Mayo es un mes de conmemoración en donde las y los trabajadores recordamos que los derechos alcanzados como clase han sido fruto de la organización y lucha que nuestros antecesores han dado. Además, el 1° de mayo debe pasar de ser una conmemoración, y transformarse en una fecha que permita debatir sobre el qué hacer […]
Mayo es un mes de conmemoración en donde las y los trabajadores recordamos que los derechos alcanzados como clase han sido fruto de la organización y lucha que nuestros antecesores han dado. Además, el 1° de mayo debe pasar de ser una conmemoración, y transformarse en una fecha que permita debatir sobre el qué hacer sindical y las propuestas para el movimiento de trabajadoras y trabajadores.
Si analizamos el estado actual del movimiento sindical en Chile es posible afirmar que a partir del año 2006 se registra un alza en las movilizaciones de las y los trabajadores, irregular pero sostenida. Esta alza se ha centrado principalmente en la lucha economicista de carácter reivindicativo, pero con grados de combatividad en varios casos. Algunos de los principales hechos a mencionar son los trabajadores forestales en el 2007, cuya lucha se vio atravesada por el asesinato de Rodrigo Cisternas que participaba en la huelga, los subcontratistas del cobre a partir de 2007, que suma a la lista de asesinados en democracia al trabajador contratista Nelson Quichillao en 2015, y los portuarios en 2015. Esta última huelga representa uno de los mayores ejemplos de huelgas ilegales que por fuerza de la organización sindical obligan al patrón a sentarse a negociar.
Asimismo, es posible mencionar movilizaciones del sector público y de trabajadores y trabajadoras a honorarios del Estado, todas, movilizaciones regidas por fuera del marco de la negociación reglada.
Pese a lo anterior, la tasa de sindicalización ha sido históricamente baja, llegando en la actualidad a alrededor de un 20%, cifra que el gobierno ha pretendido sobresaltar como fruto positivo de una Reforma Laboral que es claramente antisindical.
Junto con la baja sindicalización nos encontramos con un movimiento sindical altamente fragmentado, con una casi inexistente negociación por rama, con lógicas laborales que profundizan esta situación como lo es la subcontratación, externalización de servicios y los llamados multirut. Sumado a esto la existencia de sindicatos base dispersos y no afiliados a plataformas mayores, lo cual los mantiene atomizados y sin mayores capacidades de negociación.
Por último, nos encontramos con tres centrales sindicales (UNT, CAT y CUT) con niveles de representatividad escasos. De estas tres centrales, la «más numerosa» es la CUT con un 23,8% de los sindicalizados. Actualmente se encuentra en crisis y fuga de afiliados no sólo por el bajo porcentaje de representatividad sino también por su política poco democrática (que culminó con la crisis de votación, expresada en la negación del voto universal), por el apoyo a la Reforma Laboral del gobierno de la Nueva Mayoría la cual tuvo como consecuencia la instalación de servicios mínimos, grupos negociadores por fuera de las organizaciones sindicales y la limitación de la huelga como herramienta de paralización de la producción.
Todas estas acciones demuestran que esta central dejó de representar los objetivos y principios políticos de su fundación en 1953, y con esto los intereses de las y los trabajadores, cuyo acto simbólico quedó reflejado el pasado 1° de mayo con la cena realizada entre Bárbara Figueroa y el directorio de la Cámara de Producción y Comercio (CPC).
Estos antecedentes dejan en evidencia que la teoría de algunos de mencionar que ahora «todos serán oposición» al gobierno de derecha, incluyendo a partidos políticos de la disuelta Nueva Mayoría, el Frente Amplio y otros sectores no partidistas, es falso, pues es tal el nivel de entreguismo generado por la CUT que su dirigencia «celebra el día del trabajo» con el empresariado chileno. Sumado a esto, la prensa también dejó en evidencia el carácter conciliador de esta central por medio de la cobertura de la marcha del 1° de mayo, legitimando la instancia convocada por la CUT, desprestigiando la conmemoración de la Central Clasista, marcha que ha convocado mayor cantidad de personas que la CUT de la alianza PC-DC.
Por último, es importante mencionar que pese al alza sostenido de movilizaciones y la deslegitimidad de las centrales existentes, esto no es sinónimo de un avance en la conciencia de las y los trabajadores. Aún nos encontramos en un estado de descomposición ideológica de la conciencia en la clase trabajadora, secuelas provocadas por la dictadura militar y la instalación del modelo neoliberal.
Ante este diagnóstico es posible afirmar, en primer lugar, que hoy no existe ninguna central de gran representatividad numérica ni legitimidad política en el movimiento sindical, sino más bien una validación por parte de la burocracia sindical por un lado, y una validación por parte de la clase explotadora, representada por los gobiernos de turno y sus respectivos partidos políticos, y por el empresariado por el otro, todos ellos a través de los medios de comunicación y las instancias de negociación.
En segundo lugar, el elemento unitario de la clase es fundamental, es decir, necesitamos avanzar hacia la unidad de las y los trabajadores. Sin embargo, la unidad no puede ser en abstracto, tiene que tener una aplicación concreta, arraigada en prácticas organizativas, formas de lucha y una posición clara frente a la situación actual de las y los trabajadores. Las actuales centrales tienen una posición clara: estar del lado de las y los patrones.
El desarrollo de la historia del capitalismo es el desarrollo de la lucha de clases, y la lucha sindical cumple un rol relevante en la historia, pues expresa las contradicciones que se generan entre el capital y el trabajo. En ese sentido, debemos combatir la existencia de dirigentes y sindicatos que parafrasean con el «sindicalismo apolítico», pues en el sindicalismo siempre hay una posición política (desde el entreguismo hasta el clasismo), desde la lucha por mejoras salariales, de condiciones laborales, hasta el levantamiento de plataformas de lucha político sindical. Se deben volver a formar dirigentes con posiciones políticas claras, esto es, con posiciones clasistas.
La apología que muchos generan de la unidad basándose en la FOCH de 1909 o la CUT de 1953, es útil siempre y cuando se transparenten las definiciones que la clase dio en esos momentos, que fueron evidentemente clasistas. Por tanto, hubo unidad no en abstracto, sino en principios y prácticas concretas.
Hoy se hace fundamental levantar una corriente clasista y combativa en el movimiento de trabajadores, y diferentes expresiones organizativas llevan años en esto. El diagnóstico respecto de la fragmentación, baja sindicalización y descomposición ideológica nos indica que se hace necesario reinstalar el clasismo en el movimiento sindical, de lo contrario, continuaremos atrapados en la reproducción de un sindicalismo que no lucha por las y los trabajadores, ni que tampoco contribuye en el desarrollo de una conciencia de clase, sino más bien desarrolla el asistencialismo entre las y los trabajadores y la generación de organizaciones cuyo único interés es la entrega de una gift card a fin de año o la realización de un asado navideño. El sindicalismo debe contribuir en el proceso de generación de conciencia y desarrollo de vocación de poder del proletariado, y no sólo alcanzar mejoras salariales. Cuando volcamos nuevamente ese sentido al sindicalismo es imposible pensar la unidad en abstracto y se hace urgente instalar el clasismo para luego, pensar en la unidad.
Actualmente diferentes organizaciones han avanzado en este esfuerzo, ejemplo de ello han sido la Asociación Intersindical de Trabajadores y Trabajadoras Clasistas (AIT), Unión Clasista de Trabajadores (UCT), SINTRAC, FENTTAS, CGT, AFUSAP, FERTRASAM, SUTE, UTEC, entre otros.
Debido a lo anterior, además de una corriente sindical clasista y combativa, necesitamos generar plataformas que permitan agrupar los sectores del sindicalismo clasista para comenzar a formar una fuerza mayor de las y los trabajadores, fuerza que encarne las necesidades del período para avanzar como movimiento sindical en perspectiva de la unidad: volver el interés de clase a las plataformas sindicales, unidad en base a principios y prácticas concretas, acabar con la burocracia sindical, el entreguismo y la conciliación, avanzar hacia la negociación por ramas, fortalecer el sindicalismo democrático y de base, y volver a instalar en el norte de las y los trabajadores demandas que trasciendan la lucha económica y den saltos a lo político cuestionando el sistema capitalista, tales como el fin al código laboral, fin al subcontrato y toda forma de precariedad laboral, indemnización por año de servicio, fin a las AFP, derechos sociales garantizados (salud, educación y vivienda), nacionalización y control obrero de la producción y distribución.
Actualmente se han generado encuentros zonales para el levantamiento de la Central Clasista (CCT) en Santiago, Valparaíso, Temuco, Concepción, Puerto Montt, Punta Arenas, Rancagua y Antofagasta, proyectando el congreso fundacional durante el segundo semestre del presente año. Luego de una exitosa convocatoria para el 1° de mayo, la Central Clasista de Trabajadoras y Trabajadores de Chile logra posicionarse públicamente ya no como la «marcha alternativa a la CUT», sino como una nueva central con un proyecto que lejos de ser nuevo, persigue retomar el camino que la clase trabajadora ha emprendido desde siglos anteriores.
Según nuestro diagnóstico, ya no hay cabida para «taladrear desde dentro», refundar centrales fantasmas, ni subirse al carril del títere del empresariado. Hay un mundo por sindicalizar y llegar al sector de sindicatos que no se siente representado por ninguna de las centrales de cartón. Pensar en disputar plataformas completamente viciadas, que difunden el apoliticismo, que se disuelven en partidos políticos que se encuentran dentro del bloque en el poder, es una táctica errónea y llena de desviaciones que nos llevan al reformismo y nos acercan más al intelectualismo pequeño burgués que a las necesidades de la clase proletaria.
El sindicalismo debe ser un aporte en el desarrollo de conciencia de clase, en la politización de las luchas y en la acumulación de fuerza para la emancipación de la clase trabajadora.
Por un sindicalismo clasista y combativo
Avanzando hacia la Central Clasista
Loas autoras son: Presidenta, Secretaria y Tesorera del Sindicato Honorarios Servicio de Salud Metropolitano Central – Asociación Intersindical de Trabajadores y Trabajadoras Clasistas (AIT)
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