La visita de Galán al Senado y su entrevista con Santos, el Comisionado de Paz y el Embajador de México, han suscitado multitud de comentarios favorables a las negociaciones de paz con este movimiento armado.
Según los analistas, la aceptación por los elenos del ofrecimiento del presidente Fox para unos diálogos en México, confirma la extrema debilidad del ELN, el cual, de creerles a tales especulaciones, sólo tiene como opciones posibles en la situación en que está, un acuerdo inmediato con el Gobierno, una derrota a corto plazo o su absorción por las FARC. Alrededor de estos supuestos de análisis se ha montado toda una doctrina sobre la inminencia de los acuerdos Gobierno-ELN.
Por eso, vale la pena explorar otras razones. Ante todo, no existe la menor evidencia sobre la casi desaparición del ELN.¿ Qué elementos afianzan una tal deducción?. Esta guerrilla no ha sufrido una derrota militar significativa. No se sabe de ningún operativo de aniquilación de ésta, por parte del Ejército oficial. Ni de la captura de sus dirigentes principales, ni de la desaparición de su Comando Central, ni de la ocupación de sus zonas de influencia. La leyenda sobre la crisis terminal de este grupo no tiene ninguna base real ni seria.
En segundo lugar, hay que indagar por qué un Gobierno tan comprometido con la guerra ahora asume en el exterior una actitud dialogante, al tiempo que lanza a 15 milsoldados al Plan Patriota. Aquí hay que recordar el corto alcance de la política uribista, que tiene como única obsesión la reelección presidencial. Y que ha convertido este síndrome del apetito de poder en la prioridad de sus objetivos. Las dos actitudes frente a la insurgencia están condicionadas por la aventura reelectoral. El principal trofeo del Plan Patriota es «dar de baja» al Secretariado de las FARC. Y el interés por mostrar diálogos con el ELN es ganar puntos entre los amigos de la paz. Y ambas cosas buscan posicionarse para la reelección presidencial.
En tercer lugar, qué tiene de realista una perspectiva de negociación con la insurgencia por parte del Gobierno de Uribe Vélez. La posición del ELN ha sido muy definida. Por eso, Galán planteó el intercambio humanitario, la tregua bilateral y una amnistía general. Tres condiciones contrarias a las del Gobierno.
Por último, el Gobierno ha montadoo los tratos con los «paras» como su modelo de negociación. Nada de esto es posible en un diálogo con la insurgencia, que es todo lo contrario del paramilitarismo. El ELN es un movimiento revolucionario que tiene un programa avanzado, una fuerza dinámica de lucha contra el sistema que exige una nueva estructura del poder político. Sin tener estos elementos en cuenta no podrá avanzarse hacia posibles acuerdos con la insurgencia.