(El neohumanismo científico español). La coincidencia más asombrosa entre el año en curso [1998] y el de 1898 es el que ambos terminan en 98 y, por si fuera poco, el que haya pasado entre ellos exactamente un siglo. Resulta prácticamente inimaginable que semejante coincidencia, capaz de desafiar cualquier cálculo de probabilidades pudiese deberse a […]
(El neohumanismo científico español). La coincidencia más asombrosa entre el año en curso [1998] y el de 1898 es el que ambos terminan en 98 y, por si fuera poco, el que haya pasado entre ellos exactamente un siglo. Resulta prácticamente inimaginable que semejante coincidencia, capaz de desafiar cualquier cálculo de probabilidades pudiese deberse a un puro azar. Ha sido, por lo tanto, una laguna lamentable en la gran tradición de la racionalidad histórica el haber desatendido hasta hoy hechos así, sin tratar de encontrar algún significado por muy oculto que a primera vista pudiera parecer. Este es el fundamento científico, more mathematico, del que ya empieza a conocerse bajo el nombre de «método histórico efemeridiano».
Rafael Sánchez Ferlosio, La hija de la guerra y la madre de la patria, pp.133-134.
Estábamos en el siguiente tema. Enric Llopis, un incansable activista y colaborador de rebelión y El Viejo Topo, publicó el pasado 28 de abril una nota sobre el médico nutricionista Francisco Mata, a raíz de la participación de éste en las Jornadas Anarcosindicalistas de la CGT-Valencia. El título de su intervención: «La nutrición, una política de la vida cotidiana» [1]. Estamos comentando este paso: «defiende [Mata] la homeopatía como un sistema curativo en el que se subrayan las fuerzas energéticas del cuerpo humano; «intentas encontrar un remedio que acompañe a tus energías internas, para que el cuerpo se fortalezca y pueda curarse a sí mismo», explica el facultativo». El mismo, Mata, nos recuerda Llopis, «estudió hace una década un máster para médicos, farmacéuticos y veterinarios impartido por la academia médica homeopática en colaboración con la Universitat de Barcelona».
La idea de la homeopatía, comenté anteriormente [2], es de Hahnemann, un médico alemán del siglo XVIII. Desde el punto de vista de su fundamento científico, la homeopatía tiene escaso o nulo valor; otra cosa distinta, y probablemente verdadera, es que pueda curar, en algunas ocasiones y en determinadas enfermedades, por sugestión.
Nos habíamos quedado aquí [3].
1. En homeopatía, en la práctica homeopática, ¿nunca se llega a suministrar nada, aparte de agua, en las diluciones que se le administran al paciente? En general, como se ha dicho, no, aunque en algunos casos las diluciones todavía conservan algunas cantidades ínfimas del producto originario.
Pero entonces, se dirá, en el caso que comentamos, ¿no llegaríamos a superar el número de Avogrado, y por tanto estaríamos suministrando moléculas de la sustancia al paciente? Sí, pero en cantidades tan minúsculas que no pueden tener ningún efecto. Ninguno.
2. Por lo demás, hay que aceptarlo, la comunidad homeopática no es un grupo homogéneo con una identidad total de criterios. Como en toda actividad humana hay diversas corrientes, opiniones, tendencias, etc. Existen diversas escuelas homeopáticas con criterios propios, si bien el concepto fundamental -el simila similibus curantur y las diluciones- es compartido.
3. Una práctica médica adecuada podría ser la siguiente: cuando se conoce un medicamento seguro, se receta si es necesario. Con las novedades hay que ir con mucho cuidado. Hasta que no llevan varios años de clínica, sostiene Eduard Rodríguez Farré, y, sobre todo, con estudios hospitalarios a sus espaldas durante largos años, lo mejor es ser precavido: «hay que ir con mucho cuidado en medicina general».
El médico homeópata, en estas cosas, hay que admitirlo, no hay duda sobre ello, puede ser un buen clínico. Puede serlo, por supuesto que sí. Pensemos que en la clínica falla o falta mucha ciencia. Aquí, en nuestros países,» todavía no se ha incorporado el sistema escandinavo que recomienda a los médicos hacer una tesis doctoral, lo que los anglosajones llaman el PhD, el «Doctor of Philosophy», que exige hacer experimentos y establecer el método científico».
4. En medicina, el método científico escasea relativamente en muchos sectores, y el homeópata lo que tiene, en algunas ocasiones que no son siempre, es eso, buen ojo clínico. Y eso, desde luego, vale la pena insistir, es muy importante.
Si el médico homeópata se mantiene en estas coordenadas, no hay problema. Ninguno. La situación es parecida, no digo idéntica, a los éxitos que tienen el curandero, que también los tienen, no hay que negarlo.
5. Sobre el punto anterior: hay curanderos que tienen éxitos médicos importantes, en su práctica, sin duda. Si eres un buen curandero, puedes tener éxitos. Un ejemplo de ERF:
Conocí a un médico que se forró haciendo de curandero, no de médico. Cuando le llevaron a los tribunales, que le llevaron, no pudieron acusarle de nada; esgrimió que era licenciado en Medicina. En Sans, en Barcelona, hace muchos años. Si eres capaz de situarte en un nivel educativo básico sin grandes cultismos, en el que puedes establecer una buena relación de comunicación con las personas, si tienes carisma, vas a tener resultados muy buenos. Casi es igual lo que recetes. La gracia, en estos casos, lo admisible si quieres, lo que sería correcto desde el punto de vista de la práctica médica, no desde la perspectiva de la ciencia, es que el médico homeópata, igual que el curandero, sepan hasta dónde pueden llegar.
Si, por ejemplo, estamos viendo un tumor, debemos poner inmediatamente a la persona afectada en manos del oncólogo. Sin dudarlo. El buen homeópata, también los hay como antes hemos comentado, obra así, sabe hacerlo. Conoce muy bien los límites de su disciplina. Esto es muy importante, no da gato por liebre. No obra mal.
6. Pero no todos actúan de este modo, no todos tienen la prudencia como virtud destacada y los límites de su práctica como norma. No todos y ahí está el problema.
Hace años, aquí en Barcelona y en otras ciudades también, de nuevo es ERF quien habla, había un grupo de homeópatas, y de otros colectivos que decían ser de medicinas que ellos mismos llamaban alternativas (no sólo son «alternativos» los homeópatas; «alternativo» era un término muy extendido ya entonces y aún más actualmente), estos grupos defendían que el cáncer había que curarlo con contacto espiritual, poniéndose en grupo, apoyándose en el colectivo, religándose, porque todo tratamiento, lo mismo que afirman los negacionistas, lo mismo que dicen los que afirman o afirmaban que el SIDA es un invento, porque todo tratamiento contra el cáncer, aseguraban, agravaba la enfermedad.
Aquí, en España, en Barcelona, hace algunos años hubo un grupo que consiguió convencer a mucha gente desesperada. Algunas amigas y admiradas por muchos de nosotros.
7. En cuanto a la homeopatía, de nuevo es ERF quien habla, «así lo dije en un informe que hice para la Unión Europea, lo que puede hacer en muchos o cuanto menos en algunos casos es, déjamelo decir en inglés, harming by omission, hacer daño por omisión».
Ejemplo: si se tiene una pleuresía, una tuberculosis, una neumonía o un cáncer, la omisión del tratamiento adecuado va a resultar fatal, muy cara, la persona afectada. Si se tiene una diarrea, un dolor de estómago leve, una afección banal que se te va a curar espontáneamente, no pasa entonces gran cosa. Tomamos algo que no hace nada pero que, en principio, no perjudica. ¿Por qué? Por que no hace nada, no te perjudica.
Con esta «medicación» -habría que poner comillas-, como comentábamos antes, no tomas nada de hecho. No tiene, no puede tener ningún efecto secundario. Toda medicación efectiva tiene siempre efectos secundarios; en algunos grupos de población, con sensibilidad mayor al fármaco, más que en otros. Este es otro tema. Pero todo tratamiento médico puede tener efectos secundarios. Aquí, en el caso de la homeopatía, el daño es por omisión. La terapéutica, daño no va a hacer, mientras se sepa centrar o limitar en ámbitos donde la enfermedad va a curar espontáneamente. Los médicos clásicos, cuando todo se decía y escribía en latín, le llamaban la vis medicatrix naturae, la fuerza curativa de la naturaleza. Muchas enfermedades se curan espontáneamente; las de cada día. Ahora bien, a partir de ciertos límites, eso ya no basta. Si tú tienes que tratar una persona diabética, el camino de la curación natural no puedes ni debes transitarlo ¿Puedo contar una anécdota personal?
Podemos dejarlo en este punto. Tal vez sea suficiente para advertir sobre tratamientos homeopáticos, miradas «alternativas», supuestas energías internas y el fortalecimiento de nuestro cuerpo.
Notas:
(1) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=225959
(2) «Sobre las energías internas, el fortalecimiento del cuerpo y la homeopatía (I)» http://www.rebelion.org/noticia.php?id=226141 . También: «Sobre las energías internas, el fortalecimiento del cuerpo y la homeopatía (II)» http://www.rebelion.org/noticia.php?id=226769 y «Sobre las energías internas, el fortalecimiento del cuerpo y la homeopatía (III)» http://www.rebelion.org/noticia.php?id=227649
(3) Tomo pie de nuevo en el IV capitulo de Eduard Rodríguez Farré y SLA, Ciencia en el ágora, Vilassar de mar (Barcelona), El Viejo Topo, 2012.
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