Intervención del autor, diputado en el Congreso por En Comú Podem, en un acto sobre plurinacionalidad en Córdoba
Buenos días a todos y a todas,
Antes de nada quiero agradecer a esta tierra, a Córdoba y a Andalucía, que me dé la oportunidad de volver a beber de mis raíces. Ahora hace 55 años que mis padres hicieron un viaje de vida: de Granada a Sabadell. Desde allí, desde Catalunya, día tras día me han inculcado el amor y el respeto por esta tierra y por toda su gente.
No han tenido una vida fácil, como tampoco la han tenido los trabajadores en España. Ellos llegaron en el año 62 a Sabadell, y fueron recibidos por unas terribles riadas en el Vallès, mi comarca, donde mucha gente murió y las casas que se derrumbaron fueron las casas de las familias más vulnerables, como siempre. Mi padre, ahora metalúrgico jubilado, que lo recuerdo escuchando en el coche a Manzanita cantando el poema de Lorca ‘Verde que te quiero verde’, y mi madre, una incansable trabajadora del textil y de la limpieza después, me han hecho ser un catalán con sangre andaluza por las venas. Ese carácter que sólo imprime esta tierra.
Y eso somos. Y lo somos con orgullo. Una mezcla de culturas, de lenguas y de naciones donde nadie va por delante de los demás porque todos vamos con paso firme pensando en nuestros derechos. Los derechos nacionales que nunca, nunca, nunca, deben ir desligados de los sociales. Un país no tiene dignidad sin recordar quiénes somos y de dónde venimos, no tiene futuro sin pensiones para nuestros mayores y no tiene presente sin respeto a esa pluralidad.
Y es que nuestras dos tierras, Catalunya y Andalucía, se parecen mucho. Catalanes y andaluces hemos luchado contra los poderosos que acumulan tierras y también contra los poderosos que acumulan fábricas para hacer del trabajo un derecho para las clases populares. Y esta tierra, como ninguna otra en España, ha luchado por vivir siempre de pie y en dignidad.
Por respetar su cultura, por devolver la tierra a su legítimo propietario que es el pueblo, por tener derecho a una educación y una sanidad pública que es la única herencia que recibiremos los hijos de las clases trabajadoras. Por todo eso, como quien más, ha luchado y sigue luchando Andalucía pese a unos gobiernos, el de España, el de Catalunya y también el de Andalucía que han puesto sus intereses políticos y el de sus amiguetes por delante de los derechos de la ciudadanía.
Y cada vez que vengo aquí siento el calor de esta tierra hermana que me pregunta cómo estamos en Catalunya. Y yo les digo: estamos dándolo todo para salir de la política de bloques, de la política de confrontación y de la política irresponsable de un PP echado al monte con su dóberman de C’s y un gobierno catalán, de ERC y del PDeCat, profundamente irresponsables que han demostrado, como decíamos nosotros, que el emperador iba desnudo. Que después de la DUI no había nada. Que todo era un escenario de cartón piedra al que se ha agarrado el PP para hacer lo que de verdad perseguía, cargarse el autogobierno de Catalunya.
Y en estas elecciones se trata de decidir. Y hay dos opciones. Decidir seguir en una rotonda eterna que no tiene salida o decidir la salida de la cohesión social y los derechos. Decidir si seguimos confrontando y viviendo en una situación de bloqueo o pegamos, tejemos y cosemos con el hilo fino del respeto, la tolerancia y la solidaridad. En estas elecciones se decide entre seguir escuchando la misma música, PP o C’s y ERC o JxCat son la cara A y la cara B de un mismo disco, un disco donde siempre suena la misma música, o decidimos cambiar de música. Y escuchamos hablar de nuestros derechos, del incremento de la desigualdad que genera pobreza, de la situación de la vivienda en Catalunya, del paro estructural al que nos tiene sometido un modelo económico agotado, de la violencia machista que asesina a nuestras mujeres, de las propuestas de futuro. En definitiva, de construir otra España desde la fraternidad y la solidaridad entre nuestra clase.
Porque sí. Porque otra España no solo es posible, sino que es necesaria. Porque yo me imagino una España que baila con Estopa, que canta con Serrat, que se emociona con Ainhoa Arteta y con Pilar Bardem, que se conoce las coplas de Diana Navarro y las muñeiras de Luar na Lubre, que lee a Lorca, Machado y Hernández, pero también a Mercè Rodoreda, Maria Aurèlia Capmany o Cecilia Bölh de Faber. Esa España hecha de pueblos y de compromiso, de lucha social y sindical, esa es la que yo me imagino.
Y quiero una España que defienda la educación pública como la única herramienta posible para conseguir la cohesión social en todo el territorio. Para que un hijo de dos trabajadores andaluces que viven en Catalunya tenga las mismas oportunidades que tradicionalmente ha tenido siempre la burguesía catalana. Que defienda la sanidad pública y las pensiones de nuestros mayores como un derecho y no como un privilegio ni un negocio de nadie.
Y esa España la quiero construir con todos los acentos posibles. La quiero construir con vosotros, con los andaluces, pero también con las manchegas, con las gallegas, con las vascas, con las canarias y las valencianas.
Porque lo que está en peligro es la vida de nuestra gente. Y está en peligro por unas derechas corruptas, las del PP y las de CDC, que se atizan en público pero que se ponen de acuerdo para llevarse el dinero de todas a Suiza, a Andorra o a Panamá. Que simulan ser enemigos por la bandera pero en realidad son hermanos por la cartera. Y en peligro además por esos de naranja que iban de nueva política y se han convertido en el ala derecha liderada por José María Aznar. Pero también por la complicidad de un PSOE que ha dicho que sí a todos los caprichos de M punto Rajoy.
Y en estas luchas. En la lucha por la dignidad de nuestros pueblos, por la garantía de nuestros derechos y por la derrota de las políticas basadas en la corrupción siempre, siempre, siempre, hemos tenido al lado a la gente de Unidos Podemos. Hoy, se lo quiero agradecer especialmente desde aquí. A Pablo, y a toda la gente que se deja la piel en el Congreso y en las calles para dejar claro que entre esa España que muere y esa otra que bosteza, está también la España del cambio. Mi España es la de Pablo iglesias, la de Irene Montero y la de Alberto Garzón. La del Ayuntamiento de Madrid y de Barcelona. La del de Cádiz y Coruña. La de Zaragoza y de Valencia. La de la esperanza. La de la gente de esa mezcla de nombres porque es una mezcla de identidades que es Unidos Podemos, En Comú Podem y en Marea.
Y cuando escucho las intervenciones en el Parlamento andaluz de Teresa Rodríguez o de Antonio Maíllo; siempre pienso: esos son de los míos. Qué fácil sería construir una España diferente con ellos al frente. Qué poca gente se querría independizar si al frente del estado tuviéramos a gente tan honrada como Pablo, como Irene, como Alberto, como Teresa o como Antonio.
Por eso yo no pierdo la esperanza. Porque aunque nos parezca difícil estamos ya en ese camino del cambio. Porque al PP lo vamos a echar con argumentos y convenciendo a nuestros pueblos. Porque, como decía Gabriel García Márquez, «todavía no es demasiado tarde para construir una utopía que nos permita compartir la tierra». Y yo, esa tierra, la quiero compartir con todas vosotras, con las cordobesas y con los andaluces.
¡Gracias! Y viva Andalucía libre, los pueblos y la humanidad.
Fuente: http://blogs.publico.es/otrasmiradas/11752/yo-catalan-hijo-andaluces/