Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.
Asesinatos de sindicalistas y de líderes sociales, actividad de los paramilitares, producción de coca… Si solo prestáramos atención a los medios dominantes no sabríamos que en realidad estos problemas están aumentando en Colombia, un año después de que se estableciera el acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las FARC. Para tener una visión más completa y entender la relación de todos estos elementos con la política estadounidense y los intereses corporativos entrevistamos a Daniel Kovalik, abogado y activista de los derechos humanos con una larga trayectoria en la lucha por la justicia y la paz en Colombia.
Hace aproximadamente un año se estableció el acuerdo de paz entre las FARC y el gobierno colombiano. Sin embargo, como destacó usted en un a reciente artículo, en realidad se está asesinado a más sindicalistas, líderes sociales, líderes indígenas y afrocolombianos que antes. ¿Cómo lo explica usted?
Sí, es cierto. Y, de hecho, está aumentando la cantidad de estos asesinatos a pesar de que últimamente haya descendido el nivel general de violencia en Colombia. Creo que es muy fácil de explicar. Los paramilitares siguen siendo un factor y una fuerza importantes en Colombia. Actualmente están empezando a hacerse con el territorio que antes controlaban las FARC y, francamente, también se sienten envalentonados por el proceso de paz.
Era algo que temía mucha gente. Probablemente usted recuerda que en la década de 1980 las FARC también firmaron un acuerdo de paz y depusieron las armas para convertirse en un partido político, la Unión Patriótica (UP). Y los paramilitares asesinaron a entre 3.000 y 5.000 de sus miembros. Eso es lo que hizo que las FARC volvieran a la selva. Así que siempre había miedo de que pudiera ocurrir otra vez y creo que estamos viendo que ocurre otra vez. Solo que esta vez el gobierno colombiano y el estadounidense ni siquiera admiten que hay paramilitares. Pero hay muchos en Colombia.
Recientemente hubo un paro nacional indefinido e n Colombia, ¿por qué motivos?
Creo que en parte tiene que ver con esta violencia en contra de los líderes sociales y la huelga se hizo para presionar al gobierno para que proteja a los líderes sociales. Pero en Colombia también existen graves injusticias económicas, es una de las sociedades más desiguales del mundo. Muy pocos trabajadores cuentan con contratos sindicales y las protestas también eran para apoyar los derechos laborales.
Foto: población desplazada en zonas urbanas de Colombia (foto de UNHCR)
Como ha señalado, muchas personas temen que el gobierno colombiano no respete el acuerdo de paz. Las FARC incluso presentaron una denuncia ante las Naciones Unidas la semana pasada. ¿De qué acusan exactamente al gobierno de no hacer?
Parte del acuerdo de paz es que el gobierno iba a perseguir a estos grupos paramilitares, cuya existencia no admite el gobierno, que afirma que son bandas criminales, los bacrim (acrónimo de ba ndas crim inales ). Y el gobierno no lo está haciendo. En mi opinión, lo que creen los movimientos sociales, lo que creen las FARC, es que en el mejor de los casos está haciendo la vista gorda frente a estos grupos porque quiere erradicar estos movimientos sociales.
Por supuesto, lo que se teme es que ahora que las FARC han depuesto las armas y se las han entregado a las Naciones Unidas, el gobierno considere que no tiene que hacer concesión alguna a las FARC o siquiera cumplir el acuerdo porque, ¿qué influencia tienen ahora las FARC? Ninguna… Es una postura extremadamente cínica, pero creo que es la que está adoptando el gobierno colombiano.
Ya en 2003 el entonces presidente Álvaro Uribe anunció que se estaban disolviendo los grupos paramilitares, pero parece que están vivos y coleando. ¿Qué interés (económico) tienen en trasladarse a los territorios en los que estaban las FARC?
Como usted señala, hubo esta falsa desmovilización de los paramilitares. La mayoría de los grupos de derechos humanos, como Human Rights Watch, reconoció que no era una verdadera desmovilización. Y los paramilitares tienen muchos intereses en la tierra en Colombia. Por ejemplo, Francisco Ramírez, que es un abogado y sindicalista de allí, escribió un libro que demuestra que a medida que los intereses mineros se trasladan a diferentes zonas los paramilitares tienden a ir por delante para someter la zona. Así que los paramilitares hacen dinero tanto con su propia participación en la minería ilegal como alineando sus intereses con los de las corporaciones nacionales e internacionales. Básicamente son la vanguardia de estos intereses mineros y agrícolas.
Probablemente Buenaventura es el ejemplo más enigmático de esta realidad económica. Es una ciudad en la costa del Pacífico cuyos puertos se construyeron anticipándose al Acuerdo de Libre Comercio de Colombia. Ahí los paramilitares se han hecho realmente con la ciudad y han emprendido una verdadera operación de limpieza social y hecho desaparecer por la fuerza a cientos de personas. Los descuartizaron vivos en esas «casas de pique», es una situación verdaderamente espeluznante. Pero, como decía, los paramilitares está muy alineados con los intereses corporativos dominantes, tanto colombianos como extranjeros, que pueden ser de Sudáfrica, como la Anglogold Ashanti, por ejemplo, o de Reino Unido, aunque son fundamentalmente de Estados Unidos y Canadá.
Hace unos pocos años se decía que los paramilitares perseguían a los sindicalistas en las fábricas embotelladoras de Coca-Cola y también se decía que Chiquita pagaba a los paramilitares para que acabaran con la resistencia. Por consiguiente, ¿diría usted que estos grupos no son un fenómeno aislado, al margen de la ley y propio del sur, sino que trabajan hombro con hombro con los intereses corporativos transnacionales?
En efecto, así es. Por cierto, estuve involucrado en el caso de Coca-Cola, en la demanda judicial y todo lo demás (1). Pero probablemente Chiquita es el mejor ejemplo, porque Chiquita ha admitido lo que hizo. Se declaró culpable de pagar 1.7 millones de dólares a grupos paramilitares en un periodo de siete años, entre 1997 y 2004, y de entregarles 3.000 rifles kalashnikov. Y aunque afirmó que los paramilitares le estaban extorsionando, el propio fiscal general de Uribe, Mario Iguarán, discrepó con eso. Afirmó que no pagaba por su seguridad sino por sangre, esas fueron sus palabras. Pagó para subyugar la región bananera de Urabá. Y pagó con sangre, miles de personas fueron asesinadas por paramilitares pagados por Chiquita.
No solo eso, sino que el paramilitarismo se pudo arraigar toda Colombia debido a lo que hizo Chiquita, por lo que Chiquita nunca tuvo que pagar realmente. Se declararon culpables de ese crimen porque había estado dando esta ayuda a los paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), a quienes Estados Unidos calificó de terroristas. Pero el acuerdo* al que llegaron hizo que nadie fuera a la cárcel, solo se multó a Chiquita con 25 millones de dólares que pudo pagar en un plazo de cinco años y los ocho altos cargos de Chiquita implicados en los pagos consiguieron que sus nombres permanecieran en secreto de modo que Colombia no pudiera extraditarlos. Por cierto, uno de los abogados de Chiquita que ayudó a negociar el acuerdo era Eric Holder, que llegó a ser Fiscal General con Obama.
Chiquita se declaró culpable de pagar a grupos paramilitares, incluidas las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
¿Y qué dice esto acerca del papel del gobierno estadounidense?
Creo que es muy revelador. Por cierto, Salvatore Mancuso, uno de los principales líderes paramilitares afirmó que no solo les pagaba Chiquita, sino también Dole y Del Monte. Así que no solo vemos los vínculos corporativos sino que vemos los verdaderos sentimientos del gobierno estadounidense acerca de los paramilitares, ¿verdad? Si Chiquita hubiera estado pagando a un grupo como al-Qaeda o el ISIS, o incluso, seamos realistas, a las FARC, algunos de sus responsables habrían ido a la cárcel. Pero pagaban a los chicos de Estados Unidos. Según el gobierno estadounidense, los paramilitares son los «terroristas buenos» en Colombia.
Hace unos años el Washington Post publicó un artículo acerca de la importancia de la CIA para ayudar al gobierno colombiano a debilitar a las FARC. La CIA ayudó al gobierno colombiano a rastrear la pista de varios líderes de las FARC e incluso le proporcionó las bombas inteligentes utilizadas para asesinarlos. Mientras tanto, hay una breve nota en el artículo del Washington Post que afirma que al mismo tiempo la CIA en general dejó en paz a los paramilitares. Así que tanto las AUC como las FARC se consideraban grupos terroristas, pero se dejó en paz a las AUC porque en última instancia servían a los intereses estadounidenses.
Usted considera que están ahí para hacer el trabajo sucio…
Exacto. Y es sabido, ¡ha ocurrido durante décadas!. El general estadounidense William Yarborough fue el primero que tuvo la idea de crear a los paramilitares, en 1962. Fue incluso antes de que se crearan las FARC, en 1964.
Más recientemente el New York Times publicó otro artículo interesante. Trata de cómo la CIA ayudó al menos a 40 paramilitares a salir de Bogotá e ir a Estados Unidos para que no pudieran ser acusados de crímenes contra los derechos humanos en Colombia porque lo que se temía era que empezaran a dar nombres, incluido el de Álvaro Uribe y sus socios. Así que fueron llevados a Estados Unidos, se les juzgó solo por acusaciones relacionadas con la droga y se les condenó a penas muy leves, a pesar de que se cree que son responsables de violaciones masivas de los derechos humanos. Se cree que, por ejemplo, Salvatore Mancuso mató él solo a más de 1.000 personas. Y también a algunas de estas personas se les está concediendo la amnistía o el asilo en Estados Unidos.
Si no recuerdo mal, algunos de ellos quedarán pronto en libertad, ¿verdad? Se les están conmutando las sentencias y saldrán antes en libertad…
En efecto. Son auténticos terroristas, que han violado y asesinado con total impunidad. Un tipo, que salió a la luz en el artículo del New York Times, era conocido como «El Taladro» porque además de matar gente tenía afición por violar a niñas incluso de 9 años. Y este tipo podría venir a vivir a un barrio cerca del suyo. Así que es bastante increíble y, como dije, es bastante revelador de los verdaderos sentimientos de Estados Unidos por los paramilitares.
Foto: Un Boina Verde del ejército estadounidense, en primer plano, adiestra a miembros de la Compañía Jungla colombiana (foto de US DOD).
Vamos a pasar al tráfico de drogas por un momento porque la «guerra contra la droga» es la justificación, al menos oficialmente, de la enorme presencia militar estadounidense en Colombia. A menudo se oye que el problema de la guerrilla y el de la droga es el mismo. Sin embargo, después de que las FARC se desmovilizaran hubo una de las mayores producciones de coca en años. Así que, ¿cuál es la verdad al respecto?
Es muy importante señalarlo, es decir, que se acusaba a las FARC de la droga y de las violaciones de derechos humanos, y, sin embargo, las FARC han dejado de ser un grupo armado. Y, como dijimos antes, se está matando a más líderes sociales que antes y en 2016 hubo una cosecha de coca excelente. Y yo lo sé, estuve en la embajada estadounidense en Bogotá el pasado mes de marzo y la gente de la embajada decía que CIA y la [Agencia Estadounidense contra la Droga] DEA estaban ahí ¡y les entró pánico! La razón era que tenían que anunciar que en 2016 había habido la mejor cosecha de coca de todos los tiempos en Colombia.
En aquel momento las FARC estaban involucradas en el alto el fuego y no eran un factor en absoluto, así que vemos quiénes son los verdaderos traficantes de droga: son los paramilitares y, francamente, el ejército colombiano. Quiero decir que, como vemos una y otra vez, a Estados Unidos no le preocupa realmente el tráfico de drogas per se. Lo único que quiere es asegurarse de que sus compinches sean los únicos que se benefician de él y de cómo se puede utilizar la «guerra contra la droga» para servir a los intereses estadounidenses. Lo vimos en el conflicto de Vietnam y, por supuesto, lo vimos con la conexión contra-cocaína que sacó a la luz (2) Gary Webb del San Jose Mercury News. Cuando Estados Unidos invadió Afganistán en 2001 los talibán habían erradicado en gran parte el cultivo de amapola. Ahora, después de la invasión y con todos esos soldados estadounidenses, la CIA y la DEA rondando por ahí Afganistán suministra el 85 % de la heroína del mundo.
Existen magníficas fotografías de bases militares al lado de enormes campos de amapolas…
Sí, e incluso se pueden ver fotos de solados corriendo por los rosados campos de amapolas, ¡es una farsa! No hay una guerra contra la droga. Hay una guerra contra las personas pobres con el pretexto de la guerra contra la droga. Había una guerra contra las FARC, encubierta con el pretexto de la guerra contra la droga. También con el pretexto de la guerra contra la droga hay una guerra contra los líderes sociales de toda América Latina. ¡Es mentira, siempre lo ha sido!
Quizá no haya un ejemplo más impactante de este absurdo que afirmar que se va a luchar contra la droga y que el principal aliado para ello va a ser Álvaro Uribe…
Puede que usted recuerde que se filtró un documento hace unos años en el que Álvaro Uribe constaba en la lista de la Agencia de Inteligencia de la Defensa estadounidense (DIA, por sus siglas en inglés) en el puesto 82 de los principales traficantes de droga de Colombia y que tenía estrechas relaciones con Pablo Escobar y el cartel de Medellín. ¡Sabemos que es un traficante de droga! Y a pesar de ello obtuvo la Medalla Presidencial de la Libertad de George W. Bush. Barack Obama le recibió en la Casa Blanca. ¡Una farsa! Sería gracioso si no fuera tan trágico…
Foto: Uribe al recibir la Medalla Presidencial de la Libertad de George W. Bush
Desde una perspectiva un poco diferente, siempre se ha descrito Colombia de forma positiva y no solo los líderes políticos sino también los hombre de negocios siempre describen Colombia como «un lugar muy bueno para los negocios». Podrían decir que es lugar muy bueno para los negocios a pesar de todas estas atrocidades de las que hemos hablado, pero en realidad yo diría que es un lugar muy bueno para los negocios debido a estas atrocidades, ¿está de acuerdo?
Es totalmente cierto. Le pondré un ejemplo de ello. Hace unos años denunciamos a Occidental Petroleum por su estrecha relación con la bomba arrojada en Santo Domingo (3), se puede leer sobre ello en un gran artículo de LA Times. Así que demandamos a Occidental Petroleum y el Departamento de Estado de Estados Unidos envió una carta al tribunal pidiendo que se desestimara el caso porque iba a perjudicar a los intereses de la política exterior estadounidense. Y si lee la carta, se insinuaba que sería malo para los negocios exigir responsabilidades a las empresas por asesinar a campesinos pobres.
Por lo tanto, estoy de acuerdo con usted, creo que es bueno para los negocios porque estos asesinatos y estas atrocidades han contribuido enormemente a eliminar el movimiento sindical de allí y han contribuido enormemente a eliminar los movimientos sociales, con el único fin que fuera seguro para los negocios. ¡No es seguro para los seres humanos! Como sabe, Colombia tiene el récord del hemisferio de desapariciones forzadas de seres humanos, 92.000 casos. Se suele considerar Argentina la capital de las desapariciones forzadas, pero ahí el total de casos allí fue de unos 30.000.
Colombia también tiene una enorme cantidad de casos de personas desplazadas internas, creo que más que en Siria…
Actualmente hay casi 8 millones, de una población de unos 50 millones, ¿se lo imagina? Sin embargo, lo único que oímos en las noticias es lo mal que están las cosas en Venezuela. Pero en Venezuela no ocurre nada a esa escala. En Venezuela no hay ataques generalizados contra los líderes sociales y de los derechos humanos. No existe esta enorme población de personas desplazadas internas. De hecho, lo que mucha gente no sabe es que Venezuela ha acogido a 6 millones de refugiados colombianos. A menudo se oye en las noticias que hay una oleada de venezolanos que huyen a Colombia, pero se calcula que hay aproximadamente medio millón de venezolanos en Colombia, frente a los 6 millones de colombianos que hay en Venezuela.
Sí, es mucho más que un «doble rasero»… Así que permítame que le pregunte por el papel de los medios de comunicación en todo esto. ¿Por qué cree usted que existe no solo este doble rasero sino este tipo de trato con guantes de seda en el caso de Colombia?
Creo que se remonta a lo que explicaba el difunto Edward Herman. Muchas personas no conocen a este escritor que escribió junto con Noam Chomsky el libro Los guardianes de la libertad: propaganda, desinformación y consenso en los medios de comunicación de masas **. De hecho, Chomsky dio prioridad a su nombre al frente del libro, su nombre aparece primero a pesar de que alfabéticamente debería ir primero el de Chomsky.
A Herman fue a quien se le ocurrió la idea de que en el mundo hay «víctimas dignas» y «víctimas indignas». Las «víctimas dignas» son aquellas personas asesinadas y oprimidas por los enemigos y adversarios de Estados Unidos. Por lo tanto, si se oprime a alguien en China o Rusia, lo sabemos. Pero si alguien es asesinado (erróneamente) por Estados Unidos o por sus aliados, como Colombia, que es el aliado principal de Estados Unidos en América Latina, entonces no lo sabemos, porque son víctimas indignas.
Aquellas personas a las que nosotros [estadounidenses] matamos son indignas, a pesar de que, si tenemos en cuenta las cifras, son muchas más personas que las llamadas dignas. De hecho, según Chomsky, después de 1960 está muy claro que la represión por parte de Occidente es mucho mayor que la represión por parte del Bloque del Este y la Unión Soviética. Pero, de nuevo, nunca se supo porque la prensa siempre silencia las personas asesinadas por Occidente. Sin lugar a dudas, Colombia es un buen ejemplo, pero otro es Yemen donde literalmente millones de personas, al menos 7 millones, quizá 12 millones, morirán debido a la guerra y el bloqueo saudíes contra Yemen, a los que Estados Unidos contribuye, además de instigar, de forma muy real.
También hay una epidemia de cólera sin precedentes en la historia moderna…
Es cierto. Sin embargo, no se oye mucho en las noticias y cuando se oye, no se oye que Estados Unidos una parte muy importante en esta guerra. Se remonta, pues, a la idea de Herman acerca de víctimas dignas e indignas. Yo instaría a la gente a volver a Los guardianes de la libertad.
Siguiendo con esa idea de fabricar el consentimiento, ¿usted también cree que si el foco de atención sobre Colombia fuera mayor entonces se analizaría más minuciosamente toda esta implicación militar y toda esta guerra contra la droga, lo que a la larga sería sería perjudicial para los negocios?
Por supuesto. En ese sentido los medios de comunicación son cómplices de todo esto. Le pondré un ejemplo. Escucho National Public Radio (NPR) a diario, ¡no sé por qué, porque no lo soporto! E interactúo mucho, por ejemplo en twitter, con personas de NPR, como Scott Simon o Steve Inskeep, y a veces me responden. Les he preguntado una y otra vez «¿por qué no cubren Colombia?». No tienen respuesta a esta pregunta. Ni siquiera cuando les presento hechos los convierten en sus artículos.
Tienen un punto de vista, es el mismo que el de todos los medios. Eso perpetúa esta demente noción religiosa del excepcionalismo de Estados Unidos, de que de alguna manera Estados Unidos es la única fuerza a favor del bien en el mundo, de que nosotros [estadounidenses] apoyamos la democracia, apoyamos la libertad aunque de hecho es todo lo contrario. Vivimos en un mundo Orwelliano, en el que apoyamos las dictaduras y apoyamos la represión en nombre de la libertad. Y hay que despertar a la realidad.
Notas:
(1) Se ha acusado a Coca-Cola de estar directamente implicada en el asesinato de varios líderes sindicales en sus plantas embotelladoras de Colombia. Daniel Kovalik lideró el intento de obtener justicia para las familias de los trabajadores asesinados. Para más información véase aquí. También se hizo un documental sobre este tema.
* El término empleado es «plea agreement», es decir, un acuerdo entre la fiscalía y la defensa, a veces incluso el juez, en el que el acusado acepta declararse culpable de un cargo menor a cambio de que se retiren los cargos más graves. (N. de la t.)
(2) Se puede consultar el artículo original de Webb en este enlace. Para más información sobre Gary Webb y la persecución a la que se vio sometido por parte de los medios mayoritarios, véase aquí.
(3) El 13 de diciembre de 1998 un helicóptero del ejército colombiano lanzó una bomba de racimo suministrada por el ejército estadounidense que mató a 17 civiles. Occidental Petroleum (OXY) contribuyó a proporcionar las coordinadas del ataque ya que tenía relación directa con el ejército colombiano y proporcionó ayuda militar. Para más información acerca de la demanda contra OXY, en la que Daniel Kovalik representó a los demandantes, véase aquí.
** Los guardianes de la libertad: propaganda, desinformación y consenso en los medios de comunicación de masas, Barcelona, Austral, (última edición) 2013, traducción del inglés (Manufacturing Consent) por Carme Castells. (N. de la t.)
Daniel Kovalik es abogado [estadounidense] de derechos humanos y laborales, profesor de la Universidad de Pittsburgh. Durante décadas ha estado comprometido en la lucha por la paz y la justicia en América Latina, particularmente en Colombia, y ha demandado a empresas como Coca-Cola y Occidental Petroleum por su responsabilidad en violaciones de los derechos humanos. Se le puede seguir en Twitter.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.