La vida de los seres humanos no es una fotografía estática detenida en un solo momento. Ella es una película en eterno movimiento marcado por una sucesión de hechos y acontecimientos ligados por un hilo conductor. El cemento aglutinador de ese conjunto es la MEMORIA que va soldando los diversos eslabones de la existencia. Un […]
La vida de los seres humanos no es una fotografía estática detenida en un solo momento. Ella es una película en eterno movimiento marcado por una sucesión de hechos y acontecimientos ligados por un hilo conductor. El cemento aglutinador de ese conjunto es la MEMORIA que va soldando los diversos eslabones de la existencia. Un solo eslabón que falte y es toda la cadena que se corta y disloca. Es por ello que conservar su integridad es esencial para darle sentido a nuestra historia. Pero no se trata solo de nuestra historia personal sino además y sobre todo de nuestra historia colectiva.
La brutal fractura que produjo en nuestra sociedad el golpe de Estado de 1973 hizo que apareciera un país «de antes de 1973» y otro «de después». Además de ser un quiebre temporal, lo fue también geográfico, pues creó un país «de adentro» y uno «del exterior». Fuera de Chile, la comunidad de exiliados guardó tradiciones, recuerdos y añoranzas que pudieron conservarse sin el miedo de la represión ni el temor de la muerte, herramientas que la dictadura civil-militar utilizó para intentar hacernos olvidar y eliminar de la memoria nacional la larga tradición de luchas populares que han marcado la historia chilena. Hay que subrayar que, contrariamente a esa difundida frase forjada por la dictadura y repetida sin cuidado por muchos, frase que habla de la » Beca Pinochet «, los exilados no ganaron una » beca «, lo que habría representado un premio y un reconocimiento, sino que sufrieron un castigo que trajo la pena del desarraigo, la condena de la separación de sus seres queridos, la pérdida de su lengua materna, irremplazable para expresar los sentimientos más íntimos.
Rescatar y restituir la memoria conservada por la comunidad chilena del exilio es un deber político de primera urgencia. ¿Por qué tanta urgencia? Porque la historiografía oficial niega el derecho a existir a otra visión que no sea la de los vencedores y esa será la única a la que tendrán acceso nuestros nietos y los nietos de nuestros nietos si nosotros no hacemos nada por entregar nuestra propia versión. Desgraciadamente la nuestra no reposa más que en nuestros propios recuerdos personales, tan frágiles y efímeros como nuestras vidas. Ellos se extinguen a medida que nuestros compañeros y camaradas de lucha y esperanzas se nos van…
Hay una segunda razón para la urgencia de este trabajo: la situación actual de nuestro país. En efecto, a la capa de olvido voluntario puesta por los sectores responsables de crímenes y violaciones de derechos humanos ocurridos bajo la dictadura, ha venido a sumarse la pusilanimidad de quienes han administrado el país desde hace treinta años y que han dejado prácticamente incólume la arquitectura económico-jurídico legada por la tiranía.
Hoy más que nunca los riesgos de vuelta atrás son reales: la amnistía para los peores criminales, la reintroducción del lucro en la educación, la limitación del derecho a la interrupción del embarazo, la represión a los pueblos originarios…todo eso no es simple paranoia, son peligros reales a los que debemos y deberemos hacer frente sin miedo.
¡NO, Chile no era así! ¡NO, nada ni nadie nos obliga a aceptar un país tal como lo moldeó la violencia y la brutalidad de una minoría dominante! Otro Chile es posible y el recuerdo de nuestras tradiciones de lucha debe contribuir a devolvernos el país que necesitamos, para nosotros y para las nuevas generaciones.
Nuestra asociación piensa que el recuerdo almacenado en cada uno de nosotros representa una fracción de lo que es nuestra historia colectiva. Solicitar esas remembranzas, agregarlas a las decenas y centenas de otros recuerdos personales, terminará por constituir un mosaico cada vez más completo de una historia alternativa, la única capaz de acercarse a una visión justa de la historia.
Se trata de un trabajo largo y difícil que exige remover recuerdos sepultados voluntaria o inconscientemente, con el riesgo de reabrir viejas heridas. Sin embargo ese es el precio para que las futuras generaciones tengan acceso a una versión justa y equilibrada de la historia. Los futuros doctorantes en historia, en economía, en periodismo, etc., los futuros escritores y novelistas; los cineastas de hoy y de mañana, en fin todos aquellos que quieran evocar aquellos fascinantes años que nosotros tuvimos la suerte de vivir, tendrán en estos testimonios, herramientas de trabajo y fuente de inspiración.
Agradecemos a la Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi y a la Universidad Academia de Humanismo Cristiano de darnos la ocasión de realizar esta ceremonia en presencia de jóvenes pues es en ellos en quienes hemos pensado efectuando este trabajo de testimonio.
Muchas gracias,
Asociación de Ex Presos Políticos Chilenos en Francia
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.