La paz en peligro Lo que no debía pasar pasó: pocas horas después de vencido el plazo de 101 días de cese al fuego bilateral acordado entre el Gobierno y el ELN, y en el momento mismo de iniciar el quinto ciclo de conversaciones en Quito, el ELN cometió una serie de atentados contra la […]
La paz en peligro
Lo que no debía pasar pasó: pocas horas después de vencido el plazo de 101 días de cese al fuego bilateral acordado entre el Gobierno y el ELN, y en el momento mismo de iniciar el quinto ciclo de conversaciones en Quito, el ELN cometió una serie de atentados contra la fuerza pública y la infraestructura petrolera en Arauca, Casanare y Boyacá.
Al actuar así, el ELN ignoró las demandas reiteradas de la sociedad civil y de la comunidad internacional para prorrogar el cese bilateral al fuego que -con todas sus falencias- significó un sensible alivio para la población en zonas de conflicto como Arauca y Casanare y, en menor medida, Cauca, Nariño y Chocó.
Además de lo anterior, los atentados:
- afectaron negativamente las condiciones para la participación de la sociedad, eje de la agenda de paz;
- contradijeron la propia petición del ELN de negociar libres de las presiones de la guerra, y
- produjeron un daño muy severo a las negociaciones de paz.
Como consecuencia de estos hechos el presidente Santos llamó a consultas al nuevo jefe negociador, el ex vicepresidente Gustavo Bell y ordenó a las fuerzas militares intensificar sus acciones contra el grupo insurgente. Las conversaciones de paz siguen suspendidas y esta parece ser la mayor crisis de la Mesa de Quito desde que comenzó la fase pública de negociaciones el 7 de febrero de 2017.
El escepticismo que ha rodeado estas negociaciones no le hace justicia a los avances logrados en este primer año.
Este retorno a la guerra erosiona la precaria confianza construida entre las partes, fortalece la idea -que ha adquirido la fuerza de un prejuicio- de que no es posible negociar con el ELN, y favorece a las fuerzas opositoras que rechazan la resolución de la guerra mediante la negociación política.
Lo particular de esta negociación
Como he insistido en esta misma revista, la paz con el ELN pasa por reconocer sus rasgos peculiares, y por lo tanto sus especificidades en el proceso de negociación.
Desde que el ELN abrió la posibilidad de poner fin a la guerra mediante la negociación política, ha reivindicado como principio la participación de la sociedad. También ha orientado la discusión a superar los factores generadores del conflicto. Así, han dicho estar dispuestos a establecer acuerdos humanitarios para aliviar la situación de la población mientras persiste la guerra. De allí la aceptación de un cese al fuego bilateral.
La necesidad de dejar atrás las divisiones que marcaron la primera fase de su historia los ha llevado a dar prioridad a la unidad interna. Su propósito de construir el «poder popular» a partir de las comunidades fundamenta esos principios y se expresa en su estructura organizativa, en el funcionamiento de su dirección colegiada, en la importancia y autonomía relativa de los frentes, así como en la relación con la población y el territorio. En suma, el ELN ha privilegiado su fortalecimiento político sobre el militar.
Algunos retos y complejidades
De estas especificidades se derivan algunas de los retos de las negociaciones de paz con el ELN:
- El eje de la agenda es la participación de la sociedad en la construcción de paz y en la definición de los contenidos de las reformas para transitar a una sociedad más democrática.
Organizar la participación de la sociedad en el proceso con capacidad de incidencia absorbió buena parte del primer año de las conversaciones. Pero se realizaron las «audiencias preparatorias» que aportaron elementos para definir las modalidades de participación en la construcción de paz mediante el «Diálogo Nacional».
- A tono con la participación de la sociedad y la necesidad de adoptar reformas democratizadoras, por primera vez el ELN se comprometió a dejar las armas para convertirse en organización política legal. Avanzar en este punto estará asociado con lo que se logre en materia de definición de reformas democratizadoras según los ejes de la agenda.
- En armonía con su posición de alcanzar acuerdos humanitarios se logró pactar el cese al fuego bilateral que implicó un alivio humanitario significativo para algunos departamentos.
La coyuntura electoral, que inevitablemente tendrá a las negociaciones en el tejido de los debates, puede potenciar el proceso o debilitarlo.
La importancia política del cese al fuego fue indiscutible. El compromiso del Consejo de Seguridad de la ONU para participar en el Mecanismo de Veeduría y Verificación, conjuntamente con la Iglesia ha sido trascendente.
Según el informe del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, durante su vigencia no hubo choques entre la fuerza pública y el ELN ni atentados contra la infraestructura. Se dieron ocho violaciones comprobadas del cese por parte del ELN.
Hubo otras acciones violentas en zonas de presencia del ELN, que se explican por la presencia de grupos paramilitares, organizaciones criminales y disidencias de las FARC, pero mientras no se compruebe responsabilidad del ELN en ellas, no pueden ser consideradas violaciones del cese al fuego. Por su parte el ELN aceptó directamente su responsabilidad en dos de estas violaciones y señaló a su vez que el gobierno incumplió el cese al fuego, porque:
- la fuerza pública incursionó en zonas de presencia del ELN
- el Gobierno le dio «tratamiento de guerra a la protesta social» y no frenó el asesinato de líderes sociales.
A su vez la guerrilla revindicó el derecho a actuar militarmente frente a las agresiones de otros grupos armados, paramilitares, narcotraficantes o disidencias de las FARC. Por eso, el ELN criticó el desempeño del Mecanismo de Veeduría y Verificación y planteó la necesidad de evaluar el cese al fuego.
En todo caso, el escepticismo que ha rodeado estas negociaciones no le hace justicia a los avances logrados en este primer año.
Un contexto de incertidumbre
Sobre la mesa de Quito pesan varios factores que hacen incierto el futuro de las conversaciones, por ejemplo:
- El desgaste político del gobierno y la reducción de sus márgenes de maniobra para jugar audazmente en la negociación, acelerar el ritmo y llevarla a un punto irreversible en el tiempo que le queda;
- La fortaleza de la oposición a las negociaciones de paz, sumada al precario apoyo político y social a la Mesa de Quito;
- La coyuntura electoral, que inevitablemente pondrá sobre el tapete la cuestión del ELN;
- Las debilidades de la implementación del Acuerdo de La Habana y, en particular, el hecho manifiesto de la ausencia de una política de Estado para garantizar el respeto de sus contenidos;
- La suerte de las FARC y de las fuerzas comprometidas con la política de paz negociada en el proceso electoral;
- El desempeño del nuevo equipo de negociación. Aunque la designación de Gustavo Bell y la composición de su equipo fue bien recibida, asume la conducción del proceso en un momento crítico.
El nuevo equipo tiene potencial por su calidad académica, por sus vínculos con el sector empresarial y académico y por su capacidad de conciliación De su capacidad para hacer de la crisis una oportunidad de fortalecimiento de las negociaciones depende en gran medida la suerte inmediata de la Mesa. El interrogante es el respaldo político con el que contará, lo que por supuesto no depende solamente de lo que haga la delegación gubernamental, sino también de las acciones del ELN.
¿Volver a la Mesa y acelerar la negociación?
Es imperativo que las partes vuelvan a la Mesa. El apoyo del Secretario General de la ONU puede ser decisivo en este punto.
Las partes deben evaluar de inmediato la posibilidad del cese bilateral al fuego, adoptar los correctivos necesarios para el adecuado funcionamiento del mismo y del Mecanismo de Veeduría y Verificación.
El nuevo equipo de negociación tiene potencial por su calidad académica y por sus vínculos con el sector empresarial y académico.
Las organizaciones sociales y políticas deben llamar al ELN a aportar al restablecimiento del cese bilateral garantizando la inmediata suspensión de sus acciones contra la fuerza pública, el cese de los atentados contra la infraestructura y el fortalecimiento del acuerdo interno en torno a la negociación para evitar violaciones al cese bilateral como las que dieron en el pasado. El Gobierno, a su vez, debe responder coherentemente en la misma dirección.
El renovado acompañamiento por parte de la comunidad internacional, de la ONU, de los Países Garantes y Acompañantes es indispensable para el fortalecimiento de la Mesa. Tal vez así se creen las condiciones para llevar las conversaciones a un punto de irreversibilidad que obligue al nuevo gobierno, cualquiera que sea, a continuar las negociaciones hasta la suscripción del acuerdo de fin definitivo de la guerra entre el Estado y el ELN.
Jaime Zuluaga Nieto, Profesor investigador de la Universidad Externado de Colombia y profesor emérito de la Universidad Nacional de Colombia.