Durante el acto de Juramento a la Bandera, y en presencia de la presidenta de la República, el ministro de Defensa y otras altas autoridades civiles, el general Humberto Oviedo Arriagada, comandante en jefe del ejército, pidió «comprender el contexto histórico» en que las FF.AA. cometieron horribles violaciones de los derechos humanos. Las palabras de […]
Durante el acto de Juramento a la Bandera, y en presencia de la presidenta de la República, el ministro de Defensa y otras altas autoridades civiles, el general Humberto Oviedo Arriagada, comandante en jefe del ejército, pidió «comprender el contexto histórico» en que las FF.AA. cometieron horribles violaciones de los derechos humanos. Las palabras de Oviedo -que inició su carrera en 1978como subteniente de la Escuela de Infantería de San Bernardo, lugar de numerosas ejecuciones y torturas de prisioneros políticos- buscaban sensibilizar al Ejecutivo por la «angustiante y dolorosa» situación de militares procesados que «se vieron obligados a acatar órdenes».
El discurso de Oviedo -en los bordes de la deliberación- repone la sombra de la amenaza militar sobre el futuro político de la nación. Aparte de sus propias eventuales responsabilidades en materia de violaciones de DD.HH., el general Oviedo tiene directo conocimiento de lo que habla. Su hermano, el general (r) Carlos Oviedo Arriagada, fue detenido en Temuco en abril de este año. Se encuentraprocesado desde 2013 en Concepción y en Temuco, acusado de asesinatos y torturas. Mientras la justicia avanza en su tarea, el general (r) Oviedo cumple detención domiciliaria nocturna en Collipulli.
El insólito discurso del comandante en jefe del ejército ha sido repudiado por las agrupaciones defensoras de los derechos humanos y por sectores políticos, entre ellos la bancada de senadores del Partido Socialista y el vicepresidente de la DC, diputado Matías Walker. El «contexto histórico» del general Humberto Oviedo hace omisión del atropello a la Constitución mediante el derrocamiento del gobierno legítimo del presidente Salvador Allende en un contexto político-social generado -como hoy está probado- por la CIA norteamericana, la ultraderecha, sectores del Partido Demócrata Cristiano, el gran empresariado y la prensa opositora.
La impertinente alocución del general Humberto Oviedo -en un escenario de la más alta relevancia cívico-militar- deja en claro que el tiempo ha pasado en vano para el ejército y que éste continúa siendo una sombra que amenaza el avance político y social de Chile. Las palabras de Oviedo ponen en duda el sometimiento castrense al poder civil. Su alto mando podría encontrar en elfuturo otro «contexto» que le lleve a entrometerse en forma violenta y criminal -como lo hizo en 1973- en la vida política de la República.
Chile, sin duda, retomará en algún momento el camino de la justicia social, de la igualdad de derechos y deberes y de la profundización de la democracia -el «contexto histórico»- que interrumpió el golpe militar hace 44 años y que provocó la inmolación del presidente Allende y desató el terrorismo de Estado con miles de víctimas. Un nuevo proyecto de esa naturaleza -un camino revolucionario para superar la institucionalidad decrépita y corrupta con que carga la nación-, tendrá que considerar el trasfondo amenazante del discurso del general Oviedo.
¿Cuál sería la conducta de las FF.AA. frente a un gobierno de Izquierda? ¿Seguiría siendo el guardián de los intereses de la oligarquía? ¿Le haría el juego alimperialismo como en 1973? ¿Volvería a asesinar, torturar, encarcelar y exiliar a miles de chilenos? De las palabras del general Oviedo se deduce que el ejército no ha aprendido de la trágica experiencia vivida. La lección ha resbalado por la piel de la institución sin tocar sus fibras más íntimas. Sigue justificando las horribles violaciones de los derechos humanos mediante la invocación de un «contexto histórico» -una mentira elaborada por mentes criminales- que justificaría todos los atropellos y crímenes.
Oviedo deja en claro que estamos muy lejos todavía de una fusión de ideales democráticos entre el pueblo y el ejército. Sin embargo, la Izquierda debe seguir trabajando con ese rumbo y sin vacilar en la exigencia de verdad y justicia contra los responsables intelectuales y materiales de los crímenes. Solo así se alcanzará un contexto histórico en que el pueblo -incluyendo a sus fuerzas armadas- sea dueño de su destino.
La opinión pública en tanto espera que la incursión deliberante del comandante en jefe sea sancionada de una manera algo más firme que las débiles palabras del ministro de Defensa a una radioemisora.
Editorial de «Punto Final», edición Nº 880, 21 de julio 2017.