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«Ni quiero ser poeta ni galante» simplemente un ciudadano maghrebí

Fuentes: Rebelión

Me vais a permitir el lujo de utilizar un mínimo del lenguaje académico aunque no tuve la «suerte» de estudiar y tener una carrera universitaria, sobre todo en las universidades occidentales como en la famosa Sorbona, para dotarme de un buen currículo que me otorgue la posibilidad de intervenir o publicar lo que pienso en […]

Me vais a permitir el lujo de utilizar un mínimo del lenguaje académico aunque no tuve la «suerte» de estudiar y tener una carrera universitaria, sobre todo en las universidades occidentales como en la famosa Sorbona, para dotarme de un buen currículo que me otorgue la posibilidad de intervenir o publicar lo que pienso en los medios de «información con prestigio «, pero gracias a las posibilidades que ofrecen los espacios existentes al alcance de cualquier ciudadano, puedo meter las narices entre las bocas de las víboras y caimanes, entre el veneno de la prensa oficial y los colmillos de algunos políticos del poder, afilados y manchados de sangre humana.

Las opiniones reflejadas en algunos medios (…), no se sabe con qué interés y si pretenden explicar o «aclarar» algo sobre los conflictos… más bien parece todo lo contrario, no se ajustan para nada a la realidad; cargadas de muchos prejuicios y rechazo demuestran el enorme desprecio e ignorancia hacia los pueblos y sus culturas en general, y hacia el mundo musulmán en particular, pero a pesar de todas las manipulaciones e intereses mercantiles y de la hipocresía de los medios al servicio del poder, ocultando las barbaridades cometidas en distintas agresiones sufridas en todas las partes, me quedo con la esperanza y el espíritu de participar y defender la libertad de expresión ante la censura, en los espacios que toleran las diferentes opiniones, con el fin de aportar y trabajar por el entendimiento entre los pueblos a base del diálogo, con iniciativas propias, al margen de los ámbitos de los gobernantes, por lo menos de los «nuestros», me refiero Al Maghreb.

Tarik Ibnu Zayad cuando conquistó la península, a su llegada a tierra, y mientras sus tropas descansaban, él y sus ayudantes regresaron a las barcas destruyéndolas y dirigiéndose a ellas con la famosa frase: «El enemigo está enfrente y el mar está detrás», así que no tenían más remedio que defenderse… desde entonces hasta hoy día no hemos podido encontrar la fórmula para poner fin a esta batalla entre las dos orillas del Mediterráneo.

En la memoria histórica de los pueblos del Moghreb y su relación con los países del Norte del Mediterráneo no hay nada que envidiar, más bien existe un pasado plagado de conflictos y tragedias. El Sur del Mediterráneo no ha tenido nada fácil su «liberación», Libia ocupada por Italia; Túnez, Argelia, Marruecos y Mauritania, bajo el dominio francés y el Rif y el Sahara bajo el mando español, lo que me obliga necesariamente a introducir una rápida cronología según, mi conocimiento, para situarme previamente en lo que voy a tratar en esta aportación con el fin de participar en un debate abierto, que pocas veces se produce.

Aunque resulte doloroso, a estas alturas, no se sabe o no se admite nada sobre las ilegalidades cometidas por parte de los países europeos para dominar a los pueblos y beneficiarse de sus recursos, (…) como es el caso del Rif, llamado en la actualidad «Norte de Marruecos», donde por primera vez en la historia de la humanidad se utilizaron las armas químicas (Gas Mostaza) matando a niños y mujeres y aterrorizando a todos los pueblos de la zona, todo ello en nombre de la «España Católica», en los años veinte, bajo el reinado de Alfonso XIII y con ayuda de Alemania y más tarde de la alianza «Franco-Española» acabando así, con la recién nacida Republica Rifeña, llevando a muchos combatientes a distintas cárceles de la península y de las Islas Canarias. Encargándose Francia de expulsar a Abdelkrim El Khattabi y su familia lejos de su tierra, a la Isla de Reunión.

A finales de los años cuarenta los Magrebíes se organizan en un frente de lucha armada, plantándole cara nuevamente al enemigo colonial, lo que acelera los acuerdos entre Francia y sus colaboradores en la zona (El partido del Istiqlal y el Palacio) en el caso de Marruecos, instaurando la monarquía y ampliando su poder a otros pueblos que nunca estuvieron bajo dominio Alauita, El Rif como ejemplo, viéndose España obligada a entregarlo y acceder a las decisiones tomadas por Francia; la misma receta se aplicó a casi todos los piases de Norte de África, con el fin de acabar con el Ejercito de Liberación del Maghreb dirigido por Abdelkrim desde su exilio en Egipto.

La nueva era de los imperios occidentales en los años cincuenta llamados por los analistas Neocolonialismo, trajo consigo la prolongación de su dominio mediante la utilización de los señores feudales locales más reaccionarios (lo que sumió a los pueblos en la frustración, por las decisiones tomadas a sus espaldas), la provocación de enfrentamientos bélicos entre países ( Argelia – Marruecos ) como consecuencia del trazado de fronteras para separar y dividir pueblos, cosa que no lograron conseguir en el siglo y medio de dominio francés, como demuestra la participaron de los rifeños en la liberación de Argelia que costó un millón y medio de ciudadanos muertos; o el traspaso de un ejército preparado y armado por Francia a los serviles para aplastar el levantamiento del Rif en los años 58 / 59 contra el Majzen ( el estado marroquí ) encabezado en ese momento por Hassan II, cuando todavía era príncipe, quien más tarde y sentado en un trono rodeado de misterios, por la manera en que llegó a declararse Rey de Marruecos, también responde brutalmente a las huelgas y revueltas de trabajadores en Casa Blanca en el 65, cuando declaró el estado de sitio y prohibió los partidos políticos durante años (volviendo a ser legalizados en el año 73)

Tras salvarse de dos golpes de estado militares fallidos en los años 71/ 72, y con el nuevo montaje diseñado por agentes de la CIA con el objetivo de legitimizar su credibilidad, Hassan II salta a la escena internacional con el llamamiento a la unidad de todos los partidos políticos en Marruecos para la «liberación» del Sahara y pone en práctica la famosa «Marcha Verde» después de recibir garantías previas, por parte de estados poderosos, de que no va a haber resistencia Española ya que Franco estaba agonizando. Al tiempo reprimía las protestas populares protagonizadas por los estudiantes en contra de la constitución otorgada por los franceses para garantizar sus intereses en la zona, favoreciendo a la tiranía criminal marcada para siempre por las terribles mazmorras (…) como la de Tazmamart, Kal-at Magouna y otras… donde la CIA y el MOSAD experimentaron los nuevos métodos de tortura asesinando y matando lentamente a los opositores al régimen Alauita.

Bastaba, en aquellos tiempos, con perderse por los Zocos de las cábilas o en los barrios de ciudades de los países del Maghreb para escuchar los relatos y comentarios en los corros que se formaban, igual se hablaba de los tiempos de la lucha de Omar El-Moukhtar en Libia, contra el ejército italiano, que de la Revolución de los Claveles en Portugal, así fuimos despidiendo una década e inaugurando otra, soñando con un futuro mejor, deseando los cambios que se estaban produciendo en los países vecinos, todo ello se reflejaba en la dinámica de miles de militantes activos, a pesar de los pesares, con un espíritu progresista, relacionados e implicados con las luchas de otros pueblos, lo que entusiasmaba a millones de Maghrebies compartiendo la misma alegría con la llegada del Kaddafi al poder en Libia en los años 69/70 que con los cambios que se estaban produciendo en España, después de la muerte de Franco.

Desde la orilla Norte del Mediterráneo

El Maghreb ha sido y sigue siendo tratado desde una óptica cargada de prejuicios o paternalismos, superficialmente e incluso con cierto complejo de superioridad, queda reflejado en tertulias de radio y televisión, escritos, películas como Bajarse al Moro y en otras todavía peores, que recuerdan al mundo de Holiwood en su trato a otros pueblos, incluido el español. Recuerdo también anécdotas vividas a principios de los 80, y que a veces comentamos entre amigos que nos encontrábamos por aquella época en Madrid, tales como la cara de un militante de la izquierda madrileña mostrando gran extrañeza cuando vio en una revista escrita en árabe la imagen de Trotsky y su comentario a un amigo: «¡ay va, mira lo que hay aquí ( igual se sorprenden cuando ven la pantalla de un ordenador con escritura árabe ¡ … ! ) o preguntas sobre la problemática del Sahara para saber si estabas a favor o en contra de los Saharauís o de Hassan II, condición indispensable para establecer una amistad con un «mor@», eso era y es el pan de cada día desde la derecha a la izquierda española, y un sin fin de reacciones por el estilo. Sabemos el origen de la problemática: Cuarenta años de franquismo + la utilización de los «moros» en la guerra civil + nuestra reivindicación de las ciudades ocupadas de Ceuta y Melilla + el complejo causado por el famoso dicho «África empieza en los Pirineos» y el ser una población mayoritariamente morena ¡aunque la mayoría de las ex ministras del PP van con mechas rubias! (esto último es una broma).

Lo más inexplicable para muchos de nosotros fue el cierre de las fronteras a finales de los setenta en los países «ricos» según los mandatos de Maastrich y en cumplimiento de los acuerdos del Grupo de Trevi, que dieron paso al famoso Tratado de Schengen por el que España se convierte en los años noventa en la nueva barrera, digamos que se encarga de ejercer de nuevo gendarme de Europa, exigiendo el visado a los países del Maghreb en el año noventa y uno con el pretexto de controlar la inmigración clandestina, aduciendo que sobraban como mano de obra y por la «seguridad» de la «Europa Unida». Años más tarde nos enteramos de la verdadera cara de ese rechazo como por ejemplo quedaba reflejada en titulares del tipo «el colectivo magrebí es difícil de integrar, por motivos culturales, religiosos y otros» en artículos de periódicos y en libros con connotaciones xenófobas que llenaban quioscos y librerías; toda una campaña apoyándose en informes del Vaticano y su temor al auge de un Islam que se instale nuevamente en el corazón de Europa, (añadiendo la competencia que suponían los productos agrícolas de «Marruecos» en el mercado europeo), que lleva a los xenófobos de El Ejido a expulsar del trabajo a los «moros» y sustituirlos con otros inmigrantes de Europa del Este o latinoamericanos «por su humildad y por tener la misma religión», o la instalación de vallas en las fronteras de Ceuta y Melilla, el hundimiento provocado de pateras en el Estrecho, no salvar vidas humanas de los naufragios, las torturas practicadas en comisarías por no tener papeles, incluso hay muertes que nunca se han investigado.

¡Cuántas veces hemos escuchado a alguien llamado «Matamoros»!, pues a mí se me ocurrió llamar «Bin Laden» a una persona en una playa de Andalucía, y las caras de algunos reaccionaron inmediatamente, en ellas se podían ver expresiones de cualquier cosa menos de tolerancia…

Con el 11 de marzo se remata todo tipo de sospecha, los Maghrebiés nos convertimos en un elemento fácil para las acusaciones mediáticas, en los medios de «información» interpretaciones y calificaciones de todo tipo para demostrar la implicación del colectivo como principales autores del atentado, con unas confirmaciones más bien por parte de los informadores y articulistas que llevan a acusarnos por cualquier hecho o por cualquier acto que nos vincule con el Islam, cuando todo el mundo sabe que antes de la condena el acusado es inocente,

Si echamos una ojeada a lo que se ha publicado y se publica desde entonces podemos observar, por ejemplo, los cuadros sinópticos que se utilizan para mostrar las «redes», relaciones y vinculaciones existentes entre los acusados, pero no se hace lo mismo cuando los jueces van dejando a los supuestos «sospechosos» en libertad, ni salen sus fotos en la prensa.

Las injusticias y la criminalización de los colectivos no son nada nuevo, se utiliza a menudo, para reprimir y sembrar el miedo, lo han sufrido y lo sufren todos los colectivos por rechazar y luchar contra la globalización de los banqueros y verdugos, encargándose los medios de información al estilo berlusconi de falsificar y apoyar sus planes para destruir lo que queda de los recursos naturales y humanos en el planeta, tachando las protestas de centenares de miles de personas de radicales, anarquistas, comunistas, feministas, nacionalistas… como si las manifestaciones pacifistas fueran la amenaza y el peligro contra la humanidad y no el G8. No olvidamos el caso del joven que cayó abatido por sus balas en Génova, lo que demuestra la brutalidad del sistema que no duda en utilizar las armas contra sus propios ciudadanos por eso no me extraña que al colectivo magrebí le haya tocado en estos momentos ser acusado y señalado para provocar en nosotros una reacción que nos lleve a caer en su juego, pues todo lo contrario hay que responder con nuestra unidad, con una conciencia colectiva, en defensa de nuestra identidad como africanos, beréberes, árabes, musulmanes creyentes y no creyentes etc. Apoyándonos en la solidaridad de los pueblos,(…) frente a cualquier tipo de acusaciones falsas. Lo mismo que han hecho con las asociaciones de inmigrantes en su momento, quieren repetirlo con los pequeños lugares de culto como las mezquitas o con los imames dando paso a la posibilidad de una implantación de la policía del régimen marroquí disfrazada de imames. Me atrevo a declararme muslim anti-imperialista aunque me cueste por ello enfrentarme a cualquier montaje (…) y a no dejar de manifestar mi repulsa al terrorismo de los estados, verdaderos responsables del sufrimiento de los pueblos, repulsa por la masacre afgana, irakí, el genocidio palestino y otros… a manos de los defensores de la democracia en nombre del Sionismo y falso Cristianismo de Bush, Sharon, Blair, , Aznar, y todos sus cómplices a los ojos del mundo entero, matando brutalmente a poblaciones indefensas con bombardeos «selectivos», al mismo tiempo organizando y financiando atentados atribuyéndolos a los focos de resistencia a la ocupación en los países musulmanes, de esta manera justifican sus crímenes y crean confusión machacando las mentes y sentimientos del ser humano, dejando a la gran parte de la población mundial inamovible en un estado traumático sin capacidad de reaccionar.

Apoyar a Bush, en una guerra, cuyos pilares son la mentira y el odio, es signo de idiotez o de cobardía, porque los gobernantes en general en la historia de EEUU mantienen la unidad gracias a las guerras inventadas y al mismo tiempo cuentan con el apoyo de la mayoría de sus propios ciudadanos ( aunque cambien de gobierno no veo una retirada del ejecito americano de Irak) al igual que a los Israelíes porque son Estados cuya creación está basada en el exterminio de otros pueblos como el caso de los mal llamados indígenas en el Continente Americano.

Sumando a esto el «silencio» y sumisión de la mayoría de los «gobiernos» árabes y musulmanes que ni siquiera son capaces de denunciar el genocidio por no decir que muchos de ellos están implicados, que los países llamados «democráticos» nos tienen convencidos por su «lealtad» a la defensa de los derechos humanos, ¿de qué sirve estar da cuerdo o no con la «guerra» o mejor dicho la agresión o invasión de Irak?, en los conventos e iglesias ¿qué dicen a los fieles cuando celebran misas y otras ceremonias religiosas?, los «sindicatos mayoritarios» representantes de la clase trabajadora fuente de la producción ¿no es el momento de demostrar su solidaridad por lo menos con unos paros simbólicos?, y los partidos de izquierda parlamentaria ¿dónde y cuándo van a practicar aquel himno internacionalista que tantas veces cantaron en las fiestas y congresos…

«Ni quiero ser Poeta, ni galante» como dice el poema de Federico García Lorca, sólo un ciudadano, que lleva casi el mismo tiempo aquí que Juan Goytisolo en Marrakech, quien ejerce un papel importante e indiscutible en el mundo musulmán, en concreto entre el Maghreb y los pueblos del estado español, siendo sus opiniones reclamadas en distintas tribunas cuando desgraciadamente salta alguna chispa, me parece aceptado y apoyado su papel por los maghrebíes a pesar de las diferencias en el tratamiento a las temáticas, aunque nos gustaría también en estos tiempos escuchar, y leer opiniones de los propios Maghrebíes como dice el proverbio Árabe «ahlu Makka adra bi chouobiha» (los de Mecca son conocedores de su propia población ) desde la responsabilidad y por el beneficio de los ciudadanos de ambas partes, con el respeto mutuo entre los pueblos y una cooperación basada en lo social, no en lo militar y policial.