de la moción) se dedicaba a interrumpir con insultos, ofensas y desprecios, demostrando con ello su insolencia antidemocrática y su arrastrado origen franquista.
2.- Que las réplicas del PP, ya preparadas de antemano, se hayan sentido como una burla al sentido común y a la inteligencia. Se han dedicado a atacar de forma desaforada, mintiendo, utilizando un lenguaje provocador y machista, dejando en evidencia que no tienen programa político para nuestro país, que sólo les interesa favorecer a las élites económicas y empresariales y que son incapaces de rebatir (por eso lo han ignorado) un programa social completo y real de transformación de nuestra sociedad.
3.- Desde la tribuna del Congreso, denunciar al PP por todo el montaje institucional (político, judicial y mediático) que llevan utilizando desde hace años para no asumir responsabilidades políticas y económicas ante tanta perversión, depravación y corrupción.
4.- Que todos los partidos del arco parlamentario tengan que posicionarse ante la moción. Ha quedado claro que Ciudadanos y Coalición Canaria forman parte pasivamente del sistema corrupto. En la abstención de los partidos nacionalistas ha pesado más su ideología derechista que su compromiso por el derecho a decidir. No se entiende la respuesta del PSOE, aunque la disfrace de «no es el momento» o «negar que Unidos-Podemos represente una alternativa de cambio real». Estos simplistas argumentos ponen de manifiesto que el Sr. Ávalos no ha escuchado o no ha querido entender el completo programa presentado por el Sr. Iglesias. Con esos argumentos y la abstención han querido tapar sus vergüenzas de no querer quitar al PP del Gobierno.
5.- Poner de manifiesto ante la ciudadanía que hay un partido, Unidos-Podemos, que no tiene miedo a tomar las riendas del país para, con un proyecto de cambio serio, real y factible, transformar esta dura realidad a favor de la inmensa mayoría de la ciudadanía que sufre, con demasiada resignación y miedo, las políticas antisociales impuestas por el PP en los últimos seis años.
El programa propuesto recoge alternativas a todos los grandes problemas de nuestro país, desde: reformar la fiscalidad para que sea realmente progresiva, favorecer el desarrollo y la inversión en el esfera pública (sanidad, educación, dependencia, …), reintegrar los sectores estratégicos en el sector público, invertir en la economía productiva, derogar las leyes que han supuesto una pérdida de derechos sociales (Mordaza, de Educación, Reforma Laboral,…), recuperar el poder adquisitivo de los salarios y de las pensiones, invertir en vivienda pública, propiciar una reconversión energética, rescatar el mundo rural y dialogar con las diferentes nacionalidades para llegar a acuerdos sobre el encaje democrático de los distintos pueblos en una España descentralizada y federal (o conferederal).
Vivimos una emergencia no sólo democrática, sino también política, social y económica. Mantener a este partido corrupto, el PP, en el Gobierno va a significar trabajos más precarios, posiblemente una nueva reforma laboral más dura contra los trabajadores, más exclusión social, más desahucios, más privatizaciones, más bajada de salarios y de las pensiones, menos inversiones derechos sociales (sanidad, educación, vivienda, dependencia, paro, machismo, investigación y desarrollo), menos dinero para los parados y para los dependientes y el mantenimiento de una fiscalidad injusta (las grandes empresas y los ricos apenas contribuyen) que no combatirá el fraude fiscal.
Se ha perdido una gran oportunidad que posiblemente no se vuelva a repetir ¿Quién puede creer que Pedro Sánchez, a pesar de contar con sus bases, se va a atrever a presentar una moción de censura que no acepta el fuerte poder que todavía mantiene el conservador aparato del partido y mucho menos lo van a permitir los poderes económicos que mantienen al PSOE?
Juan García Ballesteros. Presidente del Colectivo Prometeo.
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