Dos años después de que se decretara la Ley de Partidos con el fin de hacerla desaparecer del escenario político y en medio de la inusual abstención que marcó los comicios de ayer, la izquierda abertzale se mantiene en Hego Euskal Herria por encima de los 113.000 votos. Su electorado dio ayer una enorme lección […]
Dos años después de que se decretara la Ley de Partidos con el fin de hacerla desaparecer del escenario político y en medio de la inusual abstención que marcó los comicios de ayer, la izquierda abertzale se mantiene en Hego Euskal Herria por encima de los 113.000 votos. Su electorado dio ayer una enorme lección a Europa, al Gobierno español y al resto de formaciones políticas. A pesar de que durante tres comicios seguidos se han visto obligados a optar por una papeleta que oficialmente se declararía nula, los independentistas de izquierdas han demostrado una férrea firmeza en sus ideas y una gran fidelidad.
Hay que tener en cuenta que los votos anulados fueron ayer el 11,2% de los emitidos, lo que se sitúa por encima del 9,5% del voto que supusieron en las elecciones forales de hace un año y supera ampliamente el 7,05% de las pasadas generales. Ese es el dato sustancial que arrojaron ayer las urnas en los cuatro herrialdes al sur del Bidasoa. Y si los resultados en Hegoalde son excepcionales, los cosechados por Herritarren Zerrenda en Zuberoa, Lapurdi y Nafarroa Beherea resultan prácticamente inimaginables, puesto que en los primeros comicios a los que se presenta se convierte en candidatura de referencia para los abertzales de izquierda.
Lo ocurrido ayer en las urnas debiera ser detenidamente analizado por los rectores del Estado, pues se constata la derrota de su estrategia en contra de la izquierda independentista. Pero también habrá de ser tomado en consideración por el tripartito que gobierna en la CAV, por cuanto buena parte de su estrategia estaba basada en el desmoronamiento de la izquierda abertzale antes de las próximas elecciones autonómicas. El lehendakari Juan José Ibarretxe debe reflexionar sobre si considera factible que se llegue a la primavera del 2005 con un sector social tan fuerte en situación de ilegalidad oficial y colocado fuera del Parlamento en una legislatura que se adivina muy importante. Y, en definitiva, es preciso una reflexión global y común sobre si se pueda avanzar hacia la normalización de Euskal Herria manteniendo la estrategia de segregación política.
UE sin ciudadanía
La abstención ha sido la opción claramente mayoritaria en estas primeras elecciones de la Europa de los 25. Los desesperados llamamientos a la ciudadanía para que acudiera a las urnas no han resultado eficaces. Porque no se trata de mera falta de identificación social con las instituciones de la Unión, sino del resultado de un proceso en el que los estados se imponen en detrimento de la ciudadanía. Este resultado, aunque acentuado en los nuevos miembros de la Unión, se ha dado de forma casi uniforme en todos los estados, incluidos a los que se supone una mayor vocación europeísta, como Alemania y Estado francés, donde la participación no ha ido mucho más allá del 40%.
Las políticas estatales han primado en las urnas. Los varapalos a Schröeder y Chirac, en respuesta a unas políticas económicas que acarrean importantes recortes sociales, se unen al suspenso cosechado por los laboristas de Blair en su primer examen en las urnas tras el inicio de la guerra de Irak. Mientras, en el Estado español el PSOE ha superado a duras penas al PP, a pesar de contar con la inestimable ayuda de un PSC en clara curva ascendente.
El altísimo nivel de abstención de estas jornadas electorales, muestra que la UE está en crisis entre la ciudadanía y arroja serias dudas sobre el inminente proceso de ratificación de la Constitución y en general sobre el proceso de construcción europea.